Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Familiares de desaparecidxs y asesinadxs son luchadorxs sociales ejemplares

Estamos ante a VI Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas, organizada por la Red de Enlaces Civiles, con más de 164 colectivos a todo lo largo y ancho del país, en 24 estados y muchas organizaciones, ONG’s, grupos de derechos humanos y personas alrededor que sostienen esta iniciativa tan, tan importante en la línea de la justicia y la paz. Nos parece tremendamente importante reconocer que los principales luchadores de la resistencia civil y de la noviolencia en el país, así como de la reserva moral mexicana, están en los familiares de víctimas de todo tipo de esta tan mal llamada guerra al narco, y también en los pueblos, barrios, campesinos, indígenas que resisten en defensa de sus recursos naturales, sus territorios, su cultura, a todo lo largo y ancho del despojo que hay en este país. En México, según cifras oficiales del 30 de agosto, día mundial del detenido-desaparecido, hay más de 91,000 desaparecidos, un drama y una situación de inhumanidad inimaginables.

Son justamente los familiares de desaparecidos de todo lo largo y ancho del país que vendrán a Morelos del 8 al 24 de octubre a realizar durante dos semanas, sobre todo, muchas búsquedas en campo, búsquedas en vida, pero también de sensibilización y acción social hacia autoridades, hacia las iglesias, en el campo forense y el educativo. En términos de resistencia civil noviolenta, la acción de la brigada es, como diría Gandhi, una “larga caminata-marcha a pie (padyatras)” de lxs familiares por cerros, colinas, llanos, montes en “busca de sus tesoros”.

Las brigadas de búsqueda nacionales arrancaron aproximadamente en 2016 -las locales y regionales mucho antes-, cuando los familiares empezaron a tomar conciencia de que la autoridad no iba a buscar a sus desaparecidos y decidieron hacerlo con sus propias manos, cuerpos, recursos y solidaridad alrededor, en formas de no-cooperación noviolenta, haciendo ellxs “sin pedir permiso” lo que la autoridad no iba a hacer, y romper así también la normalización de la simulación de la búsqueda.

Ahora -años después- existen ya formas de co-operación algo mayores con algunas autoridades aunque falta demasiado aún. Sin embargo, las brigadas siguen siendo cada vez más una gran empresa colectiva y compleja que nace de la sociedad civil organizada bajo el impulso y el liderazgo principalmente de las mujeres, madres, hermanas, esposas, de víctimas en este país, y algunos hombres también.

Verdaderxs luchadorxs sociales

Se trata de una experiencia realmente fundamental de organización, de valor, de inteligencia, de estrategia noviolenta, que nos enseña a luchar mejor, algo tan importante y que nadie quiere que hagamos frente a las injusticas del orden social. Luchar es una palabra con un alto contenido de valor -yo diría casi sagrado-, para cambiar y humanizar a nuestra especie y el mundo en que vivimos; aunque muchas veces se entiende mal este concepto a partir de pre-juicios moralistas e ignorancia histórica. Para mí, los familiares son luchadorxs sociales en el más profundo y amplio sentido del término. Eso les dignifica en gran medida y da más sentido a todas sus acciones. Su empresa no sólo es socialmente indispensable para humanizarnos, por la defensa de la verdad y la vida que hacen, ya no sólo de sus seres queridxs.

En ese sentido hay un detalle -que conozco un poco- y es que casi nadie te enseña a luchar en la vida, porque casi nadie del statu quo quiere que la gente luche, empezando por los jóvenes. Entonces los familiares y las familiares son las mayores constructoras de paz en México en esta última década, son lxs principales pedagogxs e investigadorxs sobre la reconstrucción del tejido social en el país. Nos enseñan a luchar, y hay que aprender de ellas y registrar sus acciones no mecánicamente, pero desde nuestra realidad, en qué forma y con qué inteligencia y estrategia están enfrentando a las autoridades, a todas las formas de crimen de delito organizado, con valor e inteligencia ejemplar. Creo que ese es otro campo muy importante para quien quiere trabajar en construcción de paz: aprender cómo luchan las familiares, que son el 90% mujeres.

Algo muy importante que hemos aprendido al escuchar tantos testimonios de familiares, es que su proceso personal y colectivo les ha sido impuesto por la inhumanidad del orden social que atravesó sus vidas y la de sus seres queridxs. Así, han tenido que reconstruir su propia identidad personal y social, pasando de gente generalmente apolítica e indiferente socialmente, a defensorxs de derechos humanos y más tarde a verdaderxs activistas y luchadorxs sociales; desde otra mirada han pasado de la indiferencia social a la resistencia, y de la resistencia a la resiliencia. Este cambio de identidad y proceso social que ha atravesado sus cuerpos es de una enorme complejidad y muchas veces no alcanza una vida entera para recorrerlo, mientras para ellxs ha tenido que ser hecho en un tiempo muy corto, matizado y ayudado en mucho por el acompañamiento y organización de otras muchas identidades en procesos similares cercanas. A primera vista parecerían sobre todo procesos individuales, pero nos parece que no es exactamente así pues lo colectivo y lo individual se entremezclan sin diferenciarse ni priorizarse.

Han partido del desasosiego, la incredulidad de lo absurdo y el desgarrador dolor individual para llegar a sentir un “dolor e injusticia social”, hasta el grado de afirmar todxs que estamos luchando porque “no queremos que esto le pase a otras personas”. Esto constituye un salto de calidad moral muy grande en quien lo dice, y además porque ellxs no sólo lo dicen, sino que lo hacen.

En este gran proceso de cambio hacia una identidad social de luchadorxs, ha sido clave -me parece- el descubrimiento -sobre todo en lo colectivo- del poder que tienen; se trata de mujeres, en su gran mayoría, y hombres que se han empoderado, que no eran conscientes del poder que tenían y el dolor les ha hecho descubrirlo, ya que si no no podían enfrentar a las autoridades ni luchar. Otra parte muy importante al respecto, es reflexionar que hay gente que descubre su poder, pero no lo usa por miedo o interés, sin embargo ellas han decidido usar su poder aún a riesgo de situaciones alrededor que las puedan agravar, dañar, lo que tiene una fuerza moral muy grande; Gandhi hablaba de la necesidad de “Speak true to power” (decirle la verdad al poder). Como los pueblos con Gandhi, Luther King, Mandela, el zapatismo…Ecuador, Chile, Colombia en la actualidad…toman conciencia del propio poder, se organizan y lo ejercen en acciones directas y reflexión colectiva.

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

En la acción noviolenta la posibilidad de organizar “Campañas” siempre ha sido muy valiosa en toda la historia de la humanidad respecto a causas de paz, derechos humanos y justicia, porque permite articular y potenciar un conjunto de acciones que dispersas a veces pierden impacto y fuerza. Por otro lado, un instrumento fundamental de la acción noviolenta es la reserva moral que siempre existe en una sociedad y que en su historia, en muchas ocasiones, ha aportado palabras y acciones que la gente ha seguido por confiar en la coherencia y verdad de esos actores de la reserva moral, que tienen mayor poder social que otrxs. Las iglesias -a veces- son parte de esa reserva moral, al menos para un sector de la población y para muchxs familiares de víctimas sin duda es así, y creemos que esta brigada nacional puede ser una buena ocasión para impulsar una campaña noviolenta evangélica que ayude a los familiares y a la institución a recuperar en algo su ser “profético” y solidario.

La Campaña que se está desarrollando se denomina “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14,6) y está dirigida a toda la sociedad, especialmente a los feligreses de las distintas confesiones y no, de todas las localidades de Morelos. Esta hermosa frase de Jesús a Tomás ante su duda sobre el destino y camino de los apóstoles, creemos que sintetiza el desafío que tienen las iglesias para apoyar las búsquedas de los familiares, a través de la solidaridad y fraternidad de sus fieles: señalar un Camino para llegar a una fosa; que permita saber la Verdad del destino del cuerpo de sus seres queridxs; y que ayude a las familias a recuperar su Vida, que han perdido desde el momento de la desaparición. En estas tres palabras de Jesús -creemos- se resumen todos los desafíos que los familiares nos ponen enfrente: “Las familias que buscan a sus personas desaparecidas, también buscan encontrarse con la fe del pueblo, la solidaridad, la esperanza de construir paz y una sociedad más humana”.

Entre varias acciones, esta campaña tiene que ver con compartir en forma anónima con la brigada cualquier información acerca de lugares donde pudieran haber restos humanos o materiales de cualquier tipo, que ayude a encontrarles y sobre todo, para que estas familias puedan tener paz, en el verdadero sentido de la palabra. Resulta central el carácter anónimo de esta información, que se da a partir del lema de los familiares de “Buscamos tesoros, no culpables”. En lo específico se han repartido en iglesias y comunidades de fe los denominados “Buzones de Paz”, donde se puede depositar (sobre todo en las celebraciones del fin de semana) esta valiosísima información, sin incurrir en riesgos de seguridad personales.

Nos parece tremendamente importante como sociedad civil, como parte de esa reserva moral si actuamos, no dar la espalda a esta VI Brigada Nacional, buscar meter el cuerpo en lo que se pueda, desde la solidaridad, los recursos, el acompañamiento, sumarse un día, una tarde, dar lo que se pueda, no lo que sobre, sino lo que se necesite, porque es mucho más lo que vamos a recibir. Como decía una familiar de víctima de Ecatepec (Estado de México), que ya en México por el tamaño de la violencia: “no basta con decir yo no hago nada”. Resulta entonces imperativo meter el cuerpo y buscar las formas de ayudar. Esto ayudaría a contradecir un poco la hipótesis que hemos escuchado reiteradamente, acerca de que en México hemos sido una “sociedad fallida” respecto al apoyo a los familiares de desaparecidxs y asesinadxs en esta última década.

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