Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Día mundial de los Derechos Humanos: Resistencias civiles de no-cooperación en México (VII Brigada Nacional de Desaparecidos) y Qatar

En estas semanas hemos asistido a dos acciones de no-cooperación emblemáticas y que nos enseñan por donde se puede luchar más y mnnejor. La no-cooperación es una forma de resistencia civil noviolenta tradicional en la historia de las luchas sociales y de las luchas individuales, dentro de la humanidad. En muchas maneras diferentes -económicas, políticas y sociales- ha sido practicada en forma creativa, simbólica y directa, por organizaciones y movimientos sociales, así como por personas y grupos. Su base está en la toma de conciencia del propio poder para decir “no” o “sí” a algo, y para poder realizar acciones que debiliten el poder de quien confrontamos. Estas acciones pueden tener que ver con retirar recursos materiales, recursos políticos, morales de legitimidad, legales o los cuerpos. Gandhi la promovió constantemente en la lucha de independencia de la India, partiendo de la afirmación que la responsabilidad de que el imperio británico siguiera gobernando en sus tierras era de los hindúes, no de los ingleses: “Nosotros somos 300 millones y ellos 100 mil, ¿de quién es la responsabilidad que nos gobiernen?”. No es sólo una toma de conciencia inicial de saber que se tiene un poder, sino lo que sigue: la decisión de usarlo a favor de la propia lucha.

No-Cooperación en México: VII Brigada Nacional de Familiares de Desaparecidos

El pasado 20 de noviembre acaba de fallecer Hebe de Bonafini, ejemplar madre fundadora del movimiento en Argentina de las Madres de Plaza de Mayo, a quien la dictadura le desapareció a dos hijos y una nuera. Luchadora social de una valentía y coherencia únicas, por casi medio siglo desde 1977, precursora de todas las luchas por la verdad y justicia hacia los desaparecidos y sus familiares en América Latina y el mundo, como bien lo reconoció también el papa al recordar que “en su silencio Hebe impulsó la búsqueda de la verdad, la memoria, la justicia”. Su lucha fue asimismo ejemplo junto a la de las madres del comité ¡Eureka! en México, encabezadas por doña Rosario Ibarra, también recientemente fallecida. La lucha de las actuales familiares en México está así unida a esta larga batalla por cambiar la historia latinoamericana, por desgracia de tantos países continentales con colectivos similares desde décadas atrás, como bien lo expresó en su saludo de inicio de esta nueva Brigada mexicana, el premio nóbel de la paz en 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel.

A su vez, no avanzar más en acciones masivas de no-cooperación por parte de la población mexicana, y particularmente de su reserva moral, contra la violencia y el contubernio entre autoridades políticas, bandas delincuenciales, empresarios, fuerzas con armas y parte de la sociedad civil empleada por el delito, ha sido una de las causas del aumento de la guerra y la normalización de la deshumanización en el país. Las familiares de desaparecidos nos han dado un importante ejemplo de cómo transitar este camino de la no-cooperación con sus acciones muy concretas de búsquedas en vida y en campo, al tomar conciencia que si seguían esperando que el Estado organizara y realizara las búsquedas necesarias -que nunca iba a hacer por ser cómplice en muchos casos- sería una forma de seguir co-operando con la impunidad y delincuencia. Ellas están siendo las principales pedagogas de la construcción de paz en nuestro país, sus acciones han obligado a las autoridades en todos sus niveles, a actuar con mucha más determinación y profesionalización, a construir más infraestructura con personal adecuado y especializado -aún claramente en grado totalmente insuficiente-, aprobar leyes, protocolos e instituciones mucho más efectivas al problema tan grave que se enfrenta.

Su trabajo es sumamente estratégico, fruto de un gran conocimiento acumulado, y de mayor valentía aún, por los peligros que enfrentan. En México se ha dado el asesinato reciente en las últimas semanas de las madres buscadoras Blanca Gallardo (4 octubre) de Puebla que buscaba a su hija Betzabé Alvarado y María Carmela Vázquez (7 noviembre), madre de Guanajuato que buscaba a su hijo Osmar Zúñiga; asimismo fue asesinada en Cd. Juárez Sully Ponce, ex_fiscal para atención de feminicidios (14 octubre). A su vez, en la primera semana de esta brigada la Red de Enlaces ya denunció que “ el 2 de diciembre las madres brigadistas fueron intimidadas por personas sin identificar que dispararon repetidas veces en las inmediaciones del sitio de búsqueda entre las 13:10 y las 13:20 (¡en pleno día!) con la intención de detener las diligencias que allí se desarrollaban. Esta situación puso en evidencia, una vez más, los riesgos que implica la búsqueda para las familiares y la falta de capacidad del Estado mexicano para garantizar la vida, la seguridad y la integridad de las familias que de forma autónoma se organizan para buscar a sus seres queridos”. A pesar de ello, la brigada continuará adelante en su trabajo con ejemplar determinación moral y material.

Este 27 de noviembre comenzó en Morelos la VII Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en un contexto nacional con más de 107 mil desaparecidos (las familiares hablan de 2 o 3 veces más que no son denunciados) según cifras oficiales. Regresarán un año después a Morelos, estas madres buscadoras de 200 colectivos de más de 27 estados del país, por dos semanas estarán aquí unas 300 familiares cada semana, con el objetivo de visitar los 20 municipios que quedaron pendientes de acudir desde la VI Brigada del año pasado, buscando avanzar en la creación de un modelo nacional de búsquedas que pueda ser replicado en el país, y aplicado desde los gobiernos y la sociedad civil.

Las brigadas nacionales constituyen una gran empresa colectiva de co-operación entre iguales. Organizarlas implicó una vuelta de tuerca estratégica, masiva, de fuerza y presión social, en lo que ha sido un largo -y a la vez acelerado- proceso social, que comenzó en pequeños grupos locales aislados de familiares -bastante solas al inicio-, y luego se fue agrandando con más familias, grupos y personas solidarias, extendiéndose a todo el país, haciéndose regional y ahora nacional. La brigada -encabezada y organizada siempre por las familiares- está integrada también por muchas personas y organizaciones solidarias-, tiene 6 ejes divididos y articulados entre sí, de intervención y reconstrucción del tejido social: búsqueda en vida, de campo y forense; visita a iglesias, escuelas y sensibilización política y social en presidencias municipales y plazas públicas.

La base y petición, según expresó Juan Carlos Trujillo -coordinador de la Red de Enlaces Nacionales que agrupa a estos colectivos- en la conferencia de prensa inaugural, está en “buscar en todos los espacios posibles abiertos con información anónima ciudadana desde la pasada brigada y pendientes de explorar, y que la brigada pueda entrar a Ceresos, albergues, presidencias municipales para firmar convenios de acciones de búsqueda y paz en el tejido social…intentar cambiar la historia de violencia de Morelos”. Y agregó que “gracias a la necedad y fuerza de las familias para llegar a la verdad y la justicia con la brigada estamos construyendo historia, pues la búsqueda en medio de un conflicto armado -como hay en México- no se ha hecho antes en el continente, y aquí se está dando desde el 2016 en forma nacional, a pesar de los temores de las familiares y organizaciones civiles que no estábamos acostumbradas a buscar. Las familias dieron el primer paso, y así obligaron a asociaciones civiles y autoridades a hacerlo, provocaron a todos a hacer cosas distintas”. Y finalizó así: “Tenemos una espada atravesada en el corazón toda la vida. Estamos locos de dolor. La responsabilidad de cambiar esta desgracia en el país, pareciera que recae sobre nosotros”.

En la primera semana de la brigada, que es el tiempo de este artículo, se realizaron dos hallazgos de restos óseos, en una barranca cerca de Cuautla y Yautepec. Se visitaron lugares de búsqueda en vida y forenses, iglesias, presidencias municipales y cuarteles de policías.

Renombrarse a sí mismas: defensoras de DDHH, constructoras de paz, luchadoras sociales

Para las familiares los colectivos son una especie de “nuevas familias” en verdadero sentido real, que llevan a “continuar buscando aunque no sean nuestros hijos” y a seguir su lucha “Hasta Encontrarles” a todas y todos; además de que dan valor, seguridad y empoderamiento a todas y todos con los que se unen a buscar. Juan Carlos Trujillo reforzaba bien esta idea: ““Yo no voy a encontrar a mis 4 hermanos, estoy seguro. Pero cada vez que encontramos a alguien, es como si encontráramos a mis hermanos”. Esta consigna profunda, se complementa con otra similar que es la de “Buscando nos Encontramos”: a nosotras mismas y a las hermanas y hermanos de lucha en el camino. Así, su identidad moral ha rebasado la esfera individual y familiar, para extenderse a concepciones de familia y hermandad mucho más allá de los lazos de sangre, lo que une es el dolor, el amor fraterno, la indignación y la lucha social. Este es un punto central de la nueva identidad social que estas familiares y mujeres buscadoras han construido en cuanto a cultura y práctica de paz, a partir de la cual realizan una ejemplar pedagogía de la noviolencia a nivel nacional y mundial.

Estas mujeres constructoras de paz, han ido cambiando en forma rápida y profunda sus identidades desde víctimas desamparadas hasta luchadoras sociales muy bien organizadas y con gran determinación moral e intelectual, teniendo que enfrentar todo tipo de estigmatizaciones (“¿Qué estigmatización puede tener mi hijo de 3 años y el de otra madre de 12 años que están desaparecidos?”, de cían madres en Ayala), engaños, peligros y soledades por parte de autoridades, policías, fuerzas armadas, delincuencia organizada y sociedad civil. Una valiente madre de Acapulco, cuyo hijo desapareció yendo a jugar fútbol, sensibilizando a policías municipales resumía muy bien esta situación en Villa de Ayala: “Mi esposo me dijo: si vas a seguir buscando a tu hijo, ven a tomar tus cosas. Para mí lo primero es la búsqueda de mi hijo, en eso se ha convertido mi vida. Ya ni la comida nos sabe…no puedo siquiera llevarle una flor”.

Esa misma madre focalizaba más adelante otro gravísimo problema que han tenido que enfrentar, ante la indolencia e impunidad oficial: “El fiscal desapareció las pruebas de la carpeta. Muchas veces planeé matarlo pero mi familia me lo impidió, Ahora ya no pienso así”. Y un padre de Tamaulipas, cuya hija fue desaparecida de la Soriana al salir del trabajo relataba su búsqueda inicial: “El único delito de nuestras hijas es querer trabajar. La fiscalía me dijo: No la buscamos porque pensamos que se había ido con el novio. Le respondí: Ustedes no están para pensar, sino para trabajar. Debieron buscarla enseguida”.

Este proceso profundo ha llevado también -en último término- a la base de la cultura de paz que es humanizarnos nosotras y contribuir al largo camino de humanizar a nuestra especie. Al respecto, en el mismo encuentro con policías de Ayala, otra madre oaxaqueña -con un hermano desaparecido- complementaba: “Como familia, preferimos que esté muerto, a que esté haciendo algo malo. No perseguimos culpables, las leyes y autoridades lo harán. (Policías) No nos vean como enemigos, si algún familiar de ustedes desapareciera, nosotras saldremos a marchar y decir sus nombres también”. Y Juan Carlos Trujillo reforzaba esta humanización noviolenta de los adversarios, diciendo: “Necesitamos policías brigadistas, que tengan la misión que la violencia se acabe. Queremos recuperar el lado humano de ustedes, dejen de lado el chaleco por un momento”.

Por otro lado, uno de los objetivos principales de las brigadas nacionales es que los presidentes municipales firmen una carta compromiso y se responsabilicen con acciones concretas en construir paz y acompañar a familiares en sus municipios. Concretamente se ha puesto el ejemplo de Yecapixtla que, a raíz de la VI Brigada hace un año y el hallazgo de las fosas de Mixtlalcingo, crearon la Oficina Municipal de Atención a Víctimas y Búsqueda de Personas, donde trabajan una abogada, un criminalista y una trabajadora social, y han rescatado a 8 adolescentes en un año. En el modelo nacional que se está construyendo, está que atiendan y acompañen casos de violencia familiar, extorsión, lesiones…canalizándolos con las instituciones oficiales correspondientes.

Finalmente, como un signo de su compromiso hacia la cultura de paz en el país, en la marcha que inauguró la brigada en Cuernavaca, las familiares propusieron -con gran visión cultural de paz- en el mitin testimonial en la Ofrenda de las Víctimas en el zócalo capitalino, cambiar el nombre de Plaza de Armas por Plaza de la Paz, y así quedó pintado y sellado al pie de la ofrenda. Renombrar y apropiarse de espacios públicos en el país con simbolismos ligados a la construcción de paz, para ejercer un verdadero poder sanador y pedagógico hacia nuestra sociedad, ha sido una de las recientes luchas centrales de los colectivos de mujeres. Así se han apropiado de la Glorieta de las Mujeres que Luchan, de la Glorieta de las y los Desaparecidos, de los Muros de Huellas de la Memoria…Estas acciones noviolentas se encuadradas también -dentro de formas de no_cooperación-, en otras luchas complementarias internacionales y nacionales de tumbar estatuas y monumentos de personajes históricos inmorales y violentos. Son formas de renombrar las luchas y re-escribir “otra” historia.

No-Cooperación en Qatar

En la Copa Mundial de Qatar, diversas selecciones realizaron acciones simbólicas de protesta, que “desnudaron la verdad” públicamente sobre injusticias sociales, raciales, de género y prácticas deshumanizantes. A primera vista podrían aparecer como protestas simbólicas, pero en realidad son acciones más complejas y radicalizadas, por el contexto mundial y la identidad de quiénes las hicieron, por las políticas conservadoras y fundamentalistas islámicas de Qatar y el apoyo que recibieron de la FIFA dizque para “evitar que el fútbol se politice”, en algo totalmente contradictorio con sus prácticas y ventas de mundiales. Se trató de no hacer algo que todos esperaban se hiciera para demostrar que no se estaba dispuesto a co-operar con esa normalización de una injusticia. Asimismo, tal vez la situación mundial de la pandemia, agudizó ciertas tomas de conciencia mundiales y expresiones de resistencias.

La selección de Irán se negó a cantar el himno como rechazo al asesinato de Mahsa Amini en su país, joven ultimada por la policía con torturas por portar el velo en forma inadecuada. Recientemente han habido muchas protestas callejeras y masivas en ese país contra ese acto, con asesinatos de manifestantes por las fuerzas oficiales e incluso hay 4 condenados a muerte por ello.

La selección de Inglaterra se arrodilló antes de empezar el partido contra Irán, en solidaridad con el movimiento norteamericano del Black Lives Matter y su lucha contra el racismo, misma que reproducen entonces en la propia Inglaterra y el mundo.

Los jugadores de la selección alemana se pusieron la mano en la boca y su capitán usó un brazalete de colores, a pesar que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, había pedido a los capitanes de no usar brazaletes de colores que evocan la diversidad sexual y al movimiento internacional de “One Love” a su favor. A su vez, pocos días después, la ministra del Interior alemana y la belga del Exterior portaron el mismo listón en un acto frente a Infantino.

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