“Invasión y expulsión”: La nueva costanera de Asunción y los bañados
Asunción, capital del Paraguay, tiene 520.000 habitantes, lo que representa el 7% de la población total del país. En los últimos años atravesada por fuertes intereses inmobiliarios que impulsan un proceso de regeneración y segregación urbana que están modificando el espacio urbano, en el que los sectores empobrecidos son cada vez más excluidos y estigmatizados.
El gobierno paraguayo acaba de inaugurar la nueva avenida costanera en el sur de la ciudad, que rodea a los Bañados Sur y Tacumbú, barrios en lo que aquello que se menciona como pobreza extrema, a veces en números y estadísticas, cobran rostros, miles de familias que no tienen que comer, historias de vida que demuestran cómo las personas deben trabajar e intentar sobrevivir en un lugar hostil en la precariedad absoluta, construir sus viviendas para protegerse, sin servicios básicos como el agua, allí en medio de una ciudad que los desconoce, que los ignora, los bañadenses generan dignidad en medio de la miseria.
Si actualmente alguien preguntara a las autoridades o técnicos de la Municipalidad de Asunción, cuántos habitantes tienen los Bañados de Asunción, no obtendrá una respuesta, el poder local ni nacional no tiene interés en aplicar políticas públicas que puedan contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas que hace más de medio siglo viven en esos lugares, que han echado raíces, que han construido el barrio de acuerdo a su posibilidades, casita por casita, calles por calles, han incluso rellenado lugares que eran inhabitables para levantar allí un hogar.
Los Bañados cobraron relevancia para los gobiernos, cuando las empresas inmobiliarias han despertado la sed del negocio en esas zonas antes ignoradas por completo, el problema es que el interés es meramente mercantil, no un interés humano ni social. Lo que importa no es mejorar las condiciones en que viven, el interés es liberar el territorio para la realización de infraestructura viales que no toman en cuenta a las familias lugareñas.
La avenida tiene extensión de 8,1 kilómetros, para lo que se ha tomado una deuda que el Estado deberá abonar por un poco más de 170 millones de dólares.
La gestión de la ciudad no es concebida desde una perspectiva que tienda a mejorar las viviendas, el acceso a servicios, la mejora de infraestructuras para la población en situación de pobreza, pasa simplemente por facilitar la inversión privada, “embellecer” y privatizar los espacios públicos. promoviendo desalojos de las familias pobres con mecanismo que el gobierno y las empresas denominan: “reubicación” o “relocalización”.
Kimberli Samaniego, una de las referentes comunitarias del Bañado Sur, a su corta edad ha sido y es protagonista en varias luchas comunitarias como las ollas populares que cobraron fuerza durante la pandemia, y que luego se han mantenido con el esfuerzo de mujeres principalmente, también, las veces en que el barrio ha sido inundado y tuvieron que buscar las formas de encontrar refugios provisorios para luego volver a reiniciar cuando las aguas bajaban. Para ella la costanera se resume en dos palabras: invasión y expulsión.
Invasión, porque han sentido que durante la construcción de la obra han ingresado grandes maquinarias, vehículos de gran porte, sin ninguna precaución, en un lugar donde las calles son angostas y los niños utilizan esos espacios como forma de recreación, además de mucha gente extraña dentro de sus barrios. Así también explica que la expulsión es “por el efecto palangana que deja la costanera sur, con una lluvia nos inundamos muchísimo más rápido, antes no nos inundábamos con tanta frecuencia como ahora nos sucede, y si quedaba agua estancada en las calles en poco tiempo desaparecía, ahora no, se queda por mucho más tiempo, porque no tiene canales de salida al río como antes sí tenía. Nosotros como comunidad no tenemos acceso a la costanera, ocupa nuestro territorio pero no tenemos acceso a ella y lo que buscan es que terminemos por abandonar nuestro barrio”[1].
Claro está que el problema de la inundación para los y las bañandenses seguirá siendo una amenaza constante, y por lo que menciona Kimberli, se profundizará aún más. Otro aspecto que se profundizará es el factor de la criminalización y la estigmatización, a pesar de los titulares bonitos de los entes estatales como: “Asunción mira al futuro”, el gobierno pondrá en marcha o mejor dicho profundizará una política de seguridad que apuntará a establecer una relación entre bañados, crimen, delito, los históricamente excluidos y dueños de esos territorios pasarán a ser una amenaza.
“La previsión de agentes para resguardar el tramo Asunción- Lambaré, tiene su explicación: los barrios del Bañado que comprende la Costanera Sur, son los que tienen el “estatus” de rojos, esto es, sitios con alto nivel de inseguridad por actividad de marginales”[2]. Resalta uno de los periódicos empresariales y de apoyo al gobierno.
Si la costanera trae para algunos la agilidad en el tránsito, para los que están abajo, en los bañados, en las casas de cartones y maderas, trae mayor exclusión y violencia.
[1] Entrevista realizada por el autor a Kimberli Samaniego, luchadora social del Bañado Sur.
[2] Diario Hoy 22 de julio, disponible en https://www.hoy.com.py/nacionales/2024/07/22/costanera-sur-relevante-y-linda-con-primer-contrapunto-zonas-rojas-e-inseguridad
Abel Irala
Director e investigador de Base Investigaciones Sociales. Licenciado en trabajo social, posgrado en Ciencias Sociales, docente universitario.