DESconstrucciones

Fernando Híjar Sánchez

Amapola

DESconstrucciones  (XIX) 

Para todos los músicos callejeros que rondan por las ciudades de México  

El brujo del violín y Amapola 

A el brujo del violín, así lo llamábamos Víctor Rapoport y yo, en alguna ocasión le preguntamos su nombre, nos miró fijamente a los ojos,  nos ignoró (quiénes éramos nosotros, simples mortales para hacerle tal pregunta) y siguió tocando su instrumento todo desvencijado. Él llegaba inesperadamente al Café Gabis, ya me he referido a esta cafetería en varias ocasiones en estos espacios, a tocar su violín (su instrumento siempre me  recordó la vieja guitarra acústica trigger, gatillo, del enorme Willie Nelson que ha sido su inseparable compañera a partir de que la adquirió en un lote de instrumentos usados en 1969. La vio, se enamoró de ella, la restauró, desde entonces, hasta la fecha, no sólo han tocado juntos, sino envejecido de la mano, Willie, tiene 91 años.

Él formó parte del movimiento outlaw country surgido en 1968 – fecha emblemática no sólo de levantamientos  políticos que marcaron el rumbo de las luchas sociales, sino del surgimiento de movimientos contestatarios y contraculturales, a todos los niveles, que removieron los cimientos de muchas sociedades en gran parte del  mundo- que reaccionó y cuestionó las restricciones conservadoras del sonido Nashville; el country rock surge en este contexto. Además, el maestro Nelson ha sido un crítico ferviente de los hidrocarburos y un activista en favor de la legalización de la marihuana. Ya profundizaremos, en otra ocasión, sobre la vida de este ícono de la música “campirana”, no siempre bien aceptada, a veces, hasta ridiculizada por propios y extraños, pero que constituye una de las manifestaciones sonoras más importantes de aquel país), con una afinación extraña, algunos puristas dirían descuidada, pero que ejercía un poder hipnótico (emanaba magia, ensoñaciones, con sus sonidos que nos transportaban a otros mundos llenos de recuerdos, fantasías; de amores memorables pero, también, rotos; a historias que permanecían hibernadas en los rincones, en los laberintos de la mente) y más a unos empedernidos y obsesivos nostálgicos como nosotros dos. Siempre le dábamos una generosa propina y le pedíamos la misma pieza: Amapola.  

Así era el poder del brujo del violín nos regalaba unos minutos, de un viaje con los polvos sonoros que despedía su violín al tocar la Amapola, que se desvanecían al verlo alejarse entre nubes, entre murmullos; al “despertarnos”, incorporarnos a la “realidad” comentábamos: otra vez la hizo. No quiero describir su físico, que cada lector lo imagine como quiera, solo diré que nunca se acercarán a su figura real, tendrán a lo más vagas aproximaciones. En una sola ocasión esbozó unas palabras, cuando Víctor le preguntó en donde había conseguido su violín y desde cuando lo tenía, contestó ligeramente molesto: no lo conseguí en ninguna parte, este no es un instrumento, es mi alma, nacimos juntos.  

Ésta es la letra (la academia la clasifica como serenata clásica, operística, es decir, soft y light, para restarle importancia y de este modo ubicarla a un nivel “intermedio”, en el purgatorio sonoro, entre “lo culto” y lo popular, división obsoleta, decimonónica, ya que la música es, eso, la música, por lo tanto no permite clasificaciones arbitrarias cargadas de pedantería y superioridad artística; uno pensaría que este “conflicto musical” ya estaría superado, pero no, todavía subsiste en ciertos académicos, músicos, investigadores, funcionarios, instancias públicas y privadas relacionadas con “el arte”, y en algunos sectores de la sociedad que siguen menospreciando a las músicas que les incomodan al  no cumplir con sus parámetros de lo “bello”, aunque, valga decir, estos prejuicios han ido, poco a poco, desapareciendo. En anteriores entregas he planteado el concepto de Culturas Musicales, tan importante para entender el error, la confusión de esta división y encasillamientos musicales), para mi gusto la música la supera, como no pocas veces sucede, en el mundo de los sonidos, de los silencios: 

De amor en los hierros de tu reja 

De amor escuché la triste queja 

De amor que sonó en mi corazón  

Diciéndome así, con su dulce canción  

Amapola, lindísima amapola  

Será siempre mi alma tuya sola  

Yo te quiero, amada niña mía  

Igual que ama la flor la luz del día  

Amapola, lindísima amapola 

No seas tan ingrata y ámame Amapola, amapola 

¿Cómo puedes vivir tan sola? 

De repente, el brujo, se desvaneció de a de veras, nunca más lo volvimos a ver. Nos dejó desamparados, la nostalgia perdió algo, o mucho, de su encanto.  

Hay muchas versiones sobre su desaparición. Una mujer que lo conocía de tiempo atrás, contó a los parroquianos de la cafetería que el violinista fue atropellado por un coche en la Calle de Dolores, además, aseguró, que se fue abrazado a su violín.  

Lacalle, Brooklyn, los Gershwin y el Tin Pan Alley 

El compositor de esta célebre pieza (nacido en Cádiz, España, en 1858, y fallecido en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, en 1937) fue José María Lacalle, los gringos lo rebautizaron como Joseph, tal vez, para arrancarle parte de su origen hispano, y de este modo apropiarse de su talento, como infinidad de veces lo han hecho, hubo un momento en que todo mundo lo llegó a conocer como Joseph Lacalle; se estableció en la que sería la ciudad de los rascacielos en 1893. Aparte de ser un sobresaliente compositor, fue un notorio clarinetista, director de orquesta y crítico musical. La primera grabación de su Amapola la realizó la Spanish Tango Orchesta, en 1923, y, valga decir, fue una versión enteramente instrumental. La grabación vocal vendría dos años después, la interpretaría el controvertido y destacado tenor español Miguel Fleta. Lacalle se convirtió en una figura con gran poder e influencia en los ambientes musicales de Nueva York, al grado que fue designado  director de Columbia Phonograph, convirtiéndose en el primer gran promotor de la música de Cuba, de otros países de nuestro continente y de España.

En Brooklyn fundó la Spanish Theater Orchesta e impulsó las primeras zarzuelas en aquel país. Brooklyn es un Distrito o Borough de la Gran Manzana, compuesto por distintos barrios, que se transformó en el gran espacio detonador de una parte importante de la música estadunidense. Los hermanos George e Ira Gershwin, nacieron en este Borough, sobre todo el primero llegó a ser uno de los más importantes compositores que le ha dado una de las identidades propias a la música estadunidense del periodo que abarca de los años veinte hasta los cuarenta del siglo pasado, aunque su influencia va más allá de este lapso; recordemos algunas de sus grandes obras, como Rapsodia en azul, blue también puede traducirse como tristeza o melancolía, Porgy y Bess, con el tema fundacional que define una época, Summertime, y Un americano en París, compuestas entre 1928 y 1935. George Gershwin (1898-1937) logró llevar a un nivel superior el diálogo entre dos culturas sonoras: la de los blancos y la de los negros. Sin el jazz, los incomparables cantos y los bailes de las poblaciones de origen africano, de seguro, Gershwin, y otros compositores, no hubieran pasado, con tal contundencia, a la historia musical de Estados Unidos. El prestigioso circuito artístico de Broadway, donde se escenificaron los más históricos montajes musicales, nació en una de las principales avenidas de este barrio y de Manhattan. Los hermanos Gershwin se incorporaron a la Tin Pan Alley, surgida en 1885, una de las más significativas y trascendentes compañías dedicadas a la impresión de partituras, así como de otros documentos impresos, y a la difusión de los artistas, logrando entre otras cosas el reconocimiento autoral de los mismos. La presencia de los hermanos le otorgó a esta empresa un mayor prestigio en el mundo artístico de aquella época.

Esta iniciativa se hizo presente e influyó en el mundo de las editoriales musicales a partir de finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo pasado. De este modo las obras de los compositores y músicos del ragtime, vodevil, jazz, blues, así como de otros géneros se vieron protegidos y difundidos. En sus primeros momentos, como era de esperarse, solo se registraron obras de los creadores de origen occidental, y no se les otorgó el reconocimiento a las fuentes originales de las que abrevaban; pasarían algunos años para que los músicos, compositores y cantantes afros lograran obtener sus derechos y propiedades intelectuales. 

En estos tiempos y espacios se movía el creador de Amapola. Buscando información sobre la Amapola de Lacalle, en realidad hay poca, me encontré con un muy buen programa español, en youtube, titulado Un gaditano en Nueva York. Los conductores afirman que no pudieron ubicar a estudiosos o expertos que hablaran sobre esta temática y tuvieron que darse a la tarea de realizar la investigación ellos mismos. Ofrecen bastante información, no muy ordenada, pero que nos amplían la visión sobre el gaditano y su obra maestra. Algunos puntos que resalto del programa, son: la influencia decisiva en sus conocimientos y propuestas musicales de Lacalle gracias a su estancia en Cuba, antes de viajar a Nueva York; las autoridades educativas  incorporan  Amapola como parte del sistema educativo, como un ejemplo de música en español; en 1941, la orquesta de Jimmy Dorsey graba Amapola (en el disco aparece como un fox trot),  logrando ubicarse en los primeros lugares, por varias semanas, del Hit Parede de aquel año;  en el memorable concierto en Roma, en el año de 1990, los tres grandes tenores: Carreras, Pavarotti y Domingo, la incluyen en el repertorio de la presentación. También, abarcan aspectos de su familia, su vida, su matrimonio en Cuba y las primeras incursiones, como clarinetista, en bandas militares de Nueva York, así como otros temas de interés. Para quiénes quieran conocer más sobre este personaje, Un gaditano en Nueva York, deseguro, les abrirá un amplio panorama.  

El tenor de la falange, el entierro de Unamuno…  

El filósofo y humanista Miguel de Unamuno falleció en diciembre de 1936. En julio de ese mismo año, se llevó a cabo el golpe militar contra el gobierno constitucional de la Segunda República de España. Este hecho despreciable marca el inicio de la Guerra Civil que duró tres años, manchando de sangre toda las tierras del ingenioso Cervantes.  

En el funeral de Unamuno los legionarios de la falange “secuestraron” literalmente el féretro desde la casa familiar, la marcha fúnebre, hasta el entierro, lanzando consignas de odio, de muerte. Quisieron hacer de Unamuno un aliado de los fachos, es decir, cambiar la historia a su favor, no lo lograron. Unamuno nunca simpatizó con los pensamientos autoritarios y dictatoriales, poco a poco se va develando el velo de esta franca mentira construida burdamente por los altos mandos falangistas; incluso, ahora, se empieza a documentar que su muerte fue ordenada por estas huestes violentas de la derecha extrema. Entre los usurpadores (además, cargaba el ataúd) se encontraba Miguel Fleta que ya era conocido como El tenor de la falange.  

Un año antes José Antonio Primo de Rivera (hijo del militar Miguel Primo de Rivera, dictador entre 1923 y 1930, le llamaban “el cirujano de hierro”, este milico autoritario, monárquico aberrante, llegó a decir que Mussolini era “mi inspiración y maestro”) lo convenció de que fungiera como “la voz de los elegidos por gracia divina”. Fleta, que era nombrado como un “tenor de primera fila” (le cantaba a las tropas que combatían a la República; en un inicio simpatizaba con la causa republicana, pero de un día a otro dio un giro radical y se convirtió en un furibundo seguidor del yugo y las flechas), grabó la primera versión de Cara al sol, uno de los himnos oficiales del franquismo. Miguel Fleta contribuyó a conocer la hermosa Amapola, pero también este himno ignominioso que arrastra tras de sí, sufrimiento y destrucción. Como lo he manejado a lo largo de estas DESconstrucciones, los caminos de la música no son como uno pensaba…  

Continuará…  

Fernando Híjar Sánchez

Promotor cultural, productor musical e investigador independiente. Uno de sus más sobresalientes fonogramas: Lienzos de viento (músicos zoques y mames en diálogo con Horacio Franco) obtuvo el Premio Patrimonio Musical de México, INAH 2012.

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