Historias de vida en las luchas de México

Rocío Moreno

EZLN 30 aniversario

Cuando hablamos sobre zapatismo entre nosotrxs, nos hemos preguntado ¿qué hacíamos el 1º de enero de 1994? ¿Qué edad teníamos? o, ¿cómo nos acercamos al zapatismo? Algunos han estado desde su aparición pública, mientras que otros están comenzando a escuchar la voz de los sin voz, la de los hombres y mujeres del color de la tierra que decidieron salir y gritar a los poderosos:

¡Ya basta!

Desde ese día, han desnudado a la clase política, a los empresarios, los académicos del poder y a todos los que sostienen al sistema capitalista patriarcal. Son ya 30 años los que han pasado desde que los zapatistas salieron al mundo a decir con la humildad y rebeldía que les caracteriza, que nos organicemos y que resistamos, que no claudiquemos, ni nos vendamos.

El pueblo al que pertenezco se acercó al zapatismo en lo que fue el Frente Zapatista (2000). En ese momento éramos un grupo pequeño, y nos comenzamos a nombrar colectivo Mezcala. En el colectivo había algunos que ya sabían del zapatismo desde su aparición pública y por eso, fue muy fácil encontrarle sentido a reunirnos. También estaba mi mamá en ese grupo y aún recuerdo que cuando vimos por primera vez a los zapatistas fue en las noticias, y yo le pregunte a ella que me explicara que era lo que pasaba ahí, en Chiapas, y solo me respondió, que ellos (zapatistas) eran como nosotros. Cuando crecí, y formé parte de este colectivo, entendí perfectamente las pocas palabras que me dijo mi madre sobre los zapatistas.

Desde mi parecer, los zapatistas desde su aparición, han mostrado una profunda y sincera palabra que ha cautivado la atención y simpatía de aquellos que creen que la vida debe de colocarse en el centro de todas nuestras organizaciones.  Desde hace 30 años, sus demandas siguen siendo humanitarias y, con el paso de los años, nos comparten como esas demandas básicas, son ejercidas por ellos, y entonces, nos enseñan que lo que se habla se hace, se practica y ahí, vemos cómo se van construyendo las nuevas formas de hacer política, el mandar obedeciendo, el caminar preguntando, la autonomía, autogestión, la ley revolucionaria de las mujeres, la comunicación, cooperativas, promotores de salud, educación, etc. Quiere decir, que lo que ellos exigieron al Estado mexicano en 1994, al no ver el cumplimiento de sus demandas, sin dudas, los zapatistas comenzaron a trabajar sus propias demandas. Fue muy corto el tiempo que dialogaron, negociaron con el gobierno Federal (1994-1998), pues al ver el mismo desprecio y falta de cumplimientos que los ha caracterizado históricamente, sin titubeos, decidieron caminar al margen del Estado.

Vivir sin Estado, parece muy fácil, pero ese enorme paso que han hecho los zapatistas es el que les permite ver otros horizontes, que nosotros por ir atrás, ya que aún no damos ese paso, no podemos simplemente visualizarlo. Sin embargo, como han dignificado la palabra y la práctica, vemos que una de las veredas es sin duda, el rompimiento con esa relación dependiente y paternalista que tenemos con el Estado.

¡Nunca Mas un México sin Nosotros!

Desde el inicio no ha vuelto marcha atrás, y es por eso que su pensamiento y sus demandas siguen siendo cobijadas no solo por los pueblos originarios de México, que se ven reflejados en el zapatismo, sino que también, su palabra encuentra sentido con el México harto de la corrupción de la clase política, del Narco Estado que violenta y arrebata la vida,  de la falta de justicia en el país y de la infinidad de demandas sin cumplimiento, la gran mayoría de ellas, demandas básicas como vivienda, educación, salud, seguridad, trabajo, techo, tierra, etc. Por muchas de estas razones el zapatismo sigue siendo el portavoz de la rabia y frustración contenida de una nación olvidada, violentada y explotada.

El zapatismo refrescó y recordó al México de abajo que aún hay por qué luchar. Para muchos de nosotros, el zapatismo es aún la apuesta más clara y crítica en esta crisis civilizatoria, donde el fortalecimiento de lo común, de nuestras asambleas comunitarias y de preservar la tierra y la vida, se convierte en el horizonte político por caminar. 

Todos sabemos que las historias de resistencias no han terminado desde hace 500 años, por eso, no quiero hacer parecer que admiro al zapatismo por pura buena voluntad. Mi propia historia, la de mi pueblo, alberga infinidad de dignas resistencias en el pasado y en los últimos cincuenta años, sin embargo, no puedo negar que la lucha zapatista nos regalo a los pueblos originarios, nuevas miradas, nuevas formas de nombrar conceptos que no sabíamos como denunciarlo, por ejemplo, el racismo, el olvido, el desprecio, la guerra contra los originarios, el asistencialismo que nos inunda en nuestras vidas, etc.  Por eso, me pregunto, que sería de nosotros, de nuestro país, sin aquel primero de enero de 1994.  Por su puesto que no hay respuestas a esa pregunta, pero si estoy segura, que la practica y coherencia zapatista que han hecho en sus 30 años de vida, nos permite encontrar nuevas veredas.

Desde mi visión, el zapatismo además de hacer su propia lucha, se ha comprometido seriamente a dar una resistencia junto con los pueblos originarios del Mundo y con colectivos, organizaciones, individuos, etc., que decidan luchar por la vida. Por eso, han trabajado tanto en comprender lo que pasa en el planeta. Ellos han hecho su propia lectura del mundo, y ahí, gentes de distintas geografías se han encontrado y coincidido.

Quien sigue pensando que el zapatismo fue un solamente un alzamiento armado, no ha comprendido la lucha zapatista.

Algunos dicen que el zapatismo es utópico, pues cómo creer que están construyendo muchos mundos donde quepan muchos mundos, pero como es su costumbre, ellos han comenzado a construirlos, les crean o no, les permitan o no. Pienso que más bien es que aun no creen que han iniciado (pues ya lo están haciendo). Mejor hay que decir, que caminar con el zapatismo es difícil, ya que eso significaría romper con la relación enfermiza paternalista que tenemos con el estado y la iglesia, con el poder y con el mercado. Si no existe ese corte por lo menos mental, es imposible comprender al zapatismo.

En este primero de enero de 2024, me alegro ver las imágenes de jóvenes y niños zapatistas, en una verdadera celebración. A pesar de esas imágenes tan esperanzadoras, mi mente no dejaba de comparar las imágenes de la guerra genocida contra el pueblo Palestino, donde vemos fotos y videos de niños mutilados, muertos por una guerra injusta. Por otra parte, veía las imágenes en Chiapas, donde los niños fueron el centro de esa celebración, donde se les veía bailar, correr, pasear en bicicleta, actuar en las obras que presentaron; ahí, su voz, su vida es muy importante. Tuve sentimientos encontrados al ver a niños (Palestinos-zapatistas) en diferentes geografías, en realidades tan lejanas. En mi memoria, guardaré el 30 aniversario del EZLN con la sonrisa de los niños zapatistas, por que así es como debe de ser, luchar por gozar de la rebelde alegría.

No sé hacer balances convincentes, no sé cómo convencerlos a ustedes que los zapatistas están haciendo muchas cosas bien. Por supuesto que hay retos y contradicciones, pero esos análisis no me importan este día, además como les dije, no se hacerlos. Solo quiero compartirles que, para mí siguen siendo esperanza, y siguen inspirándome para seguir resistiendo y no claudicar, porque ahora se que no terminaremos hasta que la dignidad se haga costumbre.

Rocío Moreno

Historiadora y defensora indígena coca de Mezcala, Jalisco, interesada en mostrar cómo las historias de vida están totalmente vinculadas a los proyectos que abanderan las resistencias en México, pues ¿qué son las resistencias sin la infinidad de historias de vida que las constituyen?

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