Reflexiones desde la butaca

Denise Anzures

El teatro ayer, el teatro de hoy, a través de la mirada de Otto Minera Entrevista

El profesional del teatro tiene un derecho y una obligación, ganar dinero pero también ganar el corazón de la gente.

-La premisa del teatro tal como lo dijo Brecht, es un factor de transformación social. ¿El teatro de Brecht se corresponde con el teatro que propones?

El teatro que yo propongo o la manera en que yo entiendo el teatro no es tan abierta o explícitamente política como la de Brecht. No me interesa hacer del teatro un instrumento político de manera tan explícita como Brecht porque aparece el peligro del autoritarismo, del totalitarismo.

Brecht vivió una época histórica distinta, fundamentalmente en la primera mitad del siglo XX, en donde ésta precaución democrática que ahora tratamos de poner en práctica, el de la convivencia de las ideas, el de la democracia entre distintos, no era tan vigente, no era tan claro hace 100 años, como sí lo fue en los años de Brecht, años de una vigencia de las ideologías. La terrible sorpresa de la historia es que la ideología que Brecht defendía resultó ser una ideología totalitaria; la ideología comunista se presentaba como una ideología progresista, igualitaria, justa y entonces las mejores personas, porque Brecht es una de la mejores personas del siglo XX, abrazaron esa ideología en contra del fascismo, a final de cuentas tan totalitaria fue la Rusia Soviética como la Alemania fascista. Más nos vale aprender de la historia.

En el terreno de las artes no estamos montados sobre ideologías, no deberíamos estarlo, estamos montados sobre un humanismo como punto de partida o de llegada, como un ejercicio que apela al ser humano más allá de las ideologías.

Cuando hablamos de identidad nacional, nos resulta complicado entender un proceso de 500 años de mestizaje. En el teatro mexicano se han hecho intentos por decir pueblo o país, como lo hizo en su momento Usigli. ¿Es necesario encontrar la identidad de un pueblo y lo que sucede en los escenarios?

Dejemos de lado la cuestión de identidad nacionalista y hablemos de identidad humana, que no es algo que exista en abstracto. Nosotros vivimos en la tierra del nopal y no en la tierra de los viñedos. Los seres humanos estamos afincados sobre una realidad muy concreta, que hace la geografía, la historia donde naciste, donde vives. Sabemos que más allá del nopal o más allá de las montañas o del mar o de la tierra donde nacimos, de las costumbres y del folklore o de la historia, suponemos que hay una identidad básica humana.

El camino hacia lo universal, pasa por lo nacional o incluso por lo local; no podemos hablar de lo universal si no pasamos por lo local porque estaríamos en un terreno abstracto. Hablemos de lo que conocemos, de lo que está en nuestra alma mexicana, en el alma francesa, o rusa. Hablemos de nuestra gente, de sus costumbres y, sí verdaderamente se es un artista y si el trabajo logra tocar hondo a partir de ese lugar, el trabajo será universal, podrá ser visto en cualquier tiempo o espacio y, cualquier persona en cualquier tiempo y espacio va a recibir de ese trabajo la comunicación que el teatro en este caso busca finalmente entregar y será posible compartir esa experiencia que viene de otras coordenadas.

Desde luego que podemos ver una obra griega que se escribió hace 3000 años, podemos ver Edipo hoy y pasar por la experiencia catártica de recibir la lección humana que el teatro nos pone enfrente aunque haya sido escrita en Grecia hace 3000 años.

-El país se está erosionando, sus instituciones son cada vez más débiles, para miles de jóvenes México es un territorio deshabitado de esperanza ¿Qué tipo de teatro tendrías qué imaginar, proyectar para los jóvenes de este país?

La pregunta es bien universal y se la tienen que hacer los teatristas de cualquier época y de cualquier país. La gran dificultad del artista teatral es que no puede hacer del teatro su capricho. El artista teatral por definición tiene que combinar lo que a él se le antoja con la realidad en la que vive y encontrar esa fusión y ese punto de equilibrio entre la subjetividad del artista y la realidad en la que vive. No se puede atender solo a la realidad, porque acabamos teniendo un teatro chato, artísticamente débil, documental, imitado.

En el teatro se tiene que combinar productivamente la subjetividad, la sensibilidad del artista y la interpretación de lo que está pasando. Así como no debemos quedarnos sólo con la realidad, tampoco es recomendable que el artista atienda sólo a su subjetividad, estaría separándose de lo que lo rodea y perdiéndose en vaguedades subjetivas, en caprichos, en puntadas, en ocurrencias.

Es este choque entre mi manera de ver el mundo y el mundo de donde a veces sale la verdadera chispa artística, es decir, la realidad mexicana es muy fuerte y es ineludible. En México necesitamos, como dice Usigli, un teatro que nos hable, que le ponga enfrente a la gente parcelas de la experiencia humana, que le permita a los mexicanos reflexionar sobre sí mismos. El problema de México es que no tenemos teatro y no tenemos el instrumento artístico que los hombres se han dado para conocerse y para conocer los avatares de la existencia humana y, que como no nos conocemos de manera profunda, no sabemos qué hacer con nuestras vidas y con nuestro país, entonces se genera esta sensación de confusión, de descontrol.

Podríamos presentar un retrato directo o indirecto de la vida en México y de los mexicanos, no sería nada agradable, porque en este país están pasando cosas muy desagradables, y en la medida que eso se ponga ahí pues desde luego que dan ganas de cerrar los ojos y no ver eso. El punto es que ni siquiera está sucediendo, ni siquiera están subiendo al escenario las semblanzas de la situación mexicana, desde luego con sus honrosas excepciones, es decir, ni siquiera estamos permitiendo que suceda la posibilidad de verlo, es como detener la vida del teatro incluso antes de que nazca, de que surja.

Yo sólo quiero hacer énfasis en la primera pregunta porque no sólo pasa por el terreno nacionalista, no tiene que estar el Chapo Guzmán o el nopal en los escenarios para decir “esta es la realidad mexicana”, es decir, el teatro, el arte teatral nos puede contar un cuento chino que hable de nosotros, que podamos reconocer en esos personajes de Pekín algo que tiene que ver con nosotros, algo universal, algo que nos atañe, no importa que venga de un envoltorio distinto local pero que hable de los seres humanos.

Conoces los recovecos del teatro institucional: fuiste Director del Centro Cultural Helénico y posteriormente Coordinador Nacional de Teatro del INBA ¿Qué teatro están proponiendo las instituciones públicas de este país?

Me parece que idealmente los funcionarios del teatro mexicano sí tendrían que tener una sensibilidad muy cercana a la de los artistas, que las decisiones que se tomen de programación artística respondan a las inquietudes genuinas de la propia vida. Saber decidir qué es importante llevar a escena porque va a enriquecer la reflexión, sin embargo, más allá de las decisiones que tomen los funcionarios públicos, es vital que se abran las compuertas para que la riqueza de sensibilidades existentes en México encuentren su curso de salida y entonces los directores, dramaturgos y artistas vayan aportando, porque así es la existencia humana en sociedad.

La vida cambia continuamente y el teatro tiene que ser esta cosa viva que responde, que está justamente respondiendo a las circunstancias cambiantes. Lo único que es completamente flexible es la vida de los individuos que reciben el impacto de las circunstancias en las que viven y sí su trabajo es ser director o dramaturgo, estarán siempre proponiendo obras, trabajos que irá la sociedad viendo en qué medida son necesarios, oportunos, vitales, elocuentes para las preguntas, las inquietudes y las necesidades que se nos presentan todos los días.

No podemos tirar línea como funcionarios públicos. No basta una solo cabeza o una sola sensibilidad para abarcar la multiplicidad de situaciones o circunstancias que se viven en un país, por eso, las instituciones deben hacerse a un lado y permitir que se creen las circunstancias, confiar en que los artistas quieren ser mejores artistas y lo van a hacer en la medida en que ejerzan su oficio y su arte. Los funcionarios deben confiar en que en ese trayecto los artistas estarán hablando con elocuencia a los públicos.

Sí un funcionario público decide una programación, es necesario hacerlo con la sensibilidad de un artista, con la urgencia de expresar lo que uno está viviendo, pero sobre todo abrir la puerta y hacerse a un lado, confiar en la gente, confiar en que va a suceder, que los guatemaltecos, los mexicanos, los peruanos, quien sea, tienen dentro de ellos las voces, en esta caso artísticas que expresarán la identidad de ese pueblo, de ese país y de ese conjunto de seres humanos.

El teatro comercial ha cumplido su misión, ha ganado públicos, los ha conquistado y nos está ganado la batalla todos los días, y nosotros no hemos logrado dar ese paso.

Creo que sí lo hemos dado pero no de una manera consolidada y amplia en este país. Centrémonos en esta tercera alternativa, el teatro francamente institucional público ¿Cuál es la tarea que tiene que cumplir el teatro público? ese tarea, sin duda es del gobierno, del estado: proteger, favorecer y fomentar el teatro. Ellos tienen que cuidar el teatro del pasado y el teatro del futuro, el teatro clásico como lo entendemos y el teatro de ultravanguardia, que son dos terrenos difíciles para ser llevados adelante por los independientes o los productores privados, son teatros donde es más difícil darle al clavo de que estás tocando a la puerta del corazón de una persona, de un público, porque el teatro centralmente para poder entrar al corazón de la gente tiene que estarle diciendo cosas que tienen que ver con la vida de la gente y la gente vive hoy, su existencia está dada hoy y entonces si tú hablaste del pasado, ya lo dijo José José, ya lo pasado, pasado, eso no es tan urgente en mi vida… y el futuro podría decir mucha gente “me vale madres”, entonces el teatro clásico y el teatro del futuro, el de vanguardia, donde los muy jóvenes quieren encontrar nuevas fórmulas, y que puede ser que no sean comprendidas por la gente de hoy, bueno, esos teatros los debe de cuidar la institución pública, pero el teatro de hoy, tiene que estar en las manos de la sociedad de hoy, público y productores y en ese teatro no debe meterse el estado, porque no hace falta y porque es este hervidero del presente en el que deben de estar abiertas todas las puertas, está el teatro público, el teatro comercial en el mal sentido, sin ninguna seriedad artística y el teatro comercial en el buen sentido que puede, entregar una experiencia real artística, esta opción, esta tercera opción de un teatro comercial en el buen sentido, que lo vea mucha gente siendo un buen teatro es lo que no existe de manera consolidada, permanente y nosotros estamos en ese intento.

Este teatro que yo propongo es necesario para que acabe de existir la profesión artística y multiplique su presencia y México tenga entonces el espejo en donde verse para construir su identidad nacional al mismo tiempo universal.


Otto Minera, estudió teatro con John Strasberg en Nueva York y en México con José Luis Ibáñez, de quien además fue asistente de dirección en teatro y en cine. Traductor, dramaturgo, director y promotor teatral, sus trabajos, para niños y adultos, han sido presentados en los principales espacios teatrales de la Ciudad de México. Premio Casa de las Américas por su obra Siete Pecados en la Capital. Fue Director del Centro Cultural Helénico y Coordinador Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes. Becario de Traducción Literaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y Director Invitado al Festival Internacional Ohio Northern University.

Denise Anzures

Periodista, egresada de la Escuela Carlos Septién García, especializada en la promoción y divulgación de las artes escénicas e instruida para ser ciudadana de este mundo por el movimiento zapatista.

Una Respuesta a “Se trata de limpiar la casa, no de vaciarla”

  1. Lázaro Azar

    Todo iba muy bien, hasta que esta señorita sacó a relucir sus resentimientos y amarguras contra Chumel Torres. Pobrecita. No hay nada que hacer contra sus limitaciones y prejuicios cuatroteros.

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