Sentipensando desde el Sur

Siujen Chiang Muñoz

Una vuelta de tuerca al 18-O

El pasado 18 de octubre se cumplieron cuatro años de la revuelta más importante desde la “vuelta a la democracia”, en el Chile que es la cuna del neoliberalismo. Hoy ese fuego grande que esperanzó a much@s, ha recibido tantos baldes de agua fría que, para muchos, es difícil ver lo que se ganó.

“Cabros, esto no prendió”, fue la frase para el bronce que en un programa de televisión dijo Clemente Pérez el 16 de octubre, director del Metro en 2019. L@s estudiantes llevaban días evadiendo los torniquetes del metro, en protesta por el alza del pasaje en el transporte público, haciendo reventar una olla a presión que venía juntando calor desde que se recuperó la democracia, esa hecha “en la medida de lo posible”, y que tan bien supieron gestionar los gobiernos progresistas.

Dos días después las calles de Santiago veía a miles de personas volver a sus casas desde sus trabajos a pie, abriendo las anchas alamedas a quienes no podían tomar el transporte por las múltiples llamas de rebeldía que se prendían por toda la ciudad. Y aunque la situación podía verse caótica, lo que más llamó la atención a través de la pantalla de televisión, eran los rostros sonrientes y las declaraciones de “ya estaba bueno ya”.

Y aunque en la televisión pública se podía sentir la manipulación sobre las imágenes, el fondo de la Revuelta no podía ser escondido. Durante 30 años habíamos vivido una democracia pactada y amarrada a las bases de la dictadura, un país vendido al mercado, en donde todo siempre era caro, escaso, sesgado entre quienes tienen y los que no, políticas de miseria para el desde abajo que cuenta chauchas para terminar el mes; y privilegios, muchos, a quienes más tienen. Un Chile que se vendía al mejor postor, incluso aquello que deberían ser “derechos” para cualquier persona, la educación, la salud, el agua, y el suma y sigue que sorprendía cada día quienes se negaban reiteradamente a pisar el palito del neoliberalismo.

En Santiago y así como en muchos lugares del largo Chile, se podían encontrar el montón de fueguitos rebeldes. En la plaza de la Villa Olímpica, en donde habitualmente sólo se veían las familias paseando a l@s más pequeñ@s, algunas mascotas y, tal vez, algún taller, desde el inicio de la Revuelta fue el espacio de encuentro, personas haciendo picnic mientras se discutía lo que estaba pasando, se daba inicio a la asamblea territorial, grupos musicales en las esquinas, hasta pantalla para ver documentales, y en tod@s, la complicidad que más tarde se iría a la esquina combativa, que entre barricada, consignas y manifestación, congregaba a las distintas asambleas que habían nacido en el sector, mientras se coordinaba el viaje de los viernes a la plaza que dejó de ser Italia para ser Dignidad.

Después de cuatro años se pueden visualizar los golpes que fueron desinflando la Revuelta. El primero, conciso y al hueso, el “Pacto por la Paz”, que a menos de un mes de Revuelta tenía a todos los partidos, a esa política rancia contra la que se manifestaba en las calles, firmando un acuerdo para “solucionar” el descontento, poniendo el acento en una nueva Constitución, y cambiar la que había sido hecha durante la dictadura. Polémica causó la participación de Gabriel Boric, quien sin el apañe de su partido firmó el pacto, lo que lo llevó a recibir toda la furia de l@s manifestantes cuando osó poner sus pies en Dignidad, la plaza que albergaba cada viernes a la Revuelta.

La represión fue constante, tanto en el epicentro en que se transformó Plaza Dignidad, como en cada espacio que albergaba la rebeldía. Se empezó a notar la cantidad de ojos que se perdían por el actuar de los pacos, quienes saltándose cualquier procedimiento apegado a derecho, disparaba a la cara de l@s manifestantes.

El informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), señala que desde octubre de 2019 a marzo de 2020 se presentaron 3777 querellas en favor de víctimas de la represión durante la Revuelta, entre ellos cerca de 400 casos de mutilaciones oculares en distintos grados, 7 asesinad@s, 298 víctimas de violencia sexual, 582 por torturas, 223 por violencia innecesaria. El 94% de los casos corresponde a acciones de pacos, en menor porcentaje del ejército y PDI (policía de investigaciones). A la fecha sólo 33 querellas tienen sentencias condenatorias, y los números son los oficiales, en los no oficiales se agregan varias cifras.

En contraposición, l@s pres@s de la Revuelta pasaron años recluidos sin más pruebas que los testimonios de pacos. A modo de ejemplo, un día después del cuarto aniversario del 18-O, se conoció la condena a 10 años de presión efectiva a Nicolás Piña, acusado de lanzar una molotov a un carro de pacos, un caso emblemático en donde lo único que sustenta la acusación son los testimonios de carabineros intramarchas (sapos de civil).

A pesar de la fuerte represión, los ánimos no decaían en pueblos y ciudades, y para el 8 de marzo de 2020, la Marcha Feminista fue una de las más grandes de las que se tiene en la memoria. A esa altura ya el Covid había aparecido en el país, pero aún el miedo a la pandemia no se había instalado, lo que sucedió una semana después cuando se suspendieron las clases y se levantó la primera cuarentena, medida que impedía los abrazos colectivos, pero que abrió puertas a la organización colectiva para llevar el encierro que coartaba la vida. Much@s redes de abastecimiento, ollas comunes y redes de apoyo vieron la luz mientras el Covid daba vueltas por el mundo, en donde la opinión general de quienes se organizaban colectivamente se centraba en la importancia de la Revuelta, la posibilidad que se tuvo de conocer y confiar en l@s vecin@s para pasar el trago amargo de un bicho que nos dio vuelta la vida.

Otro cuento se vio en la política tradicional, en donde el proceso constituyente desinfló el grito fuerte que se dio en las calles. Desde la imposición que da el “Pacto por la Paz” ante una salida constituyente negociada desde arriba, la movilización popular cayó en el juego de situar el descontento dentro de cánones institucionales como la única vía para salir del impasse, dejando bajo la alfombra el cambio de sistema que es tan necesario para vivir y no sólo sobrevivir.

Aún así, y con ganas de ganar algo, otro golpe certero fue que en el plebiscito de salida ganara por amplia mayoría la opción “Rechazo” en 2022, después de un convulsionado proceso de elaboración de la nueva carta fundamental. La desesperanza llenó los espacios populares que se habían abocado al cambio constitucional, y desarticuló la organización desde abajo, con secuelas que hasta el día de hoy se viven.

El 18 de octubre de 2023 convocó a menos personas, donde el gobierno de Boric sacó a un contingente importante de fuerzas especiales para que no se tomaran Plaza Dignidad y que logró que el centro de Santiago, de nuevo, tuviera el tufillo de lacrimógena y agua contaminada. Durante todo el día l@s manifestantes intentaron volver al epicentro de la Revuelta, lográndolo en algunas oportunidades, recibiendo toda la represión para instaurar el olvido. Todo el paisaje que rodea la plaza está cambiando, a través de un proyecto que trata de borrar cualquier huella de la movilización, volviendo el espacio inmaculado y neutral, tan diferente a todo el color e intervención que cambiaba todos los días durante la Revuelta. Cabe la duda de si lograrán mantenerlo así, cuando hasta hoy los grafitis, murales y rayados se mantienen y renuevan.

Es difícil sacar cuentas positivas después de cuatro años, cuando el gobierno actual fue el mal menor ante el espacio que viene ganando la ultra derecha, pero que ha mostrado lo peor del progresismo, cuando los colectivos y organizaciones se han ido fracturando, y el movimiento social parece andar a cámara lenta y las secuelas de la pandemia todavía no se logran dimensionar… aún se encuentran fueguitos que se encendieron durante esos meses de 2019, que se funden con experiencias de larga data, tal vez pocos, pero con la porfiadez necesaria para seguir construyendo camino. Tal vez ha pasado poco tiempo antes de poder vivir el verdadero impacto de esta movilización, tal vez falta poner en perspectiva y el análisis de ese momento, para saber llevarlo al hoy y no decir que lo que venga, no se vio venir.

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