Cambiar el mundo: red, formación, horizontalidad y autonomía
En esta columna nos parece importante exponer nuestras ideas sobre cómo entendemos la formación en la Trashumante desde la perspectiva de la educación popular, y nuestra concepción sobre lo que significa estar en Red. Ambas prácticas están intrínsecamente relacionadas.
Nuestro motor siempre fue y es “cambiar el mundo”, nuestra praxis gira en torno a este eje y esto implica, cada día más, tener una postura “radicalmente crítica”: no nos referimos a ningún fanatismo sino a una radicalidad intransigente, pensamos que no hay otra forma hoy de combatir el capitalismo. Cualquier negociación o intercambio que se pretenda hacer con el sistema político partidario, desde nuestra perspectiva, es ya perder esta idea de cambiar el mundo.
En este camino, entonces, la formación siempre ha sido fundamental. Nuestra apuesta es político-pedagógica, y por lo tanto no concebimos un trabajo político, en el sentido más amplio que le podamos dar a este término, que no vaya de la mano con el trabajo pedagógico.
Luego de la primera gira que hicimos con la Universidad Trashumante en 1998, recorriendo centro y norte de Argentina, el tema de la formación como un proceso más estructurado comenzó a adquirir una importancia fundamental. En aquellos años, la formación como práctica docente estaba siendo transformada. Recordemos que en la época de Carlos Menem, que fue peronista y liberal, se aprobaron la Ley Federal de Educación y la Ley de Educación Superior, ambas bajo el cobijo del Banco Mundial. Esto transforma el concepto de formación por el de capacitación y por ende cambia el modelo en todo el ámbito docente. Los cursos de formación que dábamos nosotros eran gratuitos, no tomábamos asistencia, no dábamos certificados. En los noventa comienza a comercializarse la educación mediante un sistema de capacitación concentrado por el Estado y la formación se convierte en un negocio: se arman cursos que se cobran, con certificados y todo este modelo que hoy ya está instaurado.
Entonces comenzamos a trabajar sobre esta diferencia de enfoque. Capacitarse es adquirir ciertas habilidades que pueden servir para conseguir trabajo, en un mundo en donde el desempleo era una realidad que se iba acentuando cada vez más. Es adquirir herramientas para ser funcional al sistema, o al menos intentarlo. En cambio formación, de acuerdo al pensamiento freireano y como nosotros lo interpretamos, es aprender a mirar la realidad como es, no como nos gustaría que sea. Esto significa identificar los problemas que tenemos, analizar y saber cuáles son las causas fundamentales y estructurales de estos problemas y de acuerdo a eso ver qué podemos hacer para poder cambiarlos. La formación no es pasiva, implica lucha y organización. La persona formada para nosotros es aquella que puede diagnosticar qué está pasando y qué alternativas puede crear para transformarlo.
Por otro lado está el concepto de “Red”, que también tiene su origen en el campo popular y luego fue siendo apropiado por políticas de Estado y hoy se conoce más como un término asociado a la tecnología. Para nosotros estar en red, su sentido, es en-red-arnos, entrelazarnos entre compañeros y compañeras. Nuestra red se funda en distintos niveles, que a su vez se entrelazan entre sí: lo ideológico, lo político no-partidario, lo metodológico y, sobre todas las cosas, lo amoroso. Siempre el nivel de lo afectivo tiene un papel muy fuerte en nuestra construcción. Otra característica importante es tratar de que los nodos de nuestra red sean colectivos, ya que siempre son más potentes y nos obliga a trabajar también a nivel más psicológico el asunto de nuestros egos.
Bajo estas premisas dedicamos el año 1999 a la formación dentro de la Red Trashumante que ya estaba en movimiento y se iba conformando con algunos grupos de las distintas regiones que habíamos visitado en la gira de 1998.
Ese año trabajamos dos conceptos centrales para nosotros: el de horizontalidad y el de autonomía. Comenzamos a trabajar la metodología de la horizontalidad dentro de los grupos, insistiendo por ejemplo en que los referentes se corran para que esos espacios puedan ser ocupados alternadamente por otras personas, lo cual fue un proceso que se fue llevando a cabo lentamente. Conceptualmente hicimos la diferencia entre “referente” y “líder”: el líder responde a una directriz vertical, está arriba, es intocable y no lo podés criticar. El referente es un compañero, alguien que está a tu lado. El desafío que teníamos en ese tiempo era cómo desprender la figura del Tato, para que todos los demás comenzaran a protagonizar los distintos procesos que iban surgiendo. Era difícil, porque mucha gente iba a verlo y escucharlo a él. Y lograr ese corrimiento no iba a surgir como por arte de magia, tuvimos que organizar todo el trabajo político-pedagógico para que sucediera. Y así fuimos emergiendo cada uno de nosotros con nuestros fueguitos y nuestro aporte a este proyecto colectivo. En el trabajo de la horizontalidad que pretendemos y accionamos, todos somos referentes de todos en distintas cosas. Tenemos referentes en el trabajo intelectual, en el artístico, en la coordinación, en la sistematización. Nos admiramos. Todos somos importantes y nos podemos referenciar en cada compañero o compañera en algún momento, a diferencia de la dependencia que genera un líder.
El concepto de autonomía lo comenzamos a trabajar desde la autogestión, visualizando que no puede haber autonomía en lo político si no hay autonomía en lo económico. Esto es quizá lo más difícil, ya que la mayoría de nosotros apenas tiene para la subsistencia; nuestra autogestión no podía venir de nuestros bolsillos. Entonces nuestra autonomía está ligada a la organización popular: armamos diferentes movidas, sobre todo culturales, pero también vendemos comida, hacemos fiestas, hemos organizado muchas cuestiones para financiar nuestros viajes y encuentros. Un hito muy importante para nuestra autogestión es hoy nuestra Peña Trashumante, con Raly Barrionuevo y artistas que se van sumando. Sobre este punto ahondaremos más adelante.
Algo importante que se iba gestando en este proceso de formación es que comenzamos a crear conceptos-simientes, que nos nombran y les dan significado a nuestras acciones. Por ejemplo los conceptos de “el otro país”, “cambiar el mundo”, “palabra y gesto¨, “revolución epocal”, “tragedia y comedia”. Armamos categorías a partir de cómo se iba referenciando la gente con relación al modelo neoliberal. Poníamos “sí” a quienes apoyaban explícitamente el modelo, “ni” a los que criticaban el modelo pero seguían dentro, “no” a los que estaban en resistencia y “no sabe/ no contesta”, que para nosotros era la categoría más grande, a quienes no sabían que el sistema neoliberal los estaba acabando. Mucha gente no lo unía a sus dramas cotidianos, como la desocupación. Ese era para nosotros un campo de laburo real adonde teníamos que llegar con la educación popular. Todos estos conceptos surgían a partir de las sistematizaciones que íbamos haciendo luego de cada taller y/o encuentro. La red se iba enriqueciendo no solo porque iban llegando grupos y personas nuevas, sino porque en los entrelazamientos iban surgiendo miradas teóricas populares y colectivas, desde lo ético y lo estético, desde lo intelectual y lo artístico.
Así recargados, 1999 fue también el año de planear la siguiente gira por el sur del país, por la Patagonia. El Quirquincho volvió a ponerse en marcha en el 2000, y sobre ello les contaremos en nuestra próxima columna.
Trashumante
La Red Trashumante es un tejido de grupos y organizaciones políticas autónomas, articuladas en torno a prácticas de educación popular. Vincula experiencias de educación y cultura popular de distintos territorios de Argentina, desde 1998.