¿Y si el punto de fuga fuera salirse de las redes que nos contienen, dibujar otros mapas?
«El neoliberalismo prescinde del cuerpo social para intervenir el territorio. Del mismo modo, lo local puede, en el riesgo, pensarse a sí mismo al margen de la sociedad (margen que le remite siempre a su más allá). Excitante resulta la fisura representacional, el territorio puede plantear cartográficamente su sublevación y autodeterminación. Estamos hartos de una política y un arte -demócrata-cristiano que apenas busca incomodar. Si el enemigo ha cambiado de lengua, han de cambiarse las armas para cortarla. La no-nostalgia de la sociedad feliz plantea un sinfín de problemas (el individualismo, la resignación, micro-fascismos), pero podemos decir con firmeza que son nuestros problemas. Los mapas inclausurables abren el territorio, los encuentros y mundos posibles.
Cada mapa señala sus flujos, sus puntos fuertes y débiles. Sólo el mapa, y no los axiomas mágicos del “trabajo de base”, indica las estrategias posibles a seguir.
Lo importante es allí crear mundos habitables: tomar posición, ofensivamente.»
108 Fabián Videla & Fernando Abbott
Margen y territorio (al margen del territorio)
Estar fuera de una red o de las redes podría ser ese otro camino a explorar para parar los flujos que saturan, que oprimen, que generan una ansiedad cada vez más creciente. Parar, suspender, hacer silencio, habitar los espacios desde los cuerpos y sus territorialidades, poder abrir el espacio para brindarse a la vida misma. Es sorprendente constatar que antes de que existiera internet y las llamadas redes sociales todo funcionaba naturalmente bien. Así desde la cocina sin robots hasta las marchas, huelgas y movilizaciones espontaneas estaban cuidadosamente coordinadas u organizadas. La gente se conocía y tenía hábitos cotidianos, conocíamos donde vivían nuestros amigos y dicho sea de paso las visitas eran en función de esos conocimientos. Eran sorpresas en donde se suspendía todo para brindarse de lleno a quien llegaba. Era el tiempo del intercambio epistolar, las cartas llegaban en un sobre a nuestras casas y también se hacían largas conversaciones vía telefónica con los amigos.
No nos mueve un sentimiento de nostalgia, simplemente traer algunas cosas a la memoria, ayuda a re-centrarnos en este presente en donde reina la angustia y el insomnio. ¿Qué hacemos con todos los datos que recibimos? Pues en general no hacemos nada más que seguir recibiendo otros hasta el hartazgo, esto provoca una suerte de parálisis y entramos en un tiempo de espera de «ver qué pasa» pero no actuamos, no creamos, no arriesgamos una convocatoria, una acción que desencaje la rutina, que interrumpa la sucesión mortal de los horrores. Hoy no estamos ni más bien informados ni poseemos mayores conocimientos en general, por que tomamos por realidad la virtualidad plana, lisa ,que nos empobrece y nos roba tiempo de vida real.
Que el mundo va mal es una evidencia para muchos, que el planeta se destruye por nuestros modos de vida también pero nadie modifica ni una coma en sus vidas; la máquina sigue funcionando de forma cada vez más acelerada. Las redes sociales son una malla que atrapa e inmoviliza. Salirse de ellas es algo a ensayar.
Cada día despertamos con más cuerpos en condiciones infrahumanas deambulando por las calles, locura, pobreza, hambre, falta de amor, de hogar, de amigos y la maldita droga, ese gran negocio que logró lucrar con todas las desgracias humanas. Pero resulta que ahora llegado a un límite de lo intolerable la propia gente desde los barrios reclama mayor seguridad y presencia policial en las calles, a lo cual se suma la doble apuesta de muchos gobiernos de movilizar a los ejércitos en las calles de las ciudades. ¿De qué nos sirven las redes virtuales en este caso para disolver ese mundo pobre en un mundo de todos , en un abrazo solidario? ¿Cómo ponernos al abrigo del control por las armas, de la video vigilancia? Cómo bailar sin que nada viole la poesía de la inesperada fiesta?
Se dice que las cosas tardan pero llegan al pequeño Uruguay, no con mucha sorpresa algunos miembros del actual gobierno de Luis Lacalle Pou están proponiendo inspirarse en Bukele y su estrategia para el combate al narcotráfico es decir, sacar el aparato represivo policía y militares a patrullar ciertos barrios. Todos conocemos como en los años 70 el aparato represivo salió a combatir la corrupción y el proceso llevó a una dictadura cívico militar. Todos sabemos que la corrupción está enquistada en el sistema del poder político, también sabemos que en Colombia, por citar un ejemplo, nunca se erradicó al narcotráfico con la militarización del país. Por el contrario, ello ha llevado y lleva a la represión indiscriminada de los movimientos sociales. Estamos aquí bien enfrentando a poderosas redes de un entramado de mil cabezas que asegura el dominio económico bien arriba de la pirámide del poder hegemónico. Esas redes son bien físicas, y tienen operatividad a distintos niveles. En cambio abajo las redes sociales son bien inmateriales y no modifican nada o salvo el hecho de asegurar un entretenimiento masivo que oculta las redes del vértice del poder. Pero a sacarse la venda de los ojos, estamos asistiendo a la militarización del continente, mientras las redes sociales reproducen al infinito los mismos chimentos, los mega conciertos y festivales y todo clase de anuncios como en botica.
«Esta primera aproximación al tema despierta, con razón, preocupación. Como certeramente anota el jurista y docente universitario Luis Córdova Alarcón, “el régimen democrático puede ser asfixiado por una tenaza, conformada por el crimen organizado, por un lado, y por los militares por otro, que podrían ir desplazando a las instituciones civiles”. Más militarización de la sociedad, conducirá a menos democracia.» (https://rebelion.org/plan-condor-del-siglo-xxi-en-marcha/).
Volvemos al inicio de nuestra reflexión para enlazar el tema de las redes sociales con los lazos necesariamente afectivos y creativos por construir desde las corporalidades, para poner cuerpos y mentes en acción.
El ejecutante de una acción corporal no representa un personaje, sino que, antes que nada, se presenta a sí mismo”. (Suazo, 2016, p. 1)
Claro que ya hemos incorporado muchas cosas de las tecnologías a nuestros cuerpos hasta volvernos dependientes o condicionados por las mismas, el bueno uso de las mismas también facilita cosas pero nos aleja del sentir, de nuestra naturaleza originaria dando lugar a un nuevo ser híbrido mitad máquina mitad humano.
¿Cuántas horas pasamos en las redes mirando el flujo a la espera de que ocurra algo sin nuestros cuerpos, sin actos de creación que abran nuevas situaciones? Nos referimos a ello porque la situación actual es la de los peces atrapados en las redes de los pescadores esperando a ser consumidos por otros. Estamos dentro de una red de muerte, perforar la malla es lo que posibilitaría salir de ella.
Lo que vuelve nunca se fue
Vuela una luciérnaga en lo alto y la confundo con estrellas
El punto de observación es estático
estoy afuera del acontecimiento
al ser espectador solo me entretengo
Sandra Petrovich
Artista plástica, poeta y activista social. Una de las fundadoras de la revista virtual Alternativas.
Excelente texto