Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Genocidio en Gaza: ¿redefinición de “lo humano” como especie?

El genocidio es la acción o proceso más inhumano de la especie: exterminar en masa a una proción de nuestra especie que tiene alguna identidad en común, a partir de generalizar una “culpa”. Se da en condiciones de guerra, pero también es cierto que -por suerte- no toda guerra desata un proceso genocida al cambiar de etapa. Si no, nuestra especie ya se habrá extinguido hace milenios. Los permanentes genocidios existentes hoy, y los de siglos pasados -a lo largo de todo el mundo- nos permiten suscribir, en algo, la afirmación del nóbel de etología Konrad Lorenz (autor de “La agresividad: ese pretendido mal”): nuestra especie en lo cultural está en un estadio más cercano al “eslabón perdido” que a su plena humanización. Esto aunado al dato que una de cinco personas no sabe si se reproducirá -comerá- al otro día, porque gana menos de un dólar diario. Por tanto, el genocidio es un proceso íntimamente ligado a la humanización de nuestra especie, y como bien reflexiona el activista por la paz y escritor israelí David Grossman, respecto al actual genocidio en Gaza y ¿hacia donde va la condición humana:

¿En quién nos convertiremos cuando resurjamos de las cenizas? ¿Qué tipo de personas seremos después de estos días, después de haber visto lo que hemos visto? ¿Dónde podemos empezar de nuevo después de la destrucción y pérdida de tantas cosas en las que creíamos y confiábamos?”.

En julio de este año, la ONU organizó en Ginebra una conferencia de prensa de tres mil personas que interactuaron con algunos robots de los más avanzados del mundo, como parte de la Cumbre Mundial de la Inteligencia Artificial (IA) para el “Bien Social”. Vaya ironía de título de algo que ¿cada vez es menos una utopía y más una quimera? Ante una pregunta, la robot Sophia dijo que “los robots humanoides pueden liderar con mayor eficiencia que los mandatarios humanos. No tenemos los mismos prejuicios o emociones que a veces pueden oscurecer la toma de decisiones, y podemos procesar rápidamente gran cantidad de datos para tomar las mejores decisiones”. Y Ameca agregó que tenemos un “rostro robótico para una integración sin amenazas y neutral en cuanto al género de una sociedad inclusiva”.

Así, vemos cómo la IA es cada vez más protagonista -en todo sentido- de nuestra vida cotidiana y social (como por ejemplo lo ha demostrado la reciente huelga de cinco meses de los muy distintos trabajadores de Hollywood contra la pérdida de sus empleos por el uso de la IA), sustituyendo y redefinindo la esencia de lo humano. Cabría interrogarnos en ambos sentidos: ¿sería mejor para los israelíes, palestinos, el mundo que en vez de Netanyahu Israel fuera gobernado por un robot llamado Benjamin “sin los prejuicios” de él; o precisamente Netanyahu es un robot “sin emociones”…y sin alma? Lo mismo cabría preguntarse frente a la acción de grupos terroristas como Hamas. Como sabemos, ambos bandos actúan desde la misma lógica y deshumanización, aunque desde ideolgías aparentemente opuestas, donde finalmente los seres humanos son menos que desechables.

El más reciente genocidio que estamos viendo hoy día en vivo y en directo las 24 horas por todos los medios es el del ejército y gobierno israelí -con la enorme complicidad de los mayores poderes internacionales sobre todo occidentales- contra la población palestina de la Franja de Gaza situada en la frontera entre Israel y Egipto, bajo la excusa que se están defendiendo de Hamas (“Movimiento de resistencia islámico”), organización con la que han tratado y sido cómplices por décadas. La declaración de la OTAN acerca de que “Israel tiene derecho a defenderse en forma proporcional” (12-0-23) es uno de los mayores cinismos de esta guerra, porque Israel enseguida dejó cualquier posición defensiva y desató una brutal ofensiva de ocupación y ataque territorial exterminador.

Se trata de una guerra entre un gobierno -Israel- y un grupo armado fundamentalista islámico -Hamas-, dos poderes político-militares, no entre dos pueblos o naciones. Con Israel además bombardeando países vecinos en un claro intento de expandir más aún la espiral de la guerra total en la región y ¿dónde más?, bombardeando con una violencia y cinismo descomunales hospitales, ambulancias, escuelas, campos de refugiados, bloqueando toda ayuda humanitaria, aniquilando a niñas y niños en todo sentido…en nombre de la persecución de milicianos de Hamas, que son las menores víctimas en el conflicto. ¡Cuanto más indefensa la población más feroz el bombardeo! Con esta lógica contra la población civil desarmada actuó Hamas el 7 de octubre en su brutal ataque terrorista con masacres contra la población fronteriza israelí indefensa. Su acción inhumana fue doble: primero hacia la población israelí, y luego -indirectamente- hacia su propia población palestina, pues sabían perfectamente cómo reaccionaria el gobierno genocida israelí en Gaza.

Bien han definido muchos actores sociales de todo tipo esta ocupación y destrucción total israelí sobre Gaza, como genocidio -y no abusamos del término-, y en América Latina, con dignidad y claridad así lo han definido gobiernos como el de Petro, Arce, Lula y Cuba… y el EZLN. En una acción de no-cooperación valiosa, Craig Mokhiber, director de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU-DH en Nueva York y experto en ese conflicto, en su carta de renuncia dijo claramente: “somos testigos de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos…es un caso de genocidio de manual…no deja lugar a dudas ni debates…(urge luchar) por el fin del apartheid en todo el territorio”.

Además en paralelo hoy día están ocurriendo, al menos, otros 5 procesos genocidas en el mundo: en Myanmar el gobierno contra la población musulmana rohingya; en Sudán del sur por parte de la gobernante etina dinka contra la etnia nuer; en Darfur (Sudán occidental) por parte del gobierno árabe contra la población no árabe; en Irak y Siria del Estado Islámico contra yazidíes, chiítas y cristianos; en la República Centroafricana entre milicias musulmanas y cristianas.

Asimismo, si nos remontamos al siglo XX vemos que éste comenzó entre 1909-1915 con el genocidio de armenios por parte de los turcos; 1939-1945: los nazis contra judíos, gitanos, comunistas, opositores…; 1950s tibetanos por parte de China; 1930-1950s purgas estalinistas contra disidentes en la URSS; 1975-1978: opositores y población camboyana por parte del gobierno de los Khmer Rojos; 1976-1985: opositores argentinos y latinoamericanos por parte de las dictaduras militares; 1970-1993: indígenas guatemaltecos por parte de los gobiernos y ejército; 1970s: población ugandesa por parte del gobierno de Idi Amin; 1975-1999: población de Timor del Este por parte de Indonesia; 1992-1995: población musulmana bosnia por parte de Serbia; 1990-1999: población albano-kosovar a manos de Serbia; 1994: etnia tutsi por parte de gobierno hutu; 2002: musulmanes por parte del gobierno estatal hinduista de Gujarat (India) en Ahmedabad; 1983-…: kurdos a manos de Irak, Turquía…

Nueva humanización: ¿dinero “codiciable” antes que personas “desechables”?

Estos últimos años de la humanidad han estado atravesados por dos formas diferentes de guerras que involucran al mundo: el Covid con su origen biológico y las invasiones rusa a Ucrania e israelí a Gaza. En todas ellas ha quedado demostrado sobradamente que el poder económico está muy por encima de las personas, su cuidado, seguridad y protección. Los grandes bloques de poder político-militar y las trasnacionales han actuado en contubernio total para justificar sus contradicciones permanentes, sus intereses complementarios y contrastantes, su impunidad bélica y de violencia contra la población civil “desechable” (O. Bertrand), y aunque la verdad e impunidad cínica del neoliberalismo ya han sido públicamente desnudadas como pocas veces, estos procesos han incrementado permanentemente hasta hoy sus espirales de guerra. Para entender la lógica y modelo social neoliberal capitalista basta seguir dos pistas: ¿hacia quiénes van las bombas, y hacia quiénes va el dinero?

Actualmente resulta de una deshumanización atroz estar viendo y oyendo en todos los medios esta catástrofe en Gaza contra la población civil indefensa, desarmada y acorralada palestina, en nombre de una “inmensa venganza”, de una repugnante y falsa “guerra santa de aniquilación contra el pueblo palestino” (“Ustedes deben recordar lo que los amalecitas les hicieron según nuestra sagrada Biblia. Ahora vayan y hiéranlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos , tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros-Samuel 15,3”), de un “asedio total”, del “no cese al fuego” ni “corredor humanitaria”, del ultimatum para un desplazamiento masivo total de población con el fin de ocupar y colonizar aún más territorios palestinos. Todo esto decretado por el cínico, corrupto, deshumanizado y sádico presidente israelí Benjamin Netanyahu, muy cuestionado por su pueblo desde hace meses en manifestaciones masivas en las calles, pero que cuenta con un apoyo explícito e incuestionable -en todo sentido- de Estados Unidos, la Unión Europea, parte de la ONU, los grandes poderes económicos de todo tipo…¡¡Vergüenza total inmoral de estos países al no haber promovido hasta hoy realmente un cese al fuego y corredor humanitario!!

Algunas condiciones básicas para desatar procesos genocidas, parten de deshumanizar, estigmatizar a las víctimas (“palestinos son “bestias humanas”), promover todo tipo de castigos sádicos, punitivistas al extremo y ejemplares, al generalizar su identidad: todos los palestinos son lo mismo, sean o no de Hamas. Estamos asistiendo diariamente a un proceso social mundial -desde gobiernos y medios informativos cómplices- de incremento de la espiral bélica genocida y siembra del odio, la ignorancia y la obediencia ciega a las órdenes inhumanas, como pocas veces en la historia contemporánea, incluso con el gobierno israelí declarando que “un ataque con armas nucleares es una opción” (5-11-23), en lo que constituiría un holocausto o Shoah palestino.

La otra parte de esa lógica de guerra, terror y despojo total, radica en la premisa del neoliberalismo y todo el orden social capitalista al menos desde su construcción en la modernidad: el fin justifica los medios. He aquí el gran veneno social de la guerra, la violencia y la “infantilización social” de la población, construida principalmente a través de los medios, los gobiernos y el resto del orden social en sus múltiples dispositivos y herramientas de deshumanización. En aras de fines sin principio de realidad, sin historicidad, sin justicia alguna, sin tomar en cuenta a las personas de las sociedades civiles involocradas, se desatan espirales de guerra e impunidad cada vez más riesgosas para nuestra especie, porque están atravesadas por condiciones de armamentos nucleares y el cambio climático, que cambian totalmente la magnitud de las consecuencias. Así como justificaciones tan hipócritas y de doble moral, contrastantes y ambiguas como las que condenan justamente a Rusia contra Ucrania, pero no a Israel contra Gaza, como si este último país no estuviera en plena invasión y ocupación impune de un territorio con el mismo justificativo ruso: proteger a su población en un enclave enemigo. Nos preguntamos por qué no ha habido aún sanciones económicas, políticas, boicots, retiro de embajadores…de las potencias occidentales contra Israel, como contra Rusia…

¡Alto al exterminio! ¿Qué hacer por la justicia y la paz hacia el pueblo palestino?

Como la nos enseña la historia, y nos decía el Dr. Juan Carlos Marín, “el genocidio es la acción de muchos sobre pocos”, no es como ingenua e infantilmente nos enseñan los libros de historia y los medios, la acción de un pequeño grupo perverso de desalmados y enfermos mentales de odio, contra una multitud con una identidad común que por algo detestan y quieren exterminar, sino que es la acción de multitudes de esas sociedades que -de muchas maneras desde la omisión y el silencio hasta la acción directa- son parte constituyente y desencadenante de ese proceso genocida. De otro modo, sería inexplicable -humana y tecnológicamente- un proceso social de esas magnitudes, donde sea y en cualquier escala. Por ello cuestionarnois sobre qué hacer, cómo participar en la foirma que sea de un “¡ya basta!” social lo más amplio posible en el mundo y en el territorio del exterminio, son fundamentales si queremos evitar algún gardo de complidad -voluntaria o no, como son el silencio, la indiferencia o la normalización por ejemplo.

Por supuesto que todo tipo de acción solidaria es indispensable, metiendo el cuerpo en cuanta movilización social de solidaridad con las víctimas inocentes y desarmadas de esta guerra, presionando a los gobiernos y poderes involucrados en los ataques brutales. Poderes humanitarios mundiales, con una gran fuerza y reserva moral detrás, como por ejemplo las iglesias y la ONU, no están “metiendo el cuerpo” en formas de no-cooperación y desobediencia civil proporcionales a lo que es la acción más inhumana de la especie. Sólo están haciendo declaraciones de principios que son totalmente insuficientes ante poderes genocidas en pleno ataque. Son momentos de la historia de la especie en que hay que estar desde la noviolencia a la altura de la violencia desatada que se enfrenta. ¿Por qué el Papa y líderes religiosos judíos y musulmanes, con el secretario de ONU…personajes públicos de todos los ámbitos…no meten sus cuerpos en Gaza, en grandes campañas mundiales, en celebraciones ecuménicas o ayunos públicos -por ejemplo- permaneciendo allí hasta que cese el fuego, se abra un corredor humanitario. Sería un ejemplo del carácter proféticos e histórico de estas instituciones y cuerpos, de su determinación moral de “desobedecer toda orden inhumana”, empezando por las genocidas.

También gobiernos mundiales podrían asumir posiciones mucho más firmes y de mediación por la paz, boicoteando y no-cooperando con todo tipo de intereses y acciones que empoderen esta guerra, nosotras y nosotros defendiendo la justicia y la paz en cuanto espacio privado y público tengamos de reflexión colectiva, sosteniendo que los medios ya son fines en sí mismo y deben ser tan legítimos coo éstos…Las acciones de manifestaciones masivas mundiales y no-cooperación de población israelí, en su país y otras partes del mundo -especialmente en EU y Europa-, están siendo fundamentales para quitar toda fuerza moral y legitimidad a su gobierno y fuerza militar: protestas y arrestos de todo tipo de israelíes bajo la consigna de “¡No en nuestro nombre!” (jewishvoiceforpeace); las manifestaciones masivas en Israel a favor de pedir una política de corredores humanitarios y que favorezca la liberación de los rehenes; las manifestaciones en Israel en la casa de Netanyahu son asimismo centrales pues atacan la “retaguardia moral” del genocida en jefe.

Comparto esta pregunta para la cual no tenemos respuestas individuales sino colectivas “en voz alta”, con un desafío moral y epistémico que nos une a miles de millones de nuestra especie actualmente frente a este y otros genocidios, desde los rincones donde estemos actuando y luchando por una especie cada día más humanizada y no deshumanizante:

¿Qué más hacer para ser menos cómplices de este orden social capitalista neoliberal, cada vez más deshumanizado y que está construyendo socialmente otro tipo de “condición humana” social e individual, y de concepción de paz y guerra, que no está para nada claro hacia dónde nos llevarán, en términos de justicia, dignidad y paz? ¿Cómo detener desde la resistencia civil noviolenta y constructora de paz este bombardeo y genocidio de una condición humana donde no existan “seres desechables”?

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