Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Elecciones Mexicanas: ¿una vuelta de tuerca hacia un cambio de régimen desde la construcción de paz?

Acaban de ser las elecciones presidenciales en México y ameritan una reflexión inicial “en voz alta”, a compartir. Más allá de críticas que siempre hemos manifestado a algunas decisiones del actual gobierno, sobre todo en su relación con grupos sociales en resistencia como los familiares de los 43 de Ayotzinapa, el zapatismo, algunas organizaciones de derechos humanos con larga historia y compromiso con los de abajo y las víctimas, colectivos de familiares de desaparecidos. También son innegables una cantidad de aciertos en beneficio de partes muy mayoritarias de la población bajo el lema de “Primero los pobres”; así como una serie de acciones favorables hacia los sectores más vulnerables a ser cooptados en procesos de violencia, que miran a reconstruir el tejido social nacional desde otra consigna -de raíces cristianas, humanistas y de construcción de paz noviolenta- que tanto ha sido manipulada por la oposición política como de complicidad con los delincuentes, pero que en realidad no lo ha sido pues se plantea atacar sobre todo las causas de la construcción de la violencia y la inhumanidad: “Abrazos y no balazos”.

El triunfo electoral de Claudia Sheinbaum y Morena ha sido apabullante, me atrevo a decir que ni el más optimista de sus seguidores se había atrevido a pronosticar esas cifras finales: 36 millones a Claudia Sheinbaum y 16.5 millones a la opositora Xochitl Gálvez, con 30% de distancia, más del doble de la votación total; mayoría calificada a Morena en la Cámara de Diputados y a dos curules de la mayoría calificada en la Cámara de Senadores. Mayorías amplias en ¾ de los congresos estatales, le arrebataron al PAN la gubernatura del emblemático Estado de Yucatán y mantuvieron a la Ciudad de México en la izquierda. Por primera vez en nuestra historia, pudimos votar por la continuidad de izquierda desde un gobierno de izquierda, sin temor además a que el gobierno hiciera un fraude, como en 1988, 2006 y 2012.

Hubo dos grandes vencedores en esta elección: Claudia Sheinbaum y el Plan C, hechura del presidente López Obrador para ahondar en una vuelta de tuerca de un cambio de régimen en el país, a través de reformas constitucionales profundas en lo judicial, político, laboral, económico, social, para las cuales urgía la mayoría calificada legislativa que ahora por fin se tendrá. El mensaje, nos parece, es claro: el Plan C ya fue aprobado en las urnas, y el nuevo gobierno debe aprovechar -con prudencia y consultas- el envión inicial de sus mayorías legislativas y la enorme fuerza moral de esa abrumadora votación popular, para “cumplir su mandato” en este sentido. Como hemos afirmado en otras ocasiones, respecto a dos características centrales en la construcción de paz noviolenta: humildad y audacia. Es el momento ideal para avanzar así hacia un verdadero cambio de régimen.

Pero no se trató sólo de una distancia cuantitativa sino sobre todo cualitativa. El principal triunfador de esta elección fue el pueblo de México que decidió manifestar su voluntad política, como bien ha señalado el presidente: “la lección de la elección es que en la democracia el pueblo manda”. Además una mayoría muy grande de ese pueblo (60% del total de votantes) logró dejar atrás las brutales mentiras, falsedades, medias verdades que tanto buscaron sembrar los sectores aliados en la oposición que fueron los grandes defenestrados de esta elección (partidos tradicionales, intelectuales y periodistas de quinta, algunas encuestadoras y periódicos, iglesias, empresarios, parte de aparatos institucionales federales y estatales, grupos de la delincuencia organizada…), para manipular e “infantilizar” a la población acusando y estigmatizando sin datos duros con muy malas estrategias. Realmente ha sido notable la capacidad reflexiva y toma de conciencia del pueblo mexicano en todas sus clases sociales, pues Sheinbaum ganó en todas las clases, en todas las edades e identidades sociales. Esta misma acción popular ha puesto también al desnudo el clasismo e ignorancia total del país de comentócratas y dizque intelectuales que han tratado de responsabilizar de esta catástrofe electoral opositora a la “ignorancia” del pueblo al votar masivamente así, castigando y culpabilizando ofensivamente a los más pobres “por no haberse liberado de las cadenas”, incluso llamándolos “ciudadanos de baja intensidad”, en un desquicio intelectual y moral vergonzoso.

El voto masivo ha sido una de las grandes armas noviolentas de la población para ganar esta elección, junto a la contra-información de las conferencias mañaneras del presidente y su gran fuerza moral, así como los medios libres de internet y públicos, las políticas públicas de derechos sociales…Asimismo, creemos que no se trata de una victoria, sino más bien de un gran triunfo, y que no hay que bajar la guardia pues la derecha y los sectores más corruptos no cejarán de atacar desde el primer día al nuevo gobierno, empezando por los partidos políticos tradicionales cuyo régimen fue casi destruido.

Por supuesto que AMLO estuvo en las boletas aunque en forma invisibilizada, pero sería un grave error creer que la nueva presidenta Claudia es un apéndice de él, ella tiene una muy amplia trayectoria, ideales claros y mucha experiencia propia de lucha, gobierno y política. Posee también características en su identidad social e historia personal, que permiten que tengamos bastante confianza en que continuará ahondando en las reformas de todo tipo que tanto necesita el país, así como en aumentar los procesos de igualación y justicia social, no represión y construcción de paz. Es alguien con un pasado de activista estudiantil, luchadora social y ambientalista, científica de rigor, y sobre todo sin mancha de corrupción o nepotismo, principales lacras de la política mexicana. Ojalá así se profundice la construcción de justicia con paz en el país, respetando siempre a los medios ya como fines, evitando aumentar la espiral de la violencia y el odio en todo momento, escuchando la voz y haciendo participar en las decisiones importantes a los principales constructores y constructoras de justicia y paz en el país como son los pueblos indios y campesinos, las familias buscadoras de desaparecidos, las feministas, las comunidades urbanas y rurales en resistencia por sus recursos naturales y culturas…Claro que en mucho dependerá de la organización, presión, acompañamiento y control social de la población, de los movimientos sociales…para que la autoridad cumpla su mandato.

Asimismo, el continente se ha partido a la mitad entre gobiernos más hacia la izquierda y más de derecha: en América del sur en la izquierda están Bolivia, Chile, Colombia, Brasil y Venezuela; en América central y del norte: Honduras, Guatemala, Cuba, México. No es poca cosa como esperanza de justicia y cambio social en el mundo que tengamos estos gobiernos en América Latina, cuando vemos las reciente elecciones para el europarlamento donde las extremas derechas avanzaron muy fuerte en Italia, Francia, Austria, Países Bajos, Bélgica y Alemania.

Polarización: dos modelos de país y dos cartas de “intelectuales”

En México hay y habrá dos modelos de país confrontados, dos visiones de la historia, de la realidad nacional, dos visiones hacia las mayorías de la población y hacia las élites del poder. Pocos días antes de las elecciones sucedieron dos hechos sociales importantes que nos permiten tener unas claras fotografías de esta realidad nacional opuesta: hubo dos cartas públicas firmadas por “intelectuales”, que preferimos llamar trabajadores de la cultura, del arte, la literatura, la academia y de toda manifestación creativa y humanista que nos podamos imaginar, apoyando a una candidatura diferente. Creo que desnudaron el estado de las cosas en el país; no quiero compararlas por la cantidad de firmas pues creo que eso sería bastante infantil, tampoco por la “calidad” de esas firmas, si el que firmó escribió más o menos libros o publicaciones o premios, sino que lo voy a hacer desde las categorías discursivas que se utilizaron, desde el contenido de la reflexión que se usa en las cartas y desde el enfoque de la construcción social de paz. Me centraré así sólo en dos aspectos.

El primer punto que me parece importante y no menor, pues esconde detrás muchas características de nuestra aparente democracia: ¿por qué la carta de las 250 personas que apoyaban legítimamente la candidatura de Xóchitl Gálvez, se presentó públicamente y con gran despliegue mediático en un claro acto de campaña, en el señorial Palacio de Minería de la Unam? Realmente me dejó perplejo, yo trabajo en la UNAM a la que respeto mucho, y precisamente por eso me indignó y alarmó esa situación que nadie evidenció. Me pareció algo completamente fuera de lugar y, a mi entender, tiene que ver con la doble moral de las instituciones y de toda nuestra política. Hemos visto hace poco también cómo, quien fue presidente del dizque neutral INE -Lorenzo Córdoba- y “salvador de la democracia” en un grotesco libro escrito junto a otro consejero electoral, fue orador único en una marcha que se hizo falsamente llamar ciudadana y rosa, lo que luego ha quedado completamente desnudo como una hipócrita mentira partidista opositora. También acabamos de saber cómo la presidenta de la Suprema Corte (Norma Piña), convoca a una cena nocturna en la casa de otro magistrado de la Suprema Corte a los dirigentes de los principales partidos opositores con los jueces del tribunal federal, que dictaminará en forma final las elecciones. Vimos en la impunidad total a la oposición usar el logo y color rosa del INE en su propaganda electoral, sin ninguna sanción real. Finalmente, como actor social clave de esa ambigüedad y doble moral institucional pudimos observar a algunas jerarquías de las iglesias, que en nombre de la paz satanizaban al gobierno e invitaban con mentiras y manipulación religiosa a votar por la oposición, algo totalmente prohibido en la constitución.

Finalmente, el otro aspecto que me parece importante analizar en la carta de las 250 personas de apoyo a Xóchitl Gálvez, es el uso de la categoría de “polarización”, punto central de la campaña anti-SheinbaumAmlo, Se trata de una categoría tremendamente importante desde el eje de construcción de paz noviolenta, instalada en un contexto de aterrorizamiento y acusaciones de autoritarismo gubernamental. Textualmente en esa carta se dice: “Polarizar significa que un polo hegemónico acabe de aplastar a los adversarios como si fueran enemigos”. Detrás de esta definición existe una brutal manipulación y siembra de la ignorancia, resulta vergonzoso hacerse llamar intelectual y afirmar que “polarizar es aplastar al adversario”. Se trata de la paz negativa, la paz armada, la guerra sucia, infantil e ignorante, el aterrorizamiento. Polarizar sí tiene que ver con una confrontación, tiene que ver con puntos de vista enfrentados aunque no necesariamente en la misma proporción cuantitativa, pero no tiene nada que ver con el efecto y la consecuencia que se dice que es destruir al otro y tratarlo como enemigo. Y claramente México está atravesado por un proceso de polarización social y política, sembrado como estrategia y táctica, en forma muy diferente por todos los bandos, pero instrumentalizado en esta carta como propaganda bélica electoral opositora. Esa guerra sucia ya debe terminar si se quiere pasar a etapas constructivas de democracia, justicia y paz. Pero será tarea de todas y todos realizarlo, desde nuestro entorno familiar y de amistades, laboral, escolar, de fe…y mediático. Una base central desde la construcción y cultura de paz está en la humanización del Otro y Otra, en no reproducir ni aumentar la espiral de la violencia y el odio, y en cuidar los medios tanto como los fines.

Dejar una Respuesta

Otras columnas