La gentrificación que cruza ciudades y movimientos
Conforme avanza la destrucción del planeta cambian los paisajes, aquellos que contemplamos desde niña/os, aquellos que vimos y nos vieron crecer. Los paisajes naturales se van destruyendo, cambia la composición de la naturaleza y de lo vivo. Los paisajes culturales y sociales en los que nos hemos desarrollado según nuestra ubicación geográfica también han sufrido cambios profundos, ahora hay zonas en las que la uniformidad provoca que una/o crea que está en cualquier otro rincón del mundo.
La gentrificación se ha convertido en un importante problema a enfrentar en las ciudades, viene acompañado de una gran multiplicidad de conflictos, ambigüedades y retos. Si se recurre a su significado la gentrificación es un proceso de renovación de determinada zona urbana. Por ejemplo para la RAE esta renovación se da generalmente en “una zona popular o deteriorada” lo que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra con mayor poder adquisitivo. El origen de la palabra es inglés y se refiere al aburguesamiento (Glass, 1964). La gentrificación implica un proceso por el cual nuevos residentes se mudan a barrios que históricamente fueron proletarios aumentando el costo de los alquileres y el valor de las propiedades y, por tanto, despojando y desplazando a la/os residentes de antaño.
La gentrificación cambia la composición de los barrios, la vida social y comunitaria y sus espacios de convivencia. La gentrificación contribuye a la desaparición del espacio público haciendo que lo privado suene atractivo o incluso llegue a ser aplaudido aunque esto implique la desaparición de prácticas comunitarias y barriales.
En Atenas, Grecia, el barrio de Exarcheia ha sido un territorio en el que los movimientos sociales han tenido no solo presencia sino donde se han albergado. En esas calles se han protagonizado importantes batallas del movimiento social antiautoritario contra la policía, han ocurrido graves agresiones como la ocurrida en 2008 en la cual la policía mató al joven Alexis Grigoropulos provocando amplias y fuertes movilizaciones. En ese histórico barrio el gobierno implementó un plan que implica la construcción de una estación de metro en el corazón de Exarcheia. Ésta iniciativa no llegó sola, en el barrio han proliferado los Airbnbs. La gentrificación en este lugar rebelde ha sido una estrategia de limpieza y control social, en el plan de imponer el metro queda clara una intención antisubversiva. Ahí la gentrificación implica algo más que solo despojo para hacer más lucrativo un espacio. Ésto comienza a ser una amenaza para otros rincones del mundo. La gentrificación no va a darse solo como un fenómeno urbano lucrativo y especulativo sino como otra estrategia más para controlar, uniformar y hacer a un lado todo lo que estorba a la lógica necrocapitalista con la cual los Estados han demostrado algo más que complacencia.
Los actores que gentrifican provocan la mutación de espacios, territorios y de los propios procesos colectivos y comunitarios. Existen fundaciones y organizaciones que “contribuyen” (quizás sin proponérselo) a que los movimientos sociales se conviertan en la zona “deteriorada” que hay que cambiar para ser visible, para recibir recursos, para obtener financiamientos, en este fenómeno también se da el desplazamiento cuando la/os que tienen el rostro más “ad hoc” para ser atendida/os y percibida/os, para ser vista/os acaban siendo quienes logran asimilarse o ser asimilada/os por una voz a la moda. Éste tipo de gentrificación no aumenta el valor de una propiedad o de un territorio sino de un proceso o de un movimiento a los ojos de quiénes llegan a cambiar la esencia de los movimientos sociales y procesos colectivos. La gentrificación de los movimientos provoca que se suplante de un modo cotidiano la voz de quienes son afectada/os directos, de quienes protagonizan las luchas.
El énfasis en lo políticamente correcto abre paso a que los procesos de gentrificación de los movimientos opten por una guerra de palabras más que de procesos de calle, de lucha, de trabajo de persona en persona. Las redes sociales son el hábitat idóneo para este tipo de prácticas. El asunto lucrativo de la gentrificación en estos casos también juega un papel importante, porque las necesidades económicas siempre son un punto débil en los movimientos y procesos colectivos y al final alguien se beneficia económicamente de cambiar la forma y esencia de determinados procesos para tener financiamientos y hacerse visibles. La hegemonía y homogeneidad se vuelve parte de las prácticas que gentrifican los movimientos sociales vaciándoles de sentido de autonomía y autodeterminación. La práctica que desde esa lógica se despliega se centra en individuos más que en colectivos, busca visibilizar personalidades, marcas, no procesos.
La gentrificación nos cruza y nos ha llevado a que lo alternativo sea negocio, que pase de ser un contrapeso sistémico a ser parte del escaparate de productos, ideas, términos y motes políticamente correctos que cubren la cruda realidad que acompaña el colapso, la realidad oculta detrás de paisajes homogéneos que aparentan heterogeneidad. El espacio en el que habitamos, la cultura que recreamos, la política que nos ha dejado claro en todas partes que no llegará nada desde ningún arriba y lo social como muestra de nuestra capacidad o incapacidad de enfrentar el colapso son elementos cruzados por éste fenómeno.
Hay todo un campo abierto para hablar entre nosotra/os la/os que queremos que el paisaje no sea uniforme y la/os que queremos más Exarcheias rebeldes, de reflexionar qué hacemos no solo para enfrentar esta problemática sino para no ser parte de la gentrificación cuando en nuestros espacios tratamos de hacer un lugar atractivo para otros y otras. O cuando queremos ser solidaria/os con una lucha queriendo modificar su curso y forma. La gentrificación se parece a la colonialidad, tiene en común el elemento de quitar, modificar, borrar o negar algo para “hacerlo mejor”. Por lo que en otra clave es necesario cuidar las sutilezas del hacer en el que nos implicamos con otros y otras.
Siempre queda la enseñanza zapatista de practicar otras formas de hacerlo todo, de ser necios y necias, de no suplantar, de no imponer. Experiencia viva y asediada que cada vez es más urgente escuchar, entender y voltear a ver.
Glass, R. (1964) Aspects of Change. London: MacGibbon & Kee.
Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida
Tamara San Miguel y Eduardo J. Almeida tratan de acompañar y tejer caminos entre luchas. Son integrantes del Nodo de Derechos Humanos, del proyecto Etćetera Errante y Adherentes a la Sexta Delcaración de la Selva Lacandona.