Tormentas y esperanzas

Eduardo J. Almeida

Las mineras ecologistas y el universo paralelo de AMLO

“Ahora, afortunadamente, la mayoría de las mineras canadienses nos están ayudando a que no se destruya el territorio, a que se cuide el medio ambiente, son las que más pagan a los trabajadores mineros y son las que más ayudan a las comunidades y a los gobiernos estatales”, fue lo que dijo López Obrador en su conferencia mañanera del 18 de enero. Era fácil pensar que era un video de broma, una sátira sobre las políticas del presidente mexicano que han dado continuidad a los proyectos de muerte de sus antecesores.

Hay una minera que se empeña en hacerse del territorio de Ixtacamaxtitlán en Puebla y pone en su página de internet que: “Almaden está comprometida en mejorar la calidad de vida de las comunidades en donde trabajamos, siendo un empleador responsable, medioambientalmente comprometido…” El paralelismo entre el mensaje de AMLO y el de Almaden Minerals haría pensar que efectivamente el video era un montaje, pero no, por la mismísima boca de López Obrador salieron las palabras del extractivismo canadinese, esas con las que las mineras tratan de ocultar y justificar la devastación de dejan a su paso.

Ésta simple declaración mañanera significa un paso cualitativo en la política de López Obrador y en el universo paralelo que ha creado. Ya sabíamos que en el universo AMLO, la “izquierda” defiende la militarización y los megaproyectos de infraestructura que despojan a pueblos y comunidades de sus territorios y quienes se resisten a someterse o simplemente denuncian esa destrucción son criminalizados como “conservadores radicales de izquierda”. Es el mismo universo paralelo en el que quienes antes promovían los proyectos de muerte y fueron desplazados del poder público formal, siguiendo un guion que pareciera escrito en Florida, se definieron como la “oposición” y se volvieron paladines de la libertad y defensores de las credenciales de elector. El nuevo paso es que López Obrador abiertamente declara defensores del medio ambiente a los ecocidas, lo que en la narrativa binaria de oposiciones que lo caracteriza pone a las comunidades que se resisten como destructores del medio ambiente.

Más allá de las misteriosas conversaciones que pueda haber tenido el presidente López Obrador con el primer ministro Trudeau en los oscuros rincones de Palacio Nacional, la realidad es que el gobierno mexicano ha explicitado sus prioridades sobre la minería y sus efectos en México. Por un lado, AMLO atendió inmediatamente los reclamos de seguridad de las empresas canadienses en el estado de Guerrero. Por otro lado, guardó absoluto silencio ante la decisión de la Suprema Corte canadiense de no investigar el papel que la embajada de Canadá en México pudo tener en el asesinato del defensor del medio ambiente Mariano Abarca en 2009, al presionar al gobierno de Chiapas para que detuviera las protestas en contra de la minera Blackfire Exploration y al tratar de ocultar los vínculos entre los sospechosos del asesinato con la empresa canadiense. Tal vez no valía la pena la tensión diplomática porque se llamaba Mariano Abarca y no Salvador Cienfuegos.

Probablemente López Obrador pretende que quienes han aceptado su universo paralelo, esos que antes denunciaban los abusos de las mineras, adopten su narrativa del extractivismo protector del medio ambiente. Seguramente surgirán ahora discursos que justifiquen proyectos como el de minería sustentable (sic) que la Secretaría de Economía impulsa junto con el Grupo Experto en Manejo de Recursos de la Comisión Económica de Naciones Unidas para Europa y la empresa canadiense Almaden Minerals, a través de su subsidiaria Minera Gorrión, en Ixtacamaxtitlán, Puebla, a pesar de que existe una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que suspende esa concesión y sobre todo a pesar de la oposición explícita y activa de las comunidades que han demostrado los daños y riesgos que representa ese proyecto extractivo.

En el universo paralelo de la 4T los proyectos de muerte serán nombrados proyectos de vida, aunque su propósito sea convertir ecosistemas en mercancías y su único resultado sea fracturar comunidades y devastar territorios. Las empresas extractivas y los militares serán los cuidadores del medio ambiente y del pueblo. Las comunidades en resistencia serán estigmatizadas con discursos similares a aquellos con los que Carlos Salinas trató de deslegitimar la lucha del EZLN, “están manipulados por extranjeros” dirán, “son una minoría intransigente los que se oponen” explicarán, porque sean gobiernos neoliberales o progresistas, ninguno de los malos gobiernos entiende que defender la tierra, el agua y la vida es simplemente el resultado de la dignidad de los pueblos que resisten y se rebelan a los universos que prometen bienestar y desarrollo, pero imponen muerte y olvido.

Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida

Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida tratan de acompañar y tejer caminos entre luchas. Son integrantes del Nodo de Derechos Humanos, del proyecto Etćetera Errante y Adherentes a la Sexta Delcaración de la Selva Lacandona.

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