DESconstrucciones

Fernando Híjar Sánchez

Horacio, el flautista

    DESconstrucciones (XIV)

Foto: Isabella Reyes-Klein

             Para José Antonio Macgregor, inigualable promotor, gestor e investigador de la cultura

En los últimos tiempos se han encasillado a los movimientos de izquierda y progresista en México, en dos grandes bloques: izquierda social e izquierda electoral. Esta reducción y simplificación (esbozado por algunos sectores de la academia y del periodismo de investigación) ha impedido realizar un análisis a fondo de la gran diversidad de corrientes que conforman estas dos grandes esferas de la práctica política. Por un lado a la izquierda electoral, vinculada a los partidos políticos, se le ve como un todo inamovible y rígido. Y sólo es factible de análisis el movimiento-partido llamado Morena. El cual dejó, hace varios años, de ser movimiento, convirtiéndose en un partido convencional y electorero, en donde el pragmatismo no tiene límites, muy alejado del concepto realpolitik de la segunda mitad del siglo pasado. Por otro lado, la izquierda social, conformado por una fuerte presencia de una variedad de organizaciones que luchan en torno a la defensa del territorio, el derecho al agua, al fortalecimiento e impulso de la agroecología y en contra de los transgénicos y mega proyectos de muerte. Pero, en lo general, estas luchas se manifiestan aisladas en sus respectivos espacios de acción.

Hace falta (nos deben, ya es hora) estructuras de corte macro-regional, a lo largo y ancho del país, y una gran propuesta de organización nacional, para que pasen a un nivel mayor e incidan en los grandes problemas políticos, económicos, sociales y culturales de México. En el partido Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), desde su creación, estuvo conformado por varias corrientes y posiciones que hicieron posible, entre otras razones, el triunfo electoral en 2018 que llevó a la presidencia a López Obrador. Si bien, en un inicio, las corrientes de izquierda tuvieron un peso significativo en la estrategia y táctica políticas, en la medida  que transcurre el tiempo  se han desdibujado los planteamientos de estas posiciones, a tal grado, que sectores del centro, y algunos francamente de derecha, han logrado imponerse y posicionarse en la vida interna. El discurso de la izquierda partidista, en lo general, ha pasado a ser una justificación con una retórica de  planteamientos progresistas sin sustento en los hechos y acciones.

Esto no quiere decir que no existan al interior militantes de izquierda convencidos (que den una lucha, cada vez más desventajosa) y al exterior ciudadanos, intelectuales, investigadores, periodistas, comunicadores y artistas que apoyen de forma decidida las transformaciones tangibles e indiscutibles en la economía y la política social que ha logrado  la actual administración. Podríamos afirmar que existen amplios sectores que apoyan a la 4T, e igual, se autodefinen como obradoristas, pero no se identifican con el Partido Morena y su cercanía a éste dista mucho de ser claro y decidido. En este último sector se encuentra el renombrado flautista, luchador incansable por las causas de la comunidad LGTB y que apoya, no sin cuestionamientos, a la nombrada Cuarta Transformación: Horacio Franco. No es el objetivo de esta entrega profundizar en estos temas, pero sí es importante para contextualizar el tema de la presente DESconstrucción: el papel de los artistas que han decidido participar en el marco de la “izquierda no partidaria”,  con una posición bien definida y coherente.

Lienzos de viento

A principios de los años noventa, del siglo pasado, conocí al maestro flautista Horacio Franco. Me lo presentó Víctor Rapoport en la antigua cafetería Gabis (en anteriores entregas ya he hablado de este espacio donde convivían personajes para nada comunes, sobre todo, en la década de los ochenta) de la Colonia Juárez en la Ciudad de México.

En el año 2009 la cantante, promotora cultural y senadora Susana Harp (ahora Coordinadora de la Comisión de Cultura de la Cámara de Senadores por Morena, que no pertenece ni está inscrita al partido, ha realizado una extraordinaria labor al proponer y ser aprobadas sendas iniciativas en relación, no sólo en el ámbito cultural, sino en lo relativo a los derechos autorales colectivos y en los derechos humanos de las poblaciones originarias y afrodescendientes de Oaxaca) me invitó a presentar el disco compacto que ella impulsó, coordinó y produjo de la Banda de viento Tlahuitoltepec perteneciente al Centro de Capacitación de la Cultura Mixe, (CECAM), titulado Sones de tierra y nube. También estuvieron presentes en la mesa: Fernando de la Mora, la misma Susana Harp, una joven, casi niña, clarinetista representando a la Banda de Tlaui y Horacio Franco.

Desde tiempo atrás había acariciado la idea de realizar una  grabación del flautista con los músicos Luis Hernández (zoque, tocador de pito o carrizo) y Ubaldino Villatoro (mame, tocador de chirimía). Al platicarle la propuesta, en aquella presentación discográfica, todo fluyó como un río y en menos de un año apareció el fonograma Lienzos de Viento y poco tiempo después el Instituto de Antropología e Historia le otorgó el Premio  Patrimonio Musical de México (en el área de producción y  divulgación). Una de las vetas más afortunadas de Horacio, paralela al gran conocimiento y divulgación de la música europea, es la participación, siempre respetuosa y abierta, con los músicos tradicionales de México y de otros países. Tanto Aurora Oliva y quién esto escribe fuimos testigos (al fungir como gestores y productores del fonograma Lienzos de Viento) del interesante  proceso creativo del diálogo de dos mundos, dos culturas, dos formas de ver, sentir y practicar la música: la occidental y la de los pueblos originarios mexicanos. En varios textos, desde hace más de 20 años, he propuesto de manera principal, y basado en experiencias directas, un corpus de estudio para comprender el papel dinámico (cómo se desarrollan y entrelazan) del patrimonio cultural, la diversidad y el diálogo intercultural.

Estos conceptos deben verse como prácticas creativas y no como contenidos y hechos aislados como si fueran conceptos académicos puros y sin sustento en una práctica social. Esta se caracteriza por ser continua y dialéctica, en donde los actores sociales tienen un papel fundamental. En el fonograma mencionado, esta conjunción de conceptos salta a la vista de manera clara y aleccionadora de lo que significa un verdadera conversación que promueve el respeto, conocimiento (del otro) y sobretodo recupera los lazos sociales que mantienen y reconstruyen el tejido social, propiciando procesos civilizatorios de largo aliento.

    Un océano de trayectoria

Resulta imposible plasmar en unos párrafos la inmensa trayectoria y los logros alcanzados por Horacio, en los ámbitos académicos y profesionales, sin embargo, veamos los más significativos. El maestro flautista estudió en el Conservatorio Nacional de Música y en el Sweelinck Conservatorium de  Ámsterdam, donde obtuvo el grado de Solista cum laude, ejecutante y pedagogo. Una de sus grandes aportaciones es la de haber reivindicado la flauta de pico y de este modo otorgarle el prestigio que en algún momento gozó. A Horacio se le suele encasillar como un músico limitado a las expresiones sonoras barrocas, si bien es un estudioso profundo e intérprete sobresaliente de esta corriente, sus amplios conocimientos y repertorios abarcan la música medieval, renacentista, colonial latinoamericana, tradicional y popular mexicana. Como solista participó con directores de la talla de Sergio Cárdenas, Alondra de la Parra, Arthur Fagen, Luis Herrera de la Fuente, Eduardo Mata, Alexander Poliantchko, Ronald Zollman, Carlos Miguel Prieto, entre otros.

Como director huésped dirigió prácticamente a todas las grandes orquestas  y grupos vocales de México. Son infinitos los conciertos, presentaciones y festivales en los que ha participado, en nuestro país  y en muchos naciones del orbe, son sobresalientes sus exposiciones magistrales. Talentosos compositores han escrito piezas exclusivas para él, algunos de ellos: Graciela Agudelo, Lucía Álvarez, Karl Bellinghauser, Sergio Berlioz, Daniel Catán, Héctor Infanzón, Gabriela Ortiz, Eugenio Toussaint y Marcela Rodríguez.

Fue fundador y director del Ensamble vocal e instrumental Cappella Cervantina (música antigua y contemporánea) y de la Orquesta Barroca Cappella Puebla; tiene grabados alrededor de 40 fonogramas que dan fe de la gran diversidad que conforma su catálogo temático y musical.

 Música, política y elección sexual

A los once años a la par que Horacio descubrió la música que haría suya como objeto de vida (me refiero al escuchar por primera vez la música de Mozart en la secundaria), también nació  un gusto, una atracción por jóvenes de su mismo sexo. Desde entonces, estas dos revelaciones han crecido juntas propiciando, a su vez, una fuerte conciencia social y política. Su paso por el Conservatorio Nacional de Música y su estancia académica en Ámsterdam, consolidaron una personalidad libre y crítica. Desde los años ochenta de manera abierta ha manifestado su orgullo gay y un indiscutible compromiso militante. No sólo ha cimentado una carrera llena de logros y reconocimientos, al grado de ser reconocido como uno de los músicos más connotados del barroco a nivel mundial y ser una de las figuras más representativas del movimiento por los derechos de los homosexuales.

En años recientes se ha convertido en un gran polemista político, siempre desde una perspectiva ciudadana y de izquierda. Es casi cotidiano verlo y escucharlo en programas de la radio, la televisión comercial y cultural, en las diversas plataformas digitales, de manera especial, en espacios reconocidos y respetados, como Astillero Informa (aquí comparte La Mesa del más allá con Fernando Rivera Calderón y Ana Francis Mor, esta mesa  constituye un espacio único, en su género, en el cual fluyen ideas frescas, inteligentes, propositivas y llenas de mucho humor y pitorreo) y Momentum, en donde su punto de vista sobre los grandes problemas nacionales es requerido de manera frecuente.

En el año 2001 la alcaldía de Ámsterdam legalizó, por primera vez en el mundo, las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo. En  2009 en Ciudad de México se aprobó la legislación sobre el matrimonio igualitario, dos años después, Horacio se casó con Arturo Plancarte constituyendo, de este modo, una de las primeras parejas mexicanas en asumir un compromiso (social, político, cultural y personal) valiente y abierto. De hecho desde el año 2003, ellos abrieron el camino a cientos de parejas del mismo sexo al participar en las Sociedades de Convivencia surgidas en el contexto de los gobiernos de izquierda.

Hace unos años fue diputado constituyente, nombrado para corregir, modificar y avalar, en el área de cultura y las artes, la Constitución Política de la Ciudad de México, aprobada en el 2017. Horacio se sintió  manipulado desde un inicio por el partido gobernante de la capital ya que le habían propuesto participar como consejero y no como diputado externo, “muy a mi pesar continué, yo no soy político, no me afilié a ningún partido, no creo en ellos, y a partir de esta experiencia tan desagradable, nunca más.”

En los últimos cuatro años, forma parte de la Comisión de Memoria Histórica, de la Comisión de la Diplomacia Cultural y de la Comisión de Cultura de la Ciudad de México.

Monsiváis y el arcoíris, el ¡Viva Cristo Rey! y los 45 de Horacio y la Marcha del Orgullo LGBT

Al fallecer Carlos Monsiváis muchos sectores, entre ellos la  comunidad gay, lo despidieron en el Museo de La Ciudad de México.

A Horacio lo invitaron a tocar y ya casi al final de su participación, vio al fondo del patio una bandera del arcoíris (casi escondida, temerosa de estar al frente) entonces  habló con Alejandro Brito (antropólogo, activista, periodista y director de Letra S, salud, sexualidad y sida, uno de sus grandes suplementos de La Jornada), ambos  decidieron cubrir el féretro del autor de Los mil y un velorios con la bandera que simboliza la diversidad sexual y de género. Monsi, de seguro, se los agradeció.

Hace unos meses, en Astillero Informa, se llevó a cabo una polémica entre el maestro Franco y un representante de la derecha más rancia y confesional, sólo les diré que al final del diálogo-discusión el angelito con voz altisonante exclamó: ¡Viva Cristo Rey!

En El Palacio de las Bellas Artes el próximo 12 de abril, a las 20 horas, se  celebrarán los 45 años de carrera de Horacio Franco “estaré con mis queridos y estupendos músicos: José Suárez, Asad Kolerstein, Víctor Flores, Erika Dobosiewic, Daniel Ortega y la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez”. Larga vida al maestro Franco y, por cierto, la celebración coincide con los 45 años de la Marcha del Orgullo LGBT, el lema será: ¡A nosotres jamás nos borrarán! La comunidad alerta de que “es atacada en sus derechos por grupos de ultraderecha”.

Fernando Híjar Sánchez

Promotor cultural, productor musical e investigador independiente. Uno de sus más sobresalientes fonogramas: Lienzos de viento (músicos zoques y mames en diálogo con Horacio Franco) obtuvo el Premio Patrimonio Musical de México, INAH 2012.

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