Historias de vida en las luchas de México

Rocío Moreno

Manantlán: esperanza en la desesperanza. Extractivismo voraz

La sierra de Manantlán se localiza en la parte occidental de la sierra madre sur. Esta zona se encuentra principalmente en el estado de Jalisco, aunque también con una porción en Colima. Es un territorio rico, cuantioso. Gozan de bosques, montañas, especies endémicas, flora abundante, agua, cultura, vida. Los guardianes de esas tierras son pertenecientes al pueblo Nahua. Son comunidades originarias que se han encargado de resguardar la riqueza natural y cultural que habita esta sierra. En la memoria colectiva de estas comunidades, sus problemas actuales se iniciaron a mediados del siglo pasado, cuando comenzaron a explorar la riqueza mineral que hay en sus suelos. Ahí es cuando el ser poseedor de la riqueza natural, se convierte en su mayor peligro. Hoy la minería ha sometido y violentado a todos los habitantes de esta sierra que en teoría cuenta con un decreto del Ejecutivo Federal desde el año de 1987, conocido como “La Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán”, para proteger la diversidad biológica.

Manantlán, sus montañas, su flora (más de 2.900 especies) y fauna (más de 110 mamíferos), su agua (cuatro cuencas principales de rio), sus nativos (más de 40.000 habitantes), han tenido que enfrentar a los intereses de los mineros que son cobijados por los gobiernos corruptos y protegidos por el crimen organizado. Es la guerra asimétrica que enfrentan todos los pueblos que buscan resistir y luchar por la vida.

La mayoría de la población que vive en la sierra de Manantlán, se dedica principalmente a la agricultura (maíz, frijol, tomate, caña de azúcar, sandía, mango), y pastoreo de ganado. No obstante, con la entrada de la minería en la región, la gente se ha visto envuelto en la necesidad de trabajar en las mineras o en la extracción de maderas, ambos negocios los realizan empresas externas a la comunidad (nacionales y trasnacionales). En el discurso de los empresarios-gobiernos-criminales, se le esta dando trabajo a una región que no generaba riqueza, sin embargo, sabemos que este discurso poco a poco se desvanece frente a la cruda realidad que viven los pueblos cotidianamente, pues a pesar de que existen “fuentes de trabajo” para la población, las comunidades viven en condiciones precarias. No se garantiza el trabajo, educación y salud en los habitantes. Al ser un territorio tan rico, es una distorsión ver la pobreza que hay.

Las principales comunidades que conforman esta región de la sierra son, Telcruz, Ayotitlan, El chico, las lagunillas y las Maderas. Pero hay alrededor de 80 rancherías, quiere decir que es un territorio habitado. En su extenso territorio cuentan con cuatro principales cuencas de ríos: Marabasco, Ayuquila (contaminada tóxicos), Armería y Purificación.

Las poblaciones originarias y ahora también la minería se ha asentado en esta región no solo por los minerales, el hierro y maderas que existen, sino también por el agua. De las cuatro cuencas, la de Ayuquila ya tiene una alta toxicidad por la contaminación que hace la minería, pero eso, no quiere decir que las demás cuencas no tengan este problema. Existen muchos trabajos donde nos demuestran los efectos que causa la minería en la tierra, el agua y las poblaciones que viven en los alrededores de estos proyectos, y el resultado es la muerte de la tierra, del agua y las constantes enfermedades como cáncer, insuficiencia renal, problemas dermatológicos, problemas respiratorios, etc., elevando las posibilidades de muerte en las poblaciones.

El ingreso de la minería a la sierra de Manantlán, ha sido para amenazar la vida de todas las especies que habita esas tierras. Manantlán nos enseña que no existe ningún decreto federal, ni internacional para frenar al gran capital; también nos enseña cómo se da el proceso de acumulación por desposesión. Con la entrada de la minería, se despoja cotidianamente a rancherías y pueblos Nahuas de su territorio, de su vida económica, social, política, cultural, de su lengua materna, de sus vestimentas, de sus creencias, de su forma de vida.

Ley minera, protege a los mineros

En México hay leyes para todo. La ley minera es una ley que se ha necesitado implementar desde hace mas de quinientos años, cuando comenzaban los primeros saqueos. Ese pasado, esa larga noche de los quinientos años, aun no se ha superado, pues los saqueos, ahora llamados proyectos extractivistas siguen realizándose. Algunas de las empresas que están orquestando estos proyectos de muerte son: Minera del Norte –antes Monterrey o Monclova–, Hojalata y Jamina, La Chula, La Prieta, Los Comollitas, La Gallina y María S.A., Los Juanes, la Comercializadora Internacional de Minas y la Benito Juárez-Peña Colorada. Esta última compañía es propiedad de la trasnacional ítalo-argentina Mittal Steel e Hylsa-Ternium Consorcio Minero Benito Juárez-Peña Colorada.

Estas empresas son las responsables de que, en la biosfera de Manantlán, exista agua toxica, tierra infértil, empleos precarios, tala ilegal, violencia generada por el crimen organizado, pobreza, fragmentación. La minería ha agotado la vida. Manantlán debería estar exenta de títulos mineros por ser reconocida como un sitio de abundancia biológica. Se debería de proteger el agua, los bosques, montañas, la flora, la fauna y la cultura Nahua que ahora corren el riesgo de extinguirse, desaparecer.

En cambio, la ley minera no hace nada por las poblaciones, parece que es diseñada para proteger a los mineros. En las últimas dos décadas la presión ha aumentado, ya que el hierro cada vez es más demandante en el mercado internacional. Las poblaciones nativas han intentado generar resistencias que frenen a este jugoso negocio, pero ¿Cómo se lucha en una guerra desigual? En el contexto actual, se sabe que por lo menos el 70% del territorio de la reserva de la biosfera Sierra de Manantlán tiene concesiones mineras no ejercidas. Esto quiere decir, que las puertas están abiertas para las empresas que han golpeado y transformado la vida de estas comunidades y los ecosistemas de la región.

A toda esta tragedia hay que agregar la presencia de talamontes que extraen las maderas de la región, gobiernos corruptos que no sancionan estos ecocidios. Además de que empresarios y gobiernos se acompañan de sus pistoleros del crimen organizado, para violentar y someter a la población. Todas estas piezas son una pócima devastadora para cualquier pueblo.

Esperanza en la desesperanza

No todo este perdido. Los intentos de resistencias han sido criminalizados y violentados por los altos intereses económicos que enfrentan. Su estrategia ha sido dividir a las comunidades, amenazarlas con su vida, comprar sus tierras, entonces dejar el trabajo en el campo y ser trabajador de las mineras. Estos proyectos extractivistas buscan conquistarnos en todos los sentidos de nuestras vidas, pero eso es difícil, quiero decir que tampoco han podido terminar con todo. Manantlán está habitado por mujeres y hombres de la tierra, son gentes de más antes, antiguos, y esa gente por lo regular tarda cientos de años en rendirse. Porque a lo mejor le quitan algo, pero el pueblo busca la forma de reponerlo y seguir haciéndolo. En México, los pueblos originarios han tenido que recrear sus formas de vida cuando ven la amenaza. Es una guerra difícil, que muy pocos saben por dónde comenzar ¿Cómo podemos luchar contra el capitalismo patriarcal? ¿Cómo podemos vencer a ese enorme monstruo? Nadie tenemos la respuesta. Sin embargo, veo la esperanza en la desesperanza. La gente de Manantlán sigue sembrando la tierra, sigue bañándose en sus ríos, sigue haciendo fiesta y creyendo en su propio universo. Se sigue curando con sus plantas, sigue usando sus faldas coloridas, sigue bordando sus servilletas, sigue hablando su lengua o manteniendo algunas palabras en su vocabulario, o cantando una canción o poema en la lengua original. Sigue…

Y también vi a familias que, aunque no lo gritan o hacen un bloqueo en las carreteras, se niega a trabajar en las mineras. Se aferran a la tierra. Vi a jóvenes cuidando a las abejas, mujeres haciendo pan, niños nadando en sus aguas, jóvenes enamorados, abuelas sonriendo, jardines con flores de distintos colores, gallinas, guajolotes y cerdos en los traspatios de las casas. Vi aun mucha vida. Mientras no puedan despojarnos de la vida, aún hay esperanza.

Rocío Moreno

Historiadora y defensora indígena coca de Mezcala, Jalisco, interesada en mostrar cómo las historias de vida están totalmente vinculadas a los proyectos que abanderan las resistencias en México, pues ¿qué son las resistencias sin la infinidad de historias de vida que las constituyen?

2 Respuestas a “Mezcala: ¡Alto a la criminalización por la defensa de nuestro territorio!”

  1. Misael Maza

    Al día de hoy 13 Junio 2024, que sucedió con estás comunidades de personas campesinas migrantes ??? Fueron desalojadas o se les respeto? Actualización por favor!!! 🤝🏽

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