I. A pico y pala construimos los pozos
Desde 1963, los comuneros nahuas de Coyotepec comenzaron a construir la primer red de abastecimiento de agua en el pueblo. Desde entonces era gestionado por la propia población. Así, aún sin tener instalación de agua en sus domicilios, los pobladores podían acudir a los pozos a abastecerse a bajo costo.
El primer pozo, Centro, fue construido “a pico y pala”, narra Vicente Moreno Domínguez. Después cavaron y construyeron Chatongo 1 y 2.
A la llegada del actual presidente municipal, Alfredo Anguiano, señala, éste impuso la municipalización del agua. Esto significa que el pueblo dejaría de gestionar su agua a costo bajo y pasaría a manos del municipio, que ya lleva un historial de apropiación y venta de recursos comunes.
Por ejemplo, parte del panteón municipal, fue vendido a una funeraria privada; el deportivo público niega el acceso si no es pagada una cuota. Incluso, el propio palacio municipal no tiene sanitarios. Para acudir a uno, hay que salir a uno particular y pagar su uso.
Para presionar a los pobladores, el municipio pidió a la Comisión Federal de Eletricidad que impusiera tarifas impagables por uso de energía eléctrica en las bombas de los pozos. “Que el pueblo se ahogue y no pueda pagar esas deudas”. La deuda superaba los 500 mil pesos por cada uno de los pozos. La CFE cortó los cables de luz y el pueblo quedó sin agua.
Durante medio año, este pueblo de bajos recursos económicos, con una mayoría de obreros que trabajan en los municipios cercanos y algunos agricultores, los pobladores se organizaron para repartir agua sin cobrar con camionetas. Aunque eso no resolvía el problema.
En contraparte, el municipio contrató pipas que suministraban a simpatizantes incondicionales. A los demás, cobraba entre 600 y 700 pesos.
El 9 de junio de 2013, pobladores bloquearon la autopista México Querétaro. Después de algunas horas, llegó un fuerte grupo de policías antimotines. Sin negociar, comenzaron a disparar gases hacia la población, entre los que había niños y ancianos. Por helicóptero y vía terrestre, fueron cazados por las calles, con numerosos heridos y detenidos. Una persona falleció.
Anguiano fue víctima de un atentado posteriormente. La noche del 5 de septiembre de 2013 fue apuñalado en su domicilio. Alberto Cruz Luna, otro activista, fue asesinado tres meses antes. El activista actualmente es beneficiario del Mecanismo de Protección para Defensores y Periodistas.
No obstante, a pesar de la virulencia de los ataques, los defensores del agua mantienen una importante defensa y siguen siendo un contrapeso. Una buena parte de pobladores ha asistido a los eventos del municipio para protestar de frente contra el plan de municipalización y otros proyectos como la Ciudad Bicentenario (50 mil viviendas en Huehuetoca) y un tiradero regional para Apaxco, Huehuetoca y Coyotepec.
Para Antonio Lara Duque, del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero, los pobladores Coyotepec son vistos como “un mal ejemplo” por el gobierno municipal. Aunque también, añade, “estas nociones de autogobierno, autogestión, autonomía, poder popular, empiezan a tener tangibilidad. Son reales y decenas y cientos de familias tienen la capacidad de organizarse y satisfacer sus necesidades de forma colectiva”.
II. El Gran Bosque Otomí Mexica
Para Efrén Santana, además de la construcción de la autopista Toluca – Naucalpan, llegarían a las tierras otomíes otros megaproyectos, como inmobiliarias para construir una tercera sección de Santa Fe.
De concluirse, la autopista obligaría a prolongar los pasos a pie a los peatones. Incluso los de los peregrinos que van hacia Chalma en procesión religiosa se verían forzados a pasar por un bajopuente. El acceso por otras vías estaría bardeado.
La herida en el bosque ya está marcada en lo alto de Huilzizilapan. La maquinaria ya devastó buena cantidad de árboles.
Abundio Rivera Nava, originario de Huilzizilapan está preocupado e indignado por el trazo carretero. “se está destruyendo la flora, la fauna y los escurrideros de agua que abastecen a nuestra comunidad están desviándose”.
“Nos dimos cuenta que Autovan, de grupo Higa, con Armando Hinojosa Cantú (familiar del expresidente Felipe Calderón Hinojosa) al frente, ha actuado con corrupción con el gobierno federal. Nos damos cuenta que (a nivel nacional) la mayor parte de los pueblos originarios, los pueblos indígenas, están siendo despojados de sus tierras, de sus bosques, de su agua.
“Queremos decirle al mundo que nos vamos a seguir defendiendo, el patrimonio que nos dejaron nuestros abuelos. No estamos pensando sólo en nosotros como comunidad, sino a nivel mundial. Esta cordillera, estos bosques captan el carbono de todo el cambio climático.
“A la vez somos captadores, somos abastecedores del Sistema Cutzamala, del Sistema Lerma, que abastece de agua al Valle de México, y el Valle de Toluca”.
Aún con el decreto presidencial expropiatorio de julio de 2015, ya había signos previos de maniobrar políticamente para que la autopista se abriera paso sin oposición.
Aurora Allende, comunera de Huilzizilapan y defensora del bosque, recuenta que, en el reciente periodo electoral, el príismo local hizo cuanta maniobra fuera posible para ganar las elecciones. “Querían ganar a fuerza. Y lo hicieron. Llevaron vigilancia a las urnas. Casi te tenían ‘votas o votas’. Dieron dinero, recursos, pantallas, secuestraron urnas. Hicieron fraude y como a las dos de la mañana ya estaban celebrando, echando cohete”.
El 28 de julio, pobladores de Xochicuautla y Huilzizilapan marcharon en Avenida Reforma de la Ciudad de México junto con pobladores de Ostula, Michoacán, quienes habían sido agredidos a balazos por el Ejército mexicano y cuerpos policiacos.
Varias líneas de policía de tránsito y granaderos bloquearon su paso hacia Avenida Juárez. Un helicóptero hacía sobrevuelos a baja altura. Montados sobre las tanquetas, y vestidos en uniformes tácticos, elementos de la Fuerza de Tarea vigilaban con binoculares el paso de esta manifestación pacífica.
Los activistas no llegaron a la Secretaría de Gobernación, destino de la marcha: ya había allí un plantón de militantes de Antorcha Campesina, la filial campesina priísta. En la calle de Bucareli, plantaron sus posicionamientos los pueblos de San Salvador Atenco, Xochicuautla, Ostula, San Dionisio del Mar (Oaxaca) y de la Normal Rural de Ayotzinapa.
(Fue esta marcha, por cierto, la última cobertura del fotoperiodista Rubén Espinosa, asesinado días después junto con Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete, Nadia Vera y Mile Virginia Martin).
III. El territorio no es el plano.
Aunque el proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México está proyectado -teóricamente- en una zona federal, el trazo superficial entra en Atenco. Y por ello, miembros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra continúan luchando.
David Pájaro baja una manta de una bicicleta. La desdobla, extiende y cuelga.
Se trata de un plano del territorio de San Salvador Atenco, al oriente del Estado de México, dividido en varias imagenes y gráficas.
El primer recuadro es un mapa de los pueblos que componen Atenco y sus divisiones. Abajo, un recuadro con su extensión en hectáreas.
El segundo recuadro, muy detallado, es un mapa del tipo de tierras. Por colores, la imagen explica cuál tierra es de arena, blanca, jaboncillo, carro con sedimento, mezclada, salitre, barro, lama y cacahuatuda. La de salitre es la más abundante por la cercanía con el Lago de Texcoco.
El tercer recuadro es una división de ejidos, una reproducción del plano de dotación original.
Pájaro cuenta que experimentalmente se han hecho cálculos de la producción de maíz en las tierras. Las más fértiles, de barro y cacahuatuda, potencialmente pueden producir 12.27 toneladas de maíz por hectárea, mientras que la de lama, una tonelada.
La extensión de lama (en el total del terreno) es de 800 hectáreas de superficie, por lo que aún siendo menor potencial, ésta puede producir 10 toneladas de maíz por hectárea.
“Nosotros trabajamos y la tierra responde con los mejores cultivos. A través de diferentes ciclos agrícolas ha llevado a una diferenciación de las clases de tierra” dice. A esto le llama coevolución. Por ello, cada lugar ofrece diferentes cultivos, frijol, cebada, alfalta, hortalizas, nopal y maíz. También quelites, quintoniles, acelga y verdolaga. La alga espirulina, una planta endémica local de la falda del cerro, es vendida a incautos a precios muy elevados como planta milagrosa.
El mapa está bastante detallado y capta el contexto. A diferencia del realizado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), a escala de 1:50000, éste está a una escala más precisa, 1:5000.
Como un maestro dando clase, deja un momento la manta y profundiza: “El territorio no es el plano. Es (además de) el plano, las clases de tierra, sus nombres vernáculos, qué producen y cómo se hermana con otros ejidos. El territorio son los ríos, parcelas, árboles, el trabajo, caminos. Implica hablar de todos. Para el gobierno es un plano simple. Son polígonos y les puede poner precio. Para nosotros, es como vender a una madre”.
De la carretera Peñón-Texcoco, 23 pozos abastecen de agua al Distrito Federal.
Adán Espinoza, quien tras la represión en el 2006 tuvo que esconderse por tener orden de aprehensión, llama al proyecto “aeropuerto de muerte”, pues el terreno en que está proyectado está en una zona de riesgo.
Atenco es un valle que recibe recargas de agua de los cerros circundantes de manera natural. Por ello, un proyecto así resulta riesgoso. Comparte un temor: “aquí puede haber una catástrofe, una matanza”. Abunda que en 2002, cuando Vicente Fox anunció la expropiación de tierras, el proyecto no cumplió con la utilidad pública. Por ello, ve en el nuevo decreto de Enrique Peña Nieto una “imposición, un engaño”. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra ha solicitado a través de órganos de transparencia que se entreguen planos, superficies, datos técnicos y científicos en que se sustenta el proyecto, pues hasta ahora no ha habido consulta ni información.
“Ya colocaron cámaras de vigilancia en los accesos a los pueblos porque saben la fuerza de nuestros pueblos, cómo hay una gran capacidad organizativa y que está latente”, comparte Martha Pérez, aunque, como motivación de lucha, afirma “queremos ser un signo de esperanza”.
Esta publicación fue financiada con recursos de la RLS con fondos del BMZ
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