DESconstrucciones

Fernando Híjar Sánchez

Contreras, Harp y el Huapango de Moncayo

DESconstrucciones (XVIII)

José Pablo Moncayo, foto tomada de internet

Para los soneros, cantadoras y bailadoras que permanecen en las imponentes llanuras veracruzanas

Gloria Contreras

Imágen tomada de la publicación Taller Coreográfico de la UNAM: 40 años de danza en México

A inicios de los años setenta, una amiga, Sara, me jaló del brazo y me sacó de una asamblea (en la se discutía la forma de apoyo a colonos del movimiento popular que habían invadido tierras en el estado de Morelos) en el auditorio de la ya Facultad de Psicología, unos meses antes era la Escuela de Psicología, y me dijo: ya deja de estar de grillo y vamos a Arquitectura. Gloria Contreras va a presentar la coreografía de El Huapango de Moncayo.

En realidad, la coreografía fue creada y estrenada en el año 1959 (tiene una duración de diez y medio minutos, los mismos que dura la obra musical) y once años después, Gloria Contreras, funda el Taller Coreográfico de la UNAM, cuya sede fue el Teatro Arquitecto Carlos Lazo. La bailarina y coreógrafa (también publicó 25 libros de dibujo, ensayo, poesía y métodos dancísticos) fue una brillante y soberbia creadora, en su haber se encuentran cerca de 200 obras, en donde la pasión y la congruencia de sus principios humanistas son sus signos distintivos. La pieza tuvo un gran reconocimiento, al grado que el mismo George Balanchine la elogió. Años después, Gloria Contreras, rompió con Balanchine por su postura utilitaria y de llevar a un límite físico a los bailarines y bailarinas; Gloria, pugnaba por el cuidado y respeto a los integrantes de las compañías de danza.

Sara estudiaba en la Facultad de Ciencias, si bien se interesaba por las problemáticas políticas del aquellos momentos (de hecho nos conocimos en un mitin político que exigía la liberación de los presos políticos y que porros e infiltrados sabotearon el acto y todos tuvimos que salir corriendo a riesgo de sufrir una santa golpiza, Sara y yo, sin conocernos nuestras manos se encontraron para escaparnos juntos, así fue nuestro primer encuentro), su objetivo era terminar su carrera y especializarse en la biología marina, en el rescate y protección de los mares, tenía una marcada influencia del francés Jacques Cousteau y del mexicano Ramón Bravo. Los estudiantes de Ciencias tenían una clara conciencia social y, en ocasiones, eran más centrados en sus posiciones políticas (recordemos la influencia, a veces, definitiva de Salvador Martínez Della Rocca, el Pino, que avasallaba en las asambleas, él y otros expresos políticos del movimiento del 68 -como Pablo Gómez, que también se hacía presente de manera continua en asambleas, al convergir ambos de seguro surgía un debate intenso que partía las asambleas en dos posiciones irreconciliables, y Eduardo Valle, el Búho, aparecía de vez en cuando, y sus intervenciones eran “meramente anecdóticas”- acababan de ser liberados de El Palacio Negro de Lecumberri)que los alumnos de otras facultades de la UNAM.

El auditorio de Arquitectura estaba llenísimo, pero logramos acomodarnos, parados, en un lugar estratégico. Los movimientos de todos los que estábamos de pie conllevó a que yo me pusiera atrás de ella, de manera inesperada Sara tomó mis brazos y los enrrolló en su esbelto cuerpo, (ella había estudiado y practicado durante años danza contemporánea, de hecho tuvo que decantarse por la biología, a pesar de que uno de sus “grandes anhelos de su vida” era convertirse en bailarina profesional), yo no pude simular mi evidente emoción, entonces ella se volteó, me dio dos o tres leves golpecillos con la yema de su dedo índice en la punta de mi nariz, y esbozó unas palabras suaves y de aceptación: eres un pícaro, me encantas. Y se pegó a mi cuerpo aún más. Así disfrutamos los maravillosos movimientos de las ejecutantes y de la radiante hermosura de Gloria Contreras que era parte de la deslumbrante coreografía. A partir de entonces sentí, escuché y vi con otros ojos la trascendencia de los grandes compositores mexicanos (Manuel M. Ponce, Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Candelario Huízar, Blas Galindo, José Rolón y otros) que retomaron los cimientos profundos musicales de nuestro país para edificar majestuosas sinfonías. Ya antes había escuchado varias de las obras de los compositores mencionados. A finales de los sesenta, trabajé como floor manager, era un adolescente, en el Canal 11 del IPN, durante unos meses me tocó cubrir todos los domingos las transmisiones, en vivo, de las presentaciones de las orquestas en el Palacio de Bellas Artes; pero, no logré dimensionar (claro, no tenía los antecedentes, ni el conocimiento) lo que escuchaba, no fue sino hasta aquella tarde en Ciudad Universitaria que empecé a tomar conciencia y a interesarme en esta definitoria etapa de nuestra música.

La investigadora Yolanda Moreno Rivas, en su esclarecedor y amplio ensayo, que muchos hemos leído y releído, Rostros del Nacionalismo en la Música Mexicana (F.C.E. 1989), escribe:

El nacionalismo aseguró el ingreso de la música mexicana a la modernidad y abrió las puertas a la originalidad largamente buscada.

La coreografía de Gloria Contreras era un indiscutible tributo y reconocimiento al compositor tapatío y una clara posición ideológica y social, ella se identificaba de lleno con el Vasconcelismo y con sus políticas educativas y culturales. Pienso y creo que “el relanzamiento” en los inicios de los setenta fue “pensado” por Gloria para contrarrestar y cuestionar el uso demagógico y patriotero por parte del gobierno y del abuso privado para la propaganda comercial y turística que se llevaba a cabo de El Huapango de Moncayo. Por supuesto, Gloria Contreras, no se quedó sumida en el Nacionalismo. Como una mujer observadora, ubicada en sus tiempos y consciente de su influencia cultural, comprendía la importancia de los cambios y desarrollo de la música contemporánea, como así lo demuestran sus coreografías con la música de Mario Lavista, Federico Ibarra y Arturo Márquez, entre otros.

La relación con Sara, fue intensa, pero breve. Al despedirme de ella (dejaba la Universidad y todo, para “integrarme de lleno al trabajo político con las masas revolucionarias”) me dijo: eres un tonto, nos entendemos tan bien, y además dejas la Universidad, no sabes lo que estás haciendo…

Susana Harp

Foto: Blanca Charolet

Desde hace cerca de 25 años he participado en proyectos musicales con Susana Harp, principalmente discográficos y en algunos otros, como el Festival Santa Negritud, la raíz olvidada. Quisiera referirme en detalle sobre estos trabajos, pero me extendería demasiado y no es el objetivo de esta colaboración. Uno de ellos, el disco compacto EL rescate del mundo, poemario de Rosario Castellanos en lenguas originarias (tojolabal, tsotsil, tseltal, zoque) y en castellano, ya lo hemos tratado en estos espacios. Otro más, su disco conmemorativo 20 años de son (2016), considero importante mencionarlo ya que hace un acertado y espléndido recorrido musical de su trabajo como cantante y además de que Susana me pidió que elaborara el texto principal, éstos son algunos fragmentos que escribí:

Hace dos décadas brotaron en Oaxaca, así como emana el agua prístino y cristalina de los manantiales, cantos del alma que con el tiempo se esparcieron por las tierras mexicanas y otras latitudes.

La voz de esos cantos, era la voz que reivindicaban las expresiones musicales de la tradición y lo mejor de nuestro cancionero popular, dotándolas de un aire renovador. A partir de entonces, Susana ha logrado afianzar (paso a paso, sin prisas, sabedora que el tiempo está de su lado) todo un proyecto sonoro y consolidar una trayectoria indiscutible en la escena musical de México.

Pero el álbum discográfico que nos ocupa, es el siguiente: en el mismo 2016, un año después de la partida de Gloria Contreras, la cantante Susana Harp produce y crea, uno de los discos más sobresalientes en los tiempos recientes de la discografía mexicana con temáticas históricas: La Constitución y la música.

Este disco nos revela que la historia no es exclusiva de los investigadores, no es un coto único para sus disertaciones, los artistas (trovadores, poetas, compositores, escritores, pintores, músicos…) dan también su versión y recrean los hechos históricos con otros elementos más sutiles o encubiertos que los estudiosos no ven o pasan desapercibidos para ellos, pero que pueden precisar toda una época llenándola de matices y ricas referencias. Precisamente el objetivo de este proyecto discográfico guarda como tema el antes y después del nacimiento de la Constitución de 1917.

Para este documento sonoro, se creó exprofeso una orquesta sinfónica convocada por la directora Gabriela Díaz Alatriste. Para la asesoría musical, histórica y textos: José Samuel Aguilera, Fernando Híjar Sánchez y Rubén Luengas. En un fragmento de la presentación se lee:

Con la perspicacia y búsqueda que la caracteriza en sus proyectos, Susana da un tratamiento, que conjuga la tradición con elementos contemporáneos a los valses, canciones, sones, gustos, chilenas, danzonetes, corridos y huapangos que integran esta obra. A sus vez, las décimas ingeniosa del versador sotaventito José Samuel Aguilera amarran los temas, otorgándoles un encadenamiento poético y dan pie a un discurso acorde con el espíritu constitucionalista.

El Huapango de Moncayo (en otro momento hablaremos de los sones, fandangos y huapangos y precisaremos estos conceptos) cierra esta narrativa sonora con una versión instrumental y cantada, ¡sí!, cantada de las piezas en las que el compositor se basa para elaborar su obra. Es importante aclarar que estos sones fueron, en un inicio recopilados, de manera principal por el musicólogo, investigador, cronista y compositor Gerónimo Baqueiro Foster.

He aquí, las décimas del maestro Aguilera y el escrito que presenté sobre la referida composición:

Viene la reconstrucción

hace falta la unidad

y el campo con la ciudad

hagan un puente de unión.

Vivir la Constitución

como anhelo de sí mismo

para cortar el abismo

de aquel pasado violento

con un nuevo movimiento

llamado nacionalismo.

En la música Revueltas

Rivera va en la pintura

Barragán, arquitectura

y otros más en otras vueltas.

Buscando las ramas sueltas

que ha desdibujado el rayo

en el musical ensayo

con músicos de alto rango

surgió el enorme Huapango

de José Pablo Moncayo.

Huapango, fiesta jarocha

andaluza y tropical

donde el África boreal

percutiva se desarrolla.

Golpe de danza y de mocha

monte de brava espesura

caballo que sin montura

vas a galope trotando

mientras que se va enredando

la música en tu cintura.

Las obras sinfónicas de los grandes compositores de la historia, que delinean el carácter y esencia de un país, han brotado de las tierras hondas de la música popular y tradicional. El Huapango de Moncayo, como se le conoce, no es la excepción. Siguiendo las directrices de Carlos Chávez, el maestro José Pablo Moncayo se interna en la región del Sotavento veracruzano y descubre la riqueza melódica, rítmica y armónica de los maravillosos sones jarochos. Crea una de obras más representativas del llamado Movimiento Nacionalista Musical Mexicano o Escuela Mexicana de Composición. Son siete los sones que lo inspiran: Siquisirí, Balajú, Pajaro Cú, María Chuchena, Gavilancito, Jarabe loco y El conejo.

En la versión que nos presenta la atrevida Susana Harp, canta fragmentos de las letras de estos sones. Al escucharla sentiremos como se entretejen, de manera natural, dichos sones a lo largo de la emblemática composición.

Gloria Contreras a través de la danza y Susana Harp por medio del canto le han imprimido nuevos vientos a la composición de José Pablo Moncayo y, además, han renovado y enriquecido la narrativa para comprender, sentir y disfrutar una de las obras más significativas del vasto repertorio de la música mexicana de concierto. Gracias a los aportes de estas dos visionarias mujeres (en el caso que nos ocupa y de muchas otras en los diversos campos de la cultura) nuestra memoria renace e impide que el olvido se apodere de la sociedad.

Fernando Híjar Sánchez

Promotor cultural, productor musical e investigador independiente. Uno de sus más sobresalientes fonogramas: Lienzos de viento (músicos zoques y mames en diálogo con Horacio Franco) obtuvo el Premio Patrimonio Musical de México, INAH 2012.

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