Historias de vida en las luchas de México

Rocío Moreno

El tren del despojo

Septiembre es un mes especial para la clase política mexicana. Salen a las calles, y realizan desfiles, honores a la bandera, gritan el nombre de los que lucharon hace más de doscientos años por liberarse de la corona española y terminan gritando enérgicamente ¡Viva México! Muchos mexicanos hemos dejado de celebrar esa fiesta de los de arriba, donde se fortalece un patriotismo superficial del ser mexicano, y se revitaliza al patético Estado mexicano. Paradójicamente, el grito de independencia es tan solo el espacio publico que utiliza la clase política en todos sus niveles (federal, estatal y municipal), para decirnos que ahí siguen y no buscan irse.

El presidente de México salió este 15 de septiembre ha celebrar la fiesta de los de arriba, en un país que desde hace décadas no tiene nada que celebrar, pero con la enorme indiferencia que le caracteriza a toda la clase política, salió y mostró su gobierno, sus rostros, los ejecutores de todo el aparato de Estado. La antesala de este festejo se mostró algunos días antes, donde en los titulares de los diarios principales de México, anunciaban que viajarían en el mal llamado Tren Maya para realizar los primeros recorridos de supervisión.

Fue impactante ver que se moviera y comenzará a transitar el mal llamado Tren Maya. Me indigna que la voz y las denuncias que han hecho las comunidades y organizaciones mayas, y también los pueblos de Oaxaca y Veracruz se han ignorado por completo. Los pueblos tienen sentencias, amparos, recomendaciones internacionales, etcétera donde se evidencia que, con el paso de ese tren, se han violentado los derechos de los territorios y los pueblos originarios del sureste mexicano. Sin embargo, y a pesar de estas irregularidades el proyecto avanzó y el gobierno de México en lugar de escuchar a los pueblos y organizaciones, emitió un decreto presidencial que declaro como obras de seguridad nacional e interés público al Tren Maya, al Corredor Interoceánico del Istmo y los aeropuertos de Palenque, Chetumal y Tulum, para garantizar su avance y así eliminar todos los esfuerzos de los pueblos por frenar este evidente despojo.

Falso desarrollo

El gobierno de la 4T llegó al poder con la encomienda de llevar a cabo el avance de Megaproyectos en todo el país. El más ambicioso de ellos ha sido el Tren Maya. La manera en la que avanza este proyecto fue gracias a la desmovilización social que realizó la 4T en México, a través de puestos de gobierno, becas y de la entrega de tarjetas financieras para el bienestar. No es molesto que la gente tome su dinero, sino lo indigno de cómo nos siguen tratando desde el gobierno para poder controlar e incluso hacernos pensar que las condiciones de vida están mejorando para el pueblo mexicano.

En el discurso del gobierno y de una parte de la población mexicana, se dice que este tren llevará progreso al sur de México, por la generación de empleos que se están dando. Sin embargo, este gobierno, al igual que los anteriores, no describe los verdaderos cambios que se generan con el ingreso del capital a nuevos territorios. Se les olvida decir qué tipo de trabajos se entregaran a la población y por supuesto que tampoco hay claridad sobre como las empresas se benefician y no los trabajadores. El problema como siempre, es que, en un sistema capitalista, cobijado por un Narco-Estado, el desarrollo solo puede y debe de enriquecer a unos poco, y eso necesariamente genera y hace más profundo el empobrecimiento de la gran mayoría de la población. Tenemos décadas, incluso cientos de años dejando entrar a las empresas, industrias, mineras, turismo, etcétera, con la única ilusión de que esas falsas promesas, puedan de alguna manera beneficiar a nuestros pueblos, pero, por lo contrario, se nos entregan nuevas formas de vida más precarias.

Etnocidio

La manera en la que el gobierno ha empleado sus relaciones con los pueblos originarios, ha sido controlada totalmente por ellos. Los planes de justicia que desarrollo en algunos de los pueblos de México, solo se generaron obras con las que ellos creen que hacen justicia a las comunidades, mientras que ignoraron y suavizaron las demandas profundas por la tierra, el agua y la cultura. Lo mismo paso con el mal llamado Tren Maya, ya que fue a los Mayas a los que se les negó su derecho a disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura. Esta es la razón por la que los pueblos del sur, más allá del pueblo Maya, están siendo víctimas de etnocidio. Y se confirma con el veredicto que emitió El Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, donde determinó que el Tren Maya es un proyecto ecocida y etnocida.

Ecocidio

Desde el anuncio del proyecto del mal llamado tren Maya, que mejor llamaremos el tren del despojo, se ha demostrado el ecocidio que se esta viviendo en el sureste mexicano. Y también vimos como han justificado el ecocidio por la supuesta generación de empleos que se obtendrán. Ha sido increíble ver como un gobierno ha justificado enérgicamente el despojo, etnocidio y ecocidio del sureste mexicano.

Se ha evidenciado la deforestación de más de 217 mil hectáreas de selva desde 2018, también se han señalado la entrada de megaproyectos, que significa la apertura de empresas extractivas, como las mega granjas porcícolas y avícolas, la minería, el tráfico de especies, el desarrollo inmobiliario, etc. Tampoco se habla sobre lo que sigue, el plan extractivista que se obtendrá a través del corredor interoceánico, y que, en conjunto con el tren del despojo, industrializaran todo el sureste y con ello, se modificaran las dinámicas milenarias de vida de las comunidades originarias.

Por esto, el Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza ha emitido una sentencia al gobierno actual a detener de inmediato las obras del tren con el fin de prevenir daños ambientales devastadores y proteger los derechos de las comunidades indígenas. Mencionan “la importante labor de los pueblos mayas como guardianes de su territorio, que incluye cenotes, cuevas, selvas, biodiversidad y cultivos tradicionales. Los mayas han demostrado ser protectores comprometidos con la preservación de su patrimonio natural y cultural. El veredicto destaca que, a diferencia de eso, las obras del tren, algunas realizadas por el Ejército mexicano, ocasionan daños en los derechos al agua, a la salud integral y a vivir libres de contaminación”.

Es desesperante ver como un gobierno no deja de caminar un proyecto que modificara la vida de todos los seres vivos del sureste mexicano. Las demandas de los mayas solo se escucharon fuera de su casa, de su país. Cada vez es más indignante vivir en un país que sostiene a un Narco-Estado que facilita el ingreso y la libertad del dinero, aunque cueste la vida misma de los que han estado ahí siempre.

El tren del despojo, muestra un gobierno sordo y soberbio, una sociedad confundida ante los espejismos de la imposición de una realidad, también se ve la violencia desmedida que nos habita y como el dinero sigue siendo el centro de la organización de nuestras vidas. También y solo a los que han decidido ver mas allá del discurso gobernista, se escucha la voz y dignidad de los pueblos del sur que luchan y enfrentan esta guerra injusta. Aunque este tren del despojo sigue avanzando, es muy importante no dejar de escuchar los señalamientos de los pueblos rebeldes del sureste mexicano, que, sin duda, en algún momento tendrán que encontrar las condiciones que los lleve de nuevo al camino de los pueblos, al lugar donde el progreso solo se entiende cuando es en comunidad.

Rocío Moreno

Historiadora y defensora indígena coca de Mezcala, Jalisco, interesada en mostrar cómo las historias de vida están totalmente vinculadas a los proyectos que abanderan las resistencias en México, pues ¿qué son las resistencias sin la infinidad de historias de vida que las constituyen?

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