Juanacatlán, semilla para la resistencia
Juanacatlán en realidad se escribe y pronuncia Xonacatlan. Este pueblo formó parte del señorío de coinan del pueblo coca, quiere decir, que su origen se remite a tiempos inmemorables. Antes de la llegada de los colonizadores en el siglo XVI, Xonacatlan era una comunidad que acuerpaba el extenso territorio del pueblo coca, que con el paso de los años y sobre todo con el sometimiento que implicó la colonización europea en esta región, se desvaneció y enterró la raíz mesoamericana que existe. Poco se habla de este pueblo originario, poco hablamos de cómo en el pasado con el avance de la colonización se fueron fragmentaron ideas, pueblos; poco se habla de cómo en el presente con el avance capitalista nos fragmentamos y olvidamos hasta ni saber qué hacemos o quienes somos. La materialización de la colonización se vivió de maneras y condiciones distintas en todo lo ancho del país. En el occidente, concretamente con el pueblo coca fue devastador, ya que lo desarticularon, desalojaron a la mayor parte de cocanos de su territorio y obligaron a hablar el castellano o el náhuatl, por lo que en un poco más de cien años, lo coca se olvidó. Las comunidades que forman parte de este pueblo originario tienen una peculiar característica, son comunidades de agua, que viven de y en los ríos, lagunas, arroyos de su vasto territorio. Xonacatlan ha hecho su vida junto al río Santiago y decenas de arroyos que conforman su territorio. 500 años después esta un pueblo golpeado, fragmentado, desarticulado. Lo único que conservó es su vínculo con el río Santiago.
Vivir y hacer la vida a partir de este río es lo único que le permite a Xonacatlan volver a su origen. Este río es probablemente el río más contaminado de México por la enorme cantidad de tóxicos que la industria a vertido en él. Este envenenamiento de las aguas esta causando muerte en sus pobladores, fauna, flora, tierra de la región. Ahí en ese escenario de muerte es donde estas comunidades están reflexionando de qué fue lo que paso en la larga noche de los quinientos años. Definitivamente hay algunos pobladores que llevan ventaja, que son más atinados y que no necesitan de tanto para recordar. De esos hombres y mujeres es de los que quiero hablar, son los que hoy están dando una lucha por recuperar su vida, su río, su territorio, su memoria histórica y colectiva, sus siembras, su tranquilidad, su retorno al origen.
Ezequiel Macías Ochoa, originario de Xonacatlan, de 64 años, campesino, un hombre de la tierra me ha contado una historia conmovedora. El menciona que el inicio de este despertar fue cuando de joven comenzó a implementar una agricultura industrializada pues eso dicta el mercado y que el comenzó a usarla. Al poco tiempo de implantar esta agricultura, su cuerpo enfermo por el uso y exposición de los agroquímicos que se utiliza en la agricultura industrializada. Ezequiel enfermo, estuvo cerca de la muerte y con su voz y verdad que lo habita, me dijo que le hizo una promesa a la tierra “le prometí a la tierra que si me daba otra nueva oportunidad de vida yo iba a cambiar mis formas de trabajarla porque recordaba como mis padres y abuelos me enseñaron otra manera de trabajar la tierra.” Sentir cerca la muerte, le permitió a Ezequiel comenzar a indagar y volver a generar las condiciones de vida con las que gozaban anteriormente.
Somos parte de una resistencia
Ezequiel no anda solo, poco a poco van recordando más que Xonacatlan es un pueblo indígena que ha vivido históricamente sobre los márgenes del rio Santiago. Que su territorio es noble y abundante y que se siembra la milpa, hortalizas y se hace ganadería. El territorio es abundante con mucha vegetación, mucha vida y comida, está el rio, la montaña, el valle, se siembra maíz, frijol, calabaza, hortalizas, hay árboles frutales y ganadería, para Ezequiel esas tierras se hacen un paraíso. Por eso es la lucha y por eso no pueden permitir el arribo de las industrias y que sigan instalándose al margen del río. Xonacatlan está a un costado del poblado de El Santo, Jalisco, un municipio industrial que alberga mas de 700 empresas industrias que contaminan cotidianamente al rio, a los pobladores y a todos los seres vivos que habitan esa región. Ambas localidades, El Salto y Xonacatlan, han caminado juntas y van convocando a todas las comunidades que viven al margen del río Santiago para comenzar la larga lucha por recuperar la vida en sus tierras.
Para Ezequiel es muy importante conservar el territorio porque de ahí depende la vida de toda la población, “No podemos seguir viviendo en un territorio dominado por la industria y proyectos que nos están invadiendo.” Desde el poblado de Xonacatlan se ven las enormes industrias instaladas en el poblado de El Salto. Imagino que ha de ser desesperanzador para los nativos de Xonacatlan ver como esta llegando el veneno industrial en los márgenes de su pueblo. La lucha de Xonacatlan, es frenar e impedir que la industria llegue a su pueblo. Xonacatlan tiene un bosque que representa la vida, aun hay flora y fauna abundante, hay agua, hay siembras milenarias, hay vida en su territorio.
Don Ezequiel como campesino que ha prometido a la tierra trabajarla para generar condiciones de vida, es que se ha acercado a la agroecología, pues dice que “es la reconstrucción de nuestras vidas, es el hacer y quehacer cotidiano de nuestros alimentos propios de la región que hoy en día son también amenazados por toda la industria química que genera producción de monocultivo y la agroecología nos da esa posibilidad de seguir conquistando y sembrando nuestras vidas con el maíz, frijol, calabaza, hortalizas, árboles frutales e intentar compartir con otras generaciones que son las que nos van a dar fortaleza y continuaran siguiendo parte de este territorio.” Ezequiel va caminando de pueblo en pueblo con el mejor ejemplo que es la practica y demostrando que otra vida es posible. Cuando lo escucho hablar me doy cuenta de que son de las pocas cosas que podemos hacer para cambiar nuestra forma de habitar el mundo.
Hay otras luchas que NO depende de nuestras prácticas, que son las más abundantes y amenazadoras. Xonacatlan ahora deben de implementar una lucha para impedir que se instale una termoeléctrica y un gasoducto que permitirá que la industria crezca a pesar de las condiciones de muerte que ya ha generado a miles de pobladores de la región. Xonacatlan ha dicho ¡No a la termoeléctrica y el gasoducto! Si se realizan ambos proyectos “se terminarán el agua limpia que nos queda para que ellos sigan creciendo en su riqueza, y no se han hartado aun en este momento de seguir enriqueciéndose con la misera de los pueblos que nos encontramos aquí en el territorio y que hoy en día tienen arriba de 20, 000 millones de dólares que se llevan por la producción que generan sobre los márgenes de este rio. Y este rio está muerto, hoy está sin vida y que hoy los habitantes hemos puestos los muertos porque somos enfermos, hemos perdido la salud, y el Estado no da una pizca de atención para estas poblaciones que han sido masacradas por el capitalismo.”
Xonacatlan como en los viejos tiempos se encuentra en peligro. Uno de los enormes problemas de este país es que el sometimiento y la violencia sistemática, cotidiana que han tenido que soportar los pueblos por cientos de años es que no logran recuperarse de los múltiples golpes recibidos. Nuestros pueblos están cansados, algunos agonizan, también otros se impulsan con fuerza, o mejor dicho todos desde el cansancio y el dolor, no dejan de resistir para no perderse y dejar de existir.
Rocío Moreno
Historiadora y defensora indígena coca de Mezcala, Jalisco, interesada en mostrar cómo las historias de vida están totalmente vinculadas a los proyectos que abanderan las resistencias en México, pues ¿qué son las resistencias sin la infinidad de historias de vida que las constituyen?