Crónicas Trashumantes

Trashumante

En busca de articulaciones

En el camino de nuestra historia siempre fue una prioridad el trabajar para construir redes. Y luego de que el Quirquincho nos transportara a realidades, rostros, artes y culturas diferentes, fue creciendo paulatinamente esta decisión de enlazarnos. Después de la primer gira del 98, a medida que la red se ampliaba, fueron surgiendo conversaciones informales, empujadas por la realidad de resistencia y hartazgo que empezaba a sacudir las estructuras de nuestro país.

En ocasión del III Encuentro de la Red Patagónica de Derechos Humanos realizado en Viedma, Río Negro (a principios del 2000), las conversaciones se acentuaron. Allí participaron Guillermo Cieza, Gladys Rodríguez, Edgardo Datri, Rubén Dri, Tato Iglesias, entre otros. Empezábamos a encontrarnos, contar nuestras prácticas, olfatearnos y prendía esta idea-necesidad de caminar al encuentro. El mismo proceso se venía dando desde otras instituciones y organizaciones hermanas y el Encuentro de Organizaciones Sociales de La Plata (EOS) es un antecedente también muy importante.

A mediados de 2001, en el IV Encuentro de la misma Red Patagónica realizado en Bariloche, la idea comenzó a tomar forma de manera informal, ya que empezamos a contactarnos con el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), la Aníbal Verón (Coordinadora de Trabajadores Desocupados), obreros de Zanón (una fábrica recuperada) y una variada gama de organizaciones. Se daba el hecho puntual de la necesidad de encontrarnos, pero al mismo tiempo cada organización dedicaba gran parte de su tiempo hacia el “adentro” de cada una de ellas, más todas las presiones externas que comenzaban a aparecer.

La idea central de la juntada, era el poder compartir experiencias de todos los movimientos sociales que andábamos dando vueltas y que decididamente queríamos hacer política, en el sentido de luchar para cambiar el mundo. Ya había valores que compartíamos, que además de los señalados, eran respetar la diversidad y trabajar dos conceptos muy queridos, como lo eran el de autonomía y horizontalidad. Empezaban a rondar las discusiones acerca del poder, de cómo unir movimientos tan diversos en sus objetivos y geografías, en abrir un espacio de discusión política diferente a los existentes, en ir con otros tiempos, etc.

La Red Trashumante ya estaba más fortalecida; luego del cierre de la gira de Neuquén, en diciembre del 2000, comienza un proceso de ampliación y fortalecimiento de grupos: “La otra vereda” en Córdoba, “Trashumanterio”, de Río Cuarto, “Los gloriosos intocables”, de Mendoza, comienzan a armarse y fortalecerse. Cada uno de los grupos desde su lugar iban articulándose también, los de Vera con los de Hersilia y Reconquista, en Santa Fe, por ejemplo, y así íbamos tejiendo. Estaban los grupos de Frías y de Villa del Dique, Sendas en San Luis. En el sur estaba la asamblea permanente por los derechos humanos. En Córdoba, una experiencia importante fue integrarnos como grupo trashumante cordobés a la Mesa de Trabajo por los derechos humanos. Estábamos muy enlazados con los movimientos por los derechos humanos que en ese entonces eran autónomos.

Es importante tener en cuenta el contexto de época: la crisis económica y social del país era apremiante, los niveles de desocupación alcanzaban el 50%, había una crisis total de los partidos políticos y sindicatos, todo esto llevaba a la aparición de organizaciones de desocupados y campesinos y de muchos grupos sociales y culturales como el nuestro. Durante la década de los noventa nacieron y se fueron consolidando la mayoría de las organizaciones autónomas que propugnaban por una transformación política y social: el MOCASE (en 1990), HIJOS (1995), los movimientos piqueteros que comienzan en 1996 con la pueblada neuquina de Cutral- Co y Plaza Huincul —y que luego se replican en el norte de Salta y Jujuy contra la privatización de YPF en 1997 y en Buenos Aires durante 1998-99—, APENOC (Movimiento campesino de Córdoba, 1999). Había todo un movimiento subterráneo, no visible para la mayoría pero que ya era simiente ineludible de la resistencia al modelo neoliberal en los 90.

Así fue que llegamos a la primer asamblea de esta incipiente organización que luego sería la COPA —Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas—que se realizó en La Plata en agosto de 2001. La convocatoria era extensa y muy variada, estaban desde Madres de plaza de mayo, MOCASE de Santiago del Estero, organizaciones del Alto Valle (HIJOS, Zainuco, Zanón, Agustín Tosco), de La Plata (Galpón Sur, Aule, Campium, Muece, Retruco, La Grieta, Asamblea Meridiano, MTD Romero), de Córdoba (Apenoc), los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD’s) de Buenos Aires: MTD Berisso, MTD San Telmo, MTD Solano, MTD A. Brawn, MTD Colegiales y Asambleas, Niños Felices, Tierra del Sur, La Salamanca, El Brote, Surcos, Asamblea Chacarita). Nosotros participamos con un rol fuerte como Universidad Trashumante.

Estábamos reunidos bajo cuatro principios: autonomía (de partidos políticos, de gremios y de cualquier institución, incluida la iglesia); horizontalidad como forma de organización; consenso como modo de tomar decisiones y cambio social como objetivo político.

La idea era crear una fuerte Coordinadora para trabajar lo político desde nuevas concepciones, por fuera de lo partidario. Esto implicaba discusiones sobre poder y sobre cada una de estas banderas que nos nucleaban. Fueron los intensos años en donde las autonomías se entrelazaban y fortalecían, inspiradas por el zapatismo, el Movimiento Sin Tierra de Brasil, las tesis de Negri y de Holloway, entre tantos más.

A partir de allí empiezan a buscarse formas organizativas, como la Asamblea Nacional y la Mesa, con nuevas incorporaciones de grupos y organizaciones. La asamblea estaba abierta a la discusión de propuestas y el espacio de la Mesa —formada por representantes de cada una de las organizaciones que conformábamos la COPA—era hacer efectivas las decisiones que se tomaban en las asambleas.

También hacíamos intercambios —les llamábamos pasantías—: los movimientos de la ciudad visitaban a los del campo y viceversa, se intercambiaban experiencias entre territorios tan diversos como pueden ser los piqueteros o los campesinos. Así conocimos y convivimos con varias experiencias y podíamos aprender de sus formas de lucha y organización, lo que refrendaba los principios que nos nucleaban. Aprendimos que los MTD’s tenían carpinterías, panaderías y bloqueras, y la horizontalidad se llevaba a cabo en que la capacitación de oficio era para todos. Cada dos meses rotaban los roles. Por ejemplo, en una panadería se iban rotando y cada dos meses el que hacía el pan cambiaba pasaba a ser el administrativo y tal mes siguiente el de limpieza. Todo esto nos fortalecía mucho, era una política otra que ya estaba siendo en el andar.

Pero también había otra cara de la moneda: en esa época, los partidos políticos de izquierda comenzaron a armar grupos que disfrazaban de “organizaciones sociales” y se metían a las asambleas, sin tener las convicciones políticas que estábamos abrazando. Y eso comenzó a generar roces y a desvirtuar, para nosotros, la COPA como instancia articuladora de construcción política autónoma y horizontal. Estas organizaciones, que en realidad eran político-partidarias, tenían una visión del cambio social muy diferente al nuestro. Eran partidos de izquierda, que se inmiscuían para intentar llevar el esfuerzo organizativo hacia lo partidario.

Comenzamos cada vez más a sentir las diferencias, sobre todo en el debate sobre las autonomías, comienzan a entrar personas que eran integrantes de partidos políticos, a cuestionar la horizontalidad y nuestra propuesta en el proceso de formación; había una dirección que apuntaba a la formación de “cuadros” y líderes, algo que iba en contra de nuestros principios. Para la Trashumante la educación popular es una propuesta política en sí misma, que tiene una mirada sobre lo económico, social y cultural; no se puede pensar la dimensión política por separado y aplicar las metodologías sin saber a priori hacia dónde vamos y para quiénes trabajamos.

Así fue que comenzamos a discutir hacia el interior de nuestra Red, si lo que dio origen a la COPA ya se estaba desvaneciendo. Parte del proceso también tenía que ver con el cambio de contexto y la asunción a la presidencia en el 2003 de Néstor Kirchner. Pasaron muchas cosas en el país en esos últimos dos años, hacia afuera y hacia dentro de los movimientos. Desánimos, fragmentaciones y rupturas también influyeron en que el espacio fuera perdiendo consenso. Confusiones, porque algunos esperaban construir un espacio fuerte de poder alternativo que los posicionara en algún lugar político —que no nos quedaba muy claro. La llegada del nuevo presidente y su gran injerencia en el campo popular significó re-posicionarnos como organizaciones populares autónomas, para dar continuidad al lugar que ocupa la formación en nuestro proceso de construcción política, el poder pensar entre todos el por qué, el para qué y el cómo de la formación.

Así fue que cada grupo de nuestra red trashumante se fue manifestando, al principio mediante cartas que nos enviábamos por correo electrónico hasta que por fin en febrero de 2004, en un encuentro, decidimos que no podíamos continuar en la COPA. Se venían grandes cambios que atentaban contra los principios que nos unieron en esta Coordinadora, y alcanzábamos a verlos. Creemos que analizar con más calma algunos de estos procesos, aunque hayan pasado décadas, nos puede dar algunas luces sobre los pasos que estamos dando ahora.

Trashumante

La Red Trashumante es un tejido de grupos y organizaciones políticas autónomas, articuladas en torno a prácticas de educación popular. Vincula experiencias de educación y cultura popular de distintos territorios de Argentina, desde 1998.

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