Palabras sin reposo

Beatriz Zalce

“Humanidad en acción: la Brigada Médica Henry Reeve”

“Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades. Las decenas de miles de científicos con que cuenta nuestro país, sus médicos, han sido educados en la idea de salvar vidas. Nuestro país será capaz de enviar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo -dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro el 19 de septiembre del 2005 al crear la Brigada Henry Reeve. Después de una pausa breve como un parpadeo, agregó: -Médicos y no bombas”.

Así empieza el documental Humanidad en acción: La Brigada Médica Henry Reeve dirigido por Joaquín Guzmán y producido por Lourdes Rueda, Sol y Sombra y Concuerda Films que recién se estrenó en el Foro al Aire Libre de la Cineteca Nacional.

Médicos de bata blanca como las palomas de la paz que se posaron sobre los hombros de Fidel y Camilo cuando entraron a La Habana hace 61 años, portan la bandera cubana tan amorosamente como se carga a un bebé. La izan y entonces ondea ese “rubí, cinco franjas y una estrella” que representa la solidaridad e internacionalismo cubano. Los médicos de la “Henry” llevan su bandera a países que han sufrido terremotos, desastres graves, feroces epidemias. Cuba no da lo que le sobra sino que comparte lo que tiene con los más necesitados. Así han estado en Guatemala, Bolivia, Perú, Chile, Nicaragua, Ecuador y Haití. Intervinieron en la lucha contra el ébola en África Occidental: Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry y han llegado a lugares donde no había estado antes ninguna representación diplomática cubana como Nepal y Pakistán. A México han venido dos veces: en el 2017 tras el terremoto y hace poquito debido a la pandemia de Covid 19.

Apenas se había constituido la Brigada Henry Reeve que el huracán Katrina devastó la ciudad de Nueva Orléans. Ellos ofrecieron su ayuda. El gobierno estadunidense la rechazó.

La mejor manera de decir es hacer, decía José Martí y así lo han entendido Lulú Rueda y Joaquín Guzmán. Se quieren, se apoyan mucho mutuamente, han formado una familia y ambos miran en la misma dirección. Sus hijos Marco y Ximena participan también en el documental.

Si en Cuba les han abierto las puertas de sus casas y de su corazón es porque ya los conocen de tiempo atrás. El primer documental que hicieron en la isla fue en 1993: Cuba, una esperanza que no debe morir; le siguió Hasta la victoria siempre, comandante sobre el Che Guevara. Vino El crimen de ser dignos: cinco historias de amor que trata sobre los cinco cubanos acusados de ser espías y presos en Estados Unidos. Luego realizaron El CIREN. Espacio donde la ciencia y el amor se encuentran. CIREN quiere decir Centro de Investigación Neurológica. Al poco presentaron La Colmenita en México sobre este centro de educación artística para niños. Anterior a Humanidad en Acción es Despertar. Joaquín oyó una canción que lo emocionó profundamente: Despertar o He aprendido a leer y escribir: “Llevamos con las letras la luz de la verdad”. Ni tardo ni perezoso se entrevistó con Margarita Dalton quien había sido alfabetizadora en la Cuba de 1961 y había pronunciado discursos al lado de Fidel y el presidente Dorticós.

Por su parte, Lulú llegó a Cuba a principios de los 90 becada por la Secretaría de Relaciones Exteriores para estudiar Danza. Vivió allá con una familia, compartió el plato de moros y cristianos, tomó la guagua, vivió como todos los cubanos. No es ninguna turista, pues.

Nuevamente una frase de Martí viene a colación. El sol quema con la misma luz para todos. Sin embargo, unos deciden ver la luz y otros le buscan las manchas al sol. Los documentalistas ven la luz de Cuba en las escuelas, en los hospitales y en lo mucho que hay que defender.

“La mejor manera de decir es hacer” decía también José Martí. Lulú y Joaquín entrevistaron a varios de los médicos que estuvieron en Oaxaca tras el terremoto de septiembre del 2017. La gente de a pie que lo había perdido todo trataba de salir adelante en medio de los escombros de sus casas y sus sueños. Los integrantes de la Brigada Henry Reeve -la gran mayoría de origen humilde que pudieron estudiar gracias a la Revolución, tener varias especialidades médicas y laborar en los mejores hospitales de Cuba-, los atendían, los escuchaban con el corazón, se identificaban con ellos pues tratan a los demás como si fueran ellos mismos.

La mirada, es decir la cámara de Lulú y Joaquín, los sigue a todas partes, entra a una de las tiendas de campaña del campamento. Bajo el catre hay unas cajas de cartón cerradas con la ayuda de un mecate. No hay ningún lujo. Sólo una vocación a prueba de calores, lluvias, moscos y tierra hecha polvo.

La joven doctora mexicana que estudió en Cuba una especialización en Oftalmología, Mariana Arroyo Tiburcio, no deja de sorprenderse. Les cuenta a Lulú y Joaquín, nos hace saber lo que sabemos: que los mexicanos tenemos fama de arreglar casi todo con ingenio, usando un alambrito, pero comparte su sorpresa, su admiración por sus maestros: ellos muchas veces hacen magia y ni alambrito usan.

Al Istmo de Tehuantepec llegaron especialistas quirúrgicos, neurocirujanos, ortopedistas, traumatólogos, ginecobstetras. Lo que más se necesitaba en esos momentos dada la situación. El Dr. Orestes López Piloto practicó la primera neurocirugía en el Istmo, en un hospital que tiene más de 60 años de fundado. Afirma que es poco lo que se necesita para atender a la gente y mucho lo que se puede resolver.

El Dr. Norbery Rodríguez de la Paz explica que antes de ser médico es cubano. Cuando lo han llamado para ir a cumplir una misión especial él dice que sí. Así pasó el 1° de mayo del 2014, él se preparaba para ir al desfile por el Día Internacional del trabajo lo llamaron para ir a Nepal, a Katmandú, donde permaneció tres meses “colaborando” dice él, en condiciones extremas.

Hace casi cuatro años lo llamaron cuando estaba en quirófano. Le preguntaron su disponibilidad a sabiendas que él iba a contestar que sí, dados su amor y vocación de servicio. Le dijeron que había que ir a México. Su respuesta fue “Allá estoy”, como quien dice “¡Voy volando!”. Otro hubiera dicho aunque sea “Pérenme tantito”.

Al llegar a Oaxaca hicieron equipo con el Dr. Germán Luis Guzmán, un exalumno de varios médicos de la Brigada: Había estudiado en Cuba dos especialidades. Se había regresado para poder ayudar a su gente y pidió colaborar con sus antiguos maestros. Fue muy emotivo para todos ellos compartir quirófano, atender a la población juchiteca que no se cansa de agradecer los cuidados, la atención, los consejos. “No se quede sentada más de media hora en la máquina de coser”, le dicen a Helena Ordaz Álvarez, bordadora juchiteca. Ante su desconcierto le explican que cada media hora debe ponerse en pie, caminar unos pasitos, estirarse antes de retomar la confección de los hermosos huipiles de flores o grecas como el que ella misma luce.

Lulú y Joaquín platicaron con todos. Con Norma Calvo quien agradeció en zapoteco la presencia de la Brigada, con Yamil Azcón Bolaños, el muchacho cocinero que ya había estado en Bolivia del 2014 al 2017 cocinando para los galenos, con la Dra. Naivis Martínez Despeigne, anestesista, a quien dos cosas la impresionaron mucho: una mujer que acababa de dar a luz y estaba muy grave pues tuvo una hemorragia muy fuerte. Sin embargo, su amor por su bebé le dio fuerzas para amamantarlo. La tuvieron que llevar a un hospital, cruzaron La Ventosa en ambulancia. Pero llegaron con bien y madre e hijo se salvaron.

A lo largo del documental se escucha la guitarra de Mauro Ramos interpretar Yo vengo a ofrecer mi corazón de Fito Páez. El Coro Infantil “Estrellita” interpreta la canción completa. El cartel que promociona al documental es obra del artista plástico Noé Rodríguez quien a través de los blancos y negros del grabado reproduce escenas cotidianas para los integrantes de la “Henry”: Un médico ausculta un bebé sostenido por su madre. Sobre su casco y su bata destaca la bandera cubana. Varias personas se acercan para ser atendidas. No es el primer trabajo de Noé con Rueda y Guzmán. Hizo también el cartel de El canto prohibido del 68 en México.

La Brigada Médica Henry Reeve ha sido nominada para el Nobel de la Paz. A sus integrantes eso los tiene muy sin cuidado. Ellos se hicieron médicos para ayudar a los demás. Agradecen los reconocimientos que han recibido por parte de distintos gobiernos, pero ahí queda. De llegar a obtenerlo, consideran que a quien se le da o a quien se le debe es a Fidel. En todo caso se sienten más involucrados con la Campaña Continental de Solidaridad con Cuba: ¡Por un millón de jeringuillas para la vacunación del pueblo cubano!

Beatriz Zalce

Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.

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