DESconstrucciones

Fernando Híjar Sánchez

Trazos sobre piezas…

DESconstrucciones (XI)

Para Anastasia Sonaranda, sones que aran y andan, una de las grandes guitarristas de la tierra nuestra…

De los fonogramas que he producido, casi todos con fondos propios, y coordinado desde inicios de los años noventa (en los últimos seis años he participado, en investigación y textos, en varios proyectos sonoros; en la presente DESconstrucción tomaremos sólo el contenido de uno) de algunos considero importante compartir los escritos que en ellos aparecen. En estas realizaciones Xquenda Producciones y otras instancias públicas y privadas hicieron posible su aparición. Los escritos son apenas pinceladas, valga la redundancia, leves trazos sobre piezas musicales emanadas de la cultura popular, pero guardan un cierto atractivo para los melómanos o todo aquel que se interese por la música (la melomanía no sólo abarca a las personas que se apasionan o aman en exceso “más allá de lo normal”, ¿qué será lo normal?, a la música mal nombrada culta, es decir, la académica, clásica u orquestal, si no que se extiende, o yo la extiendo, a los géneros o expresiones populares y tradicionales).

Ahora que los releo, en dos o tres casos detecté leves imprecisiones (y, a su vez, renuncié a algunos comentarios de amigos que me propusieron quitarle o ponerle tal palabra) sin embargo decidí dejarlos tal cual (sólo cambié una fecha que el lector atento “cazará”) fiel, en este caso, al principio del Gran Cocodrilo que en uno de sus poemínicos (en el XXIV) asevera:

Salido

EL poema

No se

Admite

Reclamación

Por cierto, a finales de los setenta compartí mesa y algunos tragos con el mencionado poeta, también conocido como El hombre de la esquina, en el desaparecido El Colegio (conocido como el colesh); al igual que muchos lugares espléndidos y con gran historia y memoria, en las colonias Roma y Condesa, estos han sido ultimados por la mal nacida gentrificación y por la invasión desmedida de “indolentes nuevos habitantes” con sus “terribles” mascotas. La cantina El Colegio estaba ubicada en la calle “ovalada” llamada Ámsterdam. También frecuentaba esta taberna, pero años atrás, el mismísimo Pepe Revueltas, ya habrá ocasión de plasmar en otras entregas las charlas  que se dieron (en este lugar y en los pasillos de la Escuela de Psicología, aún era parte de Filosofía, de la UNAM) y que giraron alrededor del cine: de las actrices (le pregunté sobre Carmen Montejo, Marga López, Katy Jurado, Lilia Prado, Silvia Pinal, María Félix, Elsa Aguirre, entre otras, de ella decía, el de la piocha estilo Ho Chi Minh, es “una mujer de una belleza extraña, un enigma, no he podido descifrarla”), del guión cinematográfico, de la música escrita para cine, del cine europeo y ruso, de Buñuel, de directores, del cine de autor, de la fotografía, en fin, pero cosa curiosa nunca tocamos temas políticos.

Elsa Aguirre, hablando para ella misma, en alguna película (cuya dirección musical recayó en el  ubérrimo Manuel Esperón) dijo lo siguiente:

Si la venganza es el manjar de los dioses ¡Qué amargo deben comer!

Cuatro milpas

La canción Cuatro milpas hace referencia a la gran convulsión en el campo mexicano a raíz de los conflictos armados de La Revolución. No refleja la visión de los arrieros, mozos o del campesinado empobrecido, ellos se vieron a sí mismos en los corridos. Tampoco fue un canto de los grandes hacendados o terratenientes dueños de inimaginables extensiones de tierra; si no, tal vez, la expresión sonora de los pequeños rancheros que sufrieron la devastación de sus añoradas propiedades. Independiente de esta situación,Cuatro milpas se ha convertido en un clásico de la canción campirana, llena de nostalgia por una vida idílica que nunca regresará.

La letra corresponde al compositor, dramaturgo y periodista J.F. Elizondo y la música a B. de J. García. Esta canción la han interpretado laureados cantantes, pero la versión instrumental que derrocha sentimiento y maestría, y nos remite al ambiente bucólico de esta “corriente musical”, es la del excepcional guitarrista Antonio Bribiesca.

A esconderse que ahí viene la basura

La basura

En el disco 18 clásicas del chachachá el músico y compositor Memo Salamanca, sonero de corazón, selecciona dos piezas: La basura y Señor Juez. Ambas piezas son del actor, bailarín y compositor Jorge Zamora Montalvo, conocido como Zamorita, artista cubano (nació en La Habana, en 1928) que llegó a México en los años cincuenta.

En una entrevista para el periódico La Jornada (en el año 2000, de Mario Villanueva), Zamorita dice:

 Yo conocí México por José Antonio Méndez y porque fui amigo de Tin Tan, quien en un día me dijo que cuando fuera a México lo buscara y así lo hice y me quedé aquí. Llegué como compositor y actor.

 Su primera composición la realizó en La Habana y la tituló Mi adversidad, y de entonces a la fecha suman alrededor de 300 temas. Las más famosas y “verdaderos éxitos” han sido: Señor Juez, El bómboro quiña, quiña y, por supuesto, La basura. Sobre esta última, no está claro cual es el verdadero título. En algunas entrevistas y biografías aparece como A esconderse que ahí viene la basura y en otras como simplemente La basura. La Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) la tiene registrada como La basura (La basurita). También compuso temas en coautoría con Tin Tan y Arturo Castro. A sus 94 años, Zamorita, vive en la Colonia Juárez de la Ciudad de México.

Me caí de la nube

En definitiva la canción norteña que mejor refleja y ubica al compositor, cantante y actor Cornelio Reyna es su afamada creación Me caí de la nube. Debido a su firme trayectoria artística (con sus decenas de composiciones, la grabación de alrededor de 60 discos, la participación en 30 películas y sus presentaciones en vivo, son memorables sus apariciones en palenques y ferias regionales), al arraigo y simpatía entre el público del norte del país y la fuerte influencia al sur de Texas, que se le conoció como El amo y señor de la canción norteña.

Si bien nació en Parras de la Fuente, Coahuila, su carrera artística surgió y se desarrolló en Reynosa, Tamaulipas. En 1957 integra al lado de Juan Peña El dueto Carta Blanca que lo dio a conocer localmente presentándose de manera continua en el Bar Cadillac, el cual se convirtió en el bastión de su música. En este mismo lugar, en 1961, conoció a Ramón Ayala, quien unos años después se convertiría en el máximo exponente del acordeón norteño. La amistad y la pasión por la música los llevó a formar al legendario dueto Los relámpagos del norte, la maestría de Ramón en el acordeón y la destreza de Cornelio en el manejo del bajo sexto y con su peculiar voz instituyeron un estilo novedoso y una forma distinta de tocar la música norteña. Y de ahí a la fama, fueron 10 años de permanentes éxitos hasta que a inicios de los setenta deciden separarse y Cornelio emprende su carrera como solista, graba Me caí de la nube que lo catapulta a los momentos más altos de su trayectoria artística. Muere en la Ciudad de México, en 1997, Cornelio tenía 56 años.

Jinetes en el cielo

(Ghost riders in the sky)

Para los que escucharon Radio 620, a finales de los sesenta y principios de los setenta, con su inolvidable lema:  La música que llegó para quedarse, el tema Jinetes en el cielo les resulta familiar y hasta evocador de momentos de aquella época, “remember” la música del comercial de los Hermanos Vázquez.

La letra y música están registradas a nombre del compositor y cantante de música country-wester Stan Jones la cual escribió en 1948. En realidad esta recordable pieza tiene sus orígenes en antiguas coplas irlandesas y en especial en una canción del siglo XIX (When Johnny comes marching house del compositor de origen irlandés Patrick Gilmour) que coreaban los Ejércitos del Norte en la guerra civil o de secesión de Estados Unidos. La similitud de estas dos composiciones es clara y contundente, lo que nos remite, una vez más, al plagio de temas en el mundo de la música.

Sin embargo no hay que restarle méritos al quehacer musical de Jones, entre sus aciertos se encuentra el haber escrito la música de la película Río Grande de John Ford. Jinetes en el cielo la compuso cuando trabajaba de guardabosques, en su tiempo libre pulsaba su guitarra y escribía, la canción hace alusión a jinetes fantasmales que arrean ganado infernal en medio de tormentas y truenos.

Existen alrededor de 80 versiones de esta country-western sobresaliendo la de Johnny Cash, Peggy Lee, Vaughn Monroe y The Blues Brothers; existe una versión del mismísimo Elvis Presley, pero es muy mediocre. A nivel instrumental The Ramrods y The Ventures (Los Venturosos) son las más escuchadas, esta última es la más famosa y la que se conoce en nuestro país. Resulta más que obvio que Los Doors construyeron la enigmática Riders on the storm basados en la canción de marras.

En el universo hispano la han cantado Pedro Vargas y Raphael, entre otros, y a nivel instrumental la de Los babys y Los beatniks son las más notorias.

Marcha de Zacatecas

Las marchas hacen alusión al espíritu guerrero y combativo en contextos o situaciones de conflictos militares.

Para la investigadora de la música Yolanda Moreno Rivas, en su libro Rostros del Nacionalismo Musical Mexicano, escribe: Los himnos militares o conmemorativos eran la más aproximada traducción en música de los versos de combate y cantos de guerra tan apreciados por los poetas decimonónicos. En ocasiones, en esta música del género patriótico, se insinuaba una grandilocuencia próxima a la ópera o en un refinamiento que se transformaba en estilo híbrido y virtuosístico, a la vez apropiado para el salón y el entretenimiento.

El compositor zacatecano Genaro Codina compuso, en 1891, la altisonante Marcha de Zacatecas. Esta marcha, considerada el segundo Himno Nacional, se le conoce más su música y casi es ignorada su letra, la cual escribió Salvador Sifuentes un año después. Nació como un reto “casi una apuesta” entre Codina y el compositor Fernando Villalpando. El desafío consistía en ver quien componía la mejor marcha militar dedicada al gobernador de Zacatecas, en ese entonces, el General Jesús Aréchiga. Un jurado imparcial compuesto por “personalidades” decidió que la obra de Codina era superior. En un primer momento se le conoció como Marcha Aréchiga, pero el mismo gobernador, al escucharla, ordenó que se lo nombrara Marcha Zacatecas. Esta marcha tomó caminos insospechados. En la Italia del dictador Mussolini fue integrada, para nuestro pesar, en los festejos de corte nacional y fascista y Etiopía trató de adoptarla como himno nacional. También los charros la han hecho suya y la consideran su himno distintivo.

El general Francisco Villa, El centauro del Norte, y sus tropas la convirtieron en el himno de las fuerzas revolucionarias de la División del Norte.

El compositor Fernando Villalpando realizó los arreglos e instrumentaciones para ser tocada por primera vez por una banda militar, a Codina le gustó tanto que con los ojos humedecidos le agradeció su trabajo, a lo que Villalpando contestó:

Tú me la diste desnuda y yo la vestí.

Tehuantepec

Una de las regiones más ricas en expresiones culturales y con una importante diversidad natural y lingüística es, sin duda, la región del Istmo de Tehuantepec y la de su ciudad cabecera Santo Domingo de Tehuantepec.

Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad, ha sido el leitmotiv de obras artísticas de literatos, cineastas, poetas, fotógrafos y músicos que le han otorgado un tiempo y espacio únicos en la historia cultural de nuestro país.

En lo referente a la riqueza musical, aparte de sus bellos sones tehuanos, el compositor jalisciense Pepe Guizar compuso la emblemática pieza Tehuantepec que forma parte de la cartografía sonora que este artista dedicó a lugares y regiones y que por tal motivó se le llamó El pintor musical de México. Dos grandes de la música mexicana: Tata Nacho y Agustín Lara fueron las influencias directas para que Pepe Guízar elaborara el estilo y sentimiento que caracteriza a su obra.

Renombrados cantantes han interpretado Tehuantepec, pero escucharla en la voz de un cancionero anónimo en zapoteco o de una banda de viento o de un trío desconocido o de una marimba callejera en una esquina tehuana constituye un viaje a las entrañas del sentir popular.

Hombre de la calle

No sólo los famosos artistas de origen chileno: Lucho Gatica, Monna Bell, Sonia La única o Los Ángeles Negros, fincaron toda una carrera artística en México, también el trío músico-vocal Hermanos Arraigada logró tener una presencia significativa (sobre todo en los años sesenta y setenta del siglo pasado) en el mundo del bolero y la canción romántica de nuestro país. Este trío grabó y pudo colocar en el gusto popular la pieza Hombre de la calle. Los Hermanos Arraigadas, fue el único de los tríos chilenos que logró un lugar en la escena internacional e innovó el repertorio musical de la época.

  La malagueña

Encontramos en varias regiones de nuestro país diferentes versiones de La malagueña, en: Tierra Caliente, Costa Chica de Oaxaca y Guerrero y, por supuesto, en Las Huastecas. Esta expresión musical, alegre y amorosa,  pertenece a esa rica gama que se ha denominado sones compartidos, y que para el investigador Antonio García de León “mantienen la rítmica básica y un repertorio compartido de nombres, temas y coplas”.

Cuando menos hay seis versiones de este son que derivó de los llamados sones de la tierra, al final de la época colonial, y que en realidad conformaban lo que podríamos llamar la música popular de este momento histórico.

En algunos cancioneros y en la propia Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) aparece Elpidio Ramírez como el autor que “publicó” La malagueña en 1938. Sin embargo, el Cancionero Folklórico de México de las siete versiones que registra le da la “atribución” (de sólo una versión) a Elpidio Ramírez y la ubica como huapango lento. El viejo Elpidio, cómo también se le conoce, fue el principal creador del género híbrido-urbano, que conjuga el son tradicional con la canción ranchera, llamado canción huapango.

Me lo dijo Adela

El mambo y el chachachá, ambos descendientes directos del danzón, aparecieron en el escenario musical mexicano a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo pasado. Al mambo lo identificamos con el ritmo vertiginoso y los espléndidos arreglos del matancero Dámaso Pérez Prado, el cara de foca, y al chachachá con el ritmo equilibrado, ni rápido ni lento, del talentoso violinista pinareño Enrique Jorrín.

Para muchos el primer chachachá La engañadora, con música y letra, lo construyó el maestro Enrique Jorrín, a partir de entonces brotó una pléyade de compositores que enriquecieron el vasto repertorio de este maravilloso baile.

 Uno de ellos fue Otilio Portal Monterrey autor del célebre chachachá Me lo dijo Adela el cual han escuchado y bailado millones de personas en México, Cuba y otros países. Compositor y guitarrista (nacido en la provincia de Villa Clara, Cuba, en 1914) también creó boleros, guajiras, guarachas y sones. En 1952 le dio vida a esta composición cuyos primeros interpretes fueron  La Orquesta Jorrín y el cantante Tito Rodríguez; en Estados Unidos el excéntrico músico y director de orquesta Xavier Cugat (originario de España y naturalizado cubano) se encargó de difundirla gracias a la acertada combinación, que imprimió en todos sus arreglos, de sonoridades  cubanas con elementos jazzísticos tomados de las grandes orquestas de Jazz, como la de Duke Ellington y Stan Keton. En europa tuvo cierta aceptación sobre todo en Italia.

    ¿Quién te lo dijo nené…?

Ventanita morada

En la obra de Joaquín Pardavé se sintetiza la plenitud, el talento y la simpatía de un artista sin igual que abarcó el teatro, la música, el cine y la radio.

Si bien su trabajo de actor, director y guionista en cine es reconocido y aplaudido, no así su excepcional trabajo en teatro y su paso por la radio y televisión que aún no se ha profundizado como debiera.  En lo tocante a su labor como compositor conocemos tan sólo un puñado de sus canciones (Varita de nardo, Negra consentida, Pénjamo, Falsa, No hagas llorar a esa mujer, La Panchita, Por fin cuando, Bésame en la boca y Ventanita morada).

A la fecha suman alrededor de 70 piezas que integran el catálogo de su obra musical, la mayoría nunca se grabó. Al respecto el investigador Zarco Gómez plantea lo siguiente:

   Joaquín Pardavé no creía tanto en él como compositor: era fanático de Agustín  Lara, así que sentía que no estaba a la altura como para que su obra quedara registrada en discos.

Con motivo de los 60 años de su fallecimiento (nació en 1900 en Pénjamo, Guanajuato) en julio de 2015 La Fonoteca Nacional recordó a Pardavé, en una de sus Sesiones de Escucha, Pável Granados  enunaentrevistaen Milenio habla así de sus creaciones musicales:

En su obra, por un lado está la música campirana inspirada en Guty Cárdenas, una música melancólica, a veces chistosa, como en la canción Ventanita morada, pero sobre todo añorando la provincia…y por otra parte la influencia de Agustín Lara. Inspirado en él compuso Cholita, que es un bolero que dedicó a su esposa y después Negra consentida, que es un bolero internacional.

Las interpretaciones más destacadas y trabajadas de Ventanita morada son las de Guty Cárdenas, El trío Culiacán y la que grabaron Óscar Chávez y Tehua para la serie discográfica Añoranzas Mexicanas.

 Te traigo en mi cartera

Mucha gente relaciona la canción ranchera Te traigo en mi cartera con el cantante Antonio Aguilar, El charro de México, e incluso lo ubican como el compositor, nada más alejado de la realidad. El verdadero autor es el duranguense Melesio Melo Díaz, quien falleció en la Ciudad de México a la edad de 86 años. Lo que sucede es que Antonio Aguilar fue el primero que la grabó y la dio a conocer a un amplio público seguidor de este gran cantante, sin embargo Tu retratito, como también se le conoce, logró tener una gran popularidad que rebasó el mundo de la canción ranchera, gracias a la brillante interpretación de las Hermanitas Núñez, inigualable dueto, uno de los más sobresalientes dentro de la gran tradición de la canción ranchera.

 El maestro Melo Díaz se ufanaba en las entrevistas que daba a los medios de que su composición la cantaron Mario Moreno Cantinflas en la película El profe y Germán Váldez  Tin Tan en el film El Quelite.

 También compuso la renombrada canción ranchera Que me entierren con la banda, tema obligado en los sepelios de ciertos sectores de la población que gustan de la música norteña.

Cuando menos “medio México” se sabe y ha “entonado” las primeras siete palabras que dan inicio a la canción: Tu retratito lo traigo en mi cartera…

Mañana de carnaval

Si hay una canción brasileña que arrastra un misterio insondable y que se debe cantar con un verdadero sentimiento y una entrega total (como si fuera la última que uno interpretara) esa es, sin lugar a dudas, Mañana de carnaval.

Esta celebrada pieza fue compuesta exprofeso por Antonio María, en 1959, para el film Orfeo negro, ése mismo año se estrenó y ganó La Palma de Oro del Festival Cannes.

Se ha manejado que la autoría es de Luiz Bonfá, pero no, él creó la música más no la letra, (la música ya la había compuesto cuatro años antes para la obra de teatro Orfeo de Concepción de Vinicius de Moraes, en la cual se basó la película) la que si es resultado de su talento como letrista es A felicidade que también forma parte de la banda sonora de esta película.

Las imágenes y las sonoridades de Orfeo Negro dieron a conocer al mundo la belleza de la música brasileña y en especial el bossa Nova.

La grabación mítica, prístina, original la realizaron La divina  Elizeth Cardoso y Agostinho dos Santos, a partir de entonces los más reconocidos artistas brasileños la han cantado y grabado. A nivel mundial innumerables cantantes la han hecho parte de su legado musical. En México la artista Eugenia León, en el año 2011, interpretó de manera magistral Mañana de carnaval que está considerada como samba-canción, es decir, composición con tema romántico, de amor fallido e irrealizable.

En los años sesenta Los tres diamantes grabaron el tema Orfeo negro, también conocida como Canción de Orfeo, ésta versión conserva integra la música de Mañana de carnaval, pero la letra se modificó, dejando sólo unas palabras del tema original.

Adelanto

Afirmé en el párrafo anterior que Orfeo Negro dirigida por el francés Marcel Camus, estrenada en 1959, mostró al mundo la maravilla de la música popular de la tierra que vio nacer a Elis Regina y María Bethania; ocho años después, otra película, también francesa, Un hombre y una mujer de Claude Lelouch, relanzó  la música de este país a nivel planetario con la pieza Samba Saravah (palabra africana de origen bantú) que significa saludos, salud, suerte o buenos deseos. Esta samba la compusieron dos de los gigantes de la música del país que forjó a la inolvidable y poderosa Sonia Braga: Vinicius de Moraes y Baden Powell. Pues bien, la próxima DESconstrucción tratará de esta película y en especial de su música, del actor-cantante Pierre Barouch, de la voz de Nicole Croisille y del músico y compositor para cine, el polémico Francis Lai. Hace unas semanas falleció Jean Louis Trintignant que junto con la bella Anouk Aimée, protagonizaron este memorable film.

Fernando Híjar Sánchez

Promotor cultural, productor musical e investigador independiente. Uno de sus más sobresalientes fonogramas: Lienzos de viento (músicos zoques y mames en diálogo con Horacio Franco) obtuvo el Premio Patrimonio Musical de México, INAH 2012.

Una Respuesta a “Peteneras”

  1. Mi querido Fer, me has puesto a viajar al pasado en la primera parte de tu columna, recuerdo perfectamente el andar siempre muy rápido de tu Papá con su figura un poco quijotesca, recordar a estas alturas la calle del chopo , del Alamo, donde yo vivía, la calle de pino y qué decir de Santa María la Ribera para llegar a la alameda a jugar un tochito en el redondel, muy buen inicio, muy evocador de tu crónica para recordar todos esos lugares comunes y recordar por supuesto al inmortal Silvestre Revueltas!! Saludos y un fuerte abrazo!!!

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