Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Desobediencia Debida a las órdenes inhumanas genocidas: dejemos de co-operar con la violencia institucional y la impunidad en México

Un saludo con afecto y fuerza en las luchas y reflexiones en que estemos, y también una invitación a “Pensar en voz alta junt@s” en este nuevo espacio que nos abre ese tan importante y oportuno proyecto editorial que es Desinformémonos. Acaba de pasar el 2 de octubre: aniversario de la masacre de Tlatelolco, también día mundial de la resistencia civil noviolenta por ser la fecha del nacimiento de Gandhi. Guerra, paz, violencia, noviolencia, caras de una misma moneda de procesos sociales que nos atraviesan.

Peña Nieto acaba de estar en Naciones Unidas diciendo que México va a ser un campo de adiestramiento para cuerpos de paz de las Naciones Unidas, cuerpos militares que intervienen en zonas de guerra. Un paso más en el modelo que tanto sufrimiento, violencia, delito organizado e impunidad nos ha traído en México especialmente en los últimos años, donde la paz se confunde intencionalmente con la idea de seguridad, es la “paz militarizada”, la guerra en nombre de la paz.

Guerra también económica: ¿quién puede vivir con $70 diarios de salario mínimo, menos de 9 pesos por hora, además con el esfuerzo y explotación de trabajo que hay detrás.

Pero acaba de transcurrir también el aniversario del año de la “acción genocida” (la orden fue “A todos”) en Iguala contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, sin ningún tipo de esclarecimiento, de verdad, de justicia y menos aún de reparación.

Los padres y madres de los estudiantes desaparecidos iniciaron un ayuno de 43 horas en el zócalo, una acción de enorme dignidad, de enorme fuerza moral, espiritual, que nos muestra el camino, también una vez más por parte de esta reserva moral nacional, de las forma de no-cooperación que necesitamos en nuestro país.

Y nos aclaran, estos familiares, que Ayotzinapa “no es un caso aislado”, es parte de los 32 mil desaparecidos y más de 100 mil muertos de los últimos seis años en nuestro país.

Un primer elemento fundamental del Informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la CIDH, resulta el tomar en cuenta que esta acción del GIEI, es fruto de la lucha social de los padres y madres de Ayotzinapa, de los estudiantes, y de parte de la sociedad civil nacional e internacional que ha presionado con mucha fuerza y determinación desde el año pasado para que esto se diera.

Las autoridades y el poder han repetido de que este Informe fue porque ellos los invitaron lo que es una media-verdad, completamente ingenua y falaz, porque lo que provocó en realidad la venida fue la presión y la acción de resistencia civil; el gobierno fue obligado a aceptar esta investigación que lo pone contra la pared.

Otro elemento que me parece central es que se trata de una herramienta muy importante de la lucha social, que articula la herramienta del conocimiento científico con la movilización social (algo que ha sido también importante en resistencias ambientales frente a la MIA).

Ayuda a romper con el desánimo-desgaste y a romper la tremenda impunidad que hasta el día de hoy, a casi un año de este evento, sigue estando. Este grupo de la sociedad civil internacional ha hecho su tarea, nos poner un “arma moral y material”, con rigor científico y determinación moral, para que nosotros como sociedad civil mexicana e internacional continuemos la lucha por la verdad, justicia y la reparación. Como diría Gandhi lo que han hecho ellos es de algún modo “desnudar la verdad”.

Este Informe, que contradice esencialmente la “mentira histórica” de Murillo Karam y el gobierno federal, volvió a instalar un tema muy importante en la discusión pública que es el “¿Cómo fue?”, pues sólo conociendo ese proceso constituyente de la “acción genocida” podremos desentrañar el paradero de los jóvenes desaparecidos y romper la cadena de impunidades, de complicidades, de omisiones, y también intentar garantizar que no se vuelva a repetir.

Otro punto que también empieza quedar más claro, es que la fundamental consigna que fue tan importante al inicio de la lucha: “Fue el Estado”, ya se empieza a convertir en un obstáculo porque encubre las responsabilidades y fomenta la impunidad.

En realidad lo que vimos con toda claridad es que “Fue el gobierno”, en todas sus escalas: municipal, estatal y federal, en sus aparatos de gobierno, en sus aparatos de representatividad, en sus aparatos de inteligencia, en sus aparatos militares-policiales.

Igual que la falacia de la “Guerra al narco” que se nos quiso imponer desde hace unos 9 años, esta idea de “Fue el Estado” es una abstracción que ahora ayuda a evadir responsabilidades que a esta altura, y queda clarísimo en el informe, tenemos que exigir que haya una verdadera justicia y un control social hacia las autoridades.

Se nos dijo, desde el inicio del Informe, que desde el momento que los estudiantes salieron de Ayotzinapa, aproximadamente a las 17:45, la central nacional de Inteligencia -C4-, que coordina todos los grupos de gobierno, estaba al tanto minuto a minuto de todo lo que sucedía.

Aproximadamente, a las 23:45 es el último mensaje del C4, en ese momento había una conferencia de prensa en el periférico de Iguala, donde fueron asesinados por encapuchados dos estudiantes, y desaparecido y luego desollado Julio César Mondragón.

Fueron 6 horas. Claramente, la primera pregunta que surge, y lo que queda en evidencia es: ¿cómo es posible que ninguna instancia de gobierno haya hecho nada para impedir semejante acto de brutalidad y de exterminio, hacia esta identidad social tan legítima de estudiantes y jóvenes que quieren mejorar la vida campesina rural, educativa en este país? Al contrario, los atacaron a mansalva.

Hay una situación central en las acciones genocidas que consiste en captar las “Órdenes”, ¿Quién dio las órdenes en Iguala? ¿Cómo fueron dadas y ejecutadas? ¿Puede en un proceso que inició a las 17:45, según el informe del GIEI, y que tuvo la última aparente comunicación a las 23:45 no haber ninguna “orden” de las máximas autoridades del país, del ejecutivo y de los otros órganos?.

En un país centralizado y vertical como México cuesta creer que durante 6 horas las máximas autoridades del país, en todos los niveles, “no sabían nada” de una acción genocida a poca distancia.

Por tanto, nos parece fundamental realizar una serie de tareas de resistencia y presión hacia las autoridades, así como de no-cooperación por parte de la sociedad civil, entre las cuales una muy importante es que tenemos que tomar ‘renglón por renglón’ textualmente, todo el Informe del GIEI, y empezar a detectar en todas las escalas de mandos, cada autoridad y cada responsable que estaban al tanto o era responsable absolutamente a lo largo de toda esa cadena de acciones.

Poner nombre y apellido, cargo, responsabilidad, de cada funcionario en todas las escalas de gobierno, y exigir la verdad y justicia de sus omisiones o complicidades en Iguala.

Pero, consideramos que esta exigencia de verdad y justicia a la PGR y otras instancias, debe ser con acciones que ejerzan una presión física y de movilización en el estilo de lo que en Brasil llaman la “Firmeza Permanente”, y que tanto ejemplo de ella nos han dado los familiares y estudiantes de Ayotzinapa, o sea “quedándose en el lugar hasta que haya verdad, justicia y reparación”.

Retomemos la frase de Murillo Karam de que “Ya me cansé” y digámosle al poder en una forma de judo político que nosotros ya nos cansamos como sociedad civil.

Nosotros también nos cansamos de tanta impunidad, de tanta mentira, de tanto encubrimiento, de esconder pruebas, de camuflar camiones, de no mostrar las cosas como son, de cambiar autopsias, de crear reportes de situaciones físicas de desaparición completamente falseados.

Empecemos a decirle al poder que el control social y la vigilancia no pueden seguir siendo igual después de estos hechos de Iguala y de este informe del GIEI.

Tenemos que fincar responsabilidades, quitar de sus puestos a todas las autoridades responsables, construir formas de poder desde la gente, desde abajo para romper esta impunidad y dejar de obedecer ciegamente todas estas mentiras y formas de castigo social que se nos están imponiendo.

Ese es el camino en el sentido de dejar de cooperar con esta mentira- impunidad que nos viene desde el poder y su complicidad con el gobierno.

Acaba también de terminar una semana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM que se llamó Refléctere, una semana de no-cooperación de un grupo importante de maestros y maestras que dimos todas nuestras clases alrededor del tema de Iguala, de las escuelas normales, de la violencia, de la resistencia, de la paz…Fue una forma de no- cooperar con la normalización de la violencia y la impunidad, diciendo que “No podemos dar clases como que no pasa nada”; no se puede dar homilías en las iglesias como que no pasa nada; no se pueden dar discursos como que no pasa nada…en medio de una “acción genocida”, sumada a 320000 desaparecidos, más de 100 mil muertos, cientos de miles de desplazados…

Pietro Ameglio
Desinformémonos
14 octubre 2015

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