Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Conflicto en FFyL-UNAM: entre lógicas opuestas y un mismo fin

Foto: María Esparza Quintana / CIMAC

En todo el mundo, en los últimos días se han sucedido una serie multitudinaria de movilizaciones de masas, acciones simbólicas y legales, modos de protesta de todo tipo contra todas las formas -visibles y ocultas- de violencia de género y feminicidios. Particularmente es de resaltar la originalidad, radicalidad -apunta directo a la raíz del problema- y gran claridad de la acción #Un Día Sin Nosotras, un Paro de 24 horas de las mujeres de todos los niveles sociales e identidades existentes, para hacernos tomar conciencia a todos y todas de su gigantesca aportación cotidiana e histórica en la humanización del orden social, sin la cual aún estaríamos en la edad de piedra. El Paro es una acción de no-cooperación que tiene algo de proporcionalidad, aunque no sea de desobediencia civil, con las enormes formas de violencia que enfrentan cada día las mujeres en ese mismo orden social del que son actoras imprescindibles.

Esta acción del Paro y las movilizaciones masivas están muy por encima de cualquier manipulación política o lucha de clase, de cualquier edad y género, de cualquier ideología y forma de lucha. A los hombres toca en silencio, escuchar, entender y solidarizarse en las luchas.

El nivel de consenso social mundial, desde autoridades de todo tipo hasta sociedad civil, es casi absoluto, lo que otorga a este “levantamiento noviolento mundial” una enorme legitimidad y fuerza moral. Seguramente no se detendrá, continuará y aumentará las presiones, sanciones y cambios sociales de fondo que pregona, y es muy probable que se trate de una lucha dentro de la especie más profunda que una coyuntura, para avanzar en cambios estructurales y culturales de fondo contra estas infinitas violencias milenarias, y la normalización y cultura patriarcal vertical y autoritaria que las invisibiliza y hace impunes.

FFYL-UNAM: entre el No-Tiempo y la No-Comunidad

Quisiera ahora ‘”pensar en voz alta” acerca del conflicto de hace más de 4 meses en la facultad de Filosofía y Letras de la Unam, mismo que detonó un proceso de muchas otras luchas de tomas, movilizaciones, sanciones a acosadores y violadores de todo tipo e identidad institucional y social, generando cambios institucionales y políticos, al hacer “observables” muchos inobservados normalizados de la violencia de género y el abuso de poder en todo tipo de instituciones educativas, gubernamentales, empresariales… Soy profesor y graduado de la facultad, valoro demasiado este privilegio y fuente permanente de aprendizaje como para permanecer en silencio. La vida me ha dado, además, un poco de experiencia directa y teórica en el tema de la conflictividad social.

Comparto este ejercicio sin ningún afán de dar reflexiones u opiniones absolutas ni detentar ninguna verdad, pero como una forma de intentar co-operar comunitariamente para romper tanta frustración, desánimo e indignación personal y colectiva que me rodea. Todo sería más fácil de reflexionar si no estuviera la facultad tomada desde hace más de 4 meses, y toda su vida suspendida. Parece una obviedad, pero lejos está de serlo, aunque muchos y muchas actúan sin hacer referencia directa a este tema, dándolo por obvio, lo que en el fondo permite reproducir su normalización. Como siempre he compartido y aprendido, creo que la principal arma de una lucha social -junto al cuerpo- es la reflexión autónoma, y en ese sentido no trataré de quedar bien con nadie, porque así no se ayuda a los que luchan. Uno de los fenómenos que mucho se ha dado en este proceso -desde todas las identidades-, y que ha causado bastante daño, ha sido la falta de autocrítica y crítica positiva rigurosa a las acciones de los bandos en pugna, una gran complacencia o ideologización fomentando la “obediencia ciega” a sus decisiones, por miedo a “quedar mal”.

La comunidad de la facultad nos hemos ido fracturando y confrontando -más profundamente de lo que parece a simple vista-, estamos desconcertados y paralizados, no tenemos claridad sobre cómo actuar y organizarnos, aunque presumamos de lo contrario; es momento de ser más humildes y audaces en la búsqueda de nuevos caminos. Existen muchas explicaciones para este fenómeno, pero una central es que cada vez más el conflicto se ha ido polarizando en dos bandos: el de las autoridades y todas sus comisiones, consejos, representantes de la facultad y rectoría; el de las Mujeres Organizadas (MOffyl) y todas sus alianzas de colectivas y organizaciones estudiantiles y no. Ambos han ido encerrándose en su toma de decisiones, en sus reflexiones, en su lógica de la “especialización”, sin que existan espacios abiertos de diálogo y asambleas permanentes donde la comunidad pueda involucrarse, expresarse y compartir las decisiones. Este hecho social evidente, tiene consecuencias muy importantes en la resolución del conflicto: ha faltado un tercer actor que pudiera mediar entre los bandos, y presionarlos en la dicotomía que hay entre sus discursos y acciones. Tengo muchos respeto y aprecio hacia actores de ambos bandos enfrentados, confío en que están poniendo lo mejor de cada uno que es mucho, pero no ha sido suficiente, porque se necesita la intervención directa y masiva de un tercer bando que es la comunidad ampliada y organizada, que es parte directa del conflicto pero ha carecido de acción.

Otra premisa en este conflicto, es que todos los actores de la facultad y de la sociedad mexicana están totalmente en consenso con las causas de la lucha, hay acuerdo total, y también hay plena conciencia que la facultad debe estar abierta y co-operando todos y todas para los cambios indispensables contra la violencia de género y el abuso de poder. Absolutamente nadie bien intencionado se beneficia con la facultad cerrada.

Por otro lado, un aspecto negativo en que ambas partes se han ido acercando es en el manejo largo y laxo de los tiempos. En las luchas sociales prolongar de más la duración de las tácticas de acciones directas más radicales, ocasiona generalmente un desgaste y pérdida de fuerza moral y material, que acaba siendo funcional al adversario, por eso se trabaja las 24 horas para acortar esta duración y lograr “amarrar” algunos de los objetivos posibles más inmediatos y positivos. Llama poderosamente la atención, a un observador externo a los bandos como yo, el manejo de los tiempos, que parecería una pérdida de conciencia de que hay una toma de 4 meses y que así se prolongará quién sabe cuánto más. Las reuniones públicas de las instancias de autoridad son, en el mejor de los casos, con mucho días de intervalo; el Consejo Universitario fija genéricamente en marzo (¡¿el 27!?) su siguiente reunión sabiendo que sin la aprobación del cambio al artículo 98 no se levantará la toma; la elección y creación de la Comisión Tripartita (esfuerzo encomiable donde están muchas de las mejores maestras de la facultad seguramente) llevó varias semanas desde inicios de febrero, se instaló el 2 de marzo y hasta el 11 entra en funciones; la negociación de la Disculpa Pública con la familia de Mariela Vanessa Díaz Valverde lleva increíblemente más de 3 meses y medio…Por su parte, las MOffyl darán a conocer una serie de infografías “para mostrar la falta de compromiso de las autoridades para la resolución de las demandas” del 4 al 13 de marzo (8 y 9 se abstendrán de publicar); tardaron dos semanas en contestar el comunicado de respuesta a su Pliego de Demandas de la dirección del 20 de noviembre; en el diálogo público del 15 de enero, cuando el director de la facultad les dijo de “reunirse mañana” ante la consulta de la próxima reunión no lo tomaron en serio…Repito, todo podría estar bien en el sentido de la rigurosidad, temporalidad e institucionalidad de las acciones…si no fuera que la facultad está cerrada y 12 mil personas paralizadas.

Así, se nos va marzo, llegarán semana santa y los puentes de mayo…y entonces ¿será otro semestre académico perdido? No es una hipótesis catastrofista, sino más que realista si no se hacen cambios ya.

LA MEDIDA PARA AVANZAR EN LA RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO SON LAS ACCIONES NO LOS PROCESOS

Intentando comprender y no juzgar ni tomar parte, respecto a la dinámica del conflicto se trata de un hecho social que va tratado no sólo desde la violencia de género, sino también desde la lógica de la acción directa de resistencia civil. Ha sido un error ignorar este aspecto, centrando todo sólo en la aparente resolución de las demandas como si con esto se terminara la toma. No es ni va a ser así. En esta lógica de empoderamiento por la resistencia y el control territorial de una toma, prevalece la resultante de las acciones, no los procesos; el “pensamiento periférico” sobre el “central”. No tiene sentido ponerse a discutir si una parte cree que las condiciones y límites del Pliego han sido cumplidos, y la otra dice que no. La direccionalidad de la acción directa de la toma la tienen las MOffyl, le pese a quien le pese, y se debe actuar desde su lógica para resolver la parte del conflicto de la toma: una acción es el resultado final y material de un proceso y no el proceso. Se han desencadenado procesos institucionales de avances muy importantes en cuanto a detener las violencias de género y el abuso de poder, muchos más que en entender la lógica de esta toma. Un “inobservable social” a enfrentar en este aspecto, es que las acciones directas de resistencia civil buscan equiparar la “asimetría de poder” existente en el orden social entre los actores involucrados en el conflicto, y cuando esto se logra -aunque sea en parte- entonces se puede realmente empezar a negociar una resolución. Esta equiparación de poder, en las MOffyl se da a partir de la desconfianza, el miedo y la rabia (positiva y no); por lo que estos aspectos, en relación a resolver la toma, vienen junto a las 11 demandas.

Yendo ahora a los actores centrales, en el fondo se trata de dos bandos que actúan desde lógicas muy diversas -desde diferentes Otredades-, hasta opuestas en apariencia, pero que ahora se juntan en sus efectos y consecuencias: un diálogo de sordos, unilateral, sin verdadera escucha. Una lógica trabaja en tiempos y formas institucionales, predeterminadas, jerárquicas, ascépticas, perfeccionistas, legales, discursivas; la otra es la de la acción directa basada en “acciones materiales” no verbalizadas. Para acercar estas lógicas en un verdadero diálogo y des-centramiento, es imprescindible remover esos tres “obstáculos inobservables” que acabamos de mencionar, “traducir” mutuamente las lógicas de sus acciones, y para eso es imprescindible el tercer bando.

En tiempos extraordinarios se imponen acciones y lógicas extra-ordinarias.

En el comunicado de las MOffyl del 28 de febrero resulta transparente este choque de lógicas diferentes, que pasa por la concepción de una “acción”: para las autoridades el proceso institucional para resolver las demandas ya es una acción terminada y “cumplida”, para las MOffyl sólo será una acción materializada cuando se haya realizado en concreto, así la constitución de la Comisión Tripartita en sí misma no resuelve nada, siendo que además ella sólo realizará alguna de las acciones de las 11 demandas cuando actúe realmente, no cuando se constituya. En este punto está el verdadero obstáculo para un “diálogo resolutivo” o para levantar la toma. No se trata de ver quién tiene razón o no, porque eso no tendría ningún sentido ante una toma, aunque sí lo podría tener en la lógica de los tiempos y procesos institucionales. Para las MOffyl todas estas no son acciones concretadas, son procesos, y las tomas no se levantan con las promesas de procesos; en cambio para las autoridades ya son acciones de cumplimiento de límites y demandas: “a solicitud de la familia de Mariela Vanessa Díaz Valverde la Unam se comprometió a realizar un pronunciamiento”, “se ha ofrecido la gestión de los espacios necesarios”, “una comisión de académicas de la facultad presentará una propuesta de curso transversal de género”, “la Comisión de Legislación Universitaria ha trabajado en dicha reforma al artículo 98, que será propuesta al pleno del Consejo Universitario en este mes”…

Con base en este choque de lógicas o “principio de realidad” del conflicto y la acción directa, que va más allá de que estemos o no de acuerdo, quisiéramos proponer un conjunto de acciones posibles (ya compartidas en espacios de la comunidad) a realizarse ¡Ya!, salidas del estudio del conflicto y de reuniones de “pensar en voz alta” con profesores y estudiantes, sin pretender mínimamente que sean la última palabra o solución final del conflicto, ni que no se cambien o decirle a nadie qué hacer, pero sí estando seguro que si se materializaran permitirían dar una importante “vuelta de tuerca” al conflicto, y evitar en cada comunicado o reunión empezar siempre cíclica y reiteradamente con las 11 demandas (hay que ir ‘palomeando y quitando’ demandas):

  1. Fijar día, hora y lugar de una Disculpa Pública a la familia de Mariela Vanessa Díaz Valverde, según deseos de la familia, en una acción que dignifica a todos. Creemos que sin esta condición realizada no se levantará la toma.
  2. Asignar un espacio “XXX” de la facultad a las MOffyl.
  3. Entregar a las MOffyl y a la comunidad 6/8 cuartillas (con objetivos generales y particulares; temario básico; capítulos; bibliografía…) como propuesta inicial de “Curso de Género Obligatorio” para que la discutan y corrijan, sabiendo que no será la versión final “perfecta” pero que ya es real la discusión colectiva.
  4. La Comisión Tripartita que asumirá el 11 de marzo, podría el 12 a las 9 hrs. empezar con la revisión del primer caso incluido en las demandas, para así mostrar su inmediatez en la acción, y crear un procedimiento riguroso en el manejo de las fuentes, la verdad, la justicia, la reparación y la no-repetición. Creemos que sin esta condición o algo similar sobre las denuncias no se levantará la toma.
  5. Subir al Portal de la facultad la mayor cantidad de datos posibles y legales sobre los procesos de denuncias que se han hecho o están en curso, respetando los reglamentos institucionales de privacidad.
  6. Exigir, como medida extraordinaria frente a la duración de la toma, que el Consejo Universitario se reúna ¡Ya! (¿o esperaremos hasta el 27?) y apruebe la modificación al artículo 98 de las sanciones por violencia de género. Creemos que sin esta condición realizada no se levantará la toma.

Claro, que pueden ser más o menos acciones, pero lo importante no es la discusión institucional formal o la justificación legalista de cada punto sino la lógica que hay detrás: concretar materialmente demandas, desde la “acción resultante concreta” inmediata y no desde un proceso con tiempos ajenos a la realidad de 4 meses de toma. Tampoco se trata de polemizar acerca de a quién le toca hacer cada acción, ni qué tanto están avanzadas o no, porque el fondo de esta reflexión se centra en la construcción de una metodología de resolución del conflicto que permita crear puentes entre lógicas distantes u opuestas, que construya “rupturas” en las partes, que aumente la confianza mutua y las obligue a actuar diferente.

Apostamos a que nada seguiría igual si se cumplen alguna o todas estas acciones -que ninguna existe plenamente aún- en forma inmediata. ¿Por qué? Digamos con Gandhi: “desnudarían la verdad”. O sea, sabríamos al menos si se trata de una toma noviolenta que busca la verdad y la justicia comunitarias en un tema central, o de una toma violenta que sólo busca mesiánicamente que “arda lo que tiene que arder”.

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