Enterrar al anarquista Alfredo Cospito en prisión
Era el 16 de marzo. Era 2003. Estamos en Milán, en el barrio Ticinese. Manos fascistas volvieron a matar después de 25 años, tras el asesinato en Via Mancinelli de Fausto e Iaio, jóvenes frecuentadores del Centro Social Leoncavallo. Davide Cesare conocido como Dax fue apuñalado 13 veces y cayó ensangrentado frente al Tipota, un bar de barrio. Las ambulancias llegaron bastante rápido, junto con los coches de policía. Llegaron otras ambulancias, porque los heridos eran más que solo Dax, fueron bloqueados por vehículos policiales.
Luego, en el hospital San Paolo, los amigos y compañeros de Dax sufrieron la brutal y violenta represión de los agentes. Muchos vestidos de civil, armados con bates de béisbol, otros de uniforme. Cargas dentro y fuera del hospital. Al día siguiente, ante las quejas de los presentes y de quienes veían el trabajo demente de la policía y los Carabinieri, el jefe de Policía dijo que los amigos de Dax querían llevarse el cuerpo de David.
Esa noche pasó a la historia como la «noche negra de Milán». 20 años después del asesinato de Dax, y 45 después del asesinato de Fausto e Iaio, al menos 7.000 personas han cruzado las calles de la capital de Lombardía para decir no a la violencia fascista mientras el gobierno del país está dominado por hombres y mujeres de los Hermanos de Italia, un partido de derecha que remite al neofascismo (no al fascismo de Mussolini) posterior a la Segunda Guerra Mundial y por tanto al Movimiento Social Italiano. Una manifestación importante y militante que vio el gran protagonismo de un componente más joven. Una manifestación nacional que permitió a la ciudad vivir un momento coral y de diálogo entre diferentes componentes del movimiento, momento que no se veía desde hacía varios años. Dos pequeños signos de una posible recuperación en la construcción de un conflicto social necesario pero no suficiente para cambiar el mundo.
Mientras tanto, continúa la huelga de hambre del anarquista Alfredo Cospito contra la 41bis y el impedimento de cadena perpetua. Alfredo va y viene entre la prisión y el hospital penitenciario de Milán, donde fue trasladado por motivos de salud. Su lucha continúa mientras el debate en el país sobre el tema lamentablemente se ha apagado junto con las distintas instancias de los tribunales que han decidido enterrar a Alfredo en prisión sin cuestionar una forma de encarcelamiento más parecida a la tortura que a una forma de justicia.
Andrea Cegna
Autor de narrativas heréticas, historias de resistencia y alternativas, visiones asimétricas sobre el capitalismo europeo.