Memoriando

Colectivo Híjar

Memorias en disputa

Regeneración MX

El 23 de noviembre pasado, la senadora Nestora Salgado convocó en el Senado a un conversatorio titulado «Memoria, verdad y justicia por los hechos del pasado», en conjunto con la Secretaría de Gobernación y la Cámara de Diputados. Asistimos, además de esas instituciones, Gabriela Pulido, directora de Memoria Histórica y Cultural de México, Ricardo Montejano, productor de Radio Educación y Premio José C. Valadés 2022 del INEHRM y Cristina Híjar, investigadora y miembro del Colectivo Híjar.

Fueron evidentes al menos dos posturas enfrentadas frente al tema convocado. Reproducimos aquí la ponencia que no leímos pero que da cuenta de nuestra postura frente a la iniciativa oficial de crear una ley de memoria, posición que compartimos con familiares de víctimas de desparación forzada presentes. Este conversatorio se da en el marco de los trabajos por impulsar una Ley General de la Memoria Pública sobre las Violaciones de Derechos Humanos y Violencias del Pasado, por parte de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Migración y Población de la SEGOB encabezada por Alejandro Encinas. Si bien el proceso solo ha producido un documento de trabajo inicial, las deficiencias y carencias del mismo ya se advierten, sobre todo, al no trabajar esta iniciativa desde la perspectiva de las víctimas organizadas en grupos y colectivos a lo largo y ancho de México. Ya hay varios pronunciamientos al respecto consultables en redes sociales, fundamentalmente del colectivo Huellas de la Memoria y de la Ruta de la memoria conformada por las comunidades organizadas de los antimonumentos y las glorietas okupadas.

Foto: Colectivo Híjar

Hay que decir que tanto la Glorieta de las y los Desaparecidxs como la Glorieta de las Mujeres que Luchan, están constantemente bajo el riesgo de desalojo y enfrentadas a actos de vandalismo oficial. Apenas esta semana pasada, el antimonumento +65 dedicado a los mineros de Pasta de Conchos fue vandalizado al prender fuego a los cascos y al carbón que lo completan. Así las cosas y aquí nuestra postura.

¿De qué hablamos cuando hablamos de memoria? se pregunta el historiador español Justo Sierra, ¿qué nos convoca hoy y quién elige qué es memorable? Ojalá fueran acontecimientos épicos, dignos de conmemoración, de esos que marcan la diferencia en la conformación de una comunidad porque el después fue mejor, cuando crece el sentimiento que unifica y rememora las hazañas siempre colectivas, cuando el olvido no se impone, al revés, y el silencio no tiene cabida porque nos hincha el orgullo colectivo. Lamentablemente esta memoria no es la que prevalece y nos ocupa, sino la memoria herida de los agravios, crímenes, violencias e impunidades que privan en este México qué-herido.

¿De qué sirve una ley de memoria en un país de impunidades? como se advirtió en la reciente visita de la CIDH que apuntó a las “graves violaciones a los derechos humanos”. Ninguna recomendación ha sido atendida. No hay ningún proceso de reparación en curso y ya no digamos, de castigo a los responsables y de garantías de no repetición. Plantean el “reconocimiento” como un primer paso y nos preguntamos ¿quién tiene que reconocer a quién?

Bardas para no olvidar (proyecto mural)

¿Cuándo es el pasado? y cuáles son los usos de ese pasado cuando se habla de construir y de institucionalizar una ley de memoria y se realizan empeños diversos, como la creación de dos sitios de memoria en la Ciudad de México. ¿Importa la memoria de hace 50 años y más o también importa el pasado reciente? ¿importan las 5 madres buscadoras asesinadas solo este año? ¿importan los crímenes contra lxs defensores de la tierra y el territorio en lucha contra el despojo y la destrucción de los megaproyectos? ¿importan los más de cien mil desaparecidos? ¿importan los feminicidios que no paran? ¿importan las identidades y vidas arrebatadas por las violencias de los miles y miles de víctimas? Preocupa la temporalidad en todo este asunto porque se corre el riesgo de solo atender una memoria con postura arqueológica y sin ninguna consecuencia en el presente; puro recuerdo. La realidad es que hay disputas activas frente a la historia, frente a la memoria, frente al pasado, frente a los desafíos del presente y, por supuesto frente al futuro. Todo proceso de memoria tiene un elemento reivindicativo y nos enfrentamos a pasados en conflicto: tanto los recientes que no dejan de acontecer sin verdad ni justicia, como aquellos remotos que siguen siendo necesarios de rehistorificar a la luz del presente. Ambos afectan e inciden en el entendimiento político del presente; pensar históricamente es pensar el pasado como una dimensión otra del momento del hoy, y, por supuesto, esto tiene que ver con la memoria histórica en disputa. La memoria es un asunto colectivo que conlleva responsabilidad y solo emprendiendo seria y colectivamente este empeño, se podría aspirar a la garantía de no repetición y al nunca más. Y aquí es donde entra la fórmula inseparable: memoria, verdad y justicia.

Por un lado, la verdad es componente indispensable porque es la base fundamental para la memoria y la justicia. No se puede partir de otro punto: qué aconteció, quiénes son las víctimas y quiénes los responsables, por qué sucedió, dónde están. Esto implica un arduo trabajo contra el silencio y contra el olvido, por momentos necesarios por razones de sobrevivencia; implica crear y generar las condiciones y garantías indispensables para los ejercicios memoriosos: recabar testimonios, documentación, abrir archivos, impulsar mecanismos de protección efectivos y sabemos que nada de esto ocurre. Se generan y se hacen, sí, pero desde los colectivos y las comunidades empeñadas en no olvidar y no perdonar que ejercen su derecho a la memoria, la propia, incluso la elegida por adscripción.

Glorieta de las Mujeres que Luchan, 2021

Y llegamos al punto álgido: la justicia, que no es sinónimo de derecho ni de leyes. La justicia tiene un componente ético fundamental, primario, que distingue entre el bien común y el mal concretado en prácticas constantes que violentan, agravian y lastiman a miles de compatriotas y a la humanidad entera. Y hay un responsable: el Estado, cómplice por comisión o por omisión que debiera obligar al involucramiento y trabajo conjunto de los tres poderes si es que se quiere marcar un precedente, un antes y un después, como sí ha sucedido ya en otros países hermanos. Dice bien Juan Gelman: “La impunidad es la continuidad del terrorismo de Estado por otros medios”.

Mientras nada de esto ocurra, mientras no se tome con toda la seriedad que lo amerita y con acciones concretas esta triada de memoria, verdad y justicia, se trata de una pura simulación respecto a acontecimientos que en la vida cotidiana de cientos de miles de compatriotas, no dejan de acontecer sin vislumbrar ninguna posibilidad de cierre digno y honroso. De este lado de la cancha lo sabemos porque lo vivimos cotidianamente, las impunidades no hacen sino acumularse y para muestra un botón: ahí están los 7 presos políticos mazatecos de Eloxochitlán, Oaxaca que llevan hasta 8 años encarcelados habiendo sido reconocidos por el gobierno federal como injustamente presos desde 2018; con 13 amparos y más de 20 sentencias de libertad ganadas. Nada puede contra la familia caciquil de los Zepeda y menos con la exdiputada morenista Elisa Zepeda Lagunas, luego a cargo de la secretaría de las mujeres. Así se las gastan los “representantes” del pueblo y hay mil casos similares más de injusticias y violaciones graves a los más elementales derechos humanos.

 Glorieta de las Mujeres que Luchan, septiembre 2022

¿En quién recaen los empeños por la memoria? ¿quiénes no callan ni olvidan? Los de a pie, las víctimas y sus familias, los colectivos organizados, aquellxs que asumimos esa memoria ocultada como propia, como parte de nuestra historia y esa es la garantía contra el olvido y el silencio: en este país pasaron y pasan acontecimientos que importan.

Sin las familias NO, esa es nuestra consigna y nuestra exigencia, evitando que haya memorias, en la práctica, de primera y de segunda; unas oficiales emprendidas con todos los apoyos institucionales y otras que se abren paso con muchas dificultades y que son combatidas de muy diversas maneras. Tomen la perspectiva de las víctimas, ubíquense en su lugar para rebasar las medidas simbólicas: iniciativas, pronunciamientos y acciones de memoria vana que no cuentan con el cobijo comunitario indispensable. Convoquen y escuchen a las familias organizadas, a los colectivos de búsqueda, a las comunidades que llevan años y años en este empeño, saben, tienen la experiencia, conocen los obstáculos enormes, tienen propuestas concretas. Aprendan de exitosas experiencias internacionales, como las de Argentina, no solo para los indispensables juicios a los culpables sino para generar una cultura de la memoria en la ciudadanía con programas escolares, centros provinciales de memoria, construcción de espacios públicos destinados a no olvidar. Respeten nuestros empeños, asumimos nuestro deber de memoria lo cual incluye la creación de nuestros propios espacios de memoria herida pero viva y operante; nuestros propios símbolos como los antimonumentos y las glorietas okupadas, las placas, los murales, las muchas acciones en las que nombramos y honramos a las víctimas y a los ausentes, todo realizado por comunidades dolientes pero en lucha. Defenderemos siempre nuestro derecho a la memoria.

Estamos aquí con nuestro escepticismo a cuestas. No venimos en representación de nadie pero sumamos nuestra voz al grito y a la exigencia colectiva por memoria, verdad y justicia, por la implementación de leyes y mecanismos ejecutivos elaborados en coordinación con las comunidades en lucha que efectivamente rebasen la simulación y las buenas intenciones. La memoria no es negociable y está resguardada, viva y operante.

¿Por dónde y por quién se mueve este país? Por el movimiento popular, que es donde reside la soberanía y el futuro que queremos, no por las prioridades y reformas que a uds. ocupan desde sus privilegios como miembros del poder legislativo, muchas de ellas ajenas a nuestros intereses más sentidos, empezando por el primero: el derecho a la vida.

Todavía le deben la medalla Belisario Domínguez a Doña Rosario y el genocida murió impune. ¿Cuántos sitios de memoria habría que construir? ¿Cuántos antimonumentos habríamos de erigir en este país? ¿cuántas numeralias dolorosas nos pegan en el rostro y nos increpan todos los días? ¿cuántas familias mexicanas viven con el dolor y las ausencias a cuestas?

Finalizo parafraseando a Julius Fucik, el periodista checo asesinado por el fascismo en 1943 en su memorable escrito “Figuras y figurillas” en donde nos dice que el futuro ubicará a cada quien en donde corresponde por sus acciones: a nuestras figuras, con nombre, rostro, deseos y esperanzas, en la memoria de todos y a las figurillas, “aunque tengan los brazos cargados de galones dorados”, dice Fucik, en el basurero de la historia. Y les garantizo que de esa sentencia, no se salva nadie. Nosotrxs elegimos memoria.

Inicia Fucik su memorable texto con una frase con la que cerramos: Solo pido una cosa: los que sobrevivan a esta época no olviden.

¡NI PERDÓN NI OLVIDO! ¡MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA!

Colectivo Híjar

Colectivo cultural y político dedicado a la elaboración de mantas y gestión de acciones por la memoria en México. Participa en actividades y publicaciones sobre la crítica y la memoria históricas y la praxis estética necesaria.

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