“Fonoteca Nacional Autónoma”
La idea ya la tenía desde antes, pero se le volvió urgencia en septiembre de 1984 a raíz de la inundación que volteó el refrigerador de su casa, arruinó los muebles de la sala, le hizo tirar sus libros de arte vueltos lodosos amasijos de papel. Amorosamente, Maruxa Salas, entonces su compañera, se ocupó de resolverle la cotidianidad secundada por su hermana Jenny y por Gabino Palomares. Mientras, él se dedicó a limpiar una cinta de carrete abierto, no sabía ni cuál: la caja se había vuelto una masa deforme y la información escrita cuidadosamente con pluma fuente resultaba ilegible. Ahí estaba resguardado su trabajo de campo: Veinte años recorriendo el país y el continente cargando micrófonos y cintas, armado siempre con la mejor grabadora que su presupuesto de músico independiente, fundador del grupo Los Folkloristas, le permitía.
Después de varios días de trabajo, la cinta quedó limpia. René Villanueva estaba nervioso, debilitado por la tifoidea (ay, mijita, no nos inundamos con agua potable). Puso la cinta en el equipo de sonido. Cerró los ojos. Tenía la boca seca. Segundos después escuchó el Son del Fandanguito de la Boda Huasteca. Poco le faltó para brincar de gusto. Su fonoteca estaba ahí, intacta, siempre y cuando limpiara pronto, centímetro a centímetro, las más de 400 cintas de carrete abierto, con sumo cuidado, cambiando de trapito cada tanto. Por eso fue muy simbólico que el primer disco que sacaron Ediciones Pentagrama y el IPN con grabaciones de campo de René, acompañadas de un libro, fuera precisamente La Boda Huasteca.
Dedicó al rescate de su acervo sonoro jornadas de 14, de 16 horas diarias, de lunes todos los días durante más de cuatro meses. Volvió a escuchar su fonoteca, a viajar a través de la música y el recuerdo a lo largo y ancho de nuestro país y del continente.
Radio Unam le facilitó cajas y carretes para las cintas que se reembobinaron en sus instalaciones.
Al poco empezó el peregrinar de Villanueva ofreciendo donar una copia de su acervo fonotecario. Nadie se apuntó. Ni Radio Unam donde había producido las series “Fonoteca Hellmer” (en recuerdo de José Raúl, el gringo jarocho, el etnomusicólogo y antropólogo, autor del Archivo de Musicología del Instituto Nacional de Bellas Artes) y “Letra y música en América Latina” de 1969 a 1979. Ni Radio Educación que transmitió esa misma serie, en su segunda época, de 1979 a 1983. Vamos, ni el INAH en donde dirigió la serie de discos…
A fines de 1988 presentó al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes el proyecto para la creación de una Fonoteca Nacional con personalidad jurídica propia a fin de evitar que se convirtiera en un juguete sexenal o coyuntural; que tuviera la infraestructura técnica necesaria para ejercer sus funciones de acopio, grabación, preservación y difusión del acervo fonotecario. René soñaba que llegaría el momento en que la Fonoteca Nacional transmitiría programas de radio y televisión, impartiría conferencias, tendría un espacio para conciertos, biblioteca y museo de instrumentos. Periódicos como La Jornada y Excélsior estaban muy al pendiente de los pasos de Villanueva. Pronto se les sumó El Financiero.
En octubre de 1989, en la librería El Juglar, René y yo organizamos unas mesas redondas para generar una corriente de opinión en apoyo de la creación de la Fonoteca Nacional. No se trataba de darle gusto a René Villanueva sino de resolver una deuda con el patrimonio cultural intangible.
El compositor Mario Kuri Aldana fue muy claro al decir que es un pecado dejar que se pierda la memoria, porque es como si nos dejáramos morir poco a poco como cultura y como país. La cantante Amparo Ochoa puso énfasis en la necesidad de un decreto o ley, para primero crear la Fonoteca Nacional y luego preservarla como institución autónoma y cuidar su acervo.
El director de orquesta Luis Herrera de la Fuente, quien se asumía sobre todo como limosnero cultural pues siempre andaba solicitando dinero para poder fotocopiar las partituras para toda la orquesta y tener los atriles necesarios para cada músico, dijo: “Ninguna institución cultural en México tiene el presupuesto necesario. Difícilmente lo va a tener porque la Cultura siempre está creciendo y siempre le va quedando chica la ropa. Se requiere de ciertos apoyos económicos que le den libertad y autonomía.
Víctor Roura, periodista y poeta, absolutamente melómano, vio en el proyecto de creación de la Fonoteca Nacional la posibilidad, por fin, de democratizar la música. Por su parte, el escritor Juan Villoro, todo mundo sabe de su amor al rock y al futbol, consideró que la Fonoteca Nacional para ser tal debía documentar un archivo de la palabra, dedicarse a la labor etnográfica de recoger las distintas voces de cuenteros, escritores e incluso locutores de radio y cronistas.
Después de eso hubo reuniones oficiales, dimes y diretes, largas al asunto y luego nada, nada de nada durante varios años. Cuando Cuauhtémoc Cárdenas llegó a la Jefatura de Gobierno capitalino en 1997, René Villanueva le presentó la propuesta para crear la Fonoteca de la Ciudad de México. El Ingeniero estuvo muy interesado y muy de acuerdo; le encargó a su secretario particular le diera seguimiento. Éste hizo lo propio con un funcionario de segundo nivel. René anotaba en las tapas de un folder que resguardaba el proyecto nombres, cargos, teléfonos, números de fax, de viper, direcciones… Cual Sisifo volvía a explicar de qué se trataba el proyecto a funcionarios cada vez de menor rango.
René murió en junio del 2001. La Fonoteca Nacional se abrió en diciembre del 2008. Entrando, a la derecha, se encuentra la Galería René Villanueva. Convive con las salas Thomas Stanford, Henrietta Yurchenko. Hay audiotecas, salas de lectura, el “jardín sonoro”, instalaciones magníficamente equipadas a nivel humano y tecnológico para la preservación de materiales sonoros, su óptimo almacenamiento, copiado y catalogación. Le hubiera encantado a René ver su sueño hecho realidad.
A fines del 2020 el “encanto” se rompió: se tuvo noticia de que se daba al traste al futuro de nuestro pasado y presente sonoro. Con la mano en la cintura se recortaría el presupuesto asignado a la Fonoteca Nacional en un 80%. Golpe bajo. Tiro de gracia. No dejar piedra sobre piedra en nombre de la austeridad republicana de la 4T.
Desde entonces, la bien timbrada voz de Mario Díaz Mercado suena una y otra vez en tu cabeza. Revives la escena ocurrida en 1989: René sostenía que la Fonoteca Nacional duraría lo que durara el país. “¿Tan poquito?” ironizó Mario.
Escuchas opiniones: “Fue el juguetito para tener contento a Rafael Tovar y de Teresa”. “La secretaria de Cultura no dijo nada porque la orden viene de la Secretaría de Hacienda”.
Más de 400 firmas se alzaron contra el recorte a la Fonoteca Nacional: Alfredo López Austin, Mario Lavista, Juan Villoro, Pedro Valtierra, Angélica Abelleyra, Roger Bartra, los herederos de Eduardo Mata, Discos Corazón… Más de 400 voces… Como cenzontle, la carta signada afirma que rebajar el presupuesto de la Fonoteca: “Es un crimen contra la cultura que echa en saco roto muchas horas de trabajo y aprendizaje. De ser puesta en marcha esta reducción se atenta contra el patrimonio y la historia de México y se pone en riesgo un proyecto que ha colocado a nuestro país en un lugar muy alto a nivel internacional y único en Latinoamérica. Demos marcha atrás a este golpe bajo a la Fonoteca Nacional”.
La Secretaría de Cultura, por su parte, señaló que el presupuesto de la Fonoteca se ejerce “bajo los principios de austeridad, responsabilidad y transparencia”. A los empleados cesados se les prometió ser recontratados de marzo a diciembre unos, de julio a diciembre otros, pero con la disminución de sus funciones y una reducción de entre el 30 y el 50% de su ingreso respecto al 2020. Entretanto Pavel Granados, titular de la Fonoteca, aseguró que “se diseña un plan de trabajo que permita ajustar el presupuesto operativo y orientarlo para garantizar en todo momento las actividades sustantivas de la Fonoteca Nacional”.
El periodista Gerardo Ochoa Sandy en su colaboración para Letras Libres del mes de enero denunció: “Esta vez, el despido o “no recontratación” fue justificado por la austeridad, como sucedía en el pasado, y por la contingencia sanitaria derivada de la pandemia de Covid-19. La austeridad, en el caso de la Fonoteca, se remonta a 2014, año desde el que su presupuesto no ha dejado de ir a la baja…”.
¿Qué está en riesgo? Más de 439,000 soportes sonoros que van desde cilindros de cera como en los que grababa Nabor Hurtado, cintas de carrete abierto usados por José Raúl Hellmer, Thomas Stanford, Henrietta Yurchenko y tantos más y considerados Memoria de la Humanidad por la UNESCO, discos analógicos, discos compactos, casettes, DAT, mini disc…
Ahí están las voces de personajes históricos de México como Porfirio Díaz, José Vasconcelos, Diego Rivera, Gerardo Murillo el Doctor Atl, David Alfaro Siqueiros, Carlos Monsiváis, por mencionar sólo algunos; narraciones y crónicas de acontecimientos relevantes, sonidos de la naturaleza, de ambientes rurales y urbanos, testimonios de lenguas nativas, escenificaciones dramáticas, oficios en peligro de desaparecer, programas de Radio UNAM y Radio Educación y música de todo tipo es sólo parte del material que la Fonoteca ha rescatado, preservado y puesto a disposición del público.
La Fonoteca Nacional alberga también las colecciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, el Instituto Mexicano de la Radio, la Dirección General del Virreinato, Radio 620, Centro de Estudios Económicos, Instituto Nacional de Antropología, la Dirección de Radio y Televisión, la Embajada de Francia, el Museo de Arte Moderno Alvar y Carmen Carrillo Gil, Cineteca Nacional, Filmoteca de la UNAM, Fundación Gurrola, Casa del Lago, Festival Internacional Cervantino, Dirección General de Literatura, Gustavo García, Eugenio Toussaint, Modesto López, Carmen Aristegui, Elena Poniatowska, Elvira García, Froylán López Narváez, Humberto Musacchio, Pepe Romay, Manuel María Ponce, Julián Carrillo, Blas Galindo, Ricardo Bravo, Eduardo Mata, Juan Arturo Brennan, Alberto Zuckermann, Luis Herrera de la Fuente, Salvador “Chava” Flores, entre muchos otros. Nuestro pasado y presente. Nuestra historia al borde del abismo en aras de la austeridad republicana.
Si la Fonoteca Nacional se volviera autónoma tendría la facultad de obrar según su criterio, con independencia de la opinión o deseo de otros y de las veleidades gubernamentales. Al Igual que la Universidad Nacional Autónoma de México podría administrar su patrimonio.
En 1929 se declaró la autonomía universitaria y se quedó garantizado en la constitución en 1979. Sobra decir, pero se dice con orgullo Puma, que es una de las mejores universidades de América Latina. Tiene la capacidad de autogestionar su presupuesto, administración y currículo sin interferencia gubernamental. Muchas universidades del mundo son autónomas. Muchos organismos internacionales dedicados a la cultura lo son también.
Hay que revisar el caso del Museo del Estanquillo y el Frida Kahlo, el MoMa y el Metropolitan Opera House de Nueva York, el Thyssen de España. No viven de las entradas de los visitantes. Se financian con donaciones que invierten y multiplican. Habría que legislar sobre la promoción del mecenazgo en México…
El proyecto inicial de René Villanueva lo consideraba: “la creación de una Fonoteca Nacional con personalidad jurídica propia a fin de evitar que se convirtiera en un juguete sexenal o coyuntural”.
Beatriz Zalce
Premio Nacional de Periodismo por su labor cultural en Desinformémonos. Catedrática de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM.
Que buen recuento! Joan es un gran personaje…