Palabras sin reposo

Beatriz Zalce

Rina Lazo y Arturo García Bustos: Amor congruente. Primera parte

En estos tiempos en que hasta al aire le duele algo (parafraseando a la poeta Dolores Castro), conversar con los pintores y muralistas Rina Lazo y Arturo García Bustos es como beber agua de manantial.

Muy jovencita ella llegó de Guatemala a nuestro país, becada para estudiar pintura. Se volvió ayudanta de Diego Rivera. Ella preparó los colores del mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”. Es decir: ella molía los pigmentos para hacer los colores e incluso “manchó algunas partes del mural para avanzarle la tarea al Maestro. Se convirtió en su mano derecha, en su mirada y habitó en el corazón del hombre que dibujaba mujeres con alcatraces, niñas indígenas de ojos grandes y que decía que usaba pistola para “orientar a la crítica”.

Por su parte, cuando Arturo García Bustos era un niño, se acercó a ver trabajar a José Clemente Orozco en la Iglesia de Jesús: “Me introdujo su hermano que era el encargado de hacer los aplanados para que el Maestro pudiera trabajar. Pintaba unas tareas inmensas de dos o tres metros. Con mucho respeto le pedí permiso para subir al andamio para ver más de cerca lo que estaba haciendo y me ofrecí a ayudarlo, a pasarle los colores, los pinceles. Y él aceptó”.

Dicen que recordar es volver a pasar por el corazón y los recuerdos hacen feliz al Maestro García Bustos. Platica y ríe. Al mismo tiempo. Ríe y recuerda. La vida lo ha hecho feliz: se ha dedicado a lo que más le gusta: a pintar, a hacer grabados y murales, a dar clases, a viajar, siempre de la mano de su mujer, de su musa, de su compañera de toda la vida, la también pintora y muralista Rina Lazo.

-Fui discípulo de Frida Kahlo. Ella no podía pintar murales pero tenía mucho interés en que nosotros aprendiéramos. Nos trajo al Barrio de la Conchita donde ahora vivo. En ese tiempo había unos lavaderos públicos ahora convertidos en centro cultural, una casa cultural para el rumbo. Éramos los alumnos predilectos, nos llamaron los Fridos, tanta la devoción, la admiración y cariño que le teníamos y tenemos a la maestra Frida, por eso nos apodaron los Fridos.

No pasó mucho tiempo para Rina y “Bustitos” se conocieran. Coincidieron en la profesión, como dice ella, cuando habla de la pintura; coincidieron también en lo político, bien plantado el corazón del lado izquierdo del pecho. El amor que los une desde entonces ha dado flores y frutos y sigue creciendo.

-Entre nosotros no hay competencia, no hay rivalidad –dicen; uno empieza la frase y el otro la termina. –Nuestro trabajo va dirigido al público. Se ha hecho con una intención social. Está en una pared para hablar al público

A principios de los sesenta del siglo pasado, cuando se empezó a construir el Museo de Antropología, el arquitecto Ramírez Vázquez encargó a Rina Lazo una réplica de los murales de Bonampak, recién descubiertos.

No había carreteras al sureste.

Acompañada por Arturo García Bustos, llegó en avioneta y se quedó tres meses en la selva para estudiar los murales mayas, aprender las pinceladas y calcar en acetato los 170 metros cuadrados del mural más completo que se ha encontrado hasta hoy día. Descubrió que los pigmentos que se usaron eran tierras naturales, óxidos, piedras que al ser molidas daban exactamente el color del mural.

Por las noches oía jaguares, miraba pasar cometas en el cielo estrellado y se alimentaba con las verdolagas que crecían en las ruinas. Fue una experiencia que la marcó tanto como ser discípula y ayudante de Diego Rivera. Por eso se sintió muy honrada de hacer una réplica de estos mismos murales para la estación Bellas Artes que sería decorada con estelas y vasijas de la cultura maya, sus antepasados.

El día de la inauguración, el ingeniero Bernardo Quintana, uno de los principales constructores del Metro, la felicitó. Pensaba que ella no iba a cumplir, por ser mujer.

Con mucho orgullo, Arturo García Bustos cuenta que Rina proyectó la estación del metro Insurgentes, inspirada en una vasija maya. Le habían mostrado una maqueta hecha por Félix Candela y ella empezó a decir que “esas velas de barco no van a quedar bien”, que iba a competir con los edificios altos que había alrededor…

En los planos de Rina, la espiral y el caracol determinaron el diseño. Los jardines de la plaza simularían un río. Ella plasmó la historia del Metro en mosaico, tal como hizo Juan O’Gorman en la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria.

Pero vino el movimiento estudiantil del 68 y el mismo día de la toma de CU la fueron a “traer” a su casa para llevarla a prisión. A García Bustos lo salvó el quedarse haciendo un cartel en apoyo a los estudiantes en el Taller de Gráfica Popular.

Casi un año después se inauguró la estación Insurgentes, el 4 de septiembre de 1969. Cuando Lazo pasó por ahí se puso muy contenta al ver realizado su proyecto y pidió que se le diera el crédito correspondiente. Le explicaron que era imposible por su participación en el 68. Órdenes superiores lo impedían. Todavía hoy no se le reconoce a Rina Lazo la autoría del diseño del Metro Insurgentes.

Para ambos maestros la pintura mural es apasionante porque está fuera del comercio del arte y porque se dirige a un público amplio. Para poder pintar bien un tema, a cabalidad, hay que sentirlo. Y uno de los temas de Rina Lazo es la cultura Maya, la cultura de sus antepasados, la que ha estudiado y plasmado en murales como el del Popol Vuh que se encuentra en el Museo de Antropología o las réplicas de los murales de Bonampak.

Arturo García Bustos hizo el mural La Universidad en el siglo XXI para la estación Universidad de la Línea 3 en las instalaciones del Museo Anahuacalli. Día de Muertos lo encontró pintando, la gente iba a ver la ofrenda y a mirarlo trabajar y se ofrecía como modelo para codearse con el Alma Máter, José Vasconcelos, Diego Rivera y el propio García Bustos quien pintó sobre yute su deseo de que la educación, la comunicación y los avances tecnológicos estén en manos del pueblo. * * *

Beatriz Zalce

Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.

Una Respuesta a “Si hablamos de Resistencia…”

Dejar una Respuesta

Otras columnas