Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

¿Por qué el Papa y el Patriarca ortodoxo, junto a líderes Rabinos e Imanes, no están acompañando con sus cuerpos hoy a familias palestinas e israelíes en Gaza?

Leemos que “Gaza enfrenta una catástrofe humanitaria descomunal” (Antonio Guterres, secretario general ONU); “El infierno en la Tierra ha vuelto a Gaza” (ONU); en el colmo del cinismo inhumano un alto funcionario dice: “La Unión Europea pide a Israel respetar el derecho global humanitario en la reanudación de sus ataques a Gaza”. ¿¿Pedir respetar el derecho humanitario a un gobierno genocida?? Además, en estos días conmemoraremos el Día Internacional de los Derechos Humanos (10 diciembre), mismo día en que se entregará el nóbel de la Paz a la activista iraní por los derechos y libertad de las mujeres, Narges Mohammadi. Vaya catástrofe moral y política de los gobiernos y organismos internacionales.

Continuaremos por tanto nuestra reflexión y toma de conciencia iniciada desde los dos últimos artículos en Desinformémonos, acerca de este genocidio del gobierno y ejército israelíes -con la complicidad internacionales- sobre la población civil palestina indefensa de Gaza. Lo que está sucediendo ha sido definido como “genocidio” casi unánimemente por una gran y diversa cantidad de instituciones y especialistas mundiales; ¿alguien puede dudar que sea así cuando Netanyahu, primer ministro israelí, invocando salvajemente las Ecsrituras judías exige que “Ahora vayan y hiéranlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros” (29-10-23). Es demasiado atroz e impune lo que está sucediendo, algo que todos vemos cada día en los medios -entre impotencia y normalización-, y que tiene que ver -creemos- con un proceso muy actual de expansión y hegemonía capitalista mundial, de redefinición de lo “humano” en nuestra especie atravesada por los conceptos de “exterminio de los desechables” e inteligencia artificial en todos los niveles de la vida, entre otros aspectos.

Se trata sólo de un “pensar en voz alta”, sin pretensiones de verdades o juicios de valor absolutos, pero tampoco es una lluvia de ideas, ni de opiniones espontáneas…sino una reflexión desde la experiencia práctica y el conocimiento teórico de la resistencia civil noviolenta. La noviolencia, como bien enseñaba el padre Donald Hessler retomando lo que María de Guadalupe pedía al indio Juan Diego, se basa en la “humildad y la audacia”, pero siempre exige enfrentar la inhumanidad y la violencia, para no sentirse impotentes, desanimados o cómplices en este largo proceso de humanización de nuestra especie y vidas. Como decíamos en nuestro artículo anterior, no hay que olvidar nunca que el genocidio no es una acción aislada de un pequeño grupo profundamente deshumanizado y desquiciado contra una masa indefensa, sino -al revés- es la acción de una masa de gente -en muy diferentes formas y niveles de complicidad y participación- sobre un pequeño grupo, aunque éste fueran 2 millones de palestinos o 6 millones de judíos. Por tanto, es central tomar conciencia de dónde está nuestro cuerpo en este proceso genocida que nos atraviesa, y retirarlo de esa co-operación (voluntaria o no, consciente o no).

Meter el cuerpo radicalmente: 2 acciones de Resistencia Civil Noviolenta en Gaza e Israel.

Desde esta reflexión, proponemos estas dos ideas de acción, no para decir qué hacer sino para plantearnos hasta dónde podrían llegar las acciones ciudadanas con “fuerza moral” creciente en la resistencia civil noviolenta masiva, para detener este nivel de inhumanidad, encabezadas ambas en su direccionalidad por distintas identidades de la “reserva moral” mundial. Para algunos parecerán tal vez acciones utópicas, fuera de la realidad, pero son mucho más posibles de lo que pensamos y creemos si existieran el conocimiento y la coherencia y determinación moral y material necesarias para enfrentar la acción más inhumana de la especie: el genocidio. Entonces nos preguntamos, ¿cuál es el “principio de realidad” para esta lucha?

1- Líderes mundiales del catolicismo (el Papa), islam y judaísmo viviendo ahora con familias palestinas e israelíes en Gaza, hasta que cese el genocidio

Una primera identidad para esta lucha a involucrar más directamente con su cuerpo en ese territorio, tiene que ver con los liderazgos religiosos -aunque por supuesto que no se trata de una guerra religiosa- mundiales más significativos de las tres tradiciones que se están enfrentando brutalmente en esa “tierra santa”, mismos que concentran en sus cuerpos e instituciones un gran poder social, moral, económico y político internacional. Ese poder en acción sin duda inhibiría en algo los bombardeos e invasión armada atroz, si va acompañado de manifestaciones mundiales de todo tipo, bloqueos y tomas, oraciones y encuentros ecuménicos, ayunos, boicots, declaraciones, etc. etc. (¿ocupar noviolentamente embajadas de Israel por el mundo?). Crearía también un “estado de reflexión” diferente entre los actores bélicos, entre los medios y liderazgos políticos, forzados a escuchar realmente la abrumadora voluntad mundial, y no a repetirse automática y ciegamente sus absurdas y crueles mentiras (medias verdades) entre sí: Israel se está defendiendo; todos los palestinos son terroristas; buscamos la paz.

Se trataría que estos líderes religiosos, y nosotros como sociedad civil mundial a su lado, “metiéramos el cuerpo” como corresponde en la espiral de la resistencia civil noviolenta, en cuanto a la proporción de nivel y radicalidad con las acciones de la espiral del genocidio y el odio, que está en su máxima expresión inhumana. Lo que corresponde entonces son acciones de no-cooperación y desobediencia civil, como nos enseñan la historia, la teoría y la práctica. Los líderes religiosos -junto a población mundial que pudiera sumarse- podrían ya mismo irse a vivir en los refugios con algunas familias en Gaza y en la parte israelí de la frontera -rotando o no los lugares- que fue masacrada el 7 de octubre, acompañándoles en su cotidianidad de sobrevovencia y destrucción total; en sus esperanzas y luchas; en sus oraciones (¿ayunando?); en su (des)equilibrio emocional, afectivo y de todo tipo; en su hambre; en la devastación y muerte removiendo escombros donde sea posible…Habrían también eventos públicos de paz y fraternidad…

¡Es la “audacia” de la noviolencia, y es perfectamente posible si existe la determinación moral y material correspondiente a una fe coherente y encarnada! plasmada en una acción radical (“ir a la raíz”) de no-cooperación (interposición noviolenta de cuerpos), para romper la simulación y normalización mundial de un genocidio, para presionar a los poderes genocidas y proteger en algo a las víctimas. También claramente se dirá -con razón- que habría altas probabilidades de morir bajo las bombas, si la consciencia de los gobiernos no despierta y detiene el fuego, pero ¿qué sentido mayor y fin último hay de las religiones, espiritualidades y fés de todo tipo, que “acompañar con el cuerpo al prójimo y prójima cuando más sufre, incluso hasta dar la vida por él”? Sería así un mensaje “profético” de espiritualidades e iglesias, algo tan indispensable para el orden social y la cultura de nuestra especie hoy día.

Me ha tocado acompañar desde el 2016 un proceso encabezado por Pax Christi Internacional, que está intentando que el Papa escriba una encíclica acerca de la noviolencia como lo esencial en el mensaje y vida de Jesucristo, promoviendo así en la Iglesia Católica la “paz justa” en vez de la “guerra justa”. Esta sería, para el Papa, una ocasión ideal de escribir esa encíclica, no en papel sino con su cuerpo y espíritu en la tierra y la vida de los más débiles. Se cumplirían así las palabras de Gandhi: “Lo que he hecho perdurará, no lo que he dicho y escrito”. ¡Vaya mensaje profético y encarnado de Cristo! Además, creo que Francisco sería bastante afín a este tipo de desafíos vivenciales evangélicos con los más pobres y vulnerables, y acaba de manifestar en la Cumbre del Clima COP28 en Dubái, que “se use el dinero de las armas para combatir el cambio climático y construir la paz”.

En el mundo y aquí en Ciudad de México, ha habido muchas y valiosas manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino ante el genocidio. Particularmente el 30 de noviembre hubo un Ayuno Público Ecuménico frente a la embajada de Israel en la Ciudad de México (que se envolvió toda en papel aluminio recordando cómo se envuelven a los bebés en Gaza para darles calor), convocado por estudiantes de la Unam, familiares de desaparecidos, iglesias y organizaciones pacifistas, bajo el lema de: “¡Ante la guerra genocida, la Vida! ¡Para la guerra Nada!”. Fue una experiencia comunitaria, religiosa y espiritual profunda, un granito de arena más en el movimiento internacional contra este genocidio, y una forma de acercarse y ser solidarios con las familias palestinas fue mandarles cartas y dibujos, a través de su embajada. A su vez, las y los representantes de las distintas iglesias abráhmicas refrendaron con fuerza la necesidad de “comprometerse más directamente en la paz mundial y de nuestro país” (metodismo), de ”dejar de deshumanizar al Otro para no deshumanizarnos a nosotros mismos” (judaísmo); de “abrirnos a ser verdaderos seres humanos, refugiándonos en la fuente de nuestro ser que está en la consciencia” (islam); de plantearnos “qué mundo dejaremos a nuestros hijos e hijas, debemos sembrar siempre lo incalculable” (catolicismo); de “oponernos con toda firmeza al apartheid palestino, como definió Tutu a Gaza” (anglicanismo).

SIMISMO, un dato muy significativo en esa acción fue que la embajadora de Israel (Einat Kranz Neiger) decretó que nadie iría a trabajar ese día: ¿tan grande es el “terror” por un ayuno público? Desde el inicio del ayuno, se le invitó a la embajadora -sin saber que no estaba- a dialogar dando su testimonio, orando y escuchando también a nuestras voces. El ayuno es una experiencia de lucha social, para Gandhi es “la principal acción de la noviolencia. Mis ayunos siempre han logrado despertar la consciencia de las personas que participaron en ellos y de las que se trataba de influenciar con ello”. Meter el cuerpo en ese territorio político es una forma de luchar, y “hacer silencio” y cerrar la embajada es otra forma opuesta de lucha. He aquí un reflejo de la situación mundial tan dispar que atraviesa a este genocidio, desde las potencias y los pueblos.

Clarissa Hernández, estudiante de la licenciatura de Desarrollo y Gestión Interculturales de la facultad de Filosofía y Letras de la Unam, escribía durante el ayuno: “Quiero dar a conocer que a través del ayuno he reflexionado la vulnerabilidad que siente mi cuerpo y mi alma no sólo por la falta de alimento sino por la falta de consciencia del Estado de Israel. Me siento impotente ante el mayor grado de deshumanización de la sociedad, tengo rabia, dolor, miedo y mucho coraje en mi ser. Pero trato de canalizarlo en acciones desde mis trincheras, realizando marchas, enunciando consignas, llorando desde lo más profundo de mi alma, protestando fuera de la embajada de Israel en México, por medio de un ayuno público ecuménico que, si bien, no parará las bombas en Gaza, confío en que más personas puedan enunciarse y alzar la voz ante un acto genocida”.

2- Desobediencia Civil y No-Cooperación masivas dentro de Israel

El otro tipo de acción de la noviolencia que queremos reflexionar y tal vez pudiera ayudar a detener en algo el genocidio, tiene que ver con la desobediencia civil, máximo nivel de confrontación de esta forma de resistencia civil. Se trata de aplicar con radicalidad -corporal, masiva o individual y moral- el principio de muchas tradiciones humanistas, socialistas y religiosas: antes que la ley viene la consciencia. Gandhi decía que había que practicar a veces la desobediencia civil para “seguir siendo humanos”; y Juan Carlos Marín promovía la “desobediencia debida a toda orden inhumana”. Se trata de una de las mayores armas y herramientas de humanización de la especie, usada a lo largo de su milenaria historia -individual o colectivamente- para gritar “¡Ya basta!” ante injusticias e inhumanidades.

Consideramos que un punto clave indispensable donde construir acciones masivas de desobediencia civil, es el territorio de Israel, a partir de los mayores sectores de la población civil realizando todo tipo de bloqueos, tomas, boicots…que cuestionaran y desafiaran pública y abiertamente la legitimidad del genocidio de Netanyahu, su ejército y su gobierno. Quien además ha estado en los meses anteriores en medio de grandes movilizaciones de protesta contra él por temas de corrupción y una reforma judicial que propone para garantizar su impunidad. La identidad que encabezaría estas acciones masivas de desobediencia civil sería la “reserva moral” de todo un pueblo -israelí- en la calle, diciendo “¡Ya basta de genocidio!”, todo en forma noviolenta y en medio de gran creatividad y construcción de zonas de paz en las acciones, de “firmeza permanente”, donde los medios sean tan puros como los fines.

Y claramente, realizar esas acciones de desobediencia civil no sólo en Israel -aunque nada puede sustituir a ese espacio y población estratégicos para atacar la ilegitimidad, inmoralidad y poder militar de los genocidas-, por ejemplo como apuntábamos antes: ocupar en forma totalmente noviolenta y pacífica -hasta con oraciones y ayunos- representaciones diplomáticas del gobierno israelí, evitando en todo momento aumentar la polarización y el enfrentamiento con grupos civiles afines a su gobierno.

Otro terreno de lucha noviolenta contra el genocidio, en Israel y el mundo, es adherirse y promover todo tipo de acciones y campañas de boicots contra empresas que son cómplices del genocidio. Hay una larga lista en esta campaña (#FreePalestineBoycottIsrael). También han habido acciones de no-cooperación de funcionarios, periodistas, gobiernos… al interrumpir sus relaciones, embajadas, trabajos, recursos… hacia Israel o sus propios empleadores como protesta contra la normalización y complicidad del genocidio.

Finalmente, si estamos de acuerdo en que nuestra especie debe urgentemente comenzar a explorar y construir nuevas estrategias y tácticas contra procesos genocidas, contra la cada vez mayor violencia y exclusión social, contra la creciente hambre y cambio climático con gran destrucción ambiental, en suma contra el nuevo modelo de expansión y hegemonía capitalistas, se hace indispensable tomar colectivamente en cuenta la reflexión y práctica masiva de la no-cooperación y la desobediencia civil.

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