Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Thich Nhat Hanh: budismo, paz y noviolencia

La ola no tiene que morir para convertirse en agua, ya es agua (Thich)

En estas últimas semanas han seguido su viaje en otra dimensión -a edad avanzada- dos grandes referentes mundiales de la construcción de paz y la noviolencia: Desmod Tutu(1931-2021) y Thich Nhat Hanh (1926-2022). Uno sudafricano, otro vietnamita, uno obispo anglicano, el otro monje budista zen, escritor prolífico y poeta. Debo mucho a los dos, por eso he querido compartir estos artículos recientes sobre ellos, ya que fueron dos personas capaces de unir la lucha social y la contemplación, la acción noviolenta y la fe en los seres humanos. Especialmente, Thich me ha ayudado en más de una vez a no perder “el centro” en mi vida, y a “estar despierto”.

Budismo aplicado y comprometido

Según Céline Chadelat y Bernard Baudouin en su Thich N. H. (edit. Diana), en 1957 -tres años después de la derrota francesa en la guerra de Indochina- Thich se estableció en la cima de una montaña, cerca de Saigón, con unos monjes para iniciar una experiencia colectiva comunitaria de fusión con la naturaleza y de renovación espiritual, llamando a ese lugar “hojas fragantes de palma”. A pesar del aislamiento monacal, mantuvieron contacto con muchas experiencias comunitarias y socialistas en el sudeste asiático que se dieron en esa década, y fueron madurando la idea de desarrollar un “budismo comprometido” (después lo rebautizarían como “budismo aplicado”), que será allí uno de los enfoques centrales de la resistencia noviolenta contra la guerra de Vietnam hasta 1975. Crean una original experiencia educativa-escuela en la zona, y forman a muchos monjes y monjas, y trabajadores sociales, por todo el país.

¿Qué principios de base propagaban con este tipo de budismo? De partida consistía en cambiarse a uno mismo para cambiar al mundo: dos caras de una misma moneda; practicar la plena conciencia para acercarnos así a los otros; trabajar por la paz. Las autoridades comienzan a vigilarlos y hostigarlos por sus críticas al régimen de Diem, apoyado brutalmente por Estados Unidos, que ve surgir en 1956 el comunista Frente Nacional para la Liberación, liderado por Ho Chi Min. Aumenta mucho la represión del régimen y la lucha del pueblo y monjes contra esa tiranía -el país recién salía de 10 años de guerra contra Francia-, al grado de que el 11 de junio de 1963 Thich Quang Due, un anciano monje, se inmoló públicamente; y luego le sigue un levantamiento fallido de los monjes. Este acto marcó profundamente a la población y al budismo. En 1965, con la inmolación de otro monje, Thich escribió a Luther King: “Al inmolarse el monje vietnamita afirma con fuerza y determinación estar listo para asumir los más grandes sufrimientos para proteger a su pueblo…según las convicciones budistas, la vida no termina a los 60, 80 o 100 años de existencia: es eterna. La vida no se limita al cuerpo: es universal. Encenderse a uno mismo no significa cometer un acto de destrucción, sino cumplir el don de ser en el sufrimiento y de morir por su pueblo. No es un suicidio. El suicidio es un acto de destrucción”.

Esta comunidad budista -con Thich y su entrañable monja Chan Khong a la cabeza- comienza entonces a fundar pequeño grupos de jóvenes estudiantes voluntarios de paz, bajo el nombre de su antigua Escuela de la Juventud para el Servicio Social, y recorren -desde 1964- el país en medio a miles de peligros (ya se desató la guerra química de Estados Unidos) para apoyar a las poblaciones bombardeadas y hambreadas, como muestra de ese “budismo comprometido” que pregonaban, enfrentando el dolor inenarrable de madres suplicándoles que se llevaran a sus bebés e hijos. En una de estas situaciones, Thich incluso se cortó el dedo índice izquierdo con un chuchillo haciendo que su sangre cayera al río, en “oración por todas las víctimas de la guerra”.

La destrucción de los arrozales y plantíos por la guerra llevó a este grupo a construir con la población rural los “pueblos experimentales”, con el objetivo de desarrollar nuevamente plantíos. Fundaron también, con un creciente número de voluntarios jóvenes, la universidad budista Van Hanh en Saigón, en medio de condiciones de pobreza y espacios populares de mercados, donde se privilegiaba la práctica a la teoría, con cursos de religión, ciencias políticas, agronomía, economía e ingeniería. La inclinación de Thay (como le decían cariñosamente) por la poesía lo llevó asimismo a crear una casa editorial (La Boi Press) de literatura, como espacio de consuelo, donde publicaba poemas anónimos por la persecución. Su postura es muy compleja en medio de una guerra civil de esa envergadura, pues era duramente crítico del régimen pero tampoco apoyaba a la guerrilla comunista, que incluso lo acusó de agente de la CIA.

El Exilio

En 1966 se fue por tres meses a Estados Unidos -de donde ya no pudo regresar a su país por la brutalidad creciente de la guerra que lo condenó al exilio- a dar conferencias, hablar en mítines, buscar difusión y solidaridad contra la guerra. Allí, apoyado por numerosas redes pacifistas, sus discursos fueron muy fuertes y claros contra el papel de ese país en la guerra: “Si uno quiere que el árbol crezca, regar las hojas no va a servir. Se tienen que regar las raíces. Numerosas raíces de la guerra están aquí, en su país”; “cuando uno tira bombas sobre el enemigo, tira al mismo tiempo bombas sobre uno mismo, sobre su propio país”. Presentó una propuesta de paz en Washington para detener los bombardeos, y ya no pudo regresar a Vietnam; se exilió en Francia. En 1967 Luther King lo propone para el nóbel de la Paz: “no conozco a nadie más digno del premio que el dulce monje budista…sus ideas habrían erigido un monumento al ecumenismo, a la hermandad mundial, a la humanidad”. Thich afirmaba que “Nuestra fe no propone la noviolencia porque no tenemos armas, sino porque elegimos no utilizarlas. Tenemos fe en el satyagraha de Gandhi y King, tenemos fe en nuestros hermanos humanos”.

Desde el exilio participó en numerosas iniciativas contra la guerra, la destrucción de la naturaleza y la pobreza en redes solidarias internacionales; lanzó en 1971 una campaña llamada “Detener las masacres ahora”. Finalmente, el 27 de enero de 1973 se firma el armisticio que pone fin a la guerra de Vietnam: 3 millones de pobladores locales y 57 mil norteamericanos muertos. Posterior a la guerra -desde 1975- apoyó las acciones de gran riesgo de los “boat people”, donde decenas de miles de refugiados huían del país -a través del golfo de Siam- en barcos muy precarios por temor a las represalias del nuevo gobierno. A este respecto, y en relación a su principio del Interser, Thich escribió en 1982 el poema Por favor, llámenme por mis verdaderos nombres donde dice:

“Yo soy la niña de 12 años, refugiada

En una pequeña lancha,

que se arroja al mar al mar después

de sufrir la violación de un pirata marino,

y soy el pirata, mi corazón aún es incapaz

de ver y amar”.

En medio de todas las actividades de solidaridad internacional con la población vietnamita, y al no poder regresar a Vietnam, Thich se establece en una vieja y pobre casa rural cerca de Troyes, en la Champaña francesa, donde da origen a una experiencia comunitaria (“Patates douces”) de acogida y espiritualidad. Con Luther King habían soñado en construir una comunidad basada en la fraternidad humana. Él se dedicó -entre otras muchas cosas- a su pasión por la jardinería, y a caminar en procesión diaria: “caminar lentamente, tomar conciencia de la respiración, mientras al mismo tiempo se es consciente de cada paso, porque cada momento de contacto entre el pie y la tierra es como una plegaria para la paz” (A guide to walking meditation, Thich, FOR). La creciente afluencia de gente a esta comunidad, les obligó en 1981 a buscar un lugar más grande en Plum Village, al sur de Francia, para desarrollar hasta hoy una gran cantidad de retiros de meditación y plena conciencia, experiencias de autosuficiencia y cursos de todo tipo, conferencias por la paz por todo el mundo: “si nosotros cambiamos nuestra vida cotidiana podemos cambiar a nuestros gobiernos y al mundo”.

InterSer y Mindfulness

En 1966 Thich fundó con muchos más la Orden del InterSer, que tiene por carisma fundamental la concepción que todos estamos relacionados y somos interdependientes, no podemos existir sin los otros. Esto tiene mucha similitud con la idea de Ubuntu promovida por Tutu, a partir de las antiguas etnias sudafricanas. InterSer en vietnamita deriva de dos términos chinos: Tiep y Hien (Thich, Ser Paz. edit. Neo Person). Tiep significa “estar en contacto” (con uno mismo) y “continuar”; Hien serefiere al “momento presente”, que es lo único real. De aquí se deriva la base de esta Orden nacida en la guerra de Vietnam, que afirma que “nosotros intersomos” en la medida que “amar es estar presente” y que se trata de “ser paz” con plena conciencia en cada momento del presente. Thich afirmaba la necesidad de: “vivir de manera consciente en el momento presente, sin lamentar el pasado ni sentirse angustiado por el futuro, sabiendo observar lo que está ocurriendo en el presente…Abandonando el pasado, abandonando lo que aún no es. El pasado y el futuro se encuentran en el presente”.

Asimismo, este sabio monje budista zen es muy conocido hoy día también por la concepción de “mindfulness”, que nace de su práctica de “Ser Paz”, y ha sido adaptada muy positivamente a muchas áreas de nuestra vida, individualidad, desarrollo personal, trabajo, estudio, etc. Una vez leí una historia del Buda que me pareció ejemplificaba muy bien esta idea. Un líder religioso visitó una vez al Buda y le preguntó. “¿Cuándo uno sigue tu Camino, qué hace en su vida diaria?”. Buda replicó: “Uno camina, se para, se sienta, se acuesta, come y bebe”. El hombre entonces le preguntó: “¿Qué tiene de tan especial eso?”. Buda contestó: “Una persona común mientras camina, se para, se acuesta, come o bebe, no sabe que está caminando, parándose, acostándose, comiendo o bebiendo. Cuando un practicante del Camino camina, él sabe que está caminando. Cuando se para, sabe que está parado”. La Plenitud de la Mente es entonces estar conscientes de cada acción del cuerpo y la mente.

A partir del 2005 recién le fue permitido regresar a Vietnam -desde su exilio en 1966-, y en 2018 quiso trasladarse al monasterio donde se ordenó monje a los 23 años en Hue, donde murió. Él afirmaba que “Nunca moriré. Habrá disolución de este cuerpo. Pero eso no significa mi muerte. Continuaré siempre”. En un poema titulado El momento en que muera, decía en parte:

“Trataré de volver contigo

lo más rápido posible.

Te prometo que no me llevará mucho.

¿No es verdad

que ya estoy contigo

porque muero en cada momento?

Regreso contigo

en cada momento.”

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