Memoriando

Colectivo Híjar

El derecho a la memoria

El 6 de agosto de 1969 se fundan en Monterrey, Nuevo León, las Fuerzas de Liberación Nacional, organización político-militar que buscaba la transformación de México por la vía armada. Las FLN se distinguieron de otras organizaciones por la elección de “la acumulación de fuerzas en silencio”, lo cual implicaba la preparación no solo práctica sino política de sus militantes para, luego, emprender la lucha.

Historia de la lucha y la cultura zapatista • 2007, Paraiso 
Tulijá, MAREZ Ricardo Flores Magón.
Foto: S. Petersen

El 14 de febrero de 1974 se marca como la fecha del “exterminio” de las FLN. Un día antes, cae en Monterrey una casa de seguridad, dos de sus ocupantes son detenidos y torturados hasta que un día después, conducen a las fuerzas represivas a San Miguel Nepantla donde caerá la Casa Grande con un saldo de 5 compañeros y compañeras asesinados y 2 capturados. De ahí, seguirán a Chiapas tras el primer Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata, con el mismo resultado, caen 8 compañeros y 1 compañera. Dos de ellos, Murcia y Alfonso, sus nombres de guerra, son capturados, trasladados al Campo Militar Núm. 1 y desaparecidos hasta la fecha. Justo un año después, caerán Aurora y Gonzalo en Tabasco.

Ese mismo día, fueron detenidos con violencia por la Dirección Federal de Seguridad, varios compañeros en Monterrey y en la Ciudad de México, Alberto Híjar Serrano, y sujetos de desaparición forzada durante 6 días para luego ser presentados en la cárcel de Lecumberri. Supimos que fueron cautivos en Circular Morelia 8, Col. Roma, centro clandestino de detención de la DFS. En febrero y agosto de 2019, colocamos placas de mosaico por la memoria en Circular Morelia y en la Casa Grande en Nepantla.

Damos testimonio de que la memoria se cultiva y se produce en colectivo. Desde niñas, cuando atestiguamos el violento secuestro de nuestro papá, la realidad nos fue explicada amorosamente. Dicen los expertos que estos acontecimientos impactan, al menos, tres generaciones familiares. A la par, cuentos, películas, canciones, retratos y personajes, actos político-culturales diversos alimentaron nuestra infancia. Vietnam, Cuba, Uruguay, Chile, toda Nuestramérica poblaban nuestros imaginarios infantiles y, por supuesto, la otra historia de México.

Nuestra identidad se construyó con todo ello incluido. Esto resulta importante porque creemos que la memoria constitutiva individual, la que nos distingue, nos ubica y forma parte de nuestra vida cotidiana, es elegible. Habrá quien repudie su herencia y su memoria de lucha y habrá quienes la asumamos como parte integral de nuestras vidas para reproducirla, erigirla colectivamente, transmitirla y documentarla. El pasado se atropella con el presente y la memoria no solo se ubica en el recuerdo y en la razón sino en el cuerpo y en las emociones. Cada febrero duele.

“Memorias heridas” denomina Paul Ricoeur a aquellas que enfrentan diversas dificultades para construir su relato. Este es el caso que nos ocupa: la falta de testimonios directos, la falta de evidencias físicas, el silencio necesario. Incluso, hay una memoria por adscripción cuando uno elige acontecimientos y personajes del pasado remoto o reciente, como parte de la historia propia, como parte de la genealogía personal.

Todos los días ocurren sucesos y acontecimientos que debemos resguardar para alimentar la memoria de lucha, conmemoraciones que no deben caer en el olvido, nombres y rostros que, siguiendo a Julius Fucik, debemos hacer nuestros. Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Los procesos de memoria son procesos de trabajo con perspectiva histórica en búsqueda de los sentidos precisos, lo más apegados a la verdad a partir de los indicios, las huellas, los testimonios directos e indirectos, de ahí la importancia de la documentación e investigación precisa alrededor de la “otra historia”, la que no ocupa reportajes ni el interés de los medios de comunicación masivos sino, más bien, el trabajo constante y tenaz de compañeras y compañeros de distintas disciplinas que diario dan cuenta de los hechos, los trabajos y quehaceres, las microhistorias de personas y comunidades enteras para construir “relatos con historia” no ajenos a dificultades, como el filtro del tiempo en el recuerdo o a conflictos respecto a un mismo hecho. Lo memorable entonces, podrá integrar una narrativa que será comunicable para quien quiera atenderla, tal como hace Desinformémonos.

En este camino, se establecen lazos fuertes y sólidos a partir de lo que une, de lo común compartido y la familia elegida crece por las relaciones entrañables construidas. Memorias compartidas que generan una identidad colectiva y una comunidad concreta. Uno nunca está solo en esta historia y los tiempos infames hacen crecer los motivos y las causas. Nos reconocemos como comunidad de memoria viva lo cual exige acciones y prácticas de diversa índole. Praxis de la memoria que demanda, todo el tiempo, generar los espacios y tiempos, las rutas y las formas más efectivas para el contagio significativo, de ahí la atención constante a los empeños y experiencias en otros lugares y países de los que aprendemos tanto.

Ejercemos nuestro derecho a la memoria, lo que incluye no solo el reconocimiento y la emulación de tantas y tan dignas vidas ejemplares, el establecer nuestro calendario conmemorativo y las efemérides que nos son significativas, la reivindicación de nuestro derecho a okupar el espacio público para señalar y denunciar pero también para honrar acontecimientos importantes generalmente ignorados por la mayoría. El derecho a la memoria, como práctica política, incluye también el derecho a la verdad y a la justicia en todos y cada uno de los acontecimientos históricos que atesoramos y que en el caso de la memoria de lucha, permanecen en su mayoría impunes, como es el caso de las FLN.

Deber de memoria, dicen quienes se sitúan a la altura de los tiempos infames. A raíz del documental “Nepantla: la insurrección de la memoria” producido por AMV en 2009 y disponible en youtube, recibimos dos mensajes emotivos: el primero, en 2019, del nieto de Fidelino Velázquez Martínez “Arturo”, campesino indígena caído en Chiapas en 1974, firmado por toda la familia y, el segundo, en 2020, del sobrino de Anselmo Ríos Ríos “Gabriel”, caído en la Casa Grande el mismo año. Esto muestra, además del orgullo y reivindicación de pertenencia a esta comunidad de memoria, la necesidad de información e investigación alrededor de hechos del pasado que siguen presentes.

En este sentido y respecto a las FLN, podemos mencionar las dos tesis, de licenciatura y maestría, de Adela Cedillo: El fuego y el silencio. Historia de las FLN (1969-1974) y El suspiro del silencio. De la reconstrucción de las FLN a la fundación del EZLN (1974-1983); la novela histórica de Fritz Glockner, Veinte de cobre; los subcapítulos dedicados en México armado (1943-1981) de Laura Castellanos; los tres libros sobre las FLN editados por La Casa de Todas y Todos, de la serie Dignificar la historia; la “Relación de hechos” de julio de 2002 en la Casa Museo del Dr. Margil, firmada por el SCI Marcos, en donde se reconoce a las FLN como parte de la historia del EZLN, “los Primeros” los denominan y de ellos y Murcia hay un mural en el Caracol de La Garrucha pintado por el Muralismo Comunitario Participativo encabezado por Checo Valdéz, entre otros materiales, publicaciones y archivos que se siguen produciendo. En esta línea estarían, por ejemplo, los documentos resguardados en el Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos Armados (CIHMA) y el Centro de Documentación de los Movimientos Armados (CEDEMA), así como los importantes libros testimoniales y los documentales del taller editorial La Casa del Mago.

Habrá que incluir en esto los archivos familiares de las memorias interrumpidas pero sobrevivientes al silencio y al olvido, como lo han hecho en los Centros Provinciales de Memoria en Argentina con la incorporación de los archivos personales conformados por las madres y abuelas en su largo caminar, testimonios valiosos que abonan al conocimiento de hechos que no son del pasado mientras no haya verdad y justicia plenas.

Colectivo Híjar

Colectivo cultural y político dedicado a la elaboración de mantas y gestión de acciones por la memoria en México. Participa en actividades y publicaciones sobre la crítica y la memoria históricas y la praxis estética necesaria.

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