Palabras sin reposo

Beatriz Zalce

Las múltiples voces de Nobuyo Yagui

Larga, delgada, refinada hasta en los gestos más simples, Nobuyo Yagui parece una flor. Regresa de la cocina con agua en vasos de vidrio soplado de borde azul y los ofrece como si estuviera por empezar la ceremonia del té en su natal Osaka en Japón. Pero en su hogar coyoacanense todo es tan mexicano, incluso ella. Viste ropa de casa, pero la puede uno imaginar en kimono. Por la ventana abierta entran voces y el pregón del afilador de cuchillos que el sordo busto de Beethoven, en un rincón de la sala, cerca del piano, no oye.

Esta mujer cuyo placer es cantar también es autora de varios libros El canto prohibido, ¿quién mató a Víctor Jara, El canto peligroso premiado por la Biblioteca Nacional de Japón, Así como soy, Reportaje de Pandora y Mari una novela sobre la invasión estadunidense a Panamá en diciembre de 1989.

Parece flor y es pionera, de las que abren brecha. Sus andanzas por México y Cuba, mochila al hombro, la convirtieron en la primera autora de guía para turistas japoneses en países tan “exóticos” como Cuba y México.

Además de etnóloga, intérprete y traductora, Nobuyo Yagui es, valga la redundancia, una activa activista social que con voz de soprano denuncia la corrupción del país del sol naciente por el mundo entero.

Recientemente presentó su cuarto disco, Antes de ti, editado por Pentagrama, la alternativa musical en México. El primer disco tenía un sabor medio argentino gracias a Cacho Duvanced. Pero Marcial Alejandro y Rafael Mendoza se encargaron que el segundo y tercer disco de Nobuyo (Esta mujer y Lágrimas) fueran bien mexicanos. Antes de ti es más cubano.

En 1982 Nobuyo llegó a México. Becada por Conacyt, se instaló en Guanajuato para estudiar Historia y Arte mexicanos, para perfeccionar su español. Se dice rápido, ella lo cuenta con detalle, a veces se “come” algún artículo o cambia la suavidad de la “ele” por el arrullo de la “erre”. Habla mejor el español que muchos jóvenes mexicanos.

-En aquella época, la década 80, la discriminación a la mujer era muy fuerte. Era muy difícil que una mujer trabajara en oficinas aunque tuviera buenas calificaciones. El papel de la mujer era apoyar a los hombres, sacar fotocopias, servir té. Para salir de ahí hacía falta ser muy profesional. Entonces yo elegí estudiar para traductora o intérprete: puedo ser profesional y trabajar sin ser apoyante.

Buscó un campo menos cultivado que el inglés, francés, el chino y el alemán. Optó por el idioma español. En México corrían los tiempos de bonanza financiera gracias al petróleo. La beca de Conacyt incluía el pasaje, la estancia, la universidad y hasta seguro social: “A mí me parecía maravilloso. Si no eras de una familia muy rica, era muy difícil estudiar en un país extranjero, además la discriminación a las mujeres… En Japón había un dicho: las mujeres son como pastel de Navidad… No funcionan después del 25, después de haber cumplido los 25.”

Sus papás no estaban totalmente de acuerdo que Nobuyo estudiara en el extranjero. Ella reproduce el diálogo: Mire, Papá, ya tengo pasaje, tengo conseguido todo. Usted no necesita gastar, por favor, me deja hacer lo que yo quiero.

-Llegas a México con esa beca e imagino que te parece un país de locos…

-¡Sí! -la respuesta le sale del alma y explica sonriendo: -Por ejemplo, me sorprendí que hubiera jefas o directoras y que no trabajaran solamente con un elenco de mujeres. Para mí era una sorpresa ver mujeres que mandan a los hombres siendo directoras. En Japón no que no existiera eso, pero era muy excepcional: quizás la hija de una persona muy importante o la esposa de un marido súper importante.

“Intenté estudiar sobre México antes de venir. Fui a biblioteca, compré libros de cultura azteca, maya, muy interesantes. Pero de vida cotidiana, social, no había, no existía. Estudié en la Universidad de Guanajuato, tú conoces, es una ciudad muy cultural, hay muchos eventos musicales, el Festival Cervantino y universidad invita a los artistas. Según libro que había leído, en México no existía otra cosa que la música de mariachis y trío Los Panchos. Pero llegué a Guanajuato y todos los estudiantes estaban escuchando a Irakere, a Silvio y a Pablo y bailaban son jarocho, entonaban a Los Folkloristas y a los Mejía Godoy, al Nuevo Canto.

“Viviendo en Japón yo nunca pude saber que las mujeres pueden mandar a los hombres y que en México existe mucha música. Me habían mentido, mucha mentira. Entonces pensé: hay que avisar a alguien de esto porque si no avisa, la gente no lo sabe.”

Nobuyo aprovechaba los fines de semana y las vacaciones para viajar. Mochila al hombro recorrió México. Al término de la beca regresó a Japón. Ya tenía escrita parte de un libro guía de México para estudiantes que incluía tips de hoteles a buen precio, cómo pedir comida así como datos históricos y culturales. Una editorial le publicó el libro que fue un éxito de ventas, pero Nobuyo quería conocer Cuba.

En Japón se decía que con la Revolución la música cubana había muerto. Ahora ella lo entiende como propaganda anticomunista: después de la perder en la Segunda Guerra, Japón era casi una colonia norteamericana…

-Fui a la embajada de Cuba en Japón para solicitar la visa. Ellos no tenían ninguna experiencia de dar visa turística a japoneses. Ni sabían si estaba prohibido o no estaba prohibido. No habían tenido ninguna oportunidad de dar visa a turista japonesa porque nunca nadie jamás había preguntado.

“Anduve de mochilera todo Cuba por casi un mes y medio, tomando autobuses, guaguas, por toda Cuba. Inclusive los cubanos se asustaron, no tenían un concepto de mujer mochilera, viajando sola. Silvio Rodríguez estaba preocupado por mí: “¿Estás loca? ¿No tienes miedo?” ¡Es peligroso!”. Pero Cuba no es peligroso, no hay problema -dice Nobuyo entre risas. La risa es parte de su conversación.

“Así viajé toda Cuba y otra vez fui a Japón y dije a editorial: Recorrí Cuba sola, de mochilera y ya tengo material. Ustedes tienen que sacar mi libro así, con fotos. Es el primer libro de guía de Cuba en Japón. A través de todas esas experiencias yo aprendí a viajar y también aprendí a escribir. El libro guía no es tan periodístico, pero hubo que preguntar a la gente, investigar la historia de cada ciudad, de cada zona para tener una idea.”

-¿Y cuándo cantar se volvió su placer?

-En Japón yo no cantaba porque yo pensaba ser intérprete. Pero cuando yo estudiaba en Guanajuato, por casualidad, una maestra de canto me escuchó cantar en una reunión estudiantil. Me recomendó que entrara a su clase para aprender canto. Yo dije que no: No pensaba ser cantante. A mí me gusta escuchar, pero no me interesa cantar. Entonces me dijo: Vale la pena venir a mi clase porque tú tienes acento horrible japonés, tú pronuncias muy mal. Te enseño fonética, pronunciación exacta y forma de respirar bien. No te insisto que seas cantante, pero si quieres trabajar como intérprete o traductora te va a servir esa experiencia. Así me convenció.

Dos meses después Nobuyo cantaba ópera como soprano, hablaba poco y se tapaba la garganta para cuidar su voz. Su maestra quería conseguirle una beca en Bellas Artes para que se dedicara al bel canto.

Nobuyo interpretaba también composiciones de Rafael Mendoza, de David Haro, de Mauricio Díaz. Un día Marcial Alejandro le preguntó: ¿Por qué no cantas más canción mexicana? ¿Por qué no te atreves? Ella se negaba: Sí me gusta, pero cantar yo, siendo japonesa, música mexicana, es como vender helado en Polo Norte…

-¡Ese chiste es mexicanísimo, Nobuyo!

Ella se ríe, una vez más, y sigue hablando: que Marcial también se rió e insistió, supo que La llorona era una de las favoritas de Nobuyo, pero que había frases que a ella, siendo japonesa, se le hacían ajenas. “Yo soy como el chile verde, Llorona”. Entonces él propuso: “Voy a escribir una nueva letra de Llorona para ti, Nobuyo”.

Marcial Alejandro hizo dos versiones y se las envió a Japón porque Nobuyo vivía allá y acá, acá y allá y de regreso y viceversa. Sobrevino la muerte de Marcial, tan inesperada como la tristeza tan grande que provocó. Un día, platicando con Clarisa, la esposa de Marcial, salió que tenía dos versiones inéditas de Llorona. Leonardo Sandoval escuchó eso y se puso al piano. Es una de las versiones que aparecen en el disco Lágrimas. Y hay qué decirlo: La interpretación de Nobuyo es una de las más estremecedoras: “Tus ojos son dos antorchas, Llorona, donde arden mil corazones… Los muertos buscan motivos, Llorona, para no dejar este mundo y yo por amarte vivo, Llorona, con este amor tan profundo…”. Y es que Nobuyo canta con el corazón, con la cabeza, con las manos.

Sus primeras presentaciones fueron en el ahora legendario “Arcano”. Ahí se reunían Marcial, David Haro, Óscar Chávez, Modesto López. Ellos apadrinaron, por así decirlo la vocación de esta mujer que se re-crea cantando.

-Su más reciente disco Antes de ti es cubanísimo…

-Sí -dice, un sí sin puntos de exclamación, pero sin puntos suspensivos. Afirma. Afirma sin aspavientos. -Alejandro Valdés conocía mi trabajo, preguntó: ¿No te interesa cantar música cubana? Claro que sí, a mí me encanta música cubana, es muy difícil pero sí me gusta. Alejandro quería hacer un disco rarísimo respetando el ritmo cubano, pero con compositores totalmente nuevos y que, simultáneamente tendría un sabor un poco exótico.

-La música es un lenguaje universal, pero ¿cómo darle el sabor requerido?

-En Japón siempre hay una afición grande por la música extranjera. Por ejemplo, en Japón hay muchos jazzistas muy buenos, grupos de salsa, de mariachi, de bossa nova, de tango también… Tienes razón: Sabor no es totalmente igual. Por ejemplo: Ahora en México yo voy a presentar este disco con músicos mexicanos, todos son preciosos, pero no tocan como tocan los cubanos; ahí ya tiene un cierto sabor mexicano, es otra versión. Eso me gusta. Cuando vaya a Argentina, prefiero trabajar con los músicos argentinos, aunque sea la misma canción le da otro sabor, diferente. Alejandro quería un sazón más “internacional”.

Como activista social Nobuyo se asume enemiga número uno de la corrupta Fiscalía Suprema nipona que es capaz de inventar culpas y delitos a los íncómodos y de cerrar los ojos ante flagrantes violaciones. Tiene claro que su trabajo como artista en foros internacionales y sus amistades le dan un margen de seguridad. Para ella no hay más importante que la educación, sobre todo cuando el único recurso con el que cuenta su país es el humano. Lejos están los tiempos donde los anuncios de Panasonic, Toyota, Sony, Toshiba eran el orgullo japonés y contribuían al auge económico. Lo dice con pesar: Huawei es chino, Samsung es coreano. Japón se durmió en sus laureles. ¿cómo pueden pensar los jóvenes en un buen futuro?

-Tuve mucha suerte. Pude estudiar en México, tener nueva idea, nuevo concepto que no existía en Japón en aquella época. Eso cambió mi vida. Pude escribir mis libros. Grabar discos. Tener amigos por todo el mundo. Ahora mi voz no sólo canta, también denuncia y demanda.

Beatriz Zalce

Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.

Una Respuesta a “Si hablamos de Resistencia…”

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