Crónicas Trashumantes

Trashumante

Red Trashumante de educación popular: Nacimientos

Segunda parte

*En esta reseña compartimos algunos de los momentos fundacionales de nuestra historia, vitales para la comprensión del proceso que fuimos desarrollando en nuestra práctica político-pedagógica y los proyectos que nos mueven hoy.

Esta crónica es continuación de la entrevista que realizamos a Tato Iglesias y a través de ella buscamos dar cuenta de los procesos y acciones-reflexiones previas al nacimiento de la Universidad Trashumante.

La vinculación entre arte y educación popular ha sido y es central en nuestras prácticas, por eso nos parece importante narrar sobre cómo se fue gestando. Fue durante nuestra experiencia en la red Taller de talleristas —que ya comenzaba a enlazar maestros y maestras de todo el país—, a mediados de los noventa, cuando empezamos a soñar con unir el arte a la educación popular. Nos empezamos a preguntar: ¿qué le aporta el arte a la pedagogía y educación popular y qué le aportan la pedagogía y la educación popular al arte? Estas preguntas fueron muy desafiantes para nosotros porque no sabíamos muy bien cómo incorporar lo artístico en nuestras prácticas. Al comienzo lo único que se nos ocurría era poner poetas, cantores y músicos populares de toda América Latina y dar un espacio dentro de los talleres para reflexionar sobre eso. Pero nos dábamos cuenta que seguíamos priorizando la palabra, no poníamos en movimiento el cuerpo, lo que ya para entonces nos parecía fundamental porque permitía expresar otros saberes y emociones.

Estábamos en esa búsqueda cuando un grupo de jóvenes que había participado en el último encuentro del Taller de talleristas nos pidieron organizar el siguiente. Y, con un poco de dificultad —porque una cosa es predicar la horizontalidad y otra es ejercerla—dijimos que sí y fue en este encuentro que organizaron ellos en Río Cuarto, Córdoba, (en donde los más viejos fuimos como participantes) cuando se dio la aparición de bailarines, teatreros y cantantes muy jóvenes que venían con toda una impronta popular y nos mostraron un arte totalmente distinto al que conocíamos. Ahí nos dimos cuenta que también en el territorio del arte la escuela todo lo que toma lo deja rígido; a ese encuentro llegaron bailarines populares, por ejemplo, que se expresaban de una forma totalmente distinta a las academias.

Así fue que nos fuimos encontrando con distintos movimientos de la cultura y arte popular. La apertura hacia estas expresiones nos permitió nutrirnos y crecer junto con el nuevo movimiento de la música folklórica y del teatro que en ese tiempo se estaba dando en Argentina. Casi naturalmente comenzamos a bailar en los talleres, a mover el cuerpo y también a incorporar un teatro que en realidad venía del teatro de la liberación y estaba también volviendo a nacer luego de la dictadura, recuperando la experiencia encarnada en la filosofía de la liberación y que tenía mucho que ver con todas las ideas de Freire, con la pedagogía de la liberación.

En este tiempo, con Sendas, fuimos dando cada vez más talleres, generalmente dentro de sindicatos docentes y de escuelas en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Neuquén. Así se fue dando la inquietud de ir a más lugares, de andar ya más constructivamente, de ampliar nuestra práctica grupal. Comenzamos a sentir la necesidad de construir una red de educación popular más amplia y sólida. Habíamos formado parte durante todos estos años del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL) pero la verdad es que de a poco nos fuimos abriendo de todos esos grupos porque, desde nuestra perspectiva, se fueron convirtiendo en prácticas conservadoras y en algunos casos en educadores populares de escritorio, y la educación popular es movimiento, hay que andar.

En los años noventa el asunto era cómo hacer para levantarnos el ánimo en un contexto totalmente neoliberal, es importante narrar esto porque tenía que ver con de dónde tomar ánimos para seguir. Hubo tres acontecimientos que nos alentaron profundamente. El primero fue el nacimiento del zapatismo: el día que surgieron a la luz el primero de enero de 1994 para nosotros fue muy fuerte, no podíamos creer todo lo que escuchábamos y veíamos. Y la verdad es que fuimos de los primeros grupos aquí en empezar a formarnos en el zapatismo e intentar incorporarlo en nuestros talleres. Lo que nos interesaba era poder seguir construyendo con gente que pensaba como nosotros.

El segundo acontecimiento fue que se nos ocurrió darle a Paulo Freire un Honoris Causa en la Universidad Nacional de San Luis y aprovechar esa visita para organizar charlas con él. Y la verdad es que fue una locura de esas hermosas. Fue algo impresionante, que está relatado en un libro que se llama El grito manso, que publicó Siglo XXI Ediciones. Organizamos tres días de charlas con él, en la facultad proponían hacerlo en el aula magna donde cabían 400 personas, pero ya notábamos que se venía una movida muy grande y finalmente lo hicimos en un estadio de básquet: entraron más de 1.500 personas, vinieron a San Luis desde distintas provincias y de países limítrofes, fue impresionante. Además era una época que no había redes sociales, casi nadie tenía internet, no había whatsapp, la gente se fue enterando y fue viajando para poder estar. Paulo tenía un hálito muy especial, como decía José Carlos Barreto: él hablaba y parecía que salía un duende de su boca y se instalaba en la cabeza de la gente. Y además cuando escribía lo hacía de la misma forma en que hablaba, eso era también muy apasionante. Eso nos dio un impulso enorme, nos fortaleció no solo a nosotros sino al movimiento que estábamos intentando crear.

Y el tercer acontecimiento fue cuando trajimos a San Luis a Eduardo Galeano que es un personaje maravilloso, un gran referente para América Latina. Y fue realmente un empuje increíble todo lo que dijo e hizo, cómo nos ayudó en esta búsqueda de mirar el mundo desde otro lado.

Con los zapatistas, con Freire y con Galeano nos sentimos acompañados para mirar y construir el mundo desde abajo, que era lo que queríamos. Con este empuje comenzamos a tomar la decisión con Sendas, que fue el grupo-germen de lo que fue la Universidad Trashumante, de armar un taller para salir a recorrer el país.

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La Red Trashumante es un tejido de grupos y organizaciones políticas autónomas, articuladas en torno a prácticas de educación popular. Vincula experiencias de educación y cultura popular de distintos territorios de Argentina, desde 1998.

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