Umbrales de emancipación

Stavros Stavrides

La mímesis puede ser poética

Hay que salvar la mímesis del anatema de la banalidad y la sumisión. Encontrar elementos de creatividad colectiva y resistencia al ethos capitalista en la vida cotidiana debería convertirse en una de las principales tareas para repensar la emancipación social. Y es en el esfuerzo por desvincular la cotidianidad de la reproducción social servil donde podemos encontrar la necesidad de trazar una especie de historia de la mímesis.

Parece que hubo un tiempo (como sugiere el filósofo Henri Lefebvre) en que la mímesis no podía distinguirse de la poiesis. Según el planteamiento de Lefebvre, la poiesis engloba todos aquellos actos que transforman la relación del hombre con la naturaleza, incluida la propia naturaleza humana. Este proceso transformador es creativo, lo que significa que genera tanto nuevas realidades materiales como nuevos significados. Es la capacidad inherente de transformación lo que hace posible que los hombres produzcan y creen, que se cambien a sí mismos creando. A partir de esta capacidad se desarrolla la mímesis. Lo que solemos relacionar con el comportamiento mimético, como en los juegos, los rituales, las prácticas religiosas y los modales habituales (etiqueta) formó parte, en un determinado periodo, de un proceso de construcción del mundo en el que vivían los seres humanos.

Los actos miméticos no se separaban de este mundo reduciéndose al seguimiento de códigos de comportamiento (y reglas de conducta), ni se consideraban un ámbito de significaciones distinto del flujo de la vida. Lo que se repetía en los actos humanos, entonces, no era todavía simplemente reproducción, una redundancia sin diferenciación. La repetición no era imitación, si por imitación entendemos una repetición pasiva de actos reconocibles con significado fijo. La repetición seguía siendo transformadora, producía cambios.

La separación de la mímesis de la poiesis puede compararse con la separación de lo poético del lenguaje y con la separación de lo lúdico (el elemento lúdico de las interacciones humanas) del comportamiento, como sugiere Lefebvre. Y también puede compararse con la separación del arte (y el artista) de la artesanía (y el artesano). Estas separaciones se deben a las estrategias de obediencia desarrolladas por las autoridades gobernantes o al predominio de un enfoque funcionalista que reduce sin cesar la vida humana a la satisfacción de las llamadas necesidades básicas. En ambos casos, las repeticiones se consideran necesarias para la reproducción de los sistemas de significado establecidos. La mímesis pierde su poder de transformación, el poder de transgredir la división de la vida social en sectores diferenciados y, por tanto, de sustentar una forma de ser y una forma de expresarla propias de una determinada época y de una determinada comunidad.

La mímesis era y necesita ser activa. Por tanto, puede implicarse en la apropiación creativa de hábitos compartidos. La imitación es pasiva. Copia. La imitación se convierte en un modo de comportamiento dominante en una sociedad que priva a los individuos de la creatividad transformadora que sólo está reservada a los «superdotados». En las sociedades industriales capitalistas, la mímesis se equipara a la imitación, al tiempo que se exalta como la capacidad de seguir las tendencias dominantes. El gusto individual y el estilo individual son meras apariencias de individualidad que ocultan patrones imitativos del ser social. Por el contrario, la mimesis activa puede mantener su vínculo con la poiesis. Puede generar cambios en el ámbito de lo cotidiano, en las actuaciones repetitivas de cada día.

En busca de lo posible, de la posibilidad de trascender la sociedad capitalista existente, la mímesis debería ser restaurada junto con la poiesis como el poder de descubrir mientras se repite, como el poder de exceder el formalismo necesario de las relaciones sociales (de las reglas que las gobiernan) hacia una recuperación creativa de la vida común en su totalidad.

¿Podría esto conducir, entre otras cosas, a la recuperación de una relación con la naturaleza que fue destruida por la razón instrumental junto con el ethos extractivista capitalista? ¿Podría esta relación volver a ser lúdica a la vez que protectora, una relación solidaria que aprende de los círculos repetitivos de los fenómenos naturales, sin dejar de maravillarse ante la singularidad de cada amanecer? Es posible. Sin embargo, lo importante en un esfuerzo por devolver a la mímesis el estatus de creatividad colectiva, es restablecer su conexión con la poeisis. Las repeticiones poéticas pueden indicar un esfuerzo emancipador por descubrir y establecer hábitos y rituales emancipadores. Y este esfuerzo debe considerarse siempre como un trabajo en curso. Como el despliegue de la creatividad colectiva en nuevas formas de vivir en común.

Stavros Stavrides

Arquitecto y activista nacido en Grecia, profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, dedicado a trabajar en las redes urbanas de solidaridad y apoyo mutuo, y en comprender los actos y gestos dispersos de desobediencia tácita en las metrópolis.

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