San Salvador Atenco, Estado de México. En lo alto del cerro Tepetzingo, donde se encuentran algunos antiguos grabados de origen prehispánico, el viento refresca el clima. Desde la altura, donde abundan nopales, flores y plantas silvestres, se divisan varios horizontes hacia donde se quiera mirar: la ciudad de México, Texcoco, Ecatepec, Coacalco, los cerros de Iztapalapa y con el ambiente limpio, hasta los edificios de Santa Fe. El sonido cotidiano del campo y el viento se corta a momentos por el paso de los aviones provenientes de las actuales terminales aéreas.
Atenco, de cómo el gobierno preparó la pista de aterrizaje
Prometeo Lucero
Dejar una Respuesta