Romper el Cerco

Andrea Cegna

Marzo también es mañana

Una marea, o más bien un tsunami. El movimiento feminista en Argentina es la forma más viva y radical de oposición a Milei. Y lo sabe también el nuevo presidente que, hablando en Davos, dijo que el feminismo es justicia social. Un reconocimiento que da cuenta del profundo odio que la elite capitalista siente por quienes trastocan la lógica de reproducción de la sociedad dominante, desquiciando y denunciando uno de sus ejes principales: el patriarcado. La potencia feminista en Argentina, sin embargo, a partir de la violencia machista sistémica, y su cuestionamiento, se hace movimiento que habla de justicia social y económica.

El 8 de marzo se habló y se gritó contra las políticas que llevan a millones de personas al hambre, a la imposibilidad de una vivienda digna, a la violencia policial contra los pobres y los que se manifiestan. En la plaza estaba el mestizo que no olvida que el país es una mezcla de culturas, donde también están los mapuche y otros pueblos originarios que primero la conquista europea y luego la migración occidental no borraron. Y si el 8 de marzo hubo todo un pueblo unido por la capacidad de diálogo y de trabajo en red de las distintas instancias feministas, estos movimientos también intentaron mantener unida la plaza el 24 de marzo, día en que recordamos el inicio de la dictadura cívico-militar-eclesiástica que comenzó en 1976.

Hubo más de un momento en que se saboreó el gusto de ver marchar juntos nuevamente, a los pañuelos blancos de las dos líneas de las Madres de Plaza de Mayo, y con ellos a los pañelos verdes y violetas que simbolizan las luchas feministas. Sólo antiguas divisiones y cálculos políticos han impedido la unidad del 24 de marzo de 2024, con el lema común «son 30 mil». La belleza y la fealdad de un mundo, el de la izquierda, capaz de crear inmensos sueños colectivos pero también de perderse en trágicas nimiedades. Argentina es un país a la deriva, donde la gente pasa hambre a pesar de producir alimentos para 400 millones de personas, diez veces la población local. Un país traicionado por la política institucional y vendido pieza a pieza por el capitalismo transnacional. Quienes fueron empujados por los movimientos sociales para echar a Macri, no supieron transformar la rabia colectiva en un cambio de ritmo político, y sobre los escombros sociales se levantó el grito violento de quien, sin haber estado nunca en política, promete cambiar el país……vendiéndolo.

Del abismo surgió Milei, como pasó antes con Bolsonaro, con Trump, con Meloni. Los feminismos, sin embargo, nos recuerdan que hay quienes resisten, que luchan, y que no se limitan a decir NO e intentan, día a día, poner colores en el lugar del gris y construir así el mundo que necesitamos, uno digno. El marzo argentino fue un marzo poderoso, y todavía no terminó. Marzo en Argentina sigue siendo mañana, está en la próxima huelga general, en la nueva escuela ocupada, en los piquetes en defensa de la empresa estatal de comunicaciones Telam, y en las demás actividades públicas que Milei quiera cerrar. Marzo también es mañana, gracias al movimiento feminista y su determinación de ser y exigir justicia social.

Dejar una Respuesta

Otras columnas