Cotidianidades

Leonel Rivero

El perpetuo ciclo perverso de los usos y costumbres de la clase política mexicana

El multifacético -escritor, periodista, diplomático y político- mexicano Manuel Payno (1810-1894), en su novela El hombre de la situación, narra las andanzas de tres  generaciones de Fulgencios García Julio, situando sus aventuras en el México colonial en el ocaso del siglo XVII-XVIII, (cuando el primer Fulgencio desembarca en Veracruz, proveniente de Cádiz) y concluyen en los primeros años de la vida independiente de la Nación, cuando el tercer Fulgencio ha retornado de Inglaterra y el padre ha sido electo diputado y ambiciona la presidencia de la República.

El hombre de la situación, es una novela en la que Payno aborda la  política, la ignorancia, la ambición y las malas costumbres de la clase política, concluyendo en voz del personaje (Fulgencio García Julio), que “en un país de estúpidos, el don de la oportunidad, la deslealtad, la ambición, la ignorancia y la picardía, que no la inteligencia, permiten llegar lejos”.

La novela de Manuel Payno viene a colación debido a que nos encontramos en el inicio cíclico de la época electoral. Desde ya, la ciudanía se prepara para descubrir que existen una serie de mujeres y hombres íntegros, que prometen conducir a la sociedad mexicana hacia un futuro promisorio, en el que la justicia social será una realidad, la inseguridad desaparecerá para siempre, el acceso a la justicia no será más un derecho en el papel, los derechos a la educación, vivienda, salud, ambiente sano, recursos naturales, estarán al alcance de todos los mexicanos.

En los próximos meses la oferta política de la gran mayoría de aspirantes demostrará el menosprecio que sienten hacia la ciudadanía, al prometer cosas que no están dispuestos a cumplir.

 Los partidos políticos a través de sus candidatos evidenciarán la contradicción que existe entre sus documentos fundacionales (declaración de principios) y las acciones que proponen. Las alianzas partidistas, dejan en evidencia el pragmatismo que busca obtener el poder por encima de cualquier principio ideológico.

Muchos candidatos que ahora se asumen como los futuros próceres de la patria, son postulados por los mismos partidos políticos que durante casi un siglo han gobernado y administrado el país como una propiedad. Los corruptos de ayer y siempre, se presentan hoy como los únicos capaces de salvar a la sociedad de la inseguridad, la pobreza y la injusticia que ellos mismos propiciaron.

El segundo Fulgencio García Julio decide abandonar su vida de terrateniente y los privilegios obtenidos al haber formado parte de las tropas que comandaba Agustín de Iturbide, para buscar una diputación federal; la justificación que emplea es que “el pueblo que es en la tierra tan poderoso como un santo, me obliga a representar sus derechos hollados y ultrajados, y yo no puedo negarme a una demanda tan justa” Ya que los diputados “son los padres del pueblo, los que defienden sus intereses, los que hacen las leyes todos los días, los que todo lo alcanzan…”

El ascenso a la diputación federal coincide con el arribo a México del tercer Fulgencio García Julio, el cual había sido enviado por su padre a estudiar a Inglaterra para que llegado el momento, pudiera conducir los destinos de México. La falta de arraigo del tercer Fulgencio y el contraste que existía entre las sociedades mexicana e inglesa, genera un menosprecio que lo lleva a sustituir su nombre por el de Fred y el de sus hermanas Pancha y Marica por los de Sara y Elisa, ya que era inadmisible que ambas tuvieran apelativos de tortilleras, por eso era menester sustituirlos por nombres ingleses serios y al mismo tiempo sonoros.

Instalado en su cargo de diputado Fulgencio García Julio, se dedica a multiplicar su fortuna a través de la representación de los intereses de la clase empresarial, impulsando desde la Cámara de Diputados, leyes y acuerdos que permitan despojar a los pueblos indígenas de sus recursos naturales.

La descripción que realiza Payno sobre el comportamiento de la clase política, su ignorancia, su ambición y su picardía como pautas de comportamiento, siguen vigentes; basta con revisar los diarios o redes sociales para enterarnos de un nuevo latrocinio, el cambio de nombre de algún funcionario o los dislates que día con día llevan a cabo los autonombrados defensores del pueblo. Los que ayer desde el movimiento social condenaron el despojo de los recursos naturales, la militarización de la seguridad pública o la pobreza extrema, hoy justifican esas injusticias, mientras disfrutan de salarios y prestaciones que son una afrenta para un país de millones de pobres.

Contrario a lo que sucedía en la época en que se desarrolla la novela de Payno,  actualmente, México no es un país de estúpidos, la sociedad civil ha conseguido alcanzar un nivel de madurez que le permite discernir sobre la seriedad de las promesas de campaña. La mayoría de los ciudadanos, son los que ven como estúpidos a una importante porción  de candidatos que buscan alcanzar el poder a cualquier costo.

COMPORTAMIENTO JUDICIAL

La vida de la Nación siempre ha sido un claroscuro, en esta época de  pandemia, mientras los aspirantes a diputados realizan acciones clientelares (regalos de despensas, juguetes, enseres domésticos etcétera) en búsqueda, no del bienestar común, sino del voto que les permita acceder al poder; otros servidores públicos emprenden acciones sociales sin ningún tipo de interés, más que el ayudar a la población vulnerable.

Destaca la labor que desarrolla la Magistrada Ligia Aurora Cortes Ortega, que a través de la asociación Padre Yermo, desde hace muchos años, apoya a las familias vulnerables (indígenas, mujeres, niños, personas de la tercera edad) de Mérida y otros municipios del estado de Yucatán.

También, son importantes las acciones que realizan el Magistrado Federal Gonzalo Higinio Carrillo de León y otros integrantes del Cuarto Circuito del Poder Judicial de la Federación, que se han dedicado a repartir alimentos a los grupos vulnerables que residen en Monterrey y municipios conurbados.

Las acciones de ambos juzgadores, rompe con el estereotipo -muchas veces alentado desde el poder judicial- de arrogancia, con el que buena parte de la sociedad mexicana identifica a los jueces. La labor social que desarrollan los dos magistrados, debería ser una pauta de comportamiento que determinara la actuación de todos los servidores públicos.

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