El Vocho Blanco

Mary Farquharson Y Eduardo Llerenas

«El tiempo» en Panamá

‘EL TIEMPO’ EN PANAMÁ

El tiempo, tiempo me dio

Y yo el tiempo desprecié

Yo con el tiempo lloré

Y el tiempo ya pasó

Quería volver a ver a Juanita Ríos, ‘La Alondra de Chitré’, a tiempo, y lo logré. Habíamos grabado su canto y las decimas antiguas de esta gran cantante panameña en 1984 y, 22 años después, no sabía si todavía estaría viva. Tenía temas suyos grabados, incluyendo ‘El tiempo’, un viejo mesano popular panameño, en un vinilo y en un casete. Con estos dos, más una casetera por si acaso, llegué a su casa en Chitré, pueblo de la provincia panameña de Herrera. La encontré muy viva, ya con 80 años, sentada en su mecedora, vestida de negro como exigía su papel de viuda católica. Por otro lado, Juanita seguía siendo la elegante, coqueta y  extrovertida  caribeña que guardada en mi memoria.

En 1984 habíamos llegado a Chitré tres personas:  yo, Enrique Ramírez de Arellano y Beno Lieberman, en uno de los últimos viajes de su vida. Llegamos el Jueves Santo y la fe de Juanita no permitió que la grabáramos ese día. No hubo manera de convencerla. Explicamos que el tiempo estuvo muy medido para nosotros y que habíamos llegado desde lejos para documentar su tradición en voz de ella. Nos invitó a regresar el Sábado de Gloria y así lo que hicimos.

Juanita, mejor conocida por el nombre que le dieron en la radio local en donde cantaba durante muchos años, fue una gran intérprete de mejoranas, la música mestiza, que es solo uno de los tesoros culturales de este país, hija de un excelso versador, mulato como ella, de temas de mejoranas. La mejorana es la música y canto en versos decimales, en ocasiones completando la glosa (una cuarteta inicial y cuatro décimas que le siguen terminando cada una, de pie forzado, con la línea correspondiente de la cuarteta del principio). Usan mucho al inicio y terminación de las frases del canto un adorno, la saloma, que es una interjección o falsete que suena a ¡Ay ombe!, que se encuentra también en géneros musicales de Colombia.

La mejorana nombra también a una pequeña guitarra local de cinco cuerdas, con que se acompaña el canto, parecida a alguna de las jaranas mexicanas, y sus cuerdas se puntean para la melodía y se rasguean para armonizar. En 1984, Juanita se acompañaba por Andres Castillo en la mejorana, un hombre añejo casi ciego, que era un mago de este instrumento. En la guitarra sexta, la acompañaba Bolívar Rodríguez, gran persona, músico, compositor y apasionado defensor de las tradiciones de su país.

En mi viaje de regreso en 2006, me acompañaban Mary y nuestro hijo Santiago, con 11 años de edad. En la radio del coche que rentamos, escuchábamos música tradicional muy viva, no solo las mejoranas, sino el punto y las cumbias panameñas que tienen un estilo un poco más rural que sus primas hermanas de Colombia. Teniendo ambas un posible origen común en el bunde primitivo, antecedente de los bailes percusivos, del mapalé y el bullerengue. Supuestamente la palabra ‘cumbia’ nace del verbo kumba, que en lengua del Congo quiere decir ‘rugir’, o ‘hacer un escándalo’. En el viaje original, contactamos al grupo ´Los Juglares de la Revolución´ (sic) en la Ciudad de Panamá, que con el formato de mejorana, guitarra sexta, violín, acordeón, churuca, caja y voces les grabamos varia cumbias, puntos y una que otra mejorana. “Arroz con mango”, es la cumbia tradicional que quedó impresa en el acetato que produjimos en 1987.  La cumbia comercial, tan gozada en Colombia y en México, ha viajado muy lejos de sus orígenes en esta región que, hasta 1903, y la época del Canal, pertenecía a la Gran Colombia.

Otro estilo que me fascinó en 1984 y que aún lo sigue haciendo, es el tamborito, música panameña mucho más arraigada a sus raíces africanas y el otro de mayor popularidad en el istmo. En su estructura básica es canto, baile y música percusiva y denomina a cada una de estas igualmente que a la fiesta en que sucede. Los tambores son normalmente tres, el repicador, tonos agudos y el que florea, el pujador de tono grave y el llamador, un poco más agudo que el repicador y que señala cambios de temas. El canto es exclusivo de mujeres y en el esquema de llamada y respuesta, donde la voz guía recibe el nombre de cantalante (o que canta adelante) y el coro de 4, 5 o mas cantantes, que igualmente pueden intercambiar papel como cantalantes. Un tamborito suele durar toda la noche así que los remplazos en el canto son siempre bienvenidos.

 Después de despedirnos de Juanita, fuimos rumbo a la Costa y en un pueblo todavía tierra adentro, pasamos la tarde en una casa a donde llegó una joven cantante de tamboritos, con una voz cristalina. Más adelante, ya en La Arena de Chitré, en la misma provincia de Herrera, buscaba uno de los grupos de tamborito que había grabado en 1984 y específicamente a Delicias Calderón, la cantalante del tamborito más importante de esta comunidad.

No fue difícil encontrarla y, con el vinilo, ‘Panamá, tamboritos y mejoranas’ en mano, ella pasó de casa en casa, con la intención de festejar la producción con otra fiesta, 22 años después. Se acordó muy bien de cuando grabamos a su grupo de tamborito que había durado toda la noche. Fue el caso también de sus compañeras, que se juntaron en un cuarto sin techo, a unos pasos de la playa. Convocaron a los dos hombres que tocarían los tambores—el pujador de tono grave y el repicador, agudo, y que hace los floreos rítmicos—provocando el baile sensual en un ambiente de gozo improvisado, sin principio ni fin. Delicias cantaba, el coro de mujeres respondía, el tempo se agitaba y luego se calmaba. En el calor de la fiesta inesperada, una señora ochentona agarró una botella de ron y bailó con los brazos extendidos y la botella en su cabeza, sin desperdicio alguno de ron. El coro la acompañaba y provocaba, entre el canto y las risas.

Nos quedamos hasta el día siguiente, para luego ir a Portabelo en donde, en 1984, grabamos Los congos de Portobelo, histórico puerto que Cristobal Colón lo bautizó así por su gran belleza: Porto Bello, en 1502. En Portobelo, Provincia de Colón, llaman congos a los tamboritos y en esencia y en su musicalidad, son lo mismo. Entre los múltiples congos, que grabamos allí, ‘Gózalo Agustina’ es una invitación irresistible, tanto en la música, como en la letra y el baile, que también me ha acompañado siempre.

Al llegar a las afueras de Portobelo, preguntamos por Juana de Mata Chifundo, la ‘cantalante’ de Los Congos de Portobelo, y nos dieron sus señas sin problema. Ella misma nos recibió en la puerta de su casa. Ahí, en la calle, le entregue el acetato. Vio la foto en la portada, vió la lista de contenidos, llamó a sus hijas y lloró. Su reacción fue distinta a la de Juana y de Delicias, tal vez porque en Portobelo el tiempo no ha sido tan generoso con la música tradicional; el Congo ya no tiene la vida actual que siguen gozando los tamboritos en Arena y las mejoranas en Chitré.

Este segundo viaje a Panamá, en 2006, ocurrió en año nuevo y tal vez por esto, lo tengo muy presente en estos días. Si el año que viene es más generoso que el que se acaba, esperamos regresar a Panamá, para seguir gozando esta cultura latinoamericana que, poco conocida es de una riqueza profunda. 

Escuchen ‘El tiempo’ en voz de Juanita Rios en el CD, ‘10 años Son’ www.corason.com

Una Respuesta a “Juan Reynoso, El Paganini de la Tierra Caliente”

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