Volver a ser Nosotras, Nosotros

Verónica Villa Arias

Ven, y auto-gústame

Así como el petróleo lleva al calentamiento global, los datos llevan al enfriamiento social, explica el proyecto Enfriamiento social de Tijmen Schep.

Al conectarnos a las redes sociales es inevitable que pensemos en lo que los demás verán de nosotros. ¿Qué verán mis congéneres, mis parientes, mis rivales en amores y en profesiones, mis amores perdidos? Como me parece muy cuesta arriba escribir algo que me deje a gusto pensando en lo que verán, mejor no escribo nada. O pasan días sin que lo haga. Soy un ejemplo leve del enfriamiento social, de la autocensura. Me alejo de las redes y listo. Pero hay millones que le dan con esmero a poner lo que el resto de seguidores, amigos y conocidos esperan ver.

Ilustración: Gordon Johnson/Pixabay

Hay programas en línea llamados “auto-likers” que pueden vincular cuentas de Facebook a las granjas de bots para obtener miles y miles de likes a cambio de dar acceso a la información de las cuentas. Los creadores de los auto-likers revenden los millones de detalles de las cuentas sobre preferencias personales de todo tipo. Si bien hay cientos de problemas relacionados con información falsa y manipulación de la información, el tema de los “auto-likes” es uno de decisión y vanidad personal, y es la fuente principal de cuentas falsas, explica una exempleada de Facebook y articulista del sitio Rest of World, Sohpie Shang.

Las redes sociales nos atrapan con el espejismo de poder comunicarnos. Están los miles y miles de memes prefabricados para dar los buenos días y las buenas noches al chat de amigas, cuates y parientes. Hay millones de prototipos de bendiciones y felicitaciones, cápsulas de sabiduría antigua y reciente, recetas de unos cuantos caracteres o mini videos para “ser mejor”.

Aunque hay grupos heroicos que se enfocan en compartir arte, sólida crítica política y económica o hasta chistes inteligentes y que divierten sin mofarse de los otros y otras, tener comunicación profunda por redes sociales es imposible. No sentimos al otro o la otra, no percibimos su estado de ánimo, no escuchamos los tonos de su voz cuando platica, mucho menos los olemos o sentimos su calorcito. ¿Cómo podríamos establecer una comunicación que nos haga fuertes?

Sentirnos vistos en redes cambiará inevitablemente nuestros comportamientos, pero no de la forma en que nosotros decidamos, sino que trataremos de ajustarnos, natural e imperceptiblemente, a lo que imaginamos que satisfará al resto del mundo. Pero ese resto del mundo tampoco es real. También son millones y millones de seres humanos teniendo estas mismas conversaciones consigo mismos sobre qué postear, qué decir, qué ropa usar y qué mirada echarle a la selfie del perfil.

Los algoritmos extraen preferencias y gustos cruciales para la vida cotidiana en el sistema de compra-venta de bienes y servicios en que estamos presos (porque podemos imaginar un mundo donde existen otras formas de vivir, además de la compra y venta de bienes y servicios, ¿verdad?).

Aquí un ejemplo de la información de una usuaria promedio de Facebook

En una relación

Padres divorciados

Planeando quedar embarazada

Interesada en manualidades

Detesta al régimen en el gobierno

Le gustan los restaurantes de alitas

Ama los chihuahuas

Quiere cambiar coche

270 amigos, pero sólo interactúa con 15

Familia dispersa en 5 entidades

En la civilización de la compra-venta, las preferencias e información que compartimos construyen nuestra “reputación digital”. Los anuncios en nuestras redes sociales y en nuestras páginas de consulta, y aún más en nuestras páginas de intereses específicos o compras, comenzarán a promovernos lo que con certeza nos podrán vender y segregarnos de aquello en lo que no somos convenientes, porque nunca podremos pagarlo o porque causaría una disrupción en aquel mundo “mejor” al que pertenezco. China es el ejemplo paradigmático con su programa de créditos sociales.[1]

“Si eres mujer, es posible que veas menos anuncios de trabajos bien remunerados. Si tienes amigos con mala fama en las redes sociales, es posible que pagues más por tu préstamo”, explica www.enfriamientosocial.com. Las redes sociales promueven una cultura de la conformidad, de aversión al riesgo y de rigidez en las relaciones sociales reales, insiste Tijmen Schep. Una autocensura con máscara de transparencia, pues las redes son escaparate de millones de vidas.

Si ya de por sí era difícil encontrar el equilibrio entre las expectativas impuestas por la familia, el círculo social y yo misma, y mis posibilidades reales de desplegarme plenamente en algo que me guste y me permita vivir con dignidad, todas las redes sociales entorpecerán esa búsqueda y ese equilibrio.

El concepto del enfriamiento social es pegador, sirve para dar cuenta de la importancia económica que han adquirido las plataformas digitales en términos de persuasión para el consumismo y la manipulación del disenso (en inglés hyper-nudging[2]), describe el control que tienen las corporaciones de las TICs[3] sobre la economía y la política para asegurar el funcionamiento del sistema.

Ultimadamente, que cada quien nombre su afecto por las redes sociales como quiera. Lo principal es ponerle un freno claro a la codificación y venta de los anhelos, las frustraciones, las expectativas, los fracasos, la intimidad adolorida, la angustia, las satisfacciones. Lo principal es apostarle a las comunicaciones verdaderas.


[1] Ver “Qué es y en qué consiste el sistema de crédito social chino” en: https://www.youtube.com/watch?v=lun7V7TPmmM.

[2] Uno de los textos básicos sobre la manipulación del consumo o híper-persuasión del investigador Michel Carolan y se descarga sin restricciones en https://www.researchgate.net/publication/323492663_Big_data_and_food_retail_Nudging_out_citizens_by_creating_dependent_consumers y en español, el término hyper-nudging se está equiparando con psicografía.

[3] TICs, abreviación de Tecnologías de la Información y la Comunicación.

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