Éstas somos nosotras
El título del libro es una declaración. Putas, Activistas y Periodistas. Así se definen, en eso se han convertido y están orgullosas de serlo, se asumen y reivindican como tal. Pero cuidado: sólo entre ellas se dicen putas y se ríen y bromean con eso. Que no les digan así los demás porque ay de ellos. Ellas son trabajadoras sexuales y ejercen con dignidad su oficio. Unas se consideran activistas, otras mitoteras y alguna se llama luchadora social. Son periodistas de modo tal que Ryzard Kapuscinski estaría orgulloso de ellas.
De la misma manera que “La calle es de quien la trabaja” ahora que han aprendido en el Taller de Periodismo Comunitario “Aquiles Baeza” a usar grabadoras, cámaras y computadoras saben también que “La nota es de quien la trabaja”. Dedicaron más de siete años a estudiar los secretos del Qué, Quién, Cuándo, Cómo, Dónde y Por qué al redactar sus notas informativas y entrevistas. Aprendieron a ser claras, precisas y concisas y darle ritmo e intensionar al texto.
Desde los griegos se considera la prostitución un mal necesario. Y sobre uno de los oficios más viejos se han escrito novelas, canciones, ensayos y reportajes al por mayor. Abundan las películas, las tesis, los debates. Alguno que otro político la menciona en un discurso, en una promesa durante su campaña. No falta el sacerdote que la incluya en un sermón y las sermonee… Para ellas prostitución es: “La acción de vender los principios y la ética por un valor monetario”. Por eso no son prostitutas. Ni son victimarias y tampoco víctimas. Además de andar calles y hoteles son madres, son hijas, son abuelas. El infierno no les ha matado los sueños ni la dignidad.
Todo indica que este libro es el primero, el único escrito por trabajadoras sexuales que han estudiado periodismo. “Queremos ser periodistas para poder contar nuestras batallas, nuestras guerras, nuestros sueños. Queremos decirle a la gente ‘éstas somos nosotras’ sin depender de nadie.”
Corría el 2009, Gloria Muñoz Ramírez, periodista experta en tejer lazos tan sólidos que hacen comunidad, se estrenaba como directora de Desinformémonos, tenía un libro en su haber: 20 y 10: El fuego y la palabra y escribía semanalmente la columna Los de Abajo. Sin embargo, rechazó la propuesta de escribir un libro sobre trabajadoras sexuales pues “desconocía la calle y sus quehaceres”. Se negó a nomás entrevistar y transcribir: ése no es el periodismo que ella hace, en el que ella cree.
Su “¡No!” abrió una puerta a la creación de un taller de redacción periodística con el aval de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” encabezada por Elvira Madrid y Jaime Montejo, su compañero de vida y de lucha, quien murió en el 2020 tras contagiarse de Covid. Desde la década de los 90’s junto con Rosa Icela Madrid han luchado por el reconocimiento del trabajo sexual como una labor digna, el acceso a derechos laborales; promocionan el uso y la aceptación del condón, tienen un consultorio donde realizan pruebas de VIH, Papanicolau, Hepatitis C, Papiloma humano, Sífilis y hasta SarsCov II. En 30 años de labor, más de 5,000 trabajadoras sexuales y sus hijos han accedido a la educación gracias a la Brigada.
Las cifras que dan son escalofriantes: 25% de quienes ejercen la prostitución en México son víctimas de trata de personas, el otro 75% lo hace orillada por la pobreza. A raíz de la presente pandemia el número de trabajadoras sexuales en la Ciudad de México se duplicó. Pasó de 7,700 a 15,200. Muchas le entraron “al talón” sin experiencia previa; otras, que ya se habían retirado, tuvieron que volver. Su ingreso ha decaído en 70%.
Putas, Activistas y Periodistas es un trabajo de paciencia e infinito aprendizaje. Es hijo de un largo proceso donde hubo mucho llanto, peleas fuertes, pero también risa, complicidad. Se compartió la comida y el humor negro.
Para Hermann Bellinghausen este libro no trata sobre algo que ya pasó, sino sobre algo que está pasando, que está vivo, que muerde y quema. Es una nueva manera de informar, de denunciar y eso es motivo de celebración.
-Es un libro bomba, muy delicado, tejido preciosamente, editado de manera primorosa -dice este periodista que estudió medicina y desde los 14 años escribe poesía.
Y tiene razón. Gloria Muñoz Ramírez y Krizna (David Avendaño Mendoza) con el equipo de Desinformémonos: Ligia García, Fernanda Peralta y Adazahira Chávez se encargaron de la edición. Sortearon dificultades como hacer coincidir los relojes de la disciplina y la puntualidad con el trajín de la vida cotidiana, dominar los signos de puntuación, continuar con el trabajo a pesar de enfermedades y dudas, aceptar que cada una de las 222 preguntas del cuestionario base para las entrevistas es imprescindible, encontrar las escurridizas letras en el teclado de la computadora, descubrir el universo de la calle, compartir la mística del periodismo, reconocerse en el otro. Coinciden al decir que el Taller de Periodismo “Aquiles Baeza” les cambió la vida y aspiran a que se las pueda cambiar a más, que sirva para alertar sobre la trata de personas, que sean identificables las estrategias de los padrotes, que surja la reflexión.
-Este Taller es una de las experiencias más gratificantes y duras, más ‘de verdad’ que he tenido en la vida -afirma Gloria. Hay que decir que durante la presentación del libro en el Multiforo Alicia, Herman Bellinghausen asoció a Gloria con el mitológico Prometeo porque le entregó el fuego del periodismo a un grupo de quince trabajadoras sexuales que ahora reportean “kapuscinskimente”, con ética y rigor.
“La entrevista, dice Krizna, es un pretexto para conocer problemas más a fondo, para descubrir más cosas” escribió Gloria en la semblanza de Krizna quien tiene sed de aprender y a quien Gloria considera su colega pues han escrito juntas reportajes sobre el trabajo sexual en tiempos de Covid.
El libro consta de 16 entrevistas a trabajadoras sexuales mujeres y Trans. Las autoras son Gloria Muñoz, Krizna Aven, Sandra Montiel, Beatriz Herrera, Mérida Ortiz y Soledad Sánchez.
Gloria escribió en el prólogo: “Las 20 temáticas que abordamos con nuestras entrevistadas fueron las siguientes: datos generales, historia personal del inicio en el trabajo sexual, economía en el trabajo, relaciones sentimentales, vanidad y salud, la tercera edad en el trabajo sexual, explotación sexual, trata de personas, gobierno, policía y extorsión, los medios de comunicación (Cómo los vemos y cómo nos ven), salud sexual y reproductiva, métodos anticonceptivos, violencia en el trabajo sexual, violencia y discriminación específica contra trans, trabajo sexual en las iglesias, cárceles, oficinas de gobierno y cuarteles militares, alcoholismo y drogadicción en el trabajo sexual, vestuario y arreglo personal.”
La portada del libro lo dice todo. Tiene la belleza y el dramatismo que sólo dan las fotografías en blanco y negro. Juego de luces y sombras. Claroscuros de la vida. Sandra Montiel sube unas escaleras. Su derecha descansa en el pasamanos; con la izquierda sostiene su bolso. Atrás de ella hay luz, luz eléctrica. Es de noche o de madrugada. La luz le da un cierto resplandor, la sombra la envuelve misteriosamente. Sus tacones son altos y la falda es corta, cortitita. La blusa de encaje se le pega a las formas. Está sola y uno no se pregunta nada, uno sabe, entiende, imagina… La foto cuenta la historia, el antes, el ahora, el después. El autor es Ricardo Ramírez Arriola.
La fotografía ocupa un lugar muy importante en el libro, es un descanso, es una reflexión, es el testimonio, unas podrían estar en un álbum familiar. La lente de Elsa Medina, Luis Jorge Gallegos, Ricardo Enrique Guerrero e Iván Casteneira permite mirar una sesión del Taller “Aquiles Baeza”, las talleristas alrededor de una mesa cubierta por un colorido textil chiapaneco, sus herramientas a la mano: plumas, libretas, cuadernos, hojas mecanografiadas, teléfonos celulares. Ellas están en lo suyo, concentradas. Otra imagen capta lo que se ha vuelto un grito ¡Vivas nos queremos! escrito en una cinta rosa. Pero también las vemos en acción: Es decir reporteando, tomando notas, escribiendo con buena letra; entrevistando con la mirada atenta y la sonrisa a flor de piel. Están paradas en una esquina, maquilladas, peinadas, vestidas, zapatillas de charol tan brillantes como las carrocerías de los coches que pasan junto a ellas. Y vemos las fotos que las muestran en sus otros trabajos: jalando un diablito, atendiendo un puesto, escribiendo en una manta “Por todas las presas políticas”, luciendo una camiseta con la efigie del Subcomandante Insurgente Marcos: Para todos todo, nada para nosotros, realizando un corte de pelo, poniéndose rímel, tomando muestras médicas con sus guantes de látex.
Las vemos salir a la calle, sostener una manta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, llevar pancartas “Mi trabajo no es delito”, “No somos víctimas”. Usar un magnavoz. “Trabajo sexual es trabajo”. Así lo reivindican en la marcha del 1° de Mayo. Ahora, además lucen una cinta en el antebrazo con la palabra PRENSA.
Han renacido de sus cenizas muchas veces. No quieren que lo que les pasó les pase a otras. El Taller de Periodismo les ha dado una nueva mirada hacia el mundo, hacia ellas mismas.
Morty ofrece testimonio de vida en universidades. Quiere seguir luchando por las voces que no se han escuchado, de las compañeras que gritan y merecen ser escuchadas. Krizna espera entrar a la universidad y estudiar Derecho. Mientras sigue luchando por los derechos de las trabajadoras sexuales y de los animales. Mérida escribe poesía y le gusta la canción: “Quiero ser periodista para difundir realidades y componer el mundo, para estar a favor de mis compañeras y de mí misma como trabajadora sexual”. Sandra nunca imaginó que llegaría a ser periodista: “Quiero que la gente lea notas sobre nosotras que tengan veracidad, no como esas que seguido vemos en los noticieros de las televisoras”. Soledad le ha ganado la batalla al cáncer, da pláticas para prevenir la trata de personas, acabó con una red de trata importante y peligrosa. Espera este año poner su recicladora y tener tiempo para estudiar la prepa, ejercer el periodismo y convertirse en forense.
Si los zapatistas no se rinden ni se venden; ellas nunca se rajan.
Beatriz Zalce
Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.
Que buen recuento! Joan es un gran personaje…