El paisaje luce gris en El Palmar, comunidad hnä hñü (otomí) de Santiago de Anaya. Cuando Venancia Cruz Dominguez describe la vida cotidiana aquí, una palabra es recurrente en su testimonio: tristeza.
Afuera de su domicilio, a menos de 5 kilómetros de distancia de la Cementera Fortaleza, se escucha constante el paso de vehículos pesados. El aire y la lluvia limpiaron un poco el ambiente, aunque dice Venancia, normalmente en sus mezquites, magueyes y biznagas se encuentra un fino polvo grisáceo.