DESconstrucciones

Fernando Híjar

Saxo: iconoclasta o sacrosanto

(Segunda parte)

DESconstrucciones (VIII)

Para María Elena Ríos, su sax la llama y la espera…

Federico, saxofonista de la Mixteca Baja

Hace unas semanas tomándome un café en la esquina de Jalapa y Tabasco, en La Colonia Roma, apareció don Federico Cuenca, saxofonista de la mixteca baja, músico ambulante que lleva más de 10 años tocando en las calles y de este modo se gana “unos cuantos pesos” para alimentar a su familia (aclaro: le pedí permiso para sacarle una fotografía y realizar una breve entrevista). Abandonó su pueblo, San Miguel Ahuehuetitla, ya que no había trabajo y migró a La Ciudad de México, si bien añora muchas cosas “de allá”, lo que más le duele es ya no tocar con la banda del pueblo y no poder asistir a las celebraciones y fiestas del Santo Patrono. Como don Federico, existen miles de músicos en las principales ciudades de nuestro país. A mediados de los noventa escribí un pequeño ensayo que titulé: México, un inmenso Garibaldi, en La Jornada Semanal, en el cual traté, desde varias aristas, esta problemática social, cultural y económica. ¡Cómo es posible!, que un músico experimentado y que maneja de manera más que sobresaliente su instrumento y que además habla tres idiomas (mixteco, zapoteco y castellano) viva esta situación tan lacerante e indigna.

Tenemos pendiente una Desconstrucción que trate la temática del patrimonio sonoro y las bandas de viento de los pueblos originarios, así como el papel que juegan las secciones de metales, en especial la de los saxofones, y la fuerza tan definitoria de las mujeres en estas agrupaciones; la banda oaxaqueña Mujeres del viento florido, conformada exclusivamente por mujeres, demuestra una vez más la creatividad, revalorización y contemporaneidad de la música tradicional de México,al igual que el poder de la diversidad y del diálogo intercultural, no olvidemos que la música es imprescindible para el entendimiento, conocimiento y aceptación mutua entre comunidades, pueblos y naciones. La música es un manantial de vida que mantiene y refuerza el tejido social; en regiones en donde se encuentra deteriorado es parte esencial para reconstruirlo y mantenerlo sano. Un patrimonio cultural vivo y vigente coadyuva a la paz y al avance civilizatorio.

En mi paso por Ediciones Pentagrama (a finales de los ochenta esta empresa alternativa produjo un fonograma de una banda oaxaqueña que tenía a dos mujeres adolescentes saxofonistas, en el texto de presentación resalto esta ejemplar inclusión. Ya años atrás el Centro se Capacitación y Desarrollo de la Cultura Mixe, CECAM, fue el pionero en incorporar jóvenes y niñas a sus programas de música) y como responsable del Programa de Música de la Dirección General de Culturas Populares, coordiné la producción de más de 40 discos de estas agrupaciones que tienen una indiscutible presencia en todas las regiones de Oaxaca y en muchas otras de México.

Sax a secas y su inusitada odisea más allá del cielo

Al referido instrumento se le conoce también como saxo o simplemente a secas le dicen sax. La gran familia de estos “conos parabólico de cobre “, así los definía su creador, es extensa (cuatro familias y alrededor de 13 tipos de saxofones) pero los más conocidos son: alto, tenor, barítono y soprano. Las primeras personas que atestiguaron su sonido, afirmaban que poseía un “timbre nunca antes escuchado” y el compositor Héctor Berlioz destaca “la hermosura diversa de su timbre”; para muchos el gran secreto del sonido está en la caña (esta procede del bambú, para ser preciso de la corteza de esta planta, se lija un pedazo pequeño para convertirla en la lengüeta del sax, a la que se le llama caña, se desvanece un extremo hasta que quede muy fino en la punta. De este modo se producen las vibraciones que hacen trabajar a la boquilla y de esta manera al sax mismo). Para Diego Maroto (así lo consignan sus master class) este feliz acoplamiento, entre la caña o lengüeta y la boquilla, es el culpable de otorgar “el sonido propio, la identidad del saxofonista”, claro, y otros elementos claves del músico que decide ser jazzista; es a base de búsqueda, de miles de horas de práctica que el músico logrará “el balance personal”, su distinción sonora que lo hará único e inconfundible y que lo llevará al olvido o a la gloria.

De manera irónica, el que sería el más extrovertido de los instrumentos, fue presentado tras bambalinas (el saxo y el ejecutante se encontraban atrásde una cortina) y de manera anónima en Bruselas, en el año 1841. Tres años después el propio Adolph ofrecería por primera vez un concierto, en la Sala Herz de París. En un primer momento lo adoptan las bandas militares europeas y, poco después, renombrados compositores como Milhaud, Ravel y Puccini lo integran a sus partituras. En 1853 es escuchado por primera vez en Nueva York. Cuatro años antes de que finalizara el siglo XIX surgieron las primeras grabaciones en Estados Unidos; a mediados de la segunda década del siglo pasado el jazz lo hace suyo, gracias a las bandas de dixieland del Delta de Misisipi y en especial en Nuevo Orleans. Sidney Bechet, primer saxofonista de renombre, por estas mismas fechas, conforma, al parecer, el primer trío de jazz en la ciudad del Mardi Gras junto con Jelly Roll Morón y el inmenso Sachtmo. Unos años después las grandes bandas sumarían toda una sección de saxofones y los compositores a sus obras y de ahí pa’l real (todos los géneros musicales y las más diversas y disímbolas agrupaciones, ensambles y combos fueron seducidos por este desinhibido instrumento) se detona una de las más memorables odiseas musicales de los fierros retorcidos que nunca llegó a imaginar, ni en sus más recónditos delirios, nuestro valiente laudero belga. Y menos aún lo que aconteció hace unos meses atrás: los sonidos de un saxofón extraídos por un astronauta, en pleno espacio sideral, culminando las últimas notas de La Marsellesa, en La Estación Espacial Internacional, anunciando los Juegos Olímpicos en París. ¡Qué mejor homenaje a este instrumento cósmico y a su osado inventor!

Los saxofonistas

Estos son los genios oceánicos: Charlie Bird, John Coltrane, Ornette Coleman, Dexter Gordon, Sonny Rollins, Ben Webster, Lester Young, Colemann Hawkin, Jerry Mulligan, Stan Getz, Cannonball Adderley y otros, de seguro se me escapan dos o tres más. A todos ellos los escuché por primera vez en Radio Universidad, a partir de la segunda mitad de los sesenta del siglo pasado, y después pude conocerlos más a fondo por medio de discos que conseguía “como fuera”. Ya después llegaron a mis manos otros fonogramas como del salvaje Gato Barbieri y del finísimo Paquito D’Rivera; a Francisco de la Cruz, es decir Paquito, lo vi por primera vez en vivo, a finales de los setenta, en la olvidada y colosal Arena México con el trabuco de trabucos: Irakere, grupo que entablaba verdaderos diálogos con el jazz, algo de rock y música de raíz cubanísima.

Tratar de configurar un enlistado de los saxofonistas más sobresalientes de la escena jazzística o que me fascinan y disfrute al escucharlos o que signifiquen un acontecimiento trascendente en contextos sociales o culturales, podría resultar incómodo, presuntuoso y a todas luces incompleto. En párrafos anteriores me tomé la libertad de nombrar a los imprescindibles, a los que hicieron historia. También si decidiera hablar sobre sus vidas y trayectorias podría repetir lo que muchos ya han escrito y también podría caer en lugares comunes y triviales. Por eso, sólo me limitaré a tres saxofonistas: Coltrane, Garbarek y Maroto.

Al final de cuentas estas entregas no son un ejercicio de erudición, sino de reflexión, memoria y concatenación de situaciones, en apariencia aisladas y sin conexión, pero que al descontruirlos adquieren un significado y se hilvanan de manera natural. El punto de partida son los momentums sonoros (no quise utilizar el concepto de hechos musicales que remite a contextos definitorios y de una fuerte carga semiótica) que han girado alrededor de mis vivencias existenciales (sociales, políticas, culturales y hasta sicológicas) y forman parte de un todo histórico en constante movimiento.

Para terminar esta segunda entrega el inigualable e hipocondríaco Woody Allen decía, algo parecido a esto: si lanzas una moneda desde lo más alto del Empire State de Nueva York le caería, de seguro, a un saxofonista.

Fernando Híjar Sánchez

Promotor cultural, productor musical e investigador independiente. Uno de sus más sobresalientes fonogramas: Lienzos de viento (músicos zoques y mames en diálogo con Horacio Franco) obtuvo el Premio Patrimonio Musical de México, INAH 2012.

2 Respuestas a “Horacio, el flautista”

  1. Mi querido Fer, he leído con mucha avidez esta desconstruccion y en verdad me impregno del nacionalismo que hablas con respecto de la música mexicana y la disección qué haces de autores como: Moncayo, Revueltas, Ponce, de toda esa pléyade de grandes compositores mexicanos, me gustaría escuchar el disco de Susana Harp con las interpretaciones que mencionas, te mando un fuerte abrazo!! Espero me digas donde consigo el Cd!

  2. Fernando Híjar

    Estimado Francisco, muchas gracias por tus comentarios. Si, todavía tenemos mucho que descubrir del Nacionalismo Musical Mexicano y de las vanguardias musicales y de sus compositores. El disco se puede conseguir en las Librerías Porrúa.

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