Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Galtung, adiós al pionero de los estudios de paz y conflictos

Desde octubre pasado he escrito todos mis artículos en este espacio tratando de reflexionar acerca de las múltiples implicaciones que tiene para la especie humana, y muy especialmente para los dos millones de palestinos en Gaza, este brutal genocidio del gobierno israelí -encabezado por Netanyahu- bajo la alianza y auspicio del silencio, complicidad, impunidad y ganancia económica de Estados Unidos, los países europeos y gran parte del resto de los gobiernos e instituciones multilaterales del mundo que lo avalan con su silencio o tibieza. En estas sencillas reflexiones desde la historia, teoría y práctica de la resistencia civil mundial para la construcción de paz he estado impulsando la indispensable urgencia de realizar la desobediencia civil masiva contra fuentes del poder israelí: ocupar todas sus embajadas en el mundo; acciones de desobediencia civil dentro de Israel, Estados Unidos y Europa hacia actores y lugares del poder político; acción noviolenta ecuménica del papa y líderes religiosos mundiales “metiendo sus cuerpos” junto a las familias dentro de Gaza… Esto no es una provocación ni aumentar la espiral de violencia y guerra, es el conocimiento de la indispensable proporción entre las acciones de la espiral genocida y las de la espiral de la resistencia civil.

Galtung: el conflicto y la paz como algo necesario y positivo

Está claro que el nivel del genocidio no sólo sigue sino que aumenta cada día en inhumanidad y barbarie, por lo que nuestras acciones noviolentas hacia la justicia y la paz -donde quiera que estemos- también deben incrementarse dramáticamente. En eso estamos junto a muchísimxs más en el mundo, y nos sumamos a todas las luchas posibles y legítimas. Sin embargo, queremos ahora hacer un breve paréntesis por una coyuntura histórica, sin dejar en ningún momento el compromiso con el pueblo palestino y contra este genocidio, al contrario ya que sumergirnos un poco en un pensamiento original en temas de construcción de paz y violencias nos puede ayudar a entender mejor cómo accionar contra el genocidio. Acaba de morir (17 de febrero) a los 93 años el fundador de los estudios de paz, violencia y conflictos más clásico a nivel mundial, citado en miles de diversas formas en cuanto texto y conferencia existan al respecto: el noruego Johan Galtung. Él fue el pionero en la construcción de una disciplina científica -los estudios de paz y la transformación positiva de conflictos- inexistente hasta la primera mitad del siglo XX, y profundamente en retraso con la ciencia de la guerra y la violencia cuyos textos venían llenando las bibliotecas mundiales por siglos. Este carácter de iniciador y pionero en lo teórico y práctico, junto a su permanente apasionamiento e innovación por estos temas, lo hacen un personaje indiscutiblemente “clásico” y central en la cultura, educación y construcción de paz.

Quisiéramos “pensar en voz alta” algunas experiencias de vida y reflexiones teóricas originales de Galtung, no todas muy conocidas, que pudieran aportarnos algo a nuestras vidas y realidades sociales que nos atraviesan. Se trata de abrir una primera y sencilla ventana hacia un potente pensamiento complejo e indispensable para el orden social. Su padre, médico como gran parte de sus ancestros, marcó los inicios de su vida y vocación hacia la paz noviolenta: fue enviado a un campo concentración nazi en Noruega cuando él era muy pequeño. Cuando Johan vio a su padre operar a soldados nazis heridos torpedeados por un misil noruego, le preguntó: “¿No sentiste a veces la tentación que tu bisturí se deslizara un poco?”. El padre le respondió: “Absolutamente no! El deber más esencial de un médico es salvar vidas sin distinción” (J. Galtung y D. Fischer. Johan Galtung. Pioneer of Peace Research. Springer edits.). Esto marcó profundamente el inicio y toda su vida.

Galtung fue objetor de conciencia al servicio militar; premio nóbel alternativo de la paz (1987); políglota matemático y sociólogo; escritor y educador-investigador ecléctico tremendamente prolífico pues publicó aproximadamente 160 libros e innumerables artículos y capítulos; ni hablar de la cantidad de cursos, conferencias y talleres impartidos; así como su mediación en más de un centenar de conflictos locales y mundiales. Fundó también institutos y asociaciones internacionales para la paz. Para él, “como la contradicción es la esencia misma de la vida (Tao), los conflictos están omnipresentes…El cambio social es necesario para resolver ciertos problemas, pero a la vez (paradójicamente) provoca otros…Lo esencial es no hacer nada que no se pueda deshacer, toda acción debe ser reversible” (T. Ramírez y P. Ameglio. ¿Cómo construir la paz en el México actual?. Ed. Claustro de Sor Juana-Plaza y Valdés). Por tanto, los conflictos son connaturales a nuestra condición humana y nacen de objetivos incompatibles, pero no son sinónimo de violencias, y pueden -muchas veces- generar cambios sociales positivos, convertirse en un aprendizaje humanizante si se transforman positivamente.

Al respecto, su método “Transcend” (“Ir más allá de una contradicción”), que desde 1993 se constituyó en una red de cientos de formadores y mediadores por el mundo para la transformación positiva de conflcitos, busca ir más allá de las dicotomías de buenos y malos en los conflictos, para: construir espacios de diálogo consensados entre las partes, primero por separado (a veces no pueden reunirse en una misma mesa al inicio, pues podría polarizarse el encono y el conflicto); distinguir entre objetivos legítimos y no (violan necesidades humanas); construir un puente noviolento para una “nueva realidad” entre los intereses legítimos y aparentemente -a veces- contradictorios entre las partes, a través de la creatividad y la empatía.

Sin duda, su mayor aportación teórica fue la distinción de tres niveles de las violencias, complementados por iguales niveles de la paz, ya que ambas son caras de una misma moneda, y se necesitan conocer para la mutua reflexión. Esta teorización de ruptura con el conocimiento pre-existente, en muchos sentidos ha sido complejizada y enriquecida después por muchos otros teóricos mundiales, pero siempre sigue siendo una referencia básica a usar como punto de partida e inicial en cualquier taller, clase, conferencia o texto. En su famoso triángulo de las violencias, la “violencia directa” es la punta del iceberg, es la más visible pero responde a procesos mucho más profundos que no se alcanzan a ver a primera vista y pueden, si no los analizamos y conocemos, llevarnos a tomar acciones de castigo incluso injustas e ilegítimas, aunque aparentemente resuelvan la violencia y el conflicto momentáneamente -desde el enfoque de la justicia punitivista generalmente-; pero fácilmente pueden aumentar la espiral de la violencia, el odio, la guerra. Sin embargo, las violencias a la base del triángulo son inobservables sociales, y son la “cultural” (justificaciones simbólicas, educativas e intelectuales al nacionalismo, racismo, sexismo y toda forma de discriminación, que avalan las otras dos violencias) y la “estructural” (estructuras que no permiten la satisfacción de necesidades y derechos de la población: clases y desigualdad social). Todas estas violencias -por un entrelazamiento milenario de justificaciones entre sí- están altamente normalizadas y legalizadas en el orden social, por lo que una primera tarea es hacerlas “observables” -construyendo creativamente las rupturas indispensables para ello- entre las partes y sociedad involucradas en el conflicto.

Profundizando un poco en esta tipología de las violencias desde un texto del propio Galtung (Violencia cultural. Gernika Edics.), resulta sugestiva esta reflexión que ayuda a identificarlas, temporizarlas y escoger cómo irlas enfrentando: “La violencia directa es un acontecimiento; la violencia estructural es un proceso con sus altos y bajos; y la violencia cultural es una constante”. Asimismo, “…una de las mayores formas de violencia cultural en las que incurren las élites gobernantes es la de culpar, marcándola como agresora, a la víctima de la violencia estructural”. Esto lo vemos clarísimo ahora con la doble victimación del gobierno israelí y otros mundiales hacia los palestinos; y también, por ejemplo, en innumerables feminicidios y violencias de género.

A su vez, la violencia puede comenzar en cualquiera de sus tres niveles y rápidamente expandirse a los otros dos, y debería contrastarse con la construcción del triángulo de la paz donde “la paz cultural genera paz estructural, con relaciones simbióticas, equitativas, entre distintos socios, y paz directa con actos de cooperación, amistad y amor…El triángulo virtuoso se obtendría trabajando sobre los tres ángulos a la vez, y no asumiendo que cambios básicos en uno de ellos traerán automáticamente cambios en los otros dos”. Resulta también sugerente su distinción entre construcción de paz positiva y negativa: “¿Qué es la pacificación? Es el cese al fuego sin resolver los conflictos subyacentes. En términos técnicos podríamos describirlo como un caso de paz negativa: se reduce la violencia directa pero no se alcanza todavía a producir paz estructural, y es por eso que no podemos hablar todavía de paz positiva…que es un proceso, como nos enseña Gandhi” (E. Ramos. “Entrevista con Galtung” en Revista Latinoamericana, Estudios de la Paz y el Conflicto. Claip, n° 6, 2022).

Gandhi-Galtung hoy en Palestina

En 1969 cuando Galtung estudiaba a Gandhi en Varanasi, India, cuenta Dietrich Fischer que subió al techo del centro de estudios donde investigaba y vio a los “sin techo” durmiendo en la calle, a los niños llorando de hambre y a gente enferma esperando morir, sin que nadie se ocupara de ellos. Ahí tomó conciencia que esta forma de violencia era tan alta como la guerra, porque podía evitarse si no existiera la desigualdad en las estructuras sociales. A partir de complejizar más este hecho social que lo atravesó creó el concepto de “violencia estructural”, misma que Gandhi siempre combatió y priorizó en su “Programa Constructivo de la India” (1941) y su modelo de autogobierno denominado “swaraj”.

El 2 de octubre del 2007, día mundial de la noviolencia por ser el aniversario del nacimiento de Gandhi, Galtung dio un discurso ante la ONU en Nueva York, titulado “Gandhi y la lucha contra el imperialismo”. Resulta muy actual e interesante detenerse a leer su texto desde la misma introducción a su texto: “El imperio global de los Estados Unidos -más amplio, profundo y malvado- fue el sucesor del imperio global británico, siendo Israel el sucesor en Medio Oriente y Australia en el Pacífico. Todos tienen en común el colonialismo. Eso significa invasión y ocupación; hoy por parte de EU en Irak, Afganistán y parcialmente Arabia Saudita, y por Israel en Palestina. Pero la gente odia ser invadida y ocupada, sin importar la creatividad del invasor-ocupante en legitimizar el ejercicio. Así que existe esta resistencia masiva”.

La lucha noviolenta gandhiana llamada “satyagraha” (fuerza de la verdad), iniciada con ese nombre el 9 de noviembre de 1906 en Sudáfrica por los derechos de la población hindú en ese imperio, enfrentó sobre todo las violencias directa y estructural de ese momento. Como característica de esta forma de lucha y resistencia, Galtung destacó 5 puntos de la práctica y filosofía de Gandhi en su discurso. Estos puntos “aplican a las 4 luchas anti-imperialistas de hoy. Las luchas intentan poner fin a los imperios del cristianismo fundamentalista de los EU y al sionismo duro de Israel. Pero los puntos gandhianos obligarían y elevarían a los EU e Israel a convivir con otros. Es un cambio en los dos lados: estos son mensajes gandhianos no sólo para los invasores-ocupadores en Washington-Jerusalén, también para los invadidos-ocupados en Irak-Afganistán-Palestina-Arabia. Mientras más sean practicados estos puntos mejor para ambos lados y para todos nosotros también”.

Punto 1: Nunca temas al diálogo.

Decía Galtung: “Gandhi dialogaba con todos durante sus múltiples luchas, incluyendo al Virrey de un imperio que detestaba. Y rendía frutos. Es patético ver al Secretario de Estado de EU, viajar dentro y fuera de Israel asegurando que nunca se reunirá ni con Hamas, ni Hezbollah, Damasco o Teherán cuando esto es exactamente lo que tiene que hacer para dar a entender sus puntos y tal vez entender algunos nuevos”.

Punto 2: Nunca temas al conflicto: representa más oportunidad que peligro.

La necesidad y la transformación positiva de los conflictos es clave en toda la teoría y práctica de la paz noviolenta: “Para Gandhi el conflicto era un reto para conocerse los unos a los otros, tener algo en común, no ser irrelevantes. ¡Hay que hablar de ello! Prefería la violencia a la cobardía y al conflicto, la falta de armonía a no tener relación del todo; lo mejor es, obviamente, la noviolencia de los valientes y las relaciones armoniosas…Un conflicto puede ser visto por los menos maduros como una oportunidad para imponerse, prevalecer, ‘ganar’. O, por los más maduros, como una ocasión para la autorreflexión en lugar de censurar a los Otros, y como una búsqueda de esa posible nueva realidad en que las metas legítimas de todos los partidos puedan ser acomodadas”.

Punto 3: Conoce la Historia o estás condenado a repetirla (Burke).

Precisamente el conocimiento de la historia, propia y del opresor como Gandhi sabía de la inglesa desde sus entrañas donde estudió y se formó como abogado, es la primera clave para construir un buen “principio de realidad”, con base empírica y fáctica no ideologizada y voluntarista, como punto de partida para la transformación positiva del conflicto. Para Galtung “la historia es un sedimento de capas de trauma, no sólo de gloria, en la memoria colectiva. Cómo vamos a poder entender la resistencia de los 4 sin entender los traumas sufridos por Irak…Afganistán…Arabia Saudita…Palestina: la traición Skyes-Picot de 1916, nakhba (catástrofe) de 711,000 en 1948…los anglo-británicos son tan egoístas que ni siquiera temen confirmar las predicciones que fluyen de la historia. Al igual que la mayoría de los perpetradores su memoria es corta. Las víctimas nunca olvidan. Es necesario ya reconocer los traumas y reconciliarlos”.

Punto 4: Imagina el futuro o nunca llegarás.

En sus formas de lucha noviolenta de no-cooperación y desobediencia civil, “Gandhi decía ‘Sé hoy el futuro que quieres ver mañana’, mientras vaciando las estructuras opresivas al mismo tiempo que arrojaba luz sobre el futuro, entrenaba a los satyagrahis para la paz positiva…La visión unificadora de la lucha es ¡Invasores váyanse a casa!, diciendo esto alto y claro”.

Punto 5: Mientras luchas contra la ocupación ¡limpia tu propia casa!.

En este último punto Galtung afirmaba que “Gandhi ciertamente resistía contra el Imperio Británico y luchaba por el swaraj. Pero eso no evitaba que atendiera los males de su propia Madre India, como la intocabilidad y discriminación de las mujeres, la miseria y la creciente brecha entre los hinduistas y los musulmanes”.

Finalmente, me atrevo a decir que la mejor forma de honrar hoy no sólo la memoria histórica sino la práctica real permanente de Gandhi y Galtung, desde la construcción de paz noviolenta, nos desafía a encontrar las más acciones directas posibles: desde la desobediencia civil (Gandhi) hasta el diálogo, negociación con empatía y creatividad (Galtung), para detener ¡ya! el genocidio israelí -con toda la complicidad de sus aliados occidentales- sobre la indefensa población civil palestina en Gaza. En el mundo, no sabemos bien qué hacer ante esta brutal e inhumana violencia, pero seguro sabemos que ni Gandhi ni Galtung se quedarían pasivos lamentándose de la barbarie y sólo mirando por TV el genocidio.

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