El Vocho Blanco

Eduardo Llerenas y Mary Farquharson

El gusto por el brukdon de Belice

Fue gracias a un vinilo, rayado por tanto tocarse, que conocí el brukdon, la música criollade Belice. En 1978, salimos en coche desde la Ciudad de México rumbo al país vecino, esperando grabar a músicos cuyas voces e instrumentos nos contarían de lo que no pude averiguar en libros, ni en textos que solamente buscaban vender lotes en los idílicos cayos de la costa. Fue un viaje sobre todo de exploración y, por ende, regresamos – yo, Beno Lieberman y Enrique Ramírez de Arellano—unos años después. En ese lapso, Belice logró su independencia. Grabamos en el primer viaje un brukdon muy bello pero ‘blanqueado’ y, en 1985, orquestas con algún instrumento eléctrico, que expresaban el sentimiento de los africanos ‘emancipados’ que habían trabajado en los campos de caoba.

Brukdon es solo uno de los estilos musicales de Belice. Los mayas tienen una historia ancestral en el país, también hay una tradición mestiza fuerte en el norte, y notamos que los criollos dominaban la administración, los chinos los pocos hoteles y restaurantes y los libaneses y palestinos los comercios. Los maestros, en su mayoría, eran garífunas: una comunidad con raíces en la mezcla de caribes de las Antillas Menores con cimarrones africanos. Vivían en la isla de San Vicente, antes ser expulsados por los ingleses a la isla de Ruatán, frente a la costa de Honduras. Viajaron en balsas para llegar a Honduras, Guatemala, Nicaragua y el sur de Belice. La historia y la música de los garífuna, será un texto aparte en estos relatos.

Sabía que las raíces del brukdon se encuentran en el buru, la música con ritmos africanos y con versos satíricos que retrataban la vida en los campos de caoba. Sin embargo, me gustó más la versión del término que escuché directamente en Belice: que se refiere a la versión ‘broken down’ (destartalada) del calipso que nació en Trinidad y Tobago y que pegó fuertemente en gran parte del Caribe anglo, sobre todo en Jamaica, desde donde viajó por el mundo en la voz de Harry Belafonte durante las décadas de los 50 y 60.

A finales del siglo 18, los británicos habían acordado con los españoles que no cultivarían la tierra en ‘British Honduras,’ (después Belice) sino que solo explotarían la caoba, tanto para construir los muebles más finos de la historia inglesa, los ‘Chippendale,’ como para extraer el tinte rojo para teñir los uniformes de su ejército, los ‘red coats’ (casacas rojas). Quienes pagaron el costo de tanta presencia imperial fueron los esclavos africanos, comprados por los británicos en Jamaica, Bermuda y Bahamas, para que trabajasen el corte, la transportación y la preparación de la madera que se enviaría a Europa.

Algunos esclavos lograron huir de los campos de caoba, otros tomaron alguna venganza temporal, burlándose de los amos por medio de los cantos acompañados por los ritmos africanos ancestrales de los fon y de los ibo, y otras culturas de las costas occidentales de África.

La tradición de usar la música para denunciar –con melodías aparentemente alegres y con un sentido de humor impresionante- es la historia del calipso y sus variantes que se encuentran en diferentes partes del Caribe anglo, aparte de Costa Rica y Venezuela. Los calipsos se volvieron la parte medular de los carnavales de Trinidad y Tobago desde los 1920 y lo siguen siendo el día de hoy.

El calipso está muy presente en el brukdon de Belice, sobre todo en la versión más blanqueada que grabamos en 1978 a dos señoras criollas que cantaban con unas bellísimas armonías, acompañadas en la guitarra por el esposo de una de ellas. Todo fue muy exquisito en la casa y en las voces de “Mrs Perriot y Mrs Middleton” pero, detrás de su dulce canto había una aguda crítica social (más que política) que daba en su punto a la hipocresía de ‘pueblo chico, infierno grande’, de donde vivían. Las canciones de este ‘Mini Musical Female Duet’, identifican a los que sonreían a la gente al verla pasar, para luego tacharla por ser gorda o flaca o por ir a la iglesia solo por tener muchos pecados que confesar.  El tema ‘Policeman’ cuenta de la falta de oportunidades laborales para las jóvenes de la colonia. Por esto mismo, la chica de la canción tiene que inscribirse como policía y luego defender a la gente de un criminal que mide dos metros más que ella.

En el segundo viaje en 1985, cuatro años después de la Independencia, logramos grabar a muchos grupos con su  brukdon deliciosamente ‘destartalado’ con referencia al calipso original.  Estas orquestas de ‘boom´n chime’ (retumbe y repique) incorporan el banjo, percusiones y quijada de burro del buru original de los campos de caoba, añadiendo el acordeón, guitarra, bajo eléctrico y el dingadin, un tambor de rueda de coche percutido con una varilla de acero. El resultado es una música fresca y anárquica, con voces estridentes y a veces ríspidas.

Llevando a Wilfred Peter, acordeón y primera voz del Belizean Boom´n Chime Band, a su casa después de un día de grabación, llegamos a su comunidad en las afueras de Belize City y allí me tocó uno de esos momentos efímeros que se quedan grabados por siempre en la memoria más que en una cinta. Un gran circulo se había formado de percusionistas, cantantes y la gente del barrio. En el centro, bailarín tras bailarín retaban a los percusionistas con sus pases frenéticos y acrobáticos.  Para mí fue electrizante y premonitorio de lo que viviría unos meses después en Haití y muchos años más tarde en Mali. La música como fenómeno es tremendo; es el tesoro más apreciado cuando es inesperado y espontáneo.

Hoy día existe más información sobre la historia de Belice gracias, en parte, a los estudios de la Universidad de Quintana Roo, y su música se empieza a conocer mundialmente debido al excelente trabajo de Stonetree Records, una disquera formada por el beliceño Iván Durán, que ha trabajado con artistas garífuna, no solo de Belice, sino también de Honduras.  

No cabe duda que el pequeño país de Belice esconde muchas culturas valiosas y que hay mucho que apreciar y aprender del vecino país del sur. Por el momento, recomendamos que escuchen una selección de la música que grabamos y que se ha mencionado en este texto, que incluye las diferentes versiones del brukdon y algo de la música actual producida por Stonetree.

Una Respuesta a “Juan Reynoso, El Paganini de la Tierra Caliente”

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