Romper el Cerco

Andrea Cegna

Génova hoy

Hace 20 años, los preparativos para las movilizaciones contra el G8 en Génova estaban en pleno apogeo. En las mismas horas la máquina represiva del Estado y los intereses económicos, construían el violento proyecto que el 20 y 21 de julio de 2001 habría golpeado a miles de personas de todo el mundo que compartían la increíble labor de construcción colectiva implementada alrededor del GenoaLegalForum.

La crítica al neoliberalismo fue avanzada y radical, así como radical fue la incapacidad de leer como y qué estaba preparando el capitalismo e implementando contra el movimiento de los movimientos encontrando así sus espacios entre las corrientes, las distancias, las diferencias de la plaza.

Sigue presente la idea de que el Black Bloc se infiltró, solo porque esa forma de lucha, guste o no, era desconocida en nuestro país y muchas veces se materializa con su esencia destructiva sin dialogar con los distintos movimientos de la plaza. Y esto aumenta los miedos y las distancias.

El Black Bloc en esos días se convirtió en el pretexto, la acusación y la justificación. Fue la justificación de la violencia policiaca, el pretexto para ingresar a las escuelas dormitorio y golpear hasta masacrar a las personas; la acusación de quienes no habían comprendido que la acción violenta contra la gente en la calle era pre-ordenada.

A partir de entonces, el Black Bloc se convirtió en una constante en las grandes marchas de protesta italianas, y es constante su relación problemática, contradictoria y conflictiva con los eventos en las calles y los contextos sociales. Quizás, es uno de los legados del trauma de aquellos días de hace 20 años.

Comencé mi columna en esta revista en línea hablando de la ruptura sistémica que ha atravesado estos 20 años con la crisis de los movimientos sociales de Europa y el surgimiento de nuevos movimientos en otras partes del mundo: desde Black Lives Matter a NiUnaMenos, pasando por las insurgencias indígenas y anticoloniales, así como las resistencias que en el mundo asiático y norteafricano están frenando las prácticas de homologación, llegando hasta a l@s jóven@s ambientalistas.

El capitalismo sigue siendo el problema, pero no siempre está bien identificado. ¿Ha llegado la subsunción neoliberal al punto más alto del que no hay vuelta atrás? ¿Representa el primer ministro italiano Mario Draghi el futuro del poder económico que gobernará directamente la política? ¿O es el preludio de la etapa final del capitalismo? ¿Qué papel jugarán los movimientos para acelerar el fin del capitalismo o para detener el control o la extracción de riquezas de que necesita el capitalismo? ¿Será posible encontrar formas de unión verdadera en la crítica y en los modos de lucha que desde hace años parecen lejanos?

El viaje de los y las zapatistas en Europa en el medio de la crisis de los movimientos y 20 años después del auge de aquel movimiento de los movimientos, ¿qué puede mover y despertar?

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