Actualmente México atraviesa una de las crisis más álgidas en materia de derechos humanos en los últimos 50 años. Historias de despojo, represión, explotación y olvido contra los desposeídos del país son la constante en todo el territorio.
Los pueblos, la gente de abajo en México, resiste y se organiza en defensa de su tierra y territorio, por el libre tránsito, por mejores condiciones laborales. Se defienden y, de manera paralela, no son pocos los que se organizan aquí y ahora para generar cambios estructurales que no sólo mejoren su vida cotidiana, sino que les den visión de futuro y permanencia como pueblos. De esta manera, al tiempo que luchan contra los proyectos extractivistas que se imponen en sus territorios, por su derecho a transitar y a trabajar en mejores condiciones, construyen proyectos de salud, de tecnología libre, de fortalecimiento de género, de justicia.
Tanto las luchas contra las imposiciones del capital, como los proyectos comunitarios con los que se combaten las políticas neoliberales, tienen poco o nulo espacio en los principales medios de comunicación. Visibilizar a los que quieren ser visibilizados y no cuentan con los espacios mediáticos para ello es importante para los pueblos que resisten y se organizan. Compartir sus luchas y organización puede fortalecer a los pueblos y posibilita el conocimiento, reconocimiento y posible acompañamiento de otras luchas, si sus experiencias son difundidas a través de los medios que los mismos pueblos elijan para estos fines.
Las luchas y procesos organizativos con los que Desinformémonos realizó, de manera conjunta, la cobertura de sus luchas a través de la realización y divulgación de diversos materiales periodísticos que incluye este proyecto son las siguientes: Lucha de campesinos e indígenas contra cementeras y basureros en Hidalgo; los usos políticos y militares de la Cruzada contra el Hambre en Guerrero; la criminalización de las parteras de la Huasteca hidalguense, la esterilización forzada y la resistencia; las autodefensas en Morelos; la telefonía celular comunitaria en Oaxaca; el despojo y destrucción ambiental con los proyectos turístico e inmobiliarios en Holbox, Quintana Roo; el hostigamiento a migrantes y defensa de sus derechos en Tabasco; las condiciones laborales de los y las trabajadoras de la maquila en Puebla; la defensa de la producción artesanal del mezcal en Oaxaca; la defensa de los bosques y del territorio en Milpa Alta, Distrito Federal; la batalla por el agua en el Estado de México; la defensa del territorio frente a los megaproyectos en Morelos; la defensa del río San Pedro y de 14 sitios sagrados en Nayarit; la trata y tráfico de mujeres en Chiapas; la nueva ofensiva del aeropuerto en San Salvador Atenco en el Estado de México; y el recuento de Ayotzinapa, a un año, en Guerrero.
Es importante señalar que en estos momentos se vive una crisis en los medios de comunicación masiva, los cuales se cierran cada vez más a los procesos de lucha de los pueblos y a su defensa del territorio, además de que persiste un autoritarismo de Estado que vulnera y silencia a las voces críticas dentro de esos espacios; por lo cuál se hace necesario el fortalecimiento de los medios independientes que acompañan o son parte de los movimientos emancipadores.
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