Tormentas y esperanzas

Tamara San Miguel

¿Aceptaremos el genocidio?

Los criminales buscan neutralizar sus actos negando, justificando, criminalizando, aterrorizando. El Estado de Israel está usando el ataque de Hamás del 7 de octubre como el justificante para perpetrar un genocidio contra el pueblo palestino. Los crímenes se reproducen, multiplican y perpetúan si gozan de aceptación social, es decir si son normalizados.

Los ataques de Hamás sobre la población de Israel son tan injustificables como lo es el terror que está desplegando Israel sobre Gaza, pero la desproporción del ataque militar israelí es aberrante. El modo en que respondió Israel a los ataques del 7 de octubre devela nítidamente la decisión deliberada de Netanyahu de terminar de desaparecer a la población Palestina, intención que no se originó el 7 de octubre. El bloqueo de Israel sobre Gaza lleva 16 años, existe un sistema de apartheid ejecutado por Israel en el territorio Palestino. Tan solo en el siglo XXI ha habido por lo menos 9.500 palestinos asesinados, y del 7 de octubre hasta hoy (25 de octubre) van por lo menos 5.000 palestino/as asesinado/as. La masacre contra niñas y niños (un muerto cada 15 minutos), el bombardeo a los hogares sin aviso, el bombardeo del Hospital Bautista Al-Ahli y otros centros sanitarios, el desplazamiento forzado, el cerco alimentario e hídrico definitivamente no está enfocado en Hamás.

Es vital decir hoy que estar en contra del genocidio contra Palestina no es ser antisemita, que estar en contra del terrorismo de Estado de Israel no es ser terrorista. Para quien justifica el genocidio contra Palestina por los ataques del 7 de octubre puede resultar significativo echar un ojo a lo que dice un familiar de víctimas de los ataques de Hamás sobre Israel: “Llamemos a la paz. Hagamos un llamado a la esperanza. Pidamos un alto el fuego total. Hagamos un llamado a construir puentes” (Democracy Now, 2023). Estar contra los crímenes de lesa humanidad implica asumir que la ofensa es a todos y todas, que vale lo mismo una vida de un/a israelí, que de un palestino/a, o cuando menos, así debería de ser. Lo más grave de la ejecución de éstos crímenes es que se den con apoyo, respaldo, complicidad y silencio, y que se cometa este crimen frente al mundo con aceptación social.

Manejar la masacre que está perpetrando el Estado de Israel sobre Palestina como una guerra entre dos países es incorrecto porque no es un Estado aparte (aunque debiera serlo) por lo que los crímenes que está ejecutando Israel sobre territorios que mantiene ocupados y por lo tanto bajo su responsabilidad, configuran crímenes de Estado y por el terror con el que se ejecutan hacen de Israel un Estado terrorista.

Considerando los Estatutos de Roma, el crimen de genocidio con sus diversas modalidades y elementos se está llevando a cabo a plenitud, no hay matices. Se está perpetrando una matanza “a miembros de un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, están lesionando gravemente la integridad física o mental de los miembros del grupo, están “sometiendo intencionalmente al grupo a condiciones de existencia que acarrean su destrucción física, total o parcial”, se están ejecutando medidas destinadas a acabar con la infancia de ese “grupo”. Se ha declarado abiertamente la intención de destruir a “un grupo particular de forma total o parcial”. El genocidio se está llevando a cabo ”con conocimiento (mens rea)”, es decir que el perpetrador está actuando con conocimiento del ataque que está dirigido contra la población civil; y se están cometiendo múltiples crímenes de guerra: homicidio intencional, deliberadamente se están causando grandes sufrimientos y atentados graves contra la integridad física y la salud de la población, destrucción y apropiación de bienes, deportación y traslado ilegal, se están dirigiendo intencionalmente ataques contra la población civil, se están dirigiendo intencionalmente ataques contra bienes civiles, se están dirigiendo intencionalmente “ataques contra personal, instalaciones, material, unidades o vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la paz o de asistencia humanitaria” y así podemos seguir en una larga lista de crímenes que abiertamente están siendo dirigidos, justificados, publicitados y respaldados por otros Estados.

Se están cometiendo crímenes de lesa humanidad porque es un ataque generalizado y sistemático contra una población civil, generalizado porque es un ataque en un área geográfica grande y sistemático porque ha sido parte de un plan organizado que sigue un “patrón regular y ha resultado en la comisión continua” de actos atroces. Se ha dado “de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer ese ataque o para promover esa política”, es decir que no es parte de una cadena de actos espontáneos y aislados.

En el texto “Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal”, Hannah Arendt relata minuciosamente el juicio contra Eichmann (uno de los agentes esenciales de la maquinaria nazi), ahí advertía sobre el riesgo de que se repitiera la historia, “todo paso que, para bien o para mal, dio la humanidad en su historia, está condenado a ser el umbral del siguiente hito en su camino hacia su salvación o destrucción, según el caso”. En el brillante texto señalaba la importancia y urgencia de hablar de crímenes que ofenden a la humanidad-toda. Estamos ante el terrible caso de la destrucción, ante la decisión abierta de un exterminio y ante un Estado que lo perpetra y que es fortalecido por Estados Unidos y la Unión Europea. Estamos ante un Estado que paradójicamente conoce muy bien lo que es el genocidio, porque parte de su población lo sufrió en la Alemania nazi.

Los terribles y obscuros días que han cubierto octubre de sangre nos están demostrando el control, el totalitarismo, el absurdo que gobierna el mundo y que nos dirige a la muerte como humanidad. Se está levantando un consenso entre los arribas (con pocas excepciones) de respaldar, aceptar y tolerar el genocidio en aras de intereses económicos y políticos. Un régimen dictatorial global comienza a apestar, el mismo que ha detenido gente en Francia por protestar contra el genocidio en Palestina, el mismo que ha llevado a policías en Barcelona a reprimir manifestantes, el mismo que posibilita ataques contra los manifestantes en Estados Unidos. Es decir que se está constituyendo un tipo de ordenamiento jurídico (de norma no escrita) a nivel global, en la que los crímenes de poder son legales, aceptados, permitidos, sistemáticos y rutinarios, estamos ante Estados Criminales, sistemas criminales y alianzas globales criminales. El derecho de defensa que se está atribuyendo a Israel para arrasar con todas y todos los Palestinos es el reflejo de esa criminalidad sistémica y sistemática.

En ese mapa la capacidad del abajo de resistir a eso, de negarnos, de levantar la mirada y buscar parar la atrocidad aunque parezca imposible resulta vital, si no lo hacemos estaremos condenado/as a permitir y padecer más crímenes, como el que cada minuto se sigue perpetuando en Palestina.

Nos queda una gran pregunta y mucho trabajo por hacer en respuesta:

¿Quién los va a detener?

– “Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal”, Hannah Arendt, 1963.

Los criminales buscan neutralizar sus actos negando, justificando, criminalizando, aterrorizando. El Estado de Israel está usando el ataque de Hamás del 7 de octubre como el justificante para perpetrar un genocidio contra el pueblo palestino. Los crímenes se reproducen, multiplican y perpetúan si gozan de aceptación social, es decir si son normalizados.

Los ataques de Hamás sobre la población de Israel son tan injustificables como lo es el terror que está desplegando Israel sobre Gaza, pero la desproporción del ataque militar israelí es aberrante. El modo en que respondió Israel a los ataques del 7 de octubre devela nítidamente la decisión deliberada de Netanyahu de terminar de desaparecer a la población Palestina, intención que no se originó el 7 de octubre. El bloqueo de Israel sobre Gaza lleva 16 años, existe un sistema de apartheid ejecutado por Israel en el territorio Palestino. Tan solo en el siglo XXI ha habido por lo menos 9.500 palestinos asesinados, y del 7 de octubre hasta hoy (25 de octubre) van por lo menos 5.000 palestino/as asesinado/as. La masacre contra niñas y niños (un muerto cada 15 minutos), el bombardeo a los hogares sin aviso, el bombardeo del Hospital Bautista Al-Ahli y otros centros sanitarios, el desplazamiento forzado, el cerco alimentario e hídrico definitivamente no está enfocado en Hamás.

Es vital decir hoy que estar en contra del genocidio contra Palestina no es ser antisemita, que estar en contra del terrorismo de Estado de Israel no es ser terrorista. Para quien justifica el genocidio contra Palestina por los ataques del 7 de octubre puede resultar significativo echar un ojo a lo que dice un familiar de víctimas de los ataques de Hamás sobre Israel: “Llamemos a la paz. Hagamos un llamado a la esperanza. Pidamos un alto el fuego total. Hagamos un llamado a construir puentes” (Democracy Now, 2023). Estar contra los crímenes de lesa humanidad implica asumir que la ofensa es a todos y todas, que vale lo mismo una vida de un/a israelí, que de un palestino/a, o cuando menos, así debería de ser. Lo más grave de la ejecución de éstos crímenes es que se den con apoyo, respaldo, complicidad y silencio, y que se cometa este crimen frente al mundo con aceptación social.

Manejar la masacre que está perpetrando el Estado de Israel sobre Palestina como una guerra entre dos países es incorrecto porque no es un Estado aparte (aunque debiera serlo) por lo que los crímenes que está ejecutando Israel sobre territorios que mantiene ocupados y por lo tanto bajo su responsabilidad, configuran crímenes de Estado y por el terror con el que se ejecutan hacen de Israel un Estado terrorista.

Considerando los Estatutos de Roma, el crimen de genocidio con sus diversas modalidades y elementos se está llevando a cabo a plenitud, no hay matices. Se está perpetrando una matanza “a miembros de un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, están lesionando gravemente la integridad física o mental de los miembros del grupo, están “sometiendo intencionalmente al grupo a condiciones de existencia que acarrean su destrucción física, total o parcial”, se están ejecutando medidas destinadas a acabar con la infancia de ese “grupo”. Se ha declarado abiertamente la intención de destruir a “un grupo particular de forma total o parcial”. El genocidio se está llevando a cabo ”con conocimiento (mens rea)”, es decir que el perpetrador está actuando con conocimiento del ataque que está dirigido contra la población civil; y se están cometiendo múltiples crímenes de guerra: homicidio intencional, deliberadamente se están causando grandes sufrimientos y atentados graves contra la integridad física y la salud de la población, destrucción y apropiación de bienes, deportación y traslado ilegal, se están dirigiendo intencionalmente ataques contra la población civil, se están dirigiendo intencionalmente ataques contra bienes civiles, se están dirigiendo intencionalmente “ataques contra personal, instalaciones, material, unidades o vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la paz o de asistencia humanitaria” y así podemos seguir en una larga lista de crímenes que abiertamente están siendo dirigidos, justificados, publicitados y respaldados por otros Estados.

Se están cometiendo crímenes de lesa humanidad porque es un ataque generalizado y sistemático contra una población civil, generalizado porque es un ataque en un área geográfica grande y sistemático porque ha sido parte de un plan organizado que sigue un “patrón regular y ha resultado en la comisión continua” de actos atroces. Se ha dado “de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer ese ataque o para promover esa política”, es decir que no es parte de una cadena de actos espontáneos y aislados.

En el texto “Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal”, Hannah Arendt relata minuciosamente el juicio contra Eichmann (uno de los agentes esenciales de la maquinaria nazi), ahí advertía sobre el riesgo de que se repitiera la historia, “todo paso que, para bien o para mal, dio la humanidad en su historia, está condenado a ser el umbral del siguiente hito en su camino hacia su salvación o destrucción, según el caso”. En el brillante texto señalaba la importancia y urgencia de hablar de crímenes que ofenden a la humanidad-toda. Estamos ante el terrible caso de la destrucción, ante la decisión abierta de un exterminio y ante un Estado que lo perpetra y que es fortalecido por Estados Unidos y la Unión Europea. Estamos ante un Estado que paradójicamente conoce muy bien lo que es el genocidio, porque parte de su población lo sufrió en la Alemania nazi.

Los terribles y obscuros días que han cubierto octubre de sangre nos están demostrando el control, el totalitarismo, el absurdo que gobierna el mundo y que nos dirige a la muerte como humanidad. Se está levantando un consenso entre los arribas (con pocas excepciones) de respaldar, aceptar y tolerar el genocidio en aras de intereses económicos y políticos. Un régimen dictatorial global comienza a apestar, el mismo que ha detenido gente en Francia por protestar contra el genocidio en Palestina, el mismo que ha llevado a policías en Barcelona a reprimir manifestantes, el mismo que posibilita ataques contra los manifestantes en Estados Unidos. Es decir que se está constituyendo un tipo de ordenamiento jurídico (de norma no escrita) a nivel global, en la que los crímenes de poder son legales, aceptados, permitidos, sistemáticos y rutinarios, estamos ante Estados Criminales, sistemas criminales y alianzas globales criminales. El derecho de defensa que se está atribuyendo a Israel para arrasar con todas y todos los Palestinos es el reflejo de esa criminalidad sistémica y sistemática.

En ese mapa la capacidad del abajo de resistir a eso, de negarnos, de levantar la mirada y buscar parar la atrocidad aunque parezca imposible resulta vital, si no lo hacemos estaremos condenado/as a permitir y padecer más crímenes, como el que cada minuto se sigue perpetuando en Palestina.

Nos queda una gran pregunta y mucho trabajo por hacer en respuesta:

¿Quién los va a detener?

  • “Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal”, Hannah Arendt, 1963.
  • “Stop the War”: Israeli Peace Activist Whose Parents Were Killed in Hamas Attack Calls for Ceasefire, 2023 https://www.democracynow.org/2023/10/18/israeli_peace_activist_parents_killed
  • “Los Crímenes de Guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y su base en el Derecho Internacional Humanitario”, CICR.
  • “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional”, 1998.

– “Los Crímenes de Guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y su base en el Derecho Internacional Humanitario”, CICR.

– “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional”, 1998.

Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida

Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida tratan de acompañar y tejer caminos entre luchas. Son integrantes del Nodo de Derechos Humanos, del proyecto Etćetera Errante y Adherentes a la Sexta Delcaración de la Selva Lacandona.

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