Romper el Cerco

Andrea Cegna

Alternativas libertarias entre dos imperialismos

No estoy seguro de lo que sucede en México, en América Central o América Latina.

Aquí en Italia, entre la pandemia y la guerra rusa en Ucrania, la polarización de informaciones y posiciones ha matado el pensamiento, la crítica, la posibilidad de tener posiciones híbridas y complejas.

Sobre la guerra sólo se puede estar a favor o en contra de Putin, a favor o en contra de Ucrania. Hay dos opciones, y son las que pone en el campo y en el plato el debate mayoritario. Y entonces los que están por Putin salen en la tele, los espectacularizan para ganarse unos likes en Facebook o Twitter, y luego dicen que es vergonzoso que los que están con la guerra les tomen la palabra.

Cualquiera que diga que Rusia, Ucrania, la OTAN y la UE son caras de una misma moneda, aunque sea claro, muy claro e innegable que hay un país agresor y un pueblo agredido, se considera que no toma partido y por lo tanto está del lado de Rusia. Quien se atreve siquiera a decir que rechaza la guerra, que hay que hablar de desmilitarización, que la guerra en curso es un conflicto interimperialista, no encuentra espacio y se le tilda de connivencia con la guerra.

Pero el problema es que no es sólo el mundo de la información el que acepta y alimenta este fenómeno binario, sino también el pueblo, y con demasiada frecuencia los círculos de militancia política de izquierda, a veces incluso los que se definen revolucionarios.

Ya sabíamos que en la guerra la primera víctima es la información. Que estos años hayan matado el debate, el pensamiento crítico y la posibilidad de tener pensamientos complejos me parece un poco más grave.

Y luego sucede que hay grupos ucranianos que deciden resistir y armarse. Una elección que entiendo desde la comodidad de mi salón pero que no siento mía. O más bien el derecho a resistir es legítimo, innegable, sería estúpido si no peor criticarlo. Sin embargo, creo que aquellos que no son ucranianos y no viven en Ucrania deben hacer todo lo que hay a su alcance para rechazar la guerra y así asegurarse de que cesen las armas. No es una posición pacifista cómoda, es agarrar el lugar y el rol que uno tiene según donde uno vive. Es correcto resistir si tu país está ocupado militarmente, es correcto rechazar la agresión imperialista rusa pero también recordar que cuanto más dure la guerra, más prosperarán los intereses imperialistas de los EEUU y la OTAN. Por lo tanto, rechace la guerra.

Dicho esto, me gusta traer aquí la posición de la Ucrania antifascista para entender que en medio de todas las contradicciones y complejidades, son el método para mirar el mundo: “Si te consideras izquierdista, antifascista, antiautoritario, libertario, etc., no puedes apoyar las fuerzas y acciones anteriores. De lo contrario, ¡dejen de denigrar nuestro nombre e historia!.

No hay que elegir entre dos imperialismos, hay alternativas libertarias. No apoyamos a Zelensky ni al Estado. No apoyamos a la OTAN. Sí, hay nazis en Ucrania, al igual que en otros países. No, no necesitamos la ayuda de Putin u otros autoritarios para lidiar con ellos. Lo haremos por nuestra cuenta”.

¿Sin pensamiento crítico es posible vencer el poder de quienes nos dominan? Sin complejidad, ¿podemos comprender el presente para subvertirlo? ¿La culpa es sólo de las redes sociales? ¿Sirve para buscar errores o encontrar soluciones?

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