Reflexiones desde la butaca

Denise Anzures

La crisis del discurso en la crítica teatral

El estudio y el análisis son también armas para la lucha, el pensamiento que no lucha nada hace más que hacer ruido, en ese sentido, la crítica ha generado una ruptura entre el teatro  y quienes lo habitan, una separación que resulta escandalosa en la manera de estudiar, pensar y reflexionar acerca de las teatralidades que van naciendo para, se supone, abrir brecha al pensamiento, o como lo dice Jorge Dubatti, “los críticos deben generar pensamiento, a partir de lo que ven, hacer conexiones y buscar relaciones con los mapas del teatro contemporáneo”.

Cuando digo que la manera de hacer crítica en México es escandalosa, no exagero, no podemos, ni debemos aceptar tener una crítica que solo evalúa y dictamina si algo está bien o mal. Para contextualizar la gravedad en cómo estas voces están articulando un discurso meramente evaluativo, no podemos olvidar que el discurso oficialista pasa por la capacidad para confinar el marco de los procesos de decisión, de tal manera que se puede excluir de los debates los asuntos que no son de su interés, con lo cual se limita la participación y el pensamiento de los otros; en ese sentido, en el ámbito del quehacer escénico, no existen voces que contrarresten la hegemonía oficial sobre cómo llevan a cabo las curadurías de los montajes que se presentan en los teatros públicos de la Ciudad de México.

La puesta en escena de Bozal es un ejemplo de cómo opera la hegemonía institucional y, cómo la crítica se va alineando a los paradigmas que marca la instancia rectora. A mi juicio, Bozal ya plantea una problemática de orden ético porque la producción es muy costosa y el resultado artístico es descaradamente pobre. Suscribo lo que dice José A. Sánchez en su libro, Ética y representación: “el teatro es un lugar donde piensas, donde puedes cuestionar cosas y agitar normas y estereotipos, pero nunca explotar el arte como propaganda política tratando de lavar el cerebro del público”.

Lo más delicado es que tampoco la crítica en México es capaz de anteponer un pensamiento ante el desastre artístico. Hemos ido asimilando con cierta sumisión la depauperación de las formas de producción.

Reseñistas y  críticos han llenado sus columnas de elogios al costoso dispositivo de Bozal que no hace otra cosa que colocar a los espectadores en columpios que suben y bajan  para sentir el vértigo ante el precipicio que propone ese espectáculo en un ambiente de astronautas que dialogan desde el espacio, sin siquiera mirar con detenimiento que el derrotero de la puesta en escena requiere de observaciones serias que ayuden a los creadores a no caer en ocurrencias, porque si a esas nos vamos, prefiero subirme al Batman The Ride en Six Flags.

Qué hacer entonces para evitar más desastres y afrentas a la inteligencia del espectador. En Argentina surgió un fenómeno interesante de gremialización y democratización en torno al quehacer escénico, nuevas voces de críticos jóvenes, investigadores y  docentes, lograron sumarse a la conformación de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral (AINCRIT), generando no sólo una nueva visión de la realidad social y política del teatro argentino, sino ampliando la visión de la crítica hacia territorios más  filosóficos.

Estoy convencida que el teatro y la política siempre irán de la mano, no se puede representar en escena si no existe un impulso político profundo. Cómo olvidar Los Justos, Mendoza, La paz perpetua, Soneto para dos almas en vilo, obras que se vuelven imprescindibles por su carga política y su poder de representación y que dejan un legado para la investigación y el análisis que darán pistas a nuevas generaciones sobre las transformaciones estéticas y culturales del teatro.

Es urgente que la crítica en México recupere el estudio, el análisis, el rigor y empiece a vigorizar sus trabajos en función de abrir posibilidades al pensamiento y marcar con energía todo aquello que no ayude a esclarecer los impulsos de la creación; también recuperar las voces de nuestros filósofos y pensadores y juntos abrir brecha a aquellas plumas aisladas que hoy más que nunca resultan indispensables para rescatarnos de la opacidad de la crítica teatral.

Denise Anzures

Periodista, egresada de la Escuela Carlos Septién García, especializada en la promoción y divulgación de las artes escénicas e instruida para ser ciudadana de este mundo por el movimiento zapatista.

Una Respuesta a “Se trata de limpiar la casa, no de vaciarla”

  1. Lázaro Azar

    Todo iba muy bien, hasta que esta señorita sacó a relucir sus resentimientos y amarguras contra Chumel Torres. Pobrecita. No hay nada que hacer contra sus limitaciones y prejuicios cuatroteros.

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