Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

El GIEI y la lucha por la verdad: nunca más una acción genocida en México

GIEI: un arma noviolenta por la verdad

Acaba de irse el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de México, mismo que llegó al país en 2015 como parte de una medida cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, esta vez se van por un tiempo definitivo o indeterminado, lo que en mucho dependerá de la capacidad de trabajo y presión política de la sociedad civil nacional hacia el gobierno y las FFAA. Esta acción genocida (la orden fue “desaparecerlos a todos”) de Iguala del 26 y 27 de septiembre del 2014, no es sólo un hecho social que involucra a esa región -como el gobierno de Peña Nieto quiso hacer creer enseguida-, y tampoco sólo a México, sino que se inserta en un contexto mundial de lucha contra el genocidio: la más inhumana de las acciones de nuestra especie. Justo también, en estas fechas, recordamos los dos hechos históricos genocidas más inhumanos donde en minutos murieron más personas: 78 mil en Hiroshima (6 agosto) y 27 mil en Nagasaki (9 agosto).

Y, por supuesto, esta acción es también una fotografía perfecta de lo que realmente es la tan falsa “guerra al narco”: un contubernio total entre autoridades gubernamentales de todos los niveles, delincuencia organizada nacional y trasnacional, empresarios, fuerzas armadas y aparatos de inteligencia legales e ilegales, sociedad civil empleada del delito.

Hace 7 años escribí aquí el artículo “El GIEI se fue porque nos dejamos” (https://desinformemonos.org/el-giei-se-fue-porque-nos-dejamos/), donde reflexionaba acerca de una decisión unilateral del gobierno de Peña Nieto, que empezaba a sentir las brasas bajo sus pies por los primeros avances fundamentales de este equipo investigador, y las hipótesis de pistas sobre el 5º camión a Chicago y el cuartel militar de Iguala. Frente a esa decisión de no renovarles el mandato, nosotros -grupos de todo tipo de la sociedad civil- asistimos casi pasmados y fatalistas –en obediencia ciega- a esa orden de arriba, construida totalmente en forma unilateral e impune. Sólo los padres y madres de los 43 estudiantes –con los grupos más íntimamente aliados- se mantuvieron en pie de lucha, enfrentaron esa decisión, lograron revertirla y gracias al cambio de gobierno en México pudieron hacer que el GIEI regresara y avanzara hasta los actuales niveles de búsqueda de la verdad.

Ahora la situación es diferente: es el GIEI -con los dos integrantes que han permanecido: Angela Buitrago y Carlos Beristain- quien ha tomado la decisión de retirarse pues han topado con un muro en cuanto a la disponibilidad de archivos y documentos claves para avanzar en la investigación, en poder de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de la Marina (Semar). Pero existe una diferencia sustantiva en estos 8 años de trabajo, y es que ahora se ha avanzado muchísimo en conocer la trama, responsabilidades y complicidades de esta acción genocida que “fue un crimen de Estado”, como muy claramente declaró Alejandro Encinas -subsecretario de Derechos Humanos y titular de la Comisión para la Verdad de Ayotzinapa (COVAJ)- frente al presidente y los padres y madres, el 18 de agosto del año pasado. Sobre todo, justamente en el involucramiento de todo tipo de cuerpos y autoridades militares, policiales, políticas, y delictivas locales, regionales y trasnacionales.

Es interesante, antes de entrar en algunos puntos sustantivos del VI Informe del GIEI, reflexionar desde otra mirada acerca de este grupo internacional como “arma de la resistencia civil noviolenta” nacional e internacional. En 8 años, en la medida que crecían su interrelación humana y compromiso con los padres y madres de los 43, así como a sus avances en el desentrañamiento de la “verdad genocida” opuesta a la “verdad histórica oficial” de la presidencia y esa clase política, el GIEI –con plena consciencia o no- fue pasando de ser un grupo investigador solidario a ser también un grupo que se involucró en esta lucha social, sin dejar de lado su identidad original. La diferencia es fundamental y muy grande. Sin perder nunca su rigor científico investigativo, base de su fuerza moral ante todos los actores sociales involucrados en este hecho, así como su respaldo internacional, utilizó sus datos para confrontar directamente la mentira, “desnudar la verdad” (Gandhi) públicamente, y exigir la justicia para los padres y madres de los 43. Una prueba clara de su fuerza moral y material, de su acción noviolenta, es cómo la Sedena ha sido obligada a ir cambiando sus versiones, acercándose más a la verdad en algunas, y han tenido que ir mostrando muchos más archivos de los que hubieran querido; se ha logrado también que no se cierre el caso aún sin el GIEI. Los integrantes del GIEI nos han enseñado, hasta este último Informe, una gran y ejemplar “firmeza permanente” hacia la verdad.

VI Infome: el ocultamiento militar de la verdad

Compartamos algunas reflexiones iniciales en “voz alta”.

1.-Este Informe, producto de la acumulación de información y conocimiento de los cinco anteriores, tiene el gran mérito de demostrar claramente la construcción de datos que eran “inobservables” o “inobservados” sociales, para hacerlos “observables sociales”. Y como la construcción de este conocimiento se basó en relevamientos empíricos y objetivos, en fuentes oficiales -aunque sean parciales-, es muy difícil de objetar. Lo primero que queda evidenciado totalmente es la participación muy directa –en direccionalidad, inteligencia, cuerpos, recursos materiales e instalaciones físicas- de todo el aparato militar de la Defensa y la Marina, y de las Policías y Seguridad Pública, a nivel local, regional y nacional (¿trasnacional norteamericano?). También existió –desde el inicio del operativo- un permanente intercambio de comunicaciones internas entre estos aparatos, con las autoridades políticas del máximo nivel y las jefaturas de la delincuencia organizada, y con parte de la sociedad civil local en cuanto a servicios de transporte y otras tareas. Se evidenció así la gran trama y red delictiva existente en ese eje Guerrero-Chicago. De hecho están arrestados, entre muchos más, el ex Procurador Nacional y dos generales comandantes de batallones. Todo, a pesar de la desaparición de documentos, del borrado de información, de las mentiras institucionales y de la negativa de los militares a entregar más archivos claves al GIEI.

Todo esto no se había podido demostrar con esta transparencia y prueba empírica, ¡es una gran aportación del GIEI y fundamental para la lucha que sigue! Hemos podido constatar cómo la desaparición de 43 jóvenes fuertes y llenos de energía y valor, así como el ataque a muchos sujetos sociales más, fue una empresa de gran envergadura, que involucró a cientos de personas en muy diferentes tareas, y que la única institución para poder llevar a cabo operativamente -a todo nivel- una empresa de ese tamaño, en tan poco tiempo y un territorio así, sólo podían ser las fuerzas armadas y policiales. Se demostró así también lo que demostraba el doctor Juan Carlos Marín acerca del genocidio: “es la acción de muchos sobre pocos”, aunque esos pocos fueran 6 millones de judíos.

Por eso decimos que hay esperanza en el Informe, no sólo frustración. La consigna de los padres y madres de “¡Fue el Estado!”, y la posterior declaración de Encinas de “Fue un crimen de Estado”, a partir de ahora tienen identidades institucionales y nombres mucho más precisos, se pudo “bajar el avión” y la lupa en el foco de la acción, y así desentrañar cadenas y procesos de actores sociales y políticos genocidas y corrompidos por su asociación en el narcotráfico, muy concretos a quienes arrestar y juzgar, en todos los niveles.

2.-Un segundo elemento clave, que nos hace reflexionar también acerca de la tan urgente construcción de una cultura de paz actualmente en nuestro país y más específicamente por la guerra sucia electoral que se estará desatando, es que hay que romper y combatir continua y permanentemente toda forma de pre-juicio, etiquetación y estigmatización social, que fácilmente –con la gran ayuda mediática corrupta e infantilizante social- pasa a ejercer castigos ejemplares desproporcionados, chivos expiatorios, masacres o acciones genocidas. El Informe del GIEI nos dice que, además de la corrupción con el narco del 27 y 41 batallones, influyó poderosamente en el desenlace de esa acción la visión contrainsurgente y estigmatizada sobre los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Remarcaron cómo ningún documento revisado mostró relación de los jóvenes con el narco, y, en cambio, todas las pruebas sí demostraron el contubernio de las autoridades públicas, los militares y las policías con el narco.

Vemos así lo que puede originar de inhumanidad una combinación –en una coyuntura muy desfavorable para las víctimas- de poder político, militar, policial, social y mediático, unido por el delito, la mentira y la impunidad; la pésima información de la inteligencia delincuencial y la larga estigmatización social hacia un grupo social como esos estudiantes de izquierda revolucionaria. El pre-juicio es la primera etapa de la espiral-curva-línea de la violencia y la guerra, y la última es el genocidio. En este brutal y dramático hecho social se cumplió todo el ciclo; por supuesto que no todo pre-juicio y estigmatización social acaba en una acción genocida, pero si se desencadenan factores sociales de cierto tipo pude suceder, como la historia nos enseña a cada rato.

3.-Otra verdad que ha quedado desnuda, que duele hasta el alma, y que nos debe cuestionar profundamente como sociedad civil en nuestras formas de lucha y acción directa, es que varios días después de la desaparición, algunos grupos de jóvenes seguían con vida. Como organizaciones y personas de la sociedad civil

¿se debió “meter el cuerpo” (¿en desobediencia civil masiva?) inmediatamente al hecho mucho más decididamente junto a los padres y madres en ese territorio, y especialmente entrar a los dos cuarteles y estaciones policiales de esos varios municipios colindantes?

Desde la práctica y la teoría de la espiral de la resistencia civil noviolenta, el tipo de acción proporcional y en relación al nivel de la espiral de la violencia y la guerra que se enfrentaba con esa acción genocida de desaparición, correspondía a acciones de desobediencia civil masiva, como nos están enseñando actualmente los familiares de desaparecidos, que en forma inmediata a una desaparición salen a bloquear –con familiares, vecinos, amigos- autopistas y carreteras, y permanecen ahí hasta que aparezca su ser querido, sea como sea.

Esta reflexión no tiene nada que ver con sentidos de culpa o lamentos del pasado, sino con el continuo aprendizaje y no repetición mecánica de acciones normalizadas, acerca de cuál es la mejor forma de luchar en una coyuntura así. Al menos a nosotros sí nos dejó estas preguntas fuertes y autocríticas.

4.-A nivel de investigación quedó remarcado por el GIEI el riesgo por la fragmentación existente de la investigación, por la multiplicidad de carpetas y el no enfoque global. También recalcaron lo central de proteger, apoyar y dignificar a los testigos que hablen, cuando lo hagan y después, junto a sus familias, ellos son la clave para avanzar en la verdad; y lo mismo para los fiscales y familiares de los 43. Asimismo quedó evidenciada la lentitud y desaseo de la Fiscalía General, el grave error de cambiar a la anterior Fiscalía Especial para el caso y detener las órdenes de aprensión, así como que algunas personas involucradas en la acción genocida y su posterior encubrimiento siguen trabajando en instituciones de inteligencia, policiales y de justicia nacionales. ¿Por qué no han sido detenidos?

5.-La razón principal de su salida la dijeron con toda claridad: el ocultamiento de información clave por parte de la Sedena y la Semar impiden avanzar más en los puntos decisivos que se han tocado. Se está a un paso de esclarecer la trama y el paradero de los 43, pero la voluntad política de los militares no lo permite. A su vez, el GIEI remarcó en todo momento la disposición del presidente López Obrador para abrir todos los archivos, y tenemos claro que ningún presidente o político actual de nuestro país hubiera llegado tan lejos (se abrieron ciertos archivos por primera vez en la historia nacional, arrestos de procurador y altos jefes militares, creación de Fiscalía y Unidad especial del caso y Comisión de la Verdad) y con ese valor y compromiso con los familiares, pero la pregunta queda abierta acerca de

¿Quién detenta el poder real y último en el país? ¿Hasta dónde llega la fuerza moral y material de López Obrador (único político en el país que se atrevió a avanzar hasta este nivel de la verdad genocida) en relación al ejercicio del poder? Como dijo un padre al otro día del Informe: “Si el Presidente no nos da la apertura para que la Sedena y Marina nos entregue los expedientes, ¿quién más podría, si la máxima autoridad y el Jefe supremo de las Fuerzas Armadas es el presidente?”.

Muchísima gente en el país tiene muy clara esta respuesta, no hay ninguna sorpresa en este “tope” institucional armado y estructural al poder político; para mí ha sido sí una sorpresa hasta donde ha podido avanzar el GIEI en desnudar la verdad de una acción tan genocida.

Hoy es todavía: la verdad y la esperanza están cerca si se lucha entre más

Bien ha dicho Carlos Beristain: “Estamos tocando con la punta de los dedos la verdad”. Pero falta dar ese paso decisivo para que la verdad, la justicia, la reparación, la no-repetición y la memoria activa, dejen de ser una ilusión y frustración, y se conviertan en esperanza y realidad. Se logró dar una vuelta de tuerca importante en esta lucha fundamental, se desnudó algo impensable: ”Es la primera vez en México y en América Latina, que un caso cuenta con esta asistencia y que, a pesar de las limitaciones todavía en la actualidad y el bloqueo de acceso a más informaciones de archivos como se documentó en el último informe, ha llegado tan lejos” (Carta GIEI Hoy es todavía, 31-7-23).

Asimismo, lo que se ha logrado avanzar rompe, en una parte importante, el clásico fatalismo de muchos –de todas las identidades sociales- de que en México nunca se va a poder llegar a la verdad de ciertos hechos. Si pensáramos así no podríamos luchar, ni hubiera tenido sentido que los padres y madres con sus organizaciones solidarias, y el GIEI, emprendieran tamaña lucha, pues no se puede luchar sin esperanza y con fatalismo, ya que eso sólo sirve al statu quo y al poder.

Pero sería deshumanizante no tomar consciencia del enorme dolor, tristeza, rabia y frustración, principalmente para los padres y madres de los 43, el saber que la verdad de esta acción genocida y del destino de sus hijos, está tan cerca de alcanzarse y no se puede saber por la inhumanidad y complicidad sobre todo de las Fuerzas Armadas.

Nos toca ahora más que antes, a todas las personas, organizaciones y movimientos de la sociedad civil “meter nuestros cuerpos” junto a los familiares e intensificar la “lucha por la verdad”, desde las acciones de resistencia civil necesarias y equivalentes en su nivel a las de la espiral de la guerra y la violencia que desapareció a esos jóvenes dignos, valientes, solidarios (iban a la marcha del 2 de octubre), luchadores, honestos, pacíficos e inocentes. El desafío que tenemos delante es

¿Cuáles serán las estrategias y acciones mejores para alcanzar esos documentos impunemente ocultados?

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